jueves, 29 de marzo de 2018

LA DANZA DE ZORBA


Serie Hemingway (y 7)
Pedro  Conde Sturla


 (1)
Al inicio de una serie de artículos sobre Hemingway, que publiqué recientemente en este mismo medio, aludí al mítico Jano Bifronte para relacionarlo con ciertos aspectos de la personalidad del escritor: “Jano tenía dos caras, una para mirar el pasado, otra para mirar el futuro. Lo de la doble cara remite a su vez a la ambigüedad del ser humano. Sombra y luz a al vez, en el mejor de los casos. Por eso no es nada sorprendente que, al decir de Kenneth Rexreth, Hemingway ‘asista a la corrida de toros y luego escriba novelas sobre la hermandad del ser humano”.
También se habló de la posibilidad de dar con una síntesis dialéctica que permitiera conciliar los aspectos más contrastantes, o en apariencia tales,  de su tortuosa existencia, su conflictiva, inestable y autodestructiva naturaleza.  
Es inútil, quizás, procurar está síntesis. Quizás sus contradicciones, sus tormentosas luchas interiores no se apaciguaron jamás, no se resolvieron jamás en una síntesis. Así, Hemingway no alcanzó un equilibrio razonable, no se encontró a sí mismo.
Como dije en el mencionado artículo (“Hemingway: el mito y el escritor”): “…de la ambigüedad de su persona y de su arte se desprenden a primera vista dos lecciones. Hemingway oscila entre ideología y subversión, tratando de dar respuesta a problemas diferentes, pero cae en la trampa de la indecisión, la incoherencia. Quizás el mayor conflicto de su arte y su persona residan en sus titubeos y repliegues, incluso muchas veces en el abandono de posiciones ideales ya aparentemente interiorizadas”, aparentemente irrenunciables.
En diversos períodos de su vida y de su obra Hemingway dará diferentes respuestas a problemas similares o idénticos. Si se observa el itinerario concerniente al individualismo como se manifiesta en las obras que han sido analizadas en esta serie,  se apreciarán variaciones no insignificantes. En “Fiesta” y sobre todo en “Adiós a las armas”, Hemingway asume, a partir de una concepción nihilista, una actitud decididamente egocentrista (rechazo de los demás, desconfianza en la solidaridad humana, etc). En una obra llamada “Tener y no tener” ocurre algo que es al mimo tiempo parecido y cualitativamente distinto. Se encuentra la misma componente nihilista, egocentrista, pero, aunque muy ambiguamente, se sugiere que el hombre sólo no puede salir adelante en ciertas circunstancias. 
En todos estos libros, con la aparente excepción de “Por quien doblan las campanas”, el famoso epígrafe solidario de John Donne parece anunciar un cambio radical en el pensamiento del escritor (“Ningún hombre es en sí comparable a una isla / la muerte de cualquiera de mis semejantes me disminuye / por eso no preguntes por quien doblan las campanas / están doblando por ti”). Sin embargo, en el desarrollo de la novela, que tiene más fama que méritos literarios, nihilismo y dilema individualismo-antiindividualismo van cogidos de la mano.
Nihilistas son todos los protagonista de Fiesta: Jake y Lady Brett, Henry, Catherine, Rinaldi, Harry Morgan. En “El viejo y el mar”, curiosamente, se diluye el pesimismo y alcoholismo recalcitrante de tantos personajes. Lo mitiga la aparición del elemento religioso (recuérdese que el viejo es un creyente a carta cabal).  Pero no se diluye la idea del superhombre y el individualismo.
En todas las obras de este autor –ha dicho Carlos Pujols- hay siempre “un superhombre u hombre completo que se forja exponiéndose al peligro y ejerciendo una actividad violenta que suele llevar aparejada la muerte del adversario”. En “El viejo y el mar” esta idea del superhombre ha madurado, está mucho más elaborada y no parece dar cabida a ningún género de duda. “El viejo y el mar es un himno a la felicidad de la lucha individual. De la frase de Henry (“El mundo te destruye”) se siente el eco invertido y contundente: “El hombre no puede ser derrotado”. La lucha interior que Hemingway sostenía dentro de sí, entre individualismo y antiindividualismo, se resuelve por lo tanto a favor del  individualismo. Sus dudas e incertezas parecen haber dado con una respuesta categórica final, una respuesta precisa, sin ambigüedad de ningún tipo, al menos por esta vez. 
Hemingway parece que se ha encontrado finalmente a sí mismo. Pero nueve años más tarde Hemingway se suicida.
Los titubeos, replegamientos, los continuos cambios de posición di Hemingway no tuvieron fin. Combate en España por la República, sirve en Italia como conductor de ambulancia, escribe novelas y cuentos sobre la solidaridad humana, escribe en su decadencia un libro de chismes, asume posiciones elitistas, ama la caza, se desvive por el brutal espectáculo del toreo, hace de su vida y de su arte un ejercicio, un desperdicio de energía vital cercana a la concepción del héroe fascista, patrulla en su yate durante la segunda guerra mundial en busca de submarinos nazis, se instala  plácidamente en Cuba y convive con la más humilde gente, acepta una medalla del gorila Batista y finalmente huye atemorizado, y con razón, de los barbudos de Fidel que le confiscan la biblioteca y hoy lo preservan como héroe turístico.
Hemingway escribe una novela crítica sobre personajes individualistas, luego escribe un relato sobre el mito de la invencibilidad del hombre solo, después se dispara a traición con una escopeta en su casa de Ketchun.
“La grandeza del hombre consiste en saber espera, en no huir”. Estas palabras de Hemingway formaban parte esencial de su código, el famoso y manoseado código de Hemingway, el código que traicionó. Aparte de ambiguo, Hemingway era contradictorio, era incoherente. Lo que no basta para explicar su muerte porque nadie ha muerto nunca de incoherencia.
Cierto es que en su familia el suicidio es casi epidémico.  Pero esto no explica todo.
Su decadencia física e intelectual juegan el papel decisivo. Se trata de un hombre cuya energía vital no hace más que decrecer, como sucede a todos, pero él ha basado  su existencia en el goce sensual de la naturaleza, la conquista, el sexo, la bebida, la guerra… y en el placer de la acción y el peligro. Incluso el código, su estoicismo tienen que ver con sus “propensiones estéticasdeportivas”, con su energía vital. Cuando ésta comienza a faltarle, no logra llenar el vacío. En lugar de los ideales y el entusiasmo de la juventud se asoma el fantasma de la vejez y Hemingway se niega a envejecer -o a seguir envejeciendo. El supuesto estoicismo cede el paso a la depresión. El código se convierte en letra muerta. Así Hemingway  cae en el vacío. Así Hemingway sucumbe.


