jueves, 5 de marzo de 2020

ABRIL

Alfredo Conde Pausas


ABRIL 
PARA QUE NADIE LO OLVIDE

I

No importa que el infortunio
le arrebate la victoria:
¡Qué noble y grande es la vida
del que se enfrenta a la muerte
para conquistar la gloria!
No importa que viva o muera,
que esté libre o que esté preso,
o que en el destierro viva
por azares de la suerte:
que aunque trueque el hado adverso
en derrota, la victoria:
¡Es noble y grande la vida
del que se enfrenta a la muerte
para conquistar la gloria!



II

De la carne, por la herida,
sólo la sangre se vierte,
pero es mentira la muerte
de aquel que cae como un héroe,
porque cobra nueva vida
el que por su Patria muere,

y una nueva sangre adquiere,
sangre del alma: ¡LA GLORIA!,
y esa si que no se pierde,
pues téngase en la memoria,
para que nadie lo olvide:
cada página en LA HISTORIA,
con esa sangre se escribe.

III

Si noble es la vida y grande
de aquel que pasa a la historia!
y que en sus páginas vive,
no es menos grande la gloria
del que la historia escribe
con la tinta de su sangre,
aunque la historia lo olvide,
aunque se ignore su nombre
y aunque se ignore la hazaña
del que murió como un hombre,
en tierra propia o extraña:
y aunque nadie sepa dónde
sus huesos blancos están,
o en qué valle, en qué montaña.
se inmoló como un titán
por el mundo del mañana.

IV

Del mártir y el inocente
la sangre que se derrama:
¡Esa, tampoco se pierde!
correrá como un torrente
al tintero de la historia.
Y téngase en la memoria,
lo que ya dije y reitero

para que nadie lo olvide:
que en dicho libro se escribe
con tinta de ese tintero.

La batalla del puente duarte

I

Duarte honrado

Sobre un río al que le dieron
los indios, por nombre Ozama,
cruza un puente que se llama
como el héroe en quien creyeron,
los que Duarte le pusieron
para perpetuar su fama;
y con gesto tan hermoso,
al Padre humilde y glorioso,
de la Patria, honrar quisieron.

II

Duarte olvidado

Del puente bajo la sombra.
el Ozama está dormido;
duerme Duarte en el olvido
puesto que ya ni se nombra;
y al mundo nada le asombra
ver al pueblo sometido,
en medio de gran tristeza,
a esclavitud, como antaño,
pues aguantó tantos años
sin levantar la cabeza.

III

Despertar

No lejos del fiero mar,
donde el majestuoso Ozama
su turbio caudal derrama;
donde el sol, con su brillar,
el bello horizonte inflama;
frente al sitio donde el río
por el puente está cruzado,
el pueblo se ha congregado
con espíritu bravío,
y en gallardo desafío
al Triunvirato malvado,
quiere mandarlo al infierno
y restaurar el gobierno
que en elecciones se ha dado.

IV

Llegada de Caamaño

Caamaño llega y con el
sus valientes camaradas;
del pueblo y su coronel,
frente al enemigo cruel,
está pues la suerte echada;
mas la suerte desgraciada!,
dispuso que en esa tarde
saliera el Cefa a atacar.
San Isidro está que arde
como si fuera una tea,
y con sus fuerzas blindadas,
con la aviación y la armada,
piensa que es fácil tarea
la rebelión aplastar.

V

Vacilación 

En armas, si no en valor,
la diferencia era mucha
para enfrentarse a esa lucha
sin sentir algún temor;
Desafiando el poderio
de barcos, tanques y aviones
y por eso ante el rumor
de que el enemigo avanza
con sus tres puntas de lanza
por tierra, cielos y mar,
muchos dejan el lugar
perdida toda esperanza

VI

Desaliento

De la Patria una bandera
abandonada en el suelo,
produce tal desconsuelo
que parece una quimera
el pretenderlo siquiera,
que a un ejército aguerrido
pueda enfrentársele un pueblo
mal armado y peor nutrido.


VII

Resurrección

Todo parece perdido
y ya cunde el desaliento,
pero en el mismo momento
en que asoma el enemigo,
alza el pueblo de repente
con audacia su estandarte;
y en memoria de ese Duarte
cuyo nombre lleva el puente,
hincha su pecho valiente
iy del puente hace un baluarte.

VIII

Heroísmo y victoria

Desafiando el poderío 
de barcos, tanques y aviones
ganó gloria en mil acciones
el valiente pueblo mío.
¡Con qué coraje y que brio,
con qué pujanza y valor,
su libertad y su honor
defendió el pueblo indignado
y aunque hambriento y mal armado
venció al golpista traidor!

