sábado, 29 de agosto de 2020

El forastero misterioso (2)

Pero Conde Sturla
28 agosto, 2020
En el pueblo de Eseldorf —el pueblo de burros, como su nombre en alemán indica— las autoridades tenían buenas razones para negarle “a la gente común” el acceso a la educación, al conocimiento. El conocimiento produce inconformidad y la inconformidad es enemiga jurada de la paz social. Conduce al desorden, a la ruina.

sábado, 22 de agosto de 2020

El forastero misterioso (1)

Pedro Conde Sturla
21 agosto, 2020
Edición original o restaurada de El forastero misterioso. Fuente externa

“El forastero misterioso” es el último libro que Mark Twain no escribió ni publicó: que no terminó de escribir. Trató de hacerlo varias veces, por lo menos tres veces de tres maneras diferentes durante largos años y no pudo finiquitar la tarea satisfactoriamente. Las dos primeras versiones de la historia quedaron inconclusas y todas tienen como personaje a un encantador e inquietante hijo o sobrino de Satán. La primera se conoce con el nombre de “Crónica del joven Satán”, la segunda se llama”Schoolhouse Hill”. La tercera tiene un título más largo y pomposo: “44, El forastero misterioso: Antiguo relato hallado en un jarro y contado a boca de jarro”.
Twain la dio por terminada en 1908, a pesar de que aparentemente había algunos cabos sueltos y no estaba del todo complacido. (Hay quien sostiene que la obra “todavía tiene muchos defectos y es discutible si se puede considerar terminada”). Quizás el mismo Twain sentía que no estaba del todo acabada, en la manera en que se lo había propuesto, no colmaba todas sus aspiraciones. Además el contenido era 
socialmente explosivo, irreverente, blasfemo. El hecho es que  dio instrucciones para que no fuera publicada mientras  viviera.

sábado, 15 de agosto de 2020

Irreverencias y profanaciones de Mark Twain (13): Un bosquejo de familia

Pedro Conde Sturla
14 agosto, 2020
Subasta de esclavos en EUA

La época que Mark Twain describe en “Un bosquejo de familia” corresponde a un periodo de bonanza en el que la familia vivía en una casa enorme con un pequeño ejército de empleados domésticos. Mark Twain llegó a obtener ganancias fabulosas con la venta de sus libros y escritos, pero siempre se las arreglaba para perderlo todo en alguna empresa no necesariamente disparatada. Los tiempos de vacas gordas alternaban con otros de carestía en los que se veía obligado a emprender, bajo contrato, giras interminables por el extranjero, dictando charlas o conferencias que cautivaban al auditorio gracias a sus extraordinarias dotes de expositor culto y ameno. Su fama de charlista era tan grande como su fama de escritor y eso le permitía vivir del cuento. Literalmente del cuento, de sus charlas o disertaciones siempre graciosas, enjundiosas, amenas.

sábado, 1 de agosto de 2020

Besos de fuego

Pedro Conde Sturla
03-08-2020 


A mi agradecida lectora y ex alumna        
Nadia Mirqueya Barinas Soñé


El beso, óleo de Gustav Klimt

En una fabulosa película de Giuseppe Tornatore —todo un poema fílmico titulado "Cinema paradiso"—, se cuenta la historia de un cine que es un poco la historia de un pueblo de Sicilia llamado Giancaldo. También es la historia del proyeccionista del cine, que se llama Alfredo, y la de un niño que se convertirá en su ayudante y cuyo nombre se pronuncia Totó, aunque en italiano no lleva acento y puede dar lugar a confusiones.