(2)

Quizás ingenuamente, Faulkner creyó que Hemingway había descubierto a Dios en “El viejo y el mar”, pero no era cierto. Ni la religión ni el optimismo convincente fueron parte de su credo. Hemingway no logró asimilar una creencia religiosa que quizás le habría proporcionado paz y consuelo a su permanente crisis existencial. En la religiosidad de “El viejo y el mar”  suda, más bien la fiebre de su decadente vitalidad personal y literaria. De alguna manera, la obra es una declaración de impotencia. De alguna manera, no puede ya reaccionar ni físicamente ni intelectualmente con el vigor de antaño y busca una salida religiosa que no se le da. “El viejo y el mar” será su última obra narrativa de importancia. Su sentido de la nada gana terreno en la medida en que disminuyen sus reflejos y su capacidad de acción e  intelectual. La pérdida de de sus coetáneos y su vida de aventuras y placeres desmedidos le pasan factura.
“Hemingway se hundió en una depresión, cuando sus amigos literarios comenzaron a fallecer: en 1939 Yeats y Ford Madox Ford; en 1940 Scott Fitzgerald; en 1941 Sherwood Anderson y James Joyce; en 1946 Gertrude Stein; y al año siguiente, en 1947, Max Perkins, durante mucho tiempo el editor y amigo de Hemingway de la editorial Scribner. Durante este período, sufría de fuertes dolores de cabeza, alta presión arterial, problemas de peso, y finalmente de diabetes  -gran parte del cual fue el resultado de accidentes anteriores y de muchos años de consumo excesivo de alcohol.” (http://es.wikipedia.org/wikiErnest_Hemingway).
Tratando de encontrar una vía de escape, terminará –como se ha sugerido- por abandonar sus principios, traicionar su código, el famoso código que, como explica Agostino Lombardo le permite oponer al caos de la realidad un punto fijo, una barrera, una moral: La grandeza del hombre consiste en esperar, en no huir, en aceptar el destino estoicamente para sucumbir con la dignidad  que da la medida de la grandeza e integridad humana del caído.
 Es evidente que el suicidio no puede considerarse como “un punto fijo, una barrera”  que oponer “al caos de la realidad”. Es una fuga. Ciertamente no es un acto de rebelión como el suicido del protagonista de “La condición humana” de Malraux. Claramente no es un modo de “aceptar el destino” ni una manera de “no huir”.
Los últimos veinte años de la vida de Hemingway forman parte de una perfecta parábola involucionista. El no parece haber tomado conciencia de sus contradicciones (y tanto menos con la lucidez de su contemporaneo Fitzgerald), se  aferra a las ilusiones del pasado, trata de seguir siendo el mismo de siempre.
El epígrafe de Shakespeare en la última novela de César Pavese, “Ripeness il al” (La madurez es todo), así como tantos datos en su biografía y en su obra, permitían anticipar la escena final de su existencia por vía del suicidio. El suicidio de Hemingway, en cambio, a la luz del código, es un acto de aparente incoherencia.
“La grandeza del hombre consiste en esperar, en no huir, en aceptar el destino estoicamente para sucumbir con la dignidad  que da la medida de la grandeza e integridad humana del caído.”
Quizás el nudo de la tragedia resida en el hecho de que no se puede sobrevivir impunemente a tantas guerras, fiestas, aventuras y fracasos sentimentales. Quizás Hemingway no estaba verdaderamente convencido de sus convicciones.
Por eso la cosa más triste y sorprendente es que, a pesar de sus múltiples achaques, Hemingway pone fin a su existencia en un momento en que, a juzgar por su famoso código, muchos esperaban verlo bailando la danza de Zorba.

Nota: En boca de la coprotagonista de una reciente película con pretensiones biográficas (“Hemingway & Gellhorn” de HBO), se escuchan unas palabras desconsoladas de Gellhorn (corresponsal de guerra igual que Hemingway), al enterarse del suicidio del triunfante escritor que me llenaron de  pesadumbre y asombro:
“Nadie torturó a ese hombre como él se torturó a sí mismo”.
Gellhorn fue una de las varias esposas de Hemingway a las que no trató bien, como de costumbre, porque era un machista consumado y fue un rival taimado y desleal de Gellhorn, la cual le pidió el divorció en malos términos, y aunque no estoy seguro de la veracidad de las palabras que en la película ponen en boca de Gellhon, pocas dudas me caben  de que Hemingway se torturó a sí mismo de alguna manera hasta la muerte en su proceso de autodestrucción, y que tantas aventuras y desaventuras quizás no fueran más que tentativas de escapar a un vacío existencial que nada ni nadie podía colmar.


PCS
           
[Separata de la traducción de la tesis de grado para optar al título de Doctor en Letras por la Universidad de los Estudios de Roma en 1975:
Ernest Hemingway entre ideología y subversión]
         


LA FIESTA BRAVA DE HEMINGWAY


        Serie Hemingway (3)
        Pedro Conde Sturla
        
 (1)
Numerosos críticos consideran que “Fiesta” (“The sun also rises, 1926), es la primera gran  novela de Hemingway y probablemente algo más. Quizás en este libro, en “Adiós a las armas”, en ciertos robusto relatos (entre ellos los de Nick Adams) él ha dado lo mejor de su arte. Sin lugar a dudas “Fiesta” es una de las narraciones más logradas y equilibradas de su no muy escasa producción literaria. Ya en el mismo año Hemingway había anticipado, aunque con poca fortuna (“Torrentes de primavera”) no tanto el tema cuanto el espíritu lúdico y escéptico de los personajes de “Fiesta”. Se ha dicho y repetido que la obra en cuestión está animada por un explícito propósito de venganza contra algunas de las  personas representadas en la obra, y es posible que así sea (en lo que concierne, sobre todo al judío Cohn). La historia es más fácil de contar que de entender, quizás porque no es una verdadera historia novelesca. Los hechos no trascienden casi nunca la cotidianidad, no hay una trama en sentido tradicional, no hay una aventura, sino más bien una descripción de una situación dentro de la cual se encuentran los personajes principales. Los primeros nueve capítulos, en general, tienen un ritmo de crónica, una crónica casi banal. Y la cosa extraordinaria consiste precisamente en el elevamiento al plano artístico de la crónica y la autobiografía.

ERNEST HEMINGWAY: UNA APROXIMACIÓN

          Serie Hemingway (2)
Pedro Conde Sturla

         Entre los grandes narradores norteamericanos del siglo XX, Hemingway es, sin duda, uno de los más conocidos y populares. Su fama, indiscutible era mayor que la de muchos que lo superaban en talento y en recursos literarios (Fitzgerald y Faulkner, por ejemplo, los mejores escritores de la llamada “generación perdida”, como los bautizo Gertrude Stein). Pero Hemingway era un favorito de la fortuna. Pocos autores, a decir verdad, suscitaron en su época un interés semejante. Traducido a las principales lenguas, sus libros se vendían por  millares cuando no por millones. 

miércoles, 28 de marzo de 2018

LITERATURA, IDEOLOGÍA Y SUBVERSIÓN


Serie Hemingway (1)
Pedro Conde Sturla


                                           (1)
         En el año 1967, durante un famoso coloquio realizado en la ciudad de Lima, el novelista peruano Mario Vargas Llosa dirigió una pregunta sobre la utilidad del escritor y la literatura en la sociedad moderna a su colega colombiano Gabriel García Márquez. Después de un momento de duda, este último declaró que nunca había conocido “ninguna buena literatura que (sirviera) para exaltar valores establecidos”. A su juicio la literatura desempeña una misión eminentemente subversiva, con una clara tendencia a destruir lo viejo, “lo ya impuesto, jy a contribuir a la formación de nuevas formas de vida, de nuevas sociedades, en fin a mejorar la vida de los hombres”