IX

Día de la infamia

Mas si pudo, días después,
con una fuerza monstruosa,
la nación más poderosa,
del mundo de hoy, tal vez,
con increible doblez
el patrio suelo violar
por tierra, cielos y mar:
EL PUEBLO DOMINICANO,
sin jactancia, sin alarde,
mas con valor sobrehumano,
pudo al mundo demostrar
que no es un pueblo cobarde.

х

Genocidio

Por cuarenta mil soldados
y el bombardeo horroroso,
feroz e indiscriminado,
no pudo ser conquistado
un pueblo tan valeroso,
tan cruelmente masacrado.
Y aunque herido el corazón
de aquel pueblo, parecía
un mártir en agonía:
no inspiraba compasión,
porque sólo de escuchar
la palabra rendición,
el mártir se convertía
al instante en un león
listo a morir o a matar.

XI

Reto al destino

Así, peleando tenaz
en la desigual porfía,
nadie, ni en su agonía,
pensó en rendirse jamás.
Y un sólo clamor se escucha
de pechos dominicanos,
si en el fragor de la lucha
la rendición le propone
el enemigo falaz:
que del barrio más lejano
hasta la Puerta del Conde,
la voz del pueblo responde
con furor: ¡NI UN PASO ATRAS!




Misión de paz

En grandes barcos de guerra,
a playas dominicanas,
llegan marinos del Norte
en "noble" misión de Paz;
mas, tan pronto desembarcan,
comienzan a masacrar.

Según sus declaraciones
vinieron a salvar vidas:
lo raro es que no dijeran
que vinieron a rezar.

Pero no rezan a Cristo,
sino a Marte o a Moloch;
puesto que para ese Dios,
sus templos son portaviones,
los tanques son sus altares,
los aviones son sus ángeles,
su religión es matar.

Fuego de ametralladoras
y rugido de cañones,
son las "dulces" oraciones
que reza con gran unción
su arzobispo, el general
que comulga con las bombas,
que son las sagradas hostias
con que celebra las misas
de la "hermosa" religión
que nos vino a predicar.

Barbarie

En el nuevo diccionario
de los crueles invasores,
"ablandar" es cañonear
civiles y militares;
niños, jóvenes, ancianos
y mujeres por igual.

Los barrios residenciales
son su blanco preferido,
son su objetivo especial.
Con tal que la gente sufra,
con tal que la gente muera,
cualquier blanco es su objetivo,
(si es una iglesia, ¡no importa!)
la cuestión es ablandar.

Y aún sostienen con cinismo
que su misión no es la guerra,
que su misión es la paz.
Misión de paz, cuyo objeto
es impedir por la fuerza
que el legítimo gobierno
que los gringos derrotaron,
al poder vuelva de nuevo.

Es por eso que procuran
destruir a sangre y fuego
las milicias que defienden
aquel valiente y honesto
gobierno que el pueblo quiere.

Realizan tales horrores,
con meditada crueldad,
para que asuma el poder
una junta de traidores,
un dócil gobierno títere,
que pretenden imponer
para explotar el país
con toda tranquilidad.
Siendo tal su hipocresía,
que quieren esos señores
que la rendición se haga,
dando todos los honores
a los títeres de marras
y no a la fuerza extranjera;
pues con habitual descaro
repiten que no es en guerra,
que están en misión de paz.

A veces sus emisarios
se acercan a los patriotas
y conciertan una tregua,
fijando lugar y fecha
para iniciar el diálogo
que abra camino a la paz.
Los emisarios, no obstante,
no vuelven el día fijado,
prefieren que los cañones
hagan tronar su elocuencia,
persuadiendo un poco más.

Y a pesar de la masacre
no logran "ablandar” nada,
sino cuerpos de mujeres
y de niños y de ancianos,
cuando estallan las granadas
que los cuerpos despedazan,
sembrando entre los escombros
cadáveres mutilados.

Ante ese cruel espectáculo,
esa muestra de barbarie,
esa guerra tan inicua,
ese incalificable
asalto no provocado
de un país tan grande
a un país tan pequeño;
de una nación tan rica
a una nación tan pobre,
de una potencia tan fuerte
a un pueblo tan indefenso:
¡El alma de ese pueblo
siente horror, mas no se abate;
se indigna, mas cobra fuerzas
para seguir el combate!

