miércoles, 27 de diciembre de 2017

LAS BIOGRAFÍAS DE CASSÁ


Pedro Conde Sturla

Roberto Cassá ha escrito unos cuarenta y nueve textos biográficos de figuras dominicanas ilustres -o por lo menos notables en su paso por la historia-, y una de Eugenio María de Hostos, que es tan dominicano como puertorriqueño y más bien patrimonio de América.
Lo de Hostos viene a cuento porque el conjunto de biografías de Cassá está precisamente animado por un ideal hostosiano. Es sin duda, la obra de un hostosiano que toma muy a pecho el ideario del boricua. De ahí las múltiples referencias a su aporte intelectual y a su influencia sobre la sociedad dominicana, a su lucha contra el oscurantismo eclesiástico.
En un primer grupo destacan personajes que hicieron de la existencia un acto de ofrenda a la patria. Héroes, mártires, patriotas que contribuyeron a la derrota del autoritarismo, combatientes por las mejores causas de la nación, forjadores de la conciencia del colectivo nacional.
En un segundo grupo aparece otra cara de la moneda, el desfile de traidores, plumíferos, anexionistas, tiranos y tiranuelos que representan no un modelo a seguir sino un modelo a evitar, un modelo a execrar.
Tres de los más notables textos biográficos de Cassá componen una especie de trilogía de mujeres que de un modo u otro pagaron con sus vidas la dedicación a una causa noble: María Trinidad Sánchez, Salomé Ureña y Minerva Mirabal.
Hay una gran disciplina y multitud de detalles, datos minuciosos en el trabajo de reconstrucción y recreación de los personajes y el ambiente político y cultural de la época en que se desenvolvieron. El historiador, el sociólogo y el analista literario se dan a la mano a ratos y el resultado no es nada desdeñable. Estos textos biográficos de Cassá se leen, se dejan leer con la intensidad, el interés de un relato, de un buen relato. Pero el efecto dramático se acentúa precisamente porque entendemos que no se trata de un relato sino de un episodio y una referencia históricos de primer orden.
La evocación de María Trinidad Sánchez marchando desde la Fortaleza de Ozama hacia el patíbulo en la zona extramuros, tiene grandiosidad épica, al igual que la entrega absoluta al magisterio que quebrantó la salud de Salomé Ureña y precipitó su muerte a edad temprana. El más terrible de los destinos recayó, desde luego, sobre Minerva Mirabal y sus hermanas con la puntualidad, la inaudita crueldad de la tragedia y odio vesánicos.
Pero no es solamente la descripción y exaltación del valor y la integridad en el momento de la entrega final -el momento del sacrificio-, lo que enaltece en manos del biógrafo la vida de estas mujeres de excepción. Es más bien el examen de las minucias, los detalles de sus vidas, los pequeños intereses y querencias familiares, los afanes políticos y culturales y la persistencia en el ideal lo que permite al autor completar el cuadro de heroísmo que representan, el cuadro de la más grande forma de heroísmo que es el heroísmo cotidiano, y la gran lección moral que sembraron para la posteridad, aunque la posteridad no crea o no se interese en lecciones de moral.
Razón de más para apreciar las biografías de Cassá como un acto de justicia.
  

14/06/2006

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