Federico Engels y el cristianismo primitivo


Pedro Conde Sturla
07/06/13

Sí, precisamente Federico Engels (1820-1895), el lúcido y atildado políglota, el erudito de copiosa barba impecable, miembro de una familia de capitanes de industria, conservadora y religiosa, el mismo que se transformó en revolucionario cuando conoció la condición de la clase obrera en  Inglaterra que le inspiró un libro homónimo, el mismo Engels que mantuvo financieramente a Marx y lo sacó una vez de sus líos de faldas, el mismo que junto a Marx escribió obras que fundaron el comunismo ateo y disociador, es el autor de un brillante texto “Sobre el cristianismo primitivo”, que analiza sin prejuicios y quizás mejor que nadie las circunstancias que hicieron al cristianismo convertirse “en la primera religión mundial posible”. 

martes, 27 de marzo de 2018

LAS VENAS ABIERTAS

· 
La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta. Pasaron los siglos y América Latina perfeccionó sus funciones. Por el camino hasta perdimos el derecho de llamarnos americanos, aunque los haitianos y los cubanos ya habían asomado a la historia, como pueblos nuevos, un siglo antes que los peregrinos del Mayflower se establecieran en las costas de Plymouth. Ahora América es, para el mundo, nada más que los Estados Unidos: nosotros habitamos, a lo sumo, una sub América, una América de segunda clase, de nebulosa identificación. Es América Latina, la región de las venas abiertas.
Eduardo Galeano

ELOGIO DEL PERÍNCLITO



Pedro Conde Sturla.
8/2/2006



Confieso que no dejan de cautivarme ciertos personajes de opiniones tan ingenuas y modales tan dulces, tan lánguidos, tan leves,  tan sublimes. Un suave cortesano de la Era Gloriosa escribió recientemente que no sabe si “se ha determinado” que Trujillo era “un dictador o un tirano”, a pesar de que le sirvió tan diligentemente, igual que a Balaguer, a Fernández y a Mejía y otra vez a Fernández por breves días en su larga carrera de servicios a la patria. A lo mejor tampoco sabe, no imagina el desastre que dejó en El Archivo General de la Nación, la mutilación de la memoria histórica dominicana, los inmensos legajos de periódicos casi centenarios que fueron arrojados a la perdición, a la intemperie, y que en el peor de los casos sirvieron para limpiar traseros incultos de los obreros que trabajaron en el proceso de remodelación del edificio. A lo mejor no recuerda, no tiene memoria de sus hábitos de jardinero aplicados a la poda del material gráfico de revistas y  portadas de revistas de inicio de siglo a tijerazos limpios: El material gráfico con el  que frecuentemente acompañaba sus entregas a la prensa.
El desmemoriado personaje afirma  que Trujillo “no cabe en ninguno de los diagramas con que se marca la geometría de los destinos. Trujillo no tuvo hada madrina, ni ángeles tutelares. Fue un hombre que vivió en la posesión  absoluta de sí mismo. Figura él en la historia de nuestro país como el más odiado, pero a la vez el más amado de nuestros gobernantes”.
Ahora que se han cumplido cuarenta y cinco años de la tragedia de las Mirabal y se conmemoró en sus nombres el Día Internacional de la Mujer, pienso dulcemente en ellas, en la hermosa diputada, hija de mártires, que aprecio con mayúscula a pesar de sus minúsculas, en su digna tía. Pienso amargamente en tres muchachas de las cuales recuerdo vagamente unas trenzas y pienso en su chofer, su juventud en flor, martirizadas, ultimadas a garrotazos, desbarrancadas y humilladas. El monstruo que ordenó sus muertes a lo mejor es un boy scout en la percepción de su apologista o apologeta. Cierto que no cabe en ningún diagrama, ni siquiera en el infierno.

pcs, 8/2/2006

lunes, 26 de marzo de 2018

TRES POR TRES

Pedro Conde Sturla

Dijo en una ocasión José Cuello que Balaguer se burlaba de todo, que se reía de todo, menos cuando le leían a Viriato Sención.  

Algo parecido les sucede a los discípulos más aventajados de Balaguer. También se burlan de todo, se ríen de todo, menos cuando leen a Sara Pérez. 

domingo, 25 de marzo de 2018

RUBÉN SURO, POEMAS DE UNA SOLA INTENCIÓN

(Edición corregida y ampliada)

Prólogo, recopilación y notas de 

Pedro Conde Sturla


Rubén Suro 



ÍNDICE


Rubén Suro, o la poesía con una sola intención

Breve antología crítica


1

Al negro antillano, constructor de carreteras (1935)

Letanía del cañaveral (1939).

Romance del tren sin rumbo (1939)


Romance de los bateyes (1939)

Proletario (1939)

Machepografía antillana (1952).

Salutación a Gregorio Urbano Gilbert y a Cayo Báez (1964)


2

Rabiaca del haitiano que espanta mosquitos (1934)

Monólogo del negro con novia (1935)

Sonsón, bailarín mulato (1937)


3

Cuatro poemas y una sola intención


I. Estrofas de pueblo para muchacha de campo (1940) 

II. Estrofas de campo para muchacha de campo (1940) 

III. Estrofas de campo para muchacha de pueblo (1940) 

IV. Estrofas de pueblo para muchacha de pueblo (1940) 


4

Voz para perderse en la montaña (1940)

Alba escrita en la tarde (1941)

Soneto de yodo y sal (1942)

Palabras de niebla en presente de olvido (1943)

Descubrimiento (1951)

Compueblana (1955)..

Paisaje cerrado (1957)

Mensaje (1959)

Fluvial (1959)..

Homenaje a Juan Ramón Jiménez (1960)

Poema de búsqueda (1976)

Alba poética 1976)

Oración panteísta (1976)

Carta en penumbra a Melba Munné (1968)





RUBÉN SURO, O LA POESÍA 

CON  UNA SOLA INTENCIÓN   

Pedro Conde Sturla

(1978)



(Prólogo del libro Poemas de  una sola intención de Rubén Suro, publicado en 1978 por Editora Taller. Una segunda edición, ampliada, apareció en 1984. Hasta el momento es la única recopilación más o menos completa de las obras del insigne poeta vegano).




En este volumen figuran poemas esenciales de un autor cuya fama no ha alcanzado aún la altura que corresponde a sus meritos literarios. Su nombre: Rubén Suro, poeta de largos silencios y una de las voces más interesantes de la literatura dominicana del siglo XX.



Por  lo demás, la historia de Rubén Suro no constituye un caso aparte. La obra de un talento literario de primer orden como Rafael. Américo Henríquez, permanece casi olvidada o desconocida. Domingo Moreno Jimenes publica libros que nunca han podido obtener el favor del gran público. Tomas Hernández Franco navega también en aguas poco profundas y su poema “Yelidá” -especie de epopeya marinera- no logra traspasar el estrecho horizonte de los círculos intelectuales. Franklin Mieses Burgos desaparece recientemente sin que la extraordinaria musicalidad de sus versos llegase a los oídos de una masa apreciable de posibles destinatarios. Manuel del Cabral se debate rabiosamente, tratando de hacer valer en el propio terruño la fama conquistada en el extranjero. El mismo Pedro Mir lucha durante años a brazo partido, antes de ver realizado su largo y penoso “viaje a la muchedumbre”.