Testimonio

De esas tropas tan funestas
(que llaman “Fuerzas de Paz").
las víctimas fueron tantas
en esas noches siniestras,
que el recordarlas espanta.
(Sirva el botón para muestra
de lo que pasa en Vietnam).
Ante tal monstruosidad
enmudece la garganta,
llora el alma sensitiva
y la pluma se detiene
en manos del escritor
cuando describir pretende,
en forma fiel y objetiva,
¡tan negro cuadro de horror!

Mas, al juicio de la historia.
la pluma que lo denuncie
no hará falta, ni palabras
que en el silencio se pierden
a poco de pronunciadas;
porque al través de su lente,
la cámara fotográfica
que, como objeto sin alma,
es insensible al horror,
con verídicas imágenes
proveerá para el mañana
el testimonio mejor.

Después de un bombardeo

Son las doce de la noche,
suenan doce campanadas;
ha cesado el bombardeo
y a reinar vuelve la calma.
Es la hora veinticuatro,
final de toda jornada;
ya no se escucha un disparo,
todo es calma, sólo calma.
(Con la aguja del reloj
le llegó la muerte al día,
y esa hora veinticuatro
a todos llega en la vida.)
Calma, calma, todo es calma;
si no, mirad ese niño
que murió mientras soñaba
arropadito en su cuna,
y acribillándole a tiros,
el reloj de su existencia
¡ay cuánto le adelantaron!
Fue su hora veinticuatro
y apenas tenía dos años...

Calma, calma, todo es calma,
todo es calma para el niño
que murió mientras soñaba
y también para ese anciano
en antorcha convertido
por una bomba incendiaria.
en el barrio de San Carlos.
(Era ya un octagenario,
y en el final de su vida,
¡cuán poco, las manecillas
del reloj le adelantaron!)

Y en calma está lo que queda
de aquella joven encinta,
en cuyo vientre estalló
potente obús de mortero...
(y ese sí que adelantó
la hora de la partida
a la joven madre en cierne
y al hijo que no nació.)

Y no muy lejos de allí,
con el cuerpo traspasado
por un casco de metralla,
otra madre se durmió
con un hijo en sus entrañas
y varios en derredor.
(Ella también quedó en calma,
pues nunca más despertó.)

durante el bombardeo

En el potro del tormento,
el corazón de las madres
sufre, pero no se ablanda;
rezan mucho, mucho lloran.
sufren de angustias mortales,
pero no le dicen nada
al hijo de sus entrañas.

Aunque no quieren que muera,
no le dicen que se rinda
ni que deponga las armas,
porque con ellas defiende,
poniendo en riesgo la vida,
la libertad de su patria.

Y el corazón de los padres,
contra aquel que bombardea,
se siente henchido de rabia;
no quiere que el hijo muera
y siente angustias mortales,
pero tampoco se ablanda
y tampoco dice nada
al hijo de sus entrañas,
al que valiente defiende
a la patria con sus armas.

Que el padre y la madre saben
que esos hijos son patriotas
y que el deber les obliga
a defender a su patria,
aunque les cueste la vida.
Y todo lo que aquí digo,
no lo digo por hablar;
lo digo porque lo siento,
que yo tengo cuatro hijos
y están todos allí dentro;
con los hijos de Machepa,
metidos dentro del cerco.

Ablandamiento

Son las doce de otra noche;
en el viejo campanario
suenan doce campanadas;
ha cesado la matanza,
ya no se escuchan disparos
y a reinar vuelve la calma.
Las tropas que masacraron
la población indefensa,
regresan a sus cuarteles
sin lograr que los rebeldes
hayan depuesto sus armas.

Que en vano esos criminales,
con una frialdad que indigna,
otra noche han cañoneado
durante agónicas horas
los barrios residenciales,
para forzar las milicias
patriotas, a que se rindan
a las hordas invasoras.

¡Acción de extrema barbarie!
Derrame inútil de sangre,
aunque a esa “táctica", el gringo,
"ablandamiento" la llame.
Operación rutinaria
que ha fracasado esta noche,
ique fracasará mañana!
pues mientras esos malvados,
ya de vuelta a sus cuarteles,
duermen en cómodas camas,
los bravos hijos del pueblo,
al rigor de la intemperie,
redoblan su vigilancia.

