Pedro
Conde Sturla
14 de septiembre de 2006
14 de septiembre de 2006
El
buen ladrón
(1960),
novela de los años mozos de Marcio Veloz Maggiolo, años de
iniciación, destaca en la narrativa dominicana por su frescura y
constituye un punto de referencia obligatorio en la amplia
bibliografía del autor. Tan grata y enriquecedora es su lectura que
hasta un crítico perverso podría pecar por exceso en el elogio,
incurrir quizás en la desmesura. Un juicio impresionista se
justificaría en todo caso por la impresión que deja la obra. La
obra brilla, en efecto, por su delicado lirismo, la concisión, la
unidad, la felicidad de su expresión y la intensidad de la trama.
El
buen ladrón
es, en apariencia una novela bíblica que seduce y conmueve incluso a
un lector pagano como yo, literalmente pagano (marxista y trasnochado por más señas), que prefiere la
mitología greco-romana a la mitología judeo-cristiana, alguien más descreído que ateo o viceversa, o
quizás ambas cosas.
Confieso
que releí la novela con escepticismo, al cabo de varias décadas,
temiendo que la primera impresión se hubiese desvanecido, como
sucede a menudo con las películas de la infancia. Parte de su fama
se cimentaba un poco en la velada crítica a la tiranía de Trujillo
en vida de Trujillo, un hecho que habla más del valor de la trama
que del valor literario de la novela. Muchas obras de arte, quizás
la mayoría, no trascienden su época y mueren de inanición
lentamente en el tiempo. Pero la novela de Veloz Maggiolo resiste, no
tiene solamente importancia documental sino también artística. Vive
y sobrevive a su momento.
El
autor explica en su nota a la nueva edición de 1988, “Los años
del olvido”, lo que para él son las claves esenciales de lectura
de la obra: “Los romanos encarnaban la dictadura, la mujer que veía
al hijo destrozado no era otra que la madre de los tantos masacrados
por la Era, la guardia que buscaba al personaje principal no fue otra
que la de los servicios de inteligencia del régimen dictatorial…”
Esta
interpretación es muy poco convincente, en general. Lo que Maggiolo
expone son sus intenciones, no la realización de las mismas.
Evidentemente Veloz Maggiolo olvida o no conoce la máxima de Borges
en el sentido de que “el narrador es dueño de la fábula, no de la
moraleja”. Es propietario de todos los derechos de la obra, no de
la interpretación.
Las
palabras de Fernández Spencer en “Significado de la novela
actual”, se circunscriben por igual al sentido aparente, místico,
religioso y están sumamente alejadas del contexto.
¿Novela
bíblica? El
buen ladrón
es una historia de los tiempos de Cristo proyectada al presente, no
una novela bíblica. Pero la madre no parece representar como propone
Maggiolo a las madres de “los tantos masacrados por la Era”, como
tampoco a la madre de la novela de Gorki, la madre que a la muerte
del hijo asume sus ideales y se convierte en abanderada de su lucha.
La madre del buen ladrón es amoral. Justifica al hijo en cuanto
ladrón porque la mantiene con el provente de sus fechorías, y lo
justifica en cuanto asesino, y justifica también a la hija en cuanto
prostituta. Con lo que no transige es con la prédica de Cristo.
El
hijo no muere por ser asesino y ladrón sino por responder y seguir
el llamado de Cristo. La moraleja de la fábula es tan simple que cae
por si sola de la mata. Ningún camino es tan peligroso como la
entrega a una causa noble, ningún camino es tan peligroso como la
búsqueda de un ideal.
La
alusión y la crítica a la tiranía de Trujillo son poco menos que
obvias en varios pasajes de la novela, que no es una novela inocente,
pero el texto no se reduce, no se limita al ámbito de Trujillo. Es
más bien una parábola una fábula, una alegoría, metáfora
siniestra del poder y sus implicaciones en el más amplio sentido de
la palabra. Por eso el libro vive hoy, por eso es “literatura viva
y no literatura muerta”.
PCS,
jueves 14 de septiembre de 2006
3 comentarios:
Necesito la descripción del protagonista
Necesito saber cuales tecnicas utilizó el autor para hacer la novela
Necesito saber cuales tecnicas utilizó el autor para hacer la novela
Publicar un comentario