A decir verdad, no es un caso raro en la historia de la literatura -y sobre todo en nuestra historia- que muchas de las obras y personalidades más valiosas vean transcurrir su existencia en un anonimato casi despectivo, mientras figuras de mediocres autores concurren adocenadas a las mejores páginas de los periódicos, disputándose a codazos la fama y la popularidad con el vano empeño de conquistar la gloria por vía publicitaria. Rubén Suro, afortunadamente, no pertenece a esta categoría: Este autor de carácter sencillo y reposado, “cerebro de abogado y corazón de poeta”, ha ejercido su vocación literaria en un modo como clandestino, y cuando habla de su obra se expresa con una modestia que no constituye la regla en nuestro país. Indicativo, en este sentido, es el hecho de que hasta el momento nuestro autor no se había preocupado de reunir sus trabajos en un libro, y lo hace ahora a iniciativa de la Editora Taller, un poco a regañadientes y casi sorprendido por el suceso.


***


En el lejano 1936 se formó en La Vega un grupo literario llamado Los Nuevos, que solo por la participación de Rubén Suro merece ser recordado hoy en día. Este grupo, que fue prácticamente disuelto por la tiranía, “dio especial énfasis a la poesía social y negroide, y entre sus principios sustentaba el afán de originalidad y la ruptura de los moldes tradicionales, a lo que se añadía una notoria tendencia al ideal americanista recogido por el Postumismo con el cual Los Nuevos tenían mucho en común” (cfr. Manuel Rueda y Lupo Hernández Rueda, “Antología panorámica de la poesía dominicana contemporánea”, pág. 109 y siguientes). En 1939, Los Nuevos fundaron una revista homónima que tuvo efímera existencia. En ella hicieron pública su declaración de principios con una especie de decálogo estatutario tragicómico:


I- Hay mucho de nuevo bajo el sol. Encuéntralo.

II- Mas vale algo nuevo mediano que mucho trivial.

III- Venga con originalidad en su mente, o si no quédese en su casa.

IV- Si los antiguos moldes artísticos pueden salvarse con una palabra suya, no pronuncie una sola sílaba.

V- Sea corto en su conversación o lectura de sus trabajos para que sean largos los aplausos.

VI- El uso de las comillas es limitado.

VII- Reconozca su propio mérito y el de los demás.

VIII- No traiga amigos a nuestras reuniones sin consultarlo antes. Las consultas, a excepción hecha de los médicos, son siempre provechosas.

IX - En su crítica, sea sereno e imparcial; no se olvide.

X - Hable cuando le llegue su turno.


Por fortuna, la obra de Rubén Suro se orientó al fin y al cabo en otra dirección, libremente, sin ataduras de ningún género, y constituye en sí misma una negación de los principios fundamentales del decálogo. Es quizás por eso que hoy podemos contar al poeta como único sobreviviente del naufragio de su grupo.

Pero, en rigor, Rubén Suro es un poeta independiente que no debe ser encuadrado en grupo alguno (so pena de imponer a su obra límites abstractos), sino más bien en una tendencia poética: la poética social. ¿Qué significado tienen estos términos? Actualmente resulta fácil y conveniente darse aires de poeta social y cosechar los laureles pertinentes a la moda. Por esa razón es necesario distinguir entre la verdadera poética social y aquella que corresponde a posiciones esnobistas. El eminente critico italiano Walter Binni considera que el proceso de gestación de una obra consiste, esencialmente, en la transformación de determinadas experiencias históricas-culturales en determinadas formas de tensiones y voluntad artísticas (de ahí que la concepción poética de un artista esté relacionada en muchos aspectos con la total concepción de la vida y sus valores). Poética significa, para Binni, la voluntad de poesía o la tensión hacia la poesía de la experiencia total de un autor en una determinada época o período histórico (cfr. Walter Binni, “Poetica, critica e storia letteraria”). En la poética social, estas tensiones se resuelven, precisamente, en una visión de conjunto de los problemas dados. Así, en toda literatura social, la nota distintiva es la proyección del Yo hacia un ente colectivo. Gran parte de la poesía de Suro está planteada en estos términos. Todo parece indicar que es esta la orientación indiscutible de su experiencia histórica, manifestada a través de su voluntad de poesía. Es, en otras palabras, la orientación ideal y general de su obra, el horizonte inmediato hacia el cual avanza.

Así podemos decir que la tensión a la poesía en la obra de Suro es de tipo social y a veces incluso panfletaria, temerariamente panfletaria.

Desde muchos puntos de vista, Rubén Suro está más cerca de un Pedro Mir, de Moreno Jiménes y Manuel del Cabral que de cualquiera de sus compañeros de grupo. En ambos casos la obra parece responder y corresponder a una auténtica vocación de servicio. En ambos casos es patente, notoria una sólida aspiración humanista, una visión realista de la vida y sus valores, del hombre enfrentado a sus problemas concretos. En ambos casos emerge una poesía cargada y recargada de rabia, de rencores amargos, de violencia desatada y a la vez de amor, de simpatía por los desheredados de la tierra.


(2)


Los trabajos recogidos en este volumen han sido clasificados y organizados en cuatro grupos o géneros que corresponden a otros tantos momentos o aspectos de la poética de Suro. En el primer grupo hemos incluido sus composiciones más inmediatamente políticas. En el segundo y tercero figuran sus poesías populares y negroides, y en el último sus líricas más intimistas. Adviértase, no obstante, que estos momentos no se niegan ni se excluyen entre sí. Por el contrario, son polos de una misma dialéctica. Y es innegable que la variedad del conjunto da una idea clara de la rica personalidad del poeta. Rubén Suro se ha revelado capaz de pulsar todas las cuerdas de su lira y registrar al mismo tiempo la mayor gradación de tonos y semitonos. El poeta sabe elevar la voz -sin  estridencias- para denunciar con versos duros, airados y solemnes la explotación de los humildes. Alguna vez se ha refugiado en sí mismo, rumiando frustraciones de tipo personal, y ha demostrado que también sabe usar guantes de terciopelo y manejar su instrumento con mayor delicadeza. En otras ocasiones, rabia y ternura ceden el paso a tremendos arrebatos de humorismo, dando lugar a imágenes poderosas que sacuden la inteligencia del lector.

Cuando se habla de la obra de Rubén Suro, es inevitable mencionar en primer lugar su conocido poema "Proletario", que data del peligroso año 1939. Como es sabido, la publicación de esta pieza suscitó un verdadero escándalo político en su época, y causó no pocos problemas a su autor. Manuel Rueda, en su citada Antología, le atribuye como “merito principal” su calidad “profética”:


¡Aguardas al mesías, que aunque lo crean utópico, / saldrá un Karl Marx de América o algún Lenin del Trópico!