PARENTESIS
.
El 29 de agosto de 1965, el gobierno
americano anunció su aceptación del
convenio que ponía fin a la guerra.
Pero, sorpresivamente, en la prima noche 
de ese día las "Fuerzas de Paz"
atacaron la ciudad sitiada, siendo
rechazadas por los dominicanos, y empujados en algunos puntos más allá
de las líneas del cerco. Consciente
el Coronel Caamaño del alcance que
podría atribuirse a tales sucesos,
se traslado a los lugares de mayor
peligro y logro que sus tropas volvieran 
a sus puestos, con órdenes de
no contestar el fuego enemigo, a meno que este avanzara contra ellos.
No obstante "las fuerzas de paz"
mantuvieron el más feroz cañoneo, como aparente preliminar del ataque a
la ciudad. En vano, Bunker, el "Pato
Macho del mangoneo", pidió insistentemente a sus comandantes que hicieran
cesar el bombardeo. Ellos no le hicieron caso y los cañones tronaron
hasta pasada la medianoche, cuando el
Pentágono ordenó que se le pusiera
fin. Se dice que ese diplomático, interesado en que no se hiciera fracasar "su obra pacificadora", despertó algunos colegas del Departamento de Estado con el fin de que gestionaran la orden de cese el fuego. También se ha dicho que la razón del bárbaro e innecesario ataque, fue que al general de las tropas yanquis no le interesaba la "hazaña diplomática" de su paisano que lo dejaba a el en la penumbra: sino un sonado triunfo militar: LA TOMA
DE LA HEROICA CIUDAD A SANGRE Y FUEGO para presentarla al mundo como un hecho consumado, provocado por los rebeldes. En eso estaba de acuerdo con los
traidores líderes de la reacción criolla, empeñados en que su gobierno títere no fuera sustituido por el gobierno
provisional que debía allanar el camino a las elecciones. Pero la diplomacia del Pato se impuso.Y quizás salvo la ciudad de su total destrucción, Y salvo muchas vidas talvez. De patriotas y de invasores. Porque la moral
de los héroes que combatían tras los
restos de las viejas murallas los hubiera llevado a pelear hasta que sus
cadáveres fuera sepultados por las
ruinas.Eso y no más es lo que hubieran podido tomar los invasores: sólo ruinas. Y cierro este paréntesis para transcribir a continuación la crónica de ese día infausto y
glorioso a la vez,

 

El 29 de agosto de 1965

I

Hoy veintinueve de agosto
la mañana fue tranquila
y en la tarde no hubo nada;
la noche, con negro manto,
cubre la ciudad sitiada.

Y al amparo de la tregua
descansa el pueblo confiado,
creyendo que la promesa
de paz que anuncia la radio,
presagia el fin de la guerra.

La aurora de un nuevo día,
sin lanzamiento de bombas,
sin disparos ni explosiones...
mas, la reacción no dormía,
y apenas reinan las sombras
el trueno de los cañones
pregona su felonía.

Por doquier silban las balas
con su trágico mensaje
y un diluvio de granadas,
con perfidia de salvajes,
lanzan las cipayas tropas:

Fuerzas, de paz mal llamadas,
que los serviles tiranos
de cuatro pueblos cautivos,
en hora triste y aciaga,
al amo yanqui brindaron
para sojuzgar amigos,
para asesinar hermanos...

II

Contra la gente indefensa
el vil lacayo se ensaña;
derriba postes y alambres
y a los hospitales deja
sin luz para los heridos,
que en tinieblas se desangran
sin exhalar un quejido;
y prosiguiendo su infamia,
el torpe y cruel enemigo
mata jóvenes y ancianos,
mata mujeres y niños;
al pueblo martirizando,
con más saña que una fiera,
para rendir la ciudad;
que en su sadica quimera
piensa el verdugo extranjero
que extremando la crueldad,
el pueblo, lleno de miedo,
a los pies se irá a postrar
de un enemigo tan fiero.
Pero vano es el alarde
de la criminal empresa,
porque el pueblo sólo quiere
la muerte o la libertad:
y pasada la sorpresa,
con varonil entereza
un solo grito profiere:
¡A LAS ARMAS, A PELEAR!

III

Y a pelear acuden todos,
todos los hijos del pueblo,
tan bravos y decididos
que van sin armas algunos,
de corazón tan entero
que usan las del enemigo
o los dientes y los puños
si no cae un compañero.

Ahí viene Montes Arache
jefe de los hombres rana
y de oír sólo su hombre
el enemigo se espanta.

Cual un moderno centauro
mitad yipe, mitad hombre
galopa en potro de acero
con las pezuñas de caucho.

El bizarro coronel
cuya fama se agiganta
cuando se cuentan de él
su valor y sus hazañas,
ametralladora en mano
contra el enemigo avanza
al frente de los comandos 
legión de heróicos muchachos
y delante y a sus flancos
come una punta de lanza
Con él van los hombres rana,
¡aquellos hombre tan machos!

IV

Tras ocultos parapetos
y espinosas alambradas
se protege el enemigo
que no cesa de hacer fuego
Creyendo estar al abrigo
Del ataque de los ranas.

