lunes, 4 de diciembre de 2017

VOZ CLAMANDO EN EL ESTIÉRCOL

        Pedro Conde sturla
       17 de octubre de 2007

        Aquel domingo del 23 de diciembre del año 1511, desde el púlpito de algún templo de la ciudad de Santo Domingo, Fray Antonio de Montesinos lanzó a los cuatro vientos el célebre sermón de adviento, Ego vox clamantis in deserto (Yo soy la voz que clama en el desierto), en el que denunciaba sin tapujos los abusos que se cometían contra los nativos de la isla.
        En el momento en que enrostraba sus crímenes e iniquidades a una claque de feroces encomenderos -señores de horca y cuchilla-, el cojonudo dominico fundaba en esta parte del mundo el derecho de gente con palabras que aún resuenan a través de los siglos: "Decid, ¿con qué derecho...?"
        Fray Antonio o Antón de Montesinos hoy no estaría clamando "en la esterilidad del desierto de la conciencia de los españoles", sino en el estiércol, como me ha sugerido mi amigo y comentarista César Sánchez Beras.
        Los encomenderos de una época están ahora representados, en parte, por los "inversionistas" extranjeros, una oligarquía insaciable, banqueros que han llevado el país a la ruina, terratenientes que explotan sin misericordia a los trabajadores de la caña, empresarios del turismo que auspician un proceso de desnacionalización y nos van dejando, poco a poco sin vista al mar, y sobre todo tres grandes asociaciones de malhechores llamados partidos políticos.
        En el estercolero electoral las opciones se reducen a elegir entre el malo y el peor. Las tres opciones se reducen, mejor dicho, a una sola y conforman una especie de triángulo de las Bermudas, donde todo lo imaginable puede pasar. El estado como botín es la consigna. El saqueo de la cosa pública es el único proyecto perfectamente definido de nuestra clase política. Y mientras los políticos y oligarcas engordan sus arcas, en la medida en que la riqueza se concentra en menos manos, la pobreza, que Gandhi calificaba como la peor forma de violencia, se extiende como mancha de aceite y genera más violencia, amenazando la supervivencia del país.
        Los indios, hoy, somos nosotros, la mayoría del pueblo dominicano, y los haitianos.
        Decid, ¿con qué derecho?


pcs, miércoles, 17 de octubre de 2007 

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