En realidad, sería quizás más propio hablar en este caso de “sentido de la historia” y no de “profecía”. Además es poco probable que un poema produzca por este simple anuncio tanto revuelo de conciencia. A la luz de los hechos resulta claro que el mérito principal del trabajo no es la visión profética sino su fuerza de impacto en aquel medio. De otra manera habría pasado probablemente desapercibido, a pesar de la época y de las mismas circunstancias. Y lo más interesante del caso es que el poema no parece haber perdido hasta el momento su vigor y su poder de sugestión originales. Vale decir, sus propiedades subversivas. Algo parecido sucede con otro poema del grupo (“Machepografía Antillana”), en el cual la “visión profética” derivada del sentido de la historia se hace aun más inminente:


¡Paises de sino adverso. / Gobiernos de baja y trepa. / Por la escalera del verso sube el Hijo de Machepa!


Algún teórico del purismo estético podría afirmar que los trabajos de este grupo son un poco rudos y panfletarios, y desde su punto de vista quizás tenga razón. Hay que notar, sin embargo, que a pesar de sus defectos cumplen cabalmente su misión: indignan, provocan ira, emocionan. Pertenecen, en resumen, a un género de poesía peligrosa que canaliza con facilidad los descontentos sociales, sensibilizando por contacto la conciencia del público.

Por otra parte, ya se ha sugerido que Rubén Suro es un autor que sabe emplear las palabras adecuadas a cada situación, mudar de acento cuando así lo requieren las circunstancias y acallar sus tambores de combate. En sus líricas, por ejemplo, su voz se convierte en un susurro, el ritmo de los versos se apacigua y se adapta a un nuevo tono discursivo, filosófico:


Se me callaron los versos / primero que las palabras; / enmudecieron los pájaros / después que hicieron mañana.


Este grupo de poemas resulta en extremo interesante porque contribuye a iluminar 1o que llamaríamos el lado “oscuro” del poeta, o por lo menos la zona de más difícil acceso. Es significativo -a mi juicio- que aun en la intimidad de sus poemas más personales, el poeta no se deja sorprender siempre a solas consigo mismo, como si se resistiera a aislarse de los demás seres humanos. Muchas veces, sus monólogos son diálogos abiertos a numerosos interlocutores. Así, en “Palabras de Niebla”, el desamor toma cuerpo, materializándose en una especie de código etíco (antimercurial):


No olvido que olvidaste / que mi verso se compra con verso; / que ritmo es mas que cifra; / que arte es mas que moneda.


El tema político aflora también, sorpresivamente, en las situaciones más inesperadas. Testimonio de esta constante poética es su “Carta en penumbra a Melba Munné”:


Más que mujer-llama / fuiste mujer faro, / en la noche vibrante de los trópicos, / en esta hora dura de fracasos, / cuando marcho inseguro en esta tierra / que desorienta el Norte, / y en que ya no me atrevo / a anteponerle el posesivo a la palabra patria.


Dos géneros en que Rubén Suro se ha revelado maestro son la poesía negroide y la poesía popular (culta). Es un lugar común el hecho de que muchos críticos manifiesten veladamente su escepticismo respecto a estos tipos de poesía, tradicionalmente considerados menores o de tercer orden, del mismo modo que en el bajo medioevo se tenía en poca estima a los autores que escribían en vulgar y no en latín culto. Nadie se engañe, sin embargo, con el aparente descrédito y la superficialidad que se atribuye, en general, a estos trabajos. En el caso de Suro, por lo menos, representan un momento bien alto de nuestra poesía. En rigor, son creaciones literarias de primer orden, estimabilísimas en todos sus aspectos. Son -en resumen- obras extremadamente creativas, en las que el principal protagonista es el lenguaje popular, a través del cual Suro describe la sicología y el statu social de los personajes. En las “Estrofas de campo a pueblo” la situación parece cómica en principio por el modo en que el campesino expresa su desamor; pero estas estrofas no solo ilustran cómicamente una manera tosca de sentir y expresar una pasión, sino que traen a los ojos del lector las barreras de clase que la hacen imposible:


Ei día en que yo la bide / no se lo que jue de mi, / ai cosa quei cueipo pide / no debiéndola pedi.

……………………………..

¡¡Coitante sin sei cuchiyo / mujei de la poblasión, /

tu amoi jue como un cadiyo pegao en ei corasón!!




(3)



Del mismo modo, en “El monólogo del negro con novia” la comicidad de la situación es el producto de un conflicto originado por la interiorización de valores enajenantes en un espíritu simple. El trasfondo social que se describe en este cuadro, revela el drama característico del negro aculturado, sometido a la presión de criterios estéticos propios de la cultura dominante:


¡Hoy yo ta pa tené pique, / yo no quie ni conbesá... / Seberine me cre rique / y yo ta sin tene na!


Ya me a rote siete peino / y no canso de peinal; / eye cre que ba lisando... /  ¡Y el cabeye sigui igual!


Eye pide baseline, / baseline yo Ie dal; / eye unte por bidone / ¡Y el cabeye sigui igua!


En este punto es necesario recordar que en alguna ocasión un crítico lanzó una acusación de racismo contra los poemas negroides de Rubén Suro. En honor a la verdad, esta es una cuestión que me deja perplejo, pues, además de ligera, la acusación carece obviamente de fundamento. No es posible, a mi juicio, leer estas composiciones en clave de racismo. Solo forzando el contexto natural de las mismas puede llegarse a una conclusión semejante. Rubén Suro eligió precisamente un negro haitiano para oponer la haitianidad a la cubanidad (es decir, a la poesía cubana negroide, muy de moda en la época). Según sus propias palabras, “lo haitiano era nuestro y subversivo”, y como tal debía ser recreado en sede literaria. Nótese que en sus poemas negroides no hay sarcasmo ni desprecio de raza. Lo que resalta en todo caso es el alto grado de enajenación del negro haitiano en particular y del negro dominicano en general. Estos trabajos no dan pie a una acusación de racismo y ni siquiera de paternalismo. Por el contrario, Suro participa con simpatía y calor humano en todas las peripecias de sus personajes, y difícilmente podría cuestionarse la gran disponibilidad de nuestro autor respecto a su propia materia, su adhesión y lealtad incondicionales a los temas que trata. Es indudable que Rubén Suro ha sabido penetrar a fondo en el alma de sus personajes, y ha conseguido crear algunos de los tipos más humanos e interesantes de la literatura dominicana.


***


Si tuviese que usar una sola palabra para definir los rasgos distintivos, o por lo menos el común denominador de la poesía de Suro, escogería una que ya he empleado a propósito de sus poemas políticos: fuerza. Esta palabra resume y sintetiza, a mi juicio, la característica mas acentuada del quehacer poético de Suro. Es claro que un poeta social cuya poesía carezca de fuerza, haría mejor en cambiar de oficio. La poesía de Rubén Suro posee, precisamente ese elemento: fuerza telúrica elemental, desatada. Fuerza que se manifiesta en la gran tensión de sus mejores composiciones: tensas como la cuerda de un arco al disparar la flecha. Es necesario escuchar al poeta diciendo sus versos frente a un público, para hacerse una idea correcta de su extraordinario poder de sugestión. Su poesía tiene un tono emocionado Y vibrante que se percibe enseguida como tal. Y es una poesía que se da por igual a 1a imaginación, a1 sentimiento y a la inteligencia en modo espontáneo.         