Y a esos fuertes parapetos 
y espinosas alambradas
desde donde el enemigo
no ha cesado de hacer fuego
se acercan los hombres rana
sin largar un solo tiro.

Respetando la consigna
de no malgastar cartuchos,
en silencio se deslizan
a lo largo de los muros,
como soldados fantasmas,
como una tropa de mudos.

¡Mas qué huracán se desata,
de plomo, fuego y coraje,
contra la horda cipaya,
tan pronto Montes Arache
dando el pecho a la metralla
se arroja audaz al ataque!

V

Tras el bravo coronel,
como aplastante avalancha,
cargan Ranas y Comandos,
que buscando la revancha
piden guerra sin cuartel
para vengar sus hermanos.

Mas los crueles mercenarios,
valientes sólo con niños,
huyen buscando el amparo
de los mayorales yanquis,
que en lugar muy protegido,
acechan a los patriotas,
con sus cañones y tanques
dispuestos al genocidio.

Sin cejar, los milicianos,
con su juvenil arrojo,
cruzan la línea cipaya
y heróicamente salvando
parapetos y alambradas,
por doquiera se dispersan
persiguiendo al enemigo
con incontenible rabia;
y así como corre el galgo
cuando persigue la liebre
sin conciencia del peligro,
esos jóvenes tan bravos
corren teniendo a su frente
la inmensidad de un abismo.
VI

Pero afortunadamaente,
hay un héroe que se siente
responsable de la vida
de esos hombres tan valientes
que defienden a su Patria
con valor casi suicida:
ES CAAMAÑO, EL PRESIDENTE,
cuya visión le revela
que la indómita QUISQUEYA
sanará de sus heridas,
SERA LIBRE Y SOBERANA
y habrá JUSTICIA SOCIAL
en su próximo mañana,
si se logra preservar
DE ESOS JOVENES LA VIDA.

El sabe que los recursos
del Pentágono son muchos;
que el mundo sólo nos brinda
su fe, su apoyo moral,
y su amable simpatía...
más nada con que pelear
y que en su codicia impía
el yanqui busca un pretexto
para poder aplastar
sin miramiento y respeto,
a todo pueblo pequeño
que exija su libertad,
y con varonil empeño
de muerte en bélico reto
se tire al monte a luchar.

VII

Por eso Caamaño avanza
con su séquito valiente
en las oscuras tinieblas,
sin más luz que la esperanza
de apaciguar a su gente
que, con razón, indignada
al ver la sangre inocente
de su pueblo derramada,
hasta saciar su venganza
quiere seguir combatiendo.

Al reventar las granadas,
con su pavoroso estruendo
le advierten que está cruzando
la antesala del infierno;
pero él sigue, desafiando
el fulgor de la metralla,
¡tan sereno, tan altivo,
con tal desprecio a la muerte!
que para el bravo caudillo
y los que en cada batalla
con él comparten su suerte:
ESA NOCHE TENEBROSA,
DE ALGODON ERAN LAS BALAS,
LAS GRANADAS ERAN ROSAS
Y ERA MENTIRA ¡LA MUERTE!

Y en medio de la hecatombe,
pese al infernal estruendo,
con voz recia, voz de hombre
que está acostumbrado al mando,
ordena que cese el fuego
y que a sus líneas retornen
todos los que están luchando,
ciegos de amor, por su pueblo.

VIII

Por respeto y disciplina
a ese jefe, tan prudente
cual valeroso a la vez,
regresan los combatientes
que, deponiendo obedientes
el furor que los domina,
van a reunirse con él.

¡Con qué orgullo y con qué pena!
Él los contempla al llegar.
Sus vidas, de gloria llenas
y de peligros están:
PORQUE ODIAN LAS CADENAS
Y ADORAN LA LIBERTAD.

La generación podrida,
sólo atenta a su interés,
por la Patria no hará nada;
mas, estos héroes, la vida,
en la ocasión necesaria,
ofrendarán otra vez.

Por tanto el deber le impone,
ya que la paz se avecina,
el velar por esos jóvenes,
pues que salvarles la vida,
en tan graves condiciones:
ES SALVAR LA PATRIA MISMA.

IX

Por su natural nobleza
Caamaño no se imagina
que en la paz que se concierta
muchos héroes morirán
al recibir por la espalda
la puñalada asesina,
en el hogar la granada,
o a la vuelta de una esquina
el tiro en la oscuridad.

