Pedro Conde Sturla.
La
confusión entre género biológico y género gramatical (sobre la cual Diógenes
Céspedes y Ramón Colombo escribieron artículos memorables) se retroalimenta y
reproduce cada día generando a su vez confusiones cada vez más confusas que ya
van de lo cursi a lo patético y a lo ridículo. El signo de arroba, arcaico y en
desuso, rescatado de su miserable condición vetusta, asume rango de
posmodernidad y se actualiza en el correo electrónico como pieza
imprescindible, pero además se reivindica en términos de gramática bisexual.
Escribir profesor@s resuelve el problema del léxico machista y
nos representa a todos(as), hasta ahora. Es decir hasta que un movimiento gay
no proponga un símbolo, un ideograma neutro, que no imagino, pero que podrían
imaginar los devotos.
Si cada palabra terminada
en o es macho, entonces cada palabra terminada en a es hembra, si vamos a
escribir jueza y miembra y síndica, empecemos a escribir camarado, comunisto,
perredeisto, a distinguir entre oligarcas y oligarcos, entre dentistas y
dentistos, por ejemplo. Como no soy hipócrito(a), y por más que jodan las
feministas, creo que el lenguaje no tiene bin bin, ni siquiera Bin Bin Laden.
La palabra persona no tiene sexo biológico sino gramatical, y si la tuviera
habría que hablar de personas y personos. Útero, de género gramatical
masculino, es el nombre de cierta parte íntima de las mujeres, la más preciada
y preciosa. Próstata, de género gramatical masculino, es el nombre de la
intimidad más íntima de los hombres. La clase obrera, por ejemplo, no tiene
sexo biológico, ni el distinguido personal docente, ni el público presente. La
jerga feminista generaría incordios sintácticos increíbles en base a los cuales
un(a) orador(a) tendría que dirigirse a una audiencia(o) en términos(as) de
respetado(a) represesentes(as) de las(os) trabajadoras(os) sexuales(os). Por
este camino solamente llegamos al absurdo. Televidentes y televidentas.
Paréntesis, os, as, us, abro paréntesis, cierro paréntesis. El lenguaje se
reduce a una cagada. Hay expresiones sexistas que deben y pueden ser evitadas,
expresiones racistas que pueden y deben ser evitadas. Pero en el límite del
absurdo, condenar la expresión aguas negras por racista es tan racista como
tiro al blanco. Perseveremos(as) en la jerga(o) feminista y supuestamente
antirracista(o) y el resultado(a) será más que patético(a) y ridículo(a).
Terminaremos todos(as) escribiendo peor que Cuchi Elías(os), lo cual es mucho
decir, demasiado decir.
6 de marzo 2002