Naturalmente, no pienso que todo sea oro co1ado en 1a obra de Suro. Las perlas hay que pescarlas con trabajo y paciencia. Pero lo cierto es que Rubén Suro ha cultivado varios géneros poéticos y en cada uno ha dejado trabajos apreciables e incluso dignos de antología. No dudo, en consecuencia, que algunas de sus mejores composiciones lograrán sobrevivirlo. Por lo demás, toca al tiempo establecer la perdurabilidad de su obra y determinar su real estatura de poeta. (1978)


BREVE ANTOLOGÍA CRÍTICA

         “Alma inquieta, buceador en los peligrosos mares de los ismos, es a un tiempo, la expresión moderna de las criollas, el genuino cantor del trópico, el asombrado amador de la vida…”. Pedro Rene Contín Aybar, “Antología poética dominicana”, 1943, pág. 273.

“Rubén Suro...de inspiración original y honda”. Max Henríquez Ureña, “Panorama histórico de la literatura dominicana”, 1966, (segunda edición), pág. 458.

“Quedan en cambio, dentro de la brevedad de su obra, fermentos e inquietudes que hirieron en su tiempo la conciencia popular hasta el punto de haberse producido un escándalo alrededor de su poema ‘Proletario’ debido a las implicaciones políticas que contenía, y que con el correr del tiempo habrían de convertirse en realidad. Fue este un poema donde el autor se sintió arrebatado por visiones proféticas. En ello reside su mérito principal. La poesía de Suro ha tomado distintos rumbos sin perder su raíz original”. Manuel Rueda y Lupo Hernández Rueda, “Antología panorámica de la poesía dominicana contemporánea” (1912-1962), 1972, pág. 111.

“.... y sus poemas negroides, los más auténticos escritos en esta tierra, lo colocan en el envidiable sitial de ser nuestro mas alto poeta popular culto. Las nuevas generaciones no han rendido el homenaje que Rubén Suro se merece, y es lamentable que su obra no haya sido recogida en discos; porque es poesía que ‘se puede oír y decir”. Manuel Mora Serrano, Suplemento Cultural de “EL Nacional de Ahora”, 29 abril de 1973.

“En Machepografia antillana, Rubén Suro se revela un poeta de gran vuelo; su poema es un canto épico a la mulatería, donde pinta el mundo de pobreza, la miseria, la explotación del negro por parte de los políticos golosos, de los inversionistas, de la centenaria oligarquía. Fue junto con Manuel del Cabral, el introductor de lo negro, lo mulato, en la poesía dominicana...” Janine Touzery de Rodríguez,  “La poesía social en La Era de Trujillo”, tesis para su Licenciatura en Letras en La UASD, 1974, pág. 34.

“Su producción poética, que estimo una de las mejores del país ...” Segundo Serrano Poncela, Santiago, R.D.

Consultar además: Iván Alfonseca. “Antología biográfica” (1942), Rubén C. Arango y Wilfredo Figueroa (puertorriqueños), “Poesía antillana” (1972), “Diccionario de la literatura española”, segunda edición, publicada por La “Revista de Occidente”, Madrid 1953, bajo La dirección de Germán Bleiberg y Julián Marías; Enrique Anderson Imbert. “Historia de literatura hispanoamericana” (1974); Joaquín Balaguer, “Historia de La Literatura Dominicana” (1956).







AL NEGRO ANTILLANO,

CONSTRUCTOR DE CARRETERAS*

Negro de pico en la mano,

dueño de blanca sonrisa,

músculo que abre caminos,

blanco de un sol que calcina.


Negro de pico en la mano

—escultor en roca viva—

que igual conduce un rodillo

que empuja una carretilla.


Eres quien haces las rutas

¡y es raro que tu las sigas!

No ves más que polvaredas

y te espantan las bocinas.


Negro de pico en la mano,

dueño de blanca sonrisa;

abres camino al camino

¡cerrando los de tu vida!


Para sembrar esperanzas,

toma unas cuantas semillas.

En los huertos de la idea

¡crecen rojas las espigas!


Un carro multicilíndrico,

derroche de gasolina,

un "claxon" impertinente,

¡y el magnate, que sonría!

El negro ve el cuadro a pie,

dueño de blanca sonrisa.

En la sonrisa de ambos

median distancias que abisman...


Negro de pico en la mano

—escultor en roca viva—

lo que no pudo tu pico

lo pudo la dinamita,

Y así, en la mecha que enciendes

puedes apagar tu vida

por unos pocos centavos...

¡qué inercia de rebeldía!


Negro de pico en la mano,

blanco de un sol que calcina,

taquígrafo de distancias

te saludan las Antillas.


Negro de pico en la mano,

dueño de blanca sonrisa,

las gotas de tu sudor

bautizaron nuestras vías.

Viendo, ahora, tu sudor,

¡creo en el agua bendita!


Negro de pico en la mano,

blanco de un sol que calcina,

estatuas de tu persona

levantadas en las vías

en oro, plata y diamante,

le dirán al Contratista

que al hombre que suda y sangra

hubo que hacerle justicia.


Negro de pico en la mano,

dueño de blanca sonrisa,

pronto el héroe del camino

no será sólo una cifra.


Negro de pico en la mano,

blanco de un sol que calcina.

¡taquígrafo de distancias

te saludan las Antillas!


*Este poema, escrito en 1935, permanecía inédito en el archivo de su autor y se  publica ahora por primera vez.




LETANIA DEL CAÑAVERAL

A Mauricio Báez 


¡En cada saco de azúcar

y en cada canal de corte,

está la garra de un fúcar

y está la sombra del Norte!


El azúcar de mi tierra

tiene sabores amargos...

¡los jornales son muy cortos,

y los abusos muy largos!


El azúcar de mi tierra

tiene sabores de hiel...

al sudor que mal se paga

no se puede pedir miel.


El azúcar de mi tierra

tiene sabores de sal...

¡la Antilla canta en la “mocha"

y sangra el cañaveral!


El azúcar de mi tierra

tiene sabor de retama...

¡el negro de sol a sol

y el blanco de siesta en cama!


El azúcar de mi tierra

tiene colores muy blancos...

¡las angustias se refinan

y el “over time" llena bancos!


El azúcar de mi tierra

tiene colores muy pardos...

¡las ganancias son del yanqui

y del nuestro son los fardos!


El azúcar de mi tierra

sabe lo mismo que yo,

¡que el de aquí sembró la caña

y el de allá...* la cosechó!

(1939)


*El declamador hace con las manos la señal del robo.


ROMANCE DEL TREN SIN RUMBO


Este romance: a los que en Santiago no pudieron agitar el pañuelo de la despedida; a los que en Samaná se quedaron 50 años con la mano extendida en la espera del tren que no llegó; a los empleados de la compañia escocesa "Ferrocarril de Samaná

a Santiago; a Gregorio Rivas, en el bronce y más allá del bronce.


Nunca salió de Santiago,

nunca llegó a Samaná:

medio siglo hace que rueda

sin partir y sin llegar...

Aunque sus rieles no llegan,

a Escocia llegó puntual!.

Este tren capitalista

tiene cosas que contar...


Lo que miles lenguas callan

lo grita el verso social:

la sanguijuela escocesa

no ve sangre que chupar.

Esta anemia del Cibao

que ella trajo bien por mal.

ya no es ambiente propicio

para el que quiere explotar.

Se van los piel de tomate

y alma carbón mineral;

"el rojo" de mi bandera

les da su eterno "Good-by”.