Pero una voz agorera
dice que existe una agencia
más allá de la frontera,
que trama un siniestro plan.
cuya ejecución contempla
la puñalada trapera,
el tiro en la noche oscura
y la horrenda quemadura
de la bomba de napalm.

Mas la perfidia extranjera
con su despiadado plan,
su puñalada trapera
y su bomba de napalm,
no podrá, de ningún modo,
su cruel designio alcanzar:
que es hacer que mueran todos
y con la Patria acabar;
YA QUE POR MUCHOS QUE MUERAN,
SON MÁS LOS QUE VIVIRÁN...

y esos bravos milicianos,
como Caamaño previera
con profética visión,
pasarán de mano en mano
a cada generación,
LA ANTORCHA DEL PATRIOTISMO
Y UN MENSAJE DE CIVISMO,
DE AMOR POR EL SER HUMANO,
DE FE EN LA REVOLUCION.






HUERFANOS DE LA GLORIA,
SUEÑOS,
REALIDAD





Dedicatoria:
A esos héroes ignorados,
que de nadie en la memoria,
de sus hechos ya olvidados,
el recuerdo vivirá...
A esos que hacen la historia
sin presentirlo quizás.

Huérfanos de la gloria

Yo menciono pocos héroes
por sus nombres. Sólo aquellos
que son así como un símbolo
que a los demás representan.
¡Mas cuántos, muertos o vivos,
de los que aquí no se mientan,
son tan grandes como ellos!

Y puesto que es imposible
mencionarlos, por ser tantos;
recuerdo el nombre de algunos
y a todos voy recordando
como si los viera juntos.

Y por mi mente desfilan
unos, cubiertos de fama,
cuyos voceros pregonan
su heroísmo y sus proezas;
y otros, desnudos de gloria,
a quienes nadie recuerda,
a quienes nadie menciona.
A muchos, yo los conozco;
algunos, son mis amigos;
imas cuántos no tienen rostro,
no tienen nombre siquiera,
ni figuran en los libros!
Y aunque todos fueron muertos
por el amor de su tierra
¡de nadie son conocidos!

Huérfanos son de la Gloria,
que al igual que muchos niños
que al nacer, son tan fatales
que a su madre nunca vieron
junto al borde de su cuna:
esos héroes no supieron
que la Gloria fue su madre.

Sueños

Al pensar con qué injusticia
la gloria está repartida,
ese pensamiento vuelca
tanta amargura en el alma
que el pesimismo me invade;
y me digo: ¡eso no importa!
Ya dice el Ecclesiastés
que todo en la vida es nada;
que la vida sólo es
"vanidad de vanidades".

Y entonces, entristecido,
cierro los ojos y duermo;
pero el mismo pensamiento
me agobia, también dormido,
y en la ilucidez del sueño
héroe tras héroe contemplo,
como quien pasa revista
con los ojos del recuerdo,
con la mirada hacia dentro.

Y mientras así discurre
el capricho de mis sueños,
como por arte de magia
se multiplican los héroes.
Con mucha sorpresa advierto
que a la vez que eso sucede
se van borrando sus rostros
y cuánto crece mi asombro
su número va creciendo,
se borra el rostro de todos,
ya no conozco a ninguno
y en las nieblas de mi mente
dejan de ser individuos
para convertirse en pueblo.

Un pueblo de no sé dónde,
un pueblo de no sé cuándo;
que yo no puedo ubicar
en la historia ni en los mapas,
porque habita un nuevo mundo
desprovisto de fronteras;
que es sin duda el mismo pueblo
que pobló antiguas naciones
y hoy puebla toda la tierra.

Pueblo de todos los tiempos:
del pasado y del presente;
proyectado hacia el futuro
para integrar un mundo
sin fronteras materiales
que separen las naciones,
sin fronteras ideales
que separen a los hombres.

000

De repente, se produce
un extraño movimiento
en la inmensa muchedumbre,
cuando un hombre, cuyo rostro
no percibo, se me acerca
y me dice gravemente:
-Nunca el bien se ejerce en vano;
como el árbol, en sus frutos,
vive el bueno eternamente.
Abandona el pesimismo
y disipa tu tristeza,
porque al héroe no le importa
que la fama no se hubiere
desposado con su nombre.

Ni ensalzadas sus proezas
hubieran sido jamás.
¡Quién se inmola heróicamente
por la causa de los pueblos,
en la gloria de sus obras
vivirá!

Realidad

¿Despierto o sigo soñando?
La tristeza ya no siento
después de tanto soñar
nebulosos pensamientos.

Y realidad o ficción,
tan raro es mi despertar
que no sé, si en la ocasión,
estoy soñando al pensar
que el sueño fue una lección.

