Pedro
Conde Sturla
29 de marzo de 2015
Ya
lo he dicho otras veces y lo repito porque no me cabe la indignación en el
cuerpo: Que es denigrante, deshonroso, aberrante, incricitante, infamante,
humillante, irritante, arbitrario, desproporcionado, ofensivo, que es un
agravio, un oprobio, una afrenta, y sobre todo una injusticia llamar
prostitutas a los jueces.
Las
prostitutas venden -o alquilan- lo que es suyo, lo que les pertenece de
nacimiento. Hay más dignidad, más decoro en su oficio. Infinitamente más decoro
en su oficio. No hay comparación posible entre unas y otros.
Entiendo
que la frustración corra por las venas a raíz del no ha lugar en beneficio del
gatofélix, o mejor dicho de los gatosfélix o gatosfélixes. Pero es que sólo los
ilusos se hacían ilusiones. La regla es que los gatos proliferen en libertad y
se comporten como dueños de la casa, como lo que son, dueños de la casa, dueños
del país. Ahí están los gatos barcinos, los gatos ladinos, el gatopardo, los
gatos andinos y los gatorade. Allí está el gatonel, el jefe de la manada de los
gatorados, están ahí el gatorúa y el gattonetti, la gatarita y la gatadrina,
entre muchos otros.
Está
la gran manada de los gatosblancos, que incluye al tiburón ballena, al
gatobaba, al gatojía, al gabadía y a toda una cofradía.
Y
están también los gatos de Malaguer, el padre de todos los gatos, los gatos y las
gatasguer, los gatodinos, el fatídico gatorís y paro de contar porque es inútil
contar las olas del mar.
La
red de la justicia, dice el proverbio, tiene grandes agujeros para que se
cuelen los peces grandes. A la cárcel van los ladrones de salami. O los
ladrones principiantes como los que menciona en “Epitafio de un ratero” el
lúcido poeta D. Mariano Rementería y Fica:
Aquí por justa sentencia
yace
un ladrón principiante,
que
no robó lo bastante
para
probar su inocencia
Ya
sé que estoy lloviendo sobre mojando, pero entiendo, repito que entiendo la
frustración y la indignación de la gente porque la gente que ha perdido o nunca
ha tenido la capacidad de indignación no merece estar viva. La indignación me
inspira este sifilazo, ya lo dije. Con lo que no estoy de acuerdo es con el
hecho de descargar la culpa, toda la culpa, sobre las trabajadoras sexuales.
Eso me duele, me duele lo infamia que se
comete ante los ojos de Dios y duele seguramente a Dios.
Atendiendo
al mandato bíblico ellas se ganan al fin y al cabo la vida con el sudor de su
frente…, para decirlo con un eufemismo colateral.
Y
otra cosa:
Se
equivoca Colombo -como se equivocó Cristoforo Colombo en sus cálculos- cuando
afirma que este país se jodió.
Está jodido hace tiempo.
Nota curiosa: Los versos de Rementería los escuché por primera vez de boca del
siempre bien recordado Narcisazo Gonzáles -víctima del malaguerato- durante una
breve estadía en la cárcel.
pcs,
domingo, 29 de marzo de 2015
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