Este tren capitalista

tiene cosas que contar...


Alimentado con lágrimas

y con carne de hospital.

este tren capitalista

siente cansancio al rodar:

no conoció el "sabotaje

ni la huelga general".

¡cordero el oficinista,

manso el obrero sin pan!

Sus cinturones de hierro

ahogaron campo y ciudad.

Este tren capitalista

tiene cosas que contar...


¡Vagones. locomotoras,

ejes que chirrian su edad!

La boca de la taquilla

ha engullido un dineral;

el dolor de los bolsillos

lo llora el tren al silbar...

Este tren capitalista

tiene cosas que contar...


Engastada sobre rieles,

brillante luz tropical,

la esmeralda de mis campos

se ha cansado de brillar;

sortija del "accionista"

que en Glasgow piensa casar!

¡Sus esclavos que aquí sufren

cuándo la fuerza usarán!

Este tren capitalista

tiene cosas que contar...


Ingleses piel de tomate

y alma carbón mineral:

cuando no explotan por tierra

es Sir Francis Drake por mar;

piratería de etiqueta,

botín rico por igual.

que la historia se repite

nadie se atreve a dudar.

¡ayer, saqueando la Espada;

hoy, saqueando el Capital!

Este tren capitalista

tiene cosas que contar...


Los rumbos del tren perdido

en Escocia se hallarán;

ojos ingenuos los buscan

presos de grave ansiedad!

Medio siglo hace que rueda

sin partir y sin llegar.

¡Aunque sus rieles no llegan,

a Escocia llegó puntual!

Este tren capitalista

tiene cosas que contar...

(1939)


(Escrito antes de la dominicanización del tren inglés. En La Vega, República Dominicana).


ROMANCE DE LOS BATEYES


A lo largo del batey

se está corto de fortuna...

En la exótica oficina

juegan en cheques las sumas

y hay cierre de cajas fuertes

por blancas manos intrusas.


Sufren hambre los braceros,

lloran sus pobres criaturas;

el yanqui apura champaña

con sudor de mi tierruca.


El yanqui bebe cerveza

y le sobra el agua pura;

sus siervos sacian la sed

en pantanos y lagunas.


Tristeza de barracón,

posada de las angustias;

alegría de chalet,

palacio de los que abusan.

¡La Igualdad sacó pasaje

para las tierras del Nunca!


Con flaquezas de jornales

engruesó el yanqui fortuna;

¡en los jóvenes que suben

hay mil indices que acusan!


Los perros del Capital

muerden con rabia y astucia;

“los pillos" traerán veneno

por si el Amo los azuza.

(Los pillos son los que gritan

de económica tortura).


La bodega del Central

—guillotina del que suda—

tiene un silencio de "tickets"

que llevan sellos de usura.

El ruido de la moneda

igual sorprende que asusta.*


¡Camiones, locomotoras,

hombres cargados que cruzan...!

Y hay por doquier un derroche

de mal paga fuerza bruta.

¡El chucho capitalista

cae sobre espaldas desnudas!


El potentado, el señor,

sueña entre holganza y dulzura;

los otros de vida amarga

¡cortan la caña de azúcar!

El filo del jornal bajo

también les corta la nuca.


Sobre mares extranjeros

bogan en noches de luna

yates que el yanqui burgués

sostiene con zafra ruda.


Los mártires del Central

llevan su cruz de amargura,

¡¡ y hay cierre de cajas fuertes

por blancas manos intrusas!!

(1939)


*Quince días después de la publicación de este poema en el diario "La Información" de Santiago, el Congreso Nacional dictaba una ley prohibiendo la circulación de "tickets" y vales en los centrales azucareros. En la misma ley se hacia obligatorio el pago en monedas y en billetes de banco de curso legal en el país. ¡La poesía orientando a la legislación!



PROLETARIO*


Tus músculos se cansan, se agota tu sudor...

siempre la misma historia: ¡triunfa tu explotador!


Esclavo resignado, no sabes lo que hacer

y eres un nuevo Cristo: ¡el Cristo del taller!


Y yo que te presiento en mis limpias mañanas:

rebelde visionario, rompedor de sotanas;


pródigo en inquietudes, hecho de "rojo" cuño,

¡que igual tumbas un ídolo que levantas su

 puño!



Con impaciencia espero que en tu pobreza extrema,

esa sonrisa mansa se cambie en anatema.

Seguro que no ignoras que un surco es cada antilla,

están a ti abiertas, ¡tú eres, pues, la semilla!


¡Aguardas al mesías, que aunque lo crean utópico,

saldrá un Karl Marx de América o algún Lenin del Trópico!


Acércate y escucha, que es bueno que

lo sepas:

¡Londres será un desierto y Wall Street una estepa!


¡Ah! entonces tus dolores se irán al precipicio,

iy los que te engañaron verán su “día de juicio";


Poeta y proletario... comunistas empeños

nos unen en la senda tras realizables sueños:

¡¡tú con el jornal largo y más corta la hora,

yo, con que cada lira sea una ametralladora!!

(1939)


*Como hace notar Janine Touzery de Rodriguez, este es "el primer poema escrito en Santo Domingo donde se utiliza una terminología propia del vocabulario marxista".

El mismo "aparece publicado en la primera edición de la 'Antologia Poética Dominicana" de Pedro René Contin Aybar, de 1940, y fue suprimido en las ediciones posteriores, al igual que los poemas de Carmen Natalia y algunos de Pedro Mir, cuando Trujillo empezó a proclamarse campeón del anticomunismo en América. Los poemas de Emilio Morel también fueron suprimidos en la segunda edición, pero las razones eran diferentes. Todos esos poemas fueron sustituidos en la segunda edición por poemas de Franklin Mieses Burgos". Cfr. Poesía Social en La Era de Trujillo". (tesis mimeografiada). pag. 32-33).





MACHEPOGRAFÍA ANTILLANA


Soles que hinchan la piel

y vientos como cuchillas.

Harapos, riqueza y miel

se funden en las Antillas,

santuario igual que burdel.


Lenguaje franco y cordial

que sirve al bien como al mal.


Hombres que ganan los panes

en amargado batey,

donde explotan sus afanes

otros sin tasa ni ley.


Ingenio: ¡sudor suicida

y caña independicida!


Antillas de azúcar cande

para golosos políticos;

muchachos de panza grande

y cerebros paralíticos.


¡De la insular pediatría

se salta a la psiquiatría!

Pueblos que son caramelos

en paladar de unos pocos;

blancos de insulto y libelos:

desde negros come cocos

hasta salvajes en celo.


Ante antillano dolor,

el verso es un reflector.


Islas que ordeñan de fuera,

(ordeño a control remoto).

Tierras de rota bandera,

de ciclón, de terremoto,

ide angustias azucareras!


La Antilla llora con risas:

¡su sangre se va en divisas!


¡Archipiélago mulato!

(¡por mulato su desgracia!)

Libertad de garabato

y de rubia democracia.

¡Centenaria oligarquía

que aprieta más cada día!


Patrias de engaño y de robos,

para extranjera conquista;

turismo de engaña bobos;

botín del "inversionista"

que esconde dientes de lobos.


¡Ay nuestras tierras mulatas,

siempre a merced de piratas!