Sublime lección, que enseña
que un hombre, aunque sea un héroe,
es sólo un granito apenas,
y más que un grano de arena
valen las playas del mar.

Y ese ejemplo tan sencillo,
de lógica evaluación,
es el mismo que revela
esta suprema verdad:
¡mucho más que un individuo
importa la humanidad!

La miliciana

Entre las bravas mujeres
que comparten los quehaceres
.de esta guerra desigual,
resalta una miliciana
que se impone a la atención,
por su apostura marcial,
su disciplina espartana
y su noble corazón.

Con unos ojos muy verdes,
con una tez casi negra,
nariz y boca de blanca.
rizada la cabellera
y un talle más cimbreante
y esbelto que una palmera,
a los hombres vuelve locos
esta mujer de mi tierra.

Su madre, mulata criolla,
y el padre, de Andalucía,
son razones que a la fuerza
explican por qué en la hija,
ardor y gracia se mezclan
en incesante porfía
para darle tanta vida
a esa Venus de canela.

Es de admirar con qué garbo
luce el marcial uniforme
la bella estatua morena;
y si unida a los Comandos
visita las posiciones
de avanzados centinelas,
derrocha gracia llevando
el fusil en bandolera.

Como siempre se la ve
deslumbrante en su uniforme
y aunque del frente retorne
limpia va impecablemente
de la cabeza a los pies:
al verla pasar altiva,
La murmura alguna gente
diciendo que solo es
figura decorativa.

Pero en materia de amor
la lengua de la calumnia,
aunque todo lo envenena
con su perdido aguijón,
no le enrostra falta alguna,
porque no hay mujer tan buena
como esa virgen morena
de la gran Revolución.

Ella prodiga miradas
y sonrisas a granel,
quitando un poco de hiel
del cáliz del camarada
que entre combate y cuartel
vive una vida amargada;
pero nadie la vió dar
un sí o un beso, jamás.

Y al rechazar los galanes
con singular donosura,
aunque no daba esperanzas,
manaban tanta dulzura
su voz y sus ademanes,
que a nadie, las calabazas,
le causaban amargura.

Se preguntaba curiosa
la gente a su alrededor,
por qué se niega al amor
siendo tan joven y hermosa?
Pero ella, pudorosa,
no daba contestación;
porque, para sí, decía
nadie meterse debía
en ajeno corazón.

Mas, sucedió que una tarde,
muy borracho un vagabundo,
haciendo cómico alarde
delante de todo el mundo,
intentó en forma grosera
la casta virgen besar,
logrando solo rodar
de un empujón por la acera.

Y al ponerse en pie el tenorio
disimulando su inquina,
dijo a manera de burla,
"queridísimo auditorio:
esa tiene lindas plumas,
pero aunque nadie lo crea,
no es realmente una gallina,
sino un gallo de pelea".

Cuando terminó el borracho
no hubo chistes, no hubo risas;
todos fingieron no oírlo,
todos guardaron silencio;
sobre el malvado cayeron
las miradas del desprecio:
y aunque nadie dijo nada,
puede darse por seguro
que allí muriera aquel necio,
si la indignación matara.

Ruborosa la doncella,
sintiéndose avergonzada,
clavó su vista en el suelo
y el lugar abandonó
sin decir una palabra;
pero ya sola en su alcoba
con amargo desconsuelo
¡cuánto esa tarde lloró!

Con puñal de hielo herida
en medio del corazón,
en lo hondo de su pecho
sentía frío y tal dolor
que el sueño huyó de sus ojos.
y ya casi amanecía
cuando en brazos de una anciana
que la vino a consolar,
desahogándose con ella,
el misterio de su alma
ocultar no pudo más;
y en medio de su aflicción,
entre sollozos y lágrimas,
una historia le contó,
que así refiere la anciana
con su temblorosa voz:

En el tiempo que estudiaba
tenía la joven un novio
que era su adoración;
y el novio la idolatraba
con todo su corazón.

A pesar de lo improviso
como aquello sucedió,
era todo un paraíso
la vida para ellos dos...
ella estaba recibiendo
lecciones de medicina
cuando él en el aula entró,
y al verla creyó estar viendo
alguna imagen divina
y no una hermosa mujer;
mientras que ella a su vez,
enamoróse al instante
de aquel joven estudiante,
que de su pueblo natal,
también para hacerse médico
llegaba a la Capital.

El era un joven muy serio
y ella todo alegría;
y al ser él muy blanco y rubio,
y ella de oscura piel,
el pueblo al verlos decía:
se unió la noche y el día,
el pan se endulzó con miel;
que en verdad parecía él,
con sus ojazos azules,
un día claro y sin nubes,
un hermoso día de gala;
y en verdad parecía ella,
con su pelo de azabache
y sus ojos de esmeralda,
una noche con estrellas,
pero no cualquiera noche,
sino la noche más bella
de las noches estrelladas.

El novio tenía ideales
que ella no comprendía;
y entre besos dijo un día,
ebria de felicidad:
- la política es infierno,
políticos y gobiernos,
todos, todos, son iguales
en cuanto a rapacidad.
Lo demás es tontería.
Para mí todos son buenos
pues no me hieren sus males.

Creyó al instante advertir
en el rostro del amado,
tan grave preocupación,
que se apresuró a decir
en tono apesadumbrado:
-amor de mi corazón,
acaso te he lastimado?
Perdona si te ofendí.
- Vida mía! dijo, él,
Cómo ofenderme tú a mí?
Yo pensaba en algo triste,
pero tú no me ofendiste
¡mi panalito de miel!

A pesar de esas protestas,
la mala suerte dispuso
que se quedara inconcluso
aquel romance ideal;
que a pararse ante las rejas
a la hora del amor,
tras la miel de su panel,
desde esa noche fatal
el novio nunca volvió.
Y aquellas dulces caricias,
que de apretones de manos
y de besos, no pasaron,
como aquellas locas risas,
para siempre se acabaron.

Ella casi enloqueció;
y al creerse despreciada
se sintió tan humillada
que hasta al novio aborreció.
De su alcoba no salía,
pues la pobre pretendía,
en su cruel desilusión,
poder borrar enclaustrada,
el recuerdo de ese amor.

Mas, supo un año después,
que de su novio, envidioso
un tutumpote asqueroso
al que ella había desdeñado,
para vengarse la afrenta
denunció el novio a un "calié”
que aquella noche, esposado,
se lo llevó a la “cuarenta,
donde murió torturado,
pensando en ella talvez.

Cuán grande fue su agonía!
Al intenso sufrimiento
que la agobiaba, se unía
un mortal remordimiento
porque no supo entender
del novio los ideales;
y para colmo de males
haber perdido la fe
en sus nobles sentimientos.
Y al no poder resistir
aquella pena tan fuerte,
ya no quería vivir
y a Dios le pedía la muerte
con gran desesperación;
mas quiere la ley suprema,
que discurriendo las horas,
quede al final vencedora
la juventud, de la pena,
si retoña la ilusión.

Que aunque el alma esté amargada,
reverdece el sentimiento
cuando un noble pensamiento
teje su nido en el alma.

Y como entonces fue cuando
ocurrió la intervención,
al ver a su pueblo hambriento,
heróicamente luchando
por la enseña nacional:
ello fue como un fanal
que alumbró su corazón
con la luz del ideal
que a su amado hizo sufrir.
Y pidiéndole perdón
a la memoria del muerto,
juró que habría de morir
reemplazándolo en su puesto
en la lucha contra el mal.

Y es por eso que ella viste
el militar uniforme
de los soldados del pueblo;
y entre sus varias misiones,
ella alegra al que está triste
y ella cura al que está enfermo
en los momentos de tregua.
Y aunque venga abajo el mundo.
ella le brinda consuelo
a aquel que cae moribundo
en medio de la pelea.

Mas si le asalta el recuerdo
del novio que ya no existe,
desprecia todo peligro
buscando un blanco certero
para descargar su rifle
contra el odiado enemigo.

Cuando la niña acabó
esta historia de contar,
miró su faz hechicera
la anciana, y le preguntó:
-Cuándo termine la guerra,
dime, qué harás, hija mía?
Ya tú debes olvidar,
eres joven todavía,
tienes mucho que gozar...
y lo pasado, pasó.

Quedó la joven pensando,
y poco tiempo después,
con una voz muy pausada
a la anciana respondió:
-Mientras sigan gobernando
yanquis y genocidas,
tutumpotes y caliés,
no quiero gozar de nada,
ni tengo aprecio a la vida.
Cuando termine la guerra,
si no se triunfa esta vez,
treparé a la cordillera;
que si he de vivir uncida
al yugo como una res,
prefiero ser guerrillera
¡PARA MORIRME DE PIES!






COLOFÓN 
Esta primera edición de ABRIL, 
de Alfredo Conde Pausas, 
se terminó de imprimir en 
Editora Taller, C. por A., 
en el mes de abril de 1978, y consta de 1,000 (mil) ejemplares.

1 comentario:

BERSAN dijo...

Me recuerda a La Araucana y a Becker