Países de sino adverso.

Gobiernos de baja y trepa.

¡Por la escalera del verso

sube el Hijo de Machepa!

(1952)


SALUTACION A

GREGORIO URBANO GILBERT

Y A CAYO BÁEZ


Los dos estáis en mi corazón,

agigantados,

llenándolo de patria y de esperanza,

abanderados de la libertad;

mi corazón que se niega a mirar al "Norte amargo"

de nuestras desorientaciones,

al Norte que no sube a la estrella polar

porque le pesa el alma,

el que nos amenaza y nos envuelve

con la humillante dádiva y el soborno grosero,

el que nos envenena el aire;

eriza de espinas las aguas de los mares nuestros

y juega con este pedazo microscópico de tierra hipotecada,

como niño en la playa.


Los dos catáis ahí

presentes,

en mí,

caracol de músicas extrañas,

en lucha con el olvido y con el tiempo,

invisibles y eternos

como las fechas patrias.


Los dos:

el héroe y el torturado del ayer sombrío

que perdura en estos días aciagos

de entregas y eclipses.


Urbano:

aquel disparo de inspiración duartista,

rememoraba el trabucazo de Mella en el Baluarte;

gracias a ti,

todavía lo oigo repercutir en Nicaragua,

cuando Sandino superaba al David Bíblico

y América Latina

burlaba por ratos la tutela humillante;

tu presencia en la manigua segoviana,

fue mensaje y protesta al mismo tiempo,

¡oh! ¡soldado de las reservas populares!


Cayo:

de estirpe trinitaria,

de sueños trinitarios,

San Sebastián de nuestras rebeldías,

tus cicatrices se abren nuevamente

para sangrar en estos versos

y aleccionar a los jóvenes sin miedo,

ipara purificar con tu sangre la República!


Si el pueblo está dormido

y hay judas todavía

que anestesian los pueblos

y negocian con su hambre y su miseria,

para reinvindicarlos,

los dos estáis ahí, ¡erguidos!

acción y resistencia,

como torres de faro:

orientación y luces de esperanza,

en esta noche larga de tormentas.


Urbano y Cayo Báez:

la bandera caída,

¡LEVANTADLA!

Y al pueblo adormecido,

frente al oprobio y las indignidades,

¡DESPERTADLO!,

para que no sea tarde,

¡porque hay trata de blancas

con las tierras trigueñas!

(1964)





RABIACA DEL HAITIANO QUE

ESPANTA MOSQUITOS*


¡Madite

moquite!,

me tiene fuñíe

con ese sunbie

que no pue aguantá.


Yo quema oja seque,

a be si se ba,

yo quema paper,

yo quema de to...

у él pasa mu cerque

de mi negre piel,

juega con el hume,

hace culiñique

у buebe

a sunbá.


Yo diga biolente:

¡animá del diable

qué e lo que tu hable!

¡láguese de aquí...

y si no se laga...

me bua di p'Haití!!


¡Tú a mi no me asute,

buca genta blanque

pa que te dé gute,

pa que pua picá,

que si pica un negre

te pue enbenená!


Honbresite ñoñe

saque tu ponsoñe

punta de arfilé,

¡y a que si la saque

no la buerbe a be!


Yo te caiga a pale,

y te amarre un ale,

¡y te meta un bale

de mi rebolbite

pa matá moquite!


Tú tené tu mane,

yo tené la mie,

¡tú a mí no me engañe

ni con brujeríe!


Yo resa oracione

a Papá Bocó,

y er moquite fuese...

iy luegue bobió!


Yo no tenga miede

de que pua pica,

¡e que ese sunbíe

ya me tiene arsá!


Pol útime digue:

¡pa qué tú me sigue!,

oye buen moquite,

animá bonite,

si lleba e conseje

tú muera de bieje,

¡no me sunbe ma,

buca genta blanque

pa que pua pica,

que si pica un negre

te pue enbenená!!

(1934)



*Este poema, junto con "La Negra Pancha" de Luis M. Despradel, es uno de los primeros de género negroide escritos en el país.






MONOLOGO DEL NEGRO

CON NOVIA


Hoy yo ta pa tené pique,

yo no quie ni conbesá...

Seberine me cree rique

y yo la sin tené na!


Ya me a rote siete peino

y no canso de peinal;

eye cre que ba lisando...

¡y el cabeye sigui igual!


Eye pide baseline,

baseline yo le dal;

eye unte por bidone

¡y el cabeye sigui igual!


Eye desir: -Sacarie,

tráeme un lato e briyantine,

¡tu berá que bien ba tal!

Eye pone briyantine

iy el cabeye sigui igual!


Eye me dal un besite

y desime cayadite

con un tone conplasiento:

-Sacarie, ¿ba pagal?

Y yo paga el "permanento"

¡y e cabeye sigui igual!



Sacarie

ta perdie!,

ta enfelme de situasión

su bosiye ta yorande

lalegri del corason.


Seberine no da cuente

y otro nobie ba buca;

eye pue bucá mil nobie

iy el cabeye sigui igual!


Seberine, Seberine,

tú tiene que conformal,

yo te yeba al "Bruto Parlo."

¡y el cabeye sigui igual!


(Pa el culebre no hay lasite,

ni ete negre cae en ganche:

¡al cabeye de "pasite"

no alisarlo ningún planche!).


¡Tú ta por paga conmigue!

y la curpa sino e mie:

cabeyita de “pimiento"

no curarlo brujeríe

ni arreglarle “permanento".

¡Tú tiene que conbensé,

qué curpe yo bua tené!


Seberine, Seberine:

non te bale baseline,

¡tú ta pa ponelte loque!

mal de pele no curarse

po ma que le pone graso,

i

¡que quien nasiole pa coque...

de piñonate no paso!!

(1935)



SONSON, BAILARIN MULATO

Motivos de Rumba y Son


Las confluencias raciales

se hacen gestos musicales...


Bailarín de ojos saltones

alegres cual la maraca;

piel color de goma laca

curtida en las emociones.


Paisaje del natural

con mina o cañaveral;

busto de magia y de rito

que alumbra un sol colonial,

y cuerpo entero del grito

ancestral...


(Mulata que rompe o raja:

senos y ojos, ¡puñalitos!;

boca, clavel y caimito!;

y en sus curvas, ¡la tinaja!

sus manos, ¡enredadera!;

la cintura, coctelera!).


La moza que lo acompaña

sonrisa filtra en los labios;

en la "Rumba de la Araña"

los pies de Sonsón son sabios.


¡Se retira... zapatea,

se desfigura y serpea,

brinca, grita!,

teje ritmos con el pie,

y la moza, miel y brea,

es tropical Afrodita

del catre o del canapé.


Anestesiado el recato,

tiembla el cuerpo del mulato!

y seguidos del temblor,

corren chorros de sudor

en lumínicos reflejos

en la faz del bailarín.

(Y allá, perdido a lo lejos,

suena en sombra el cornetín

tragado por el timbal).

Caras de espanto y de reto,

en los hombres del sexteto

vive un muestrario racial,

en el cual

ha visto la Etnología

volverse una tontería

lo del "ángulo facial”.


Una vieja bochinchera

se lleva una borrachera

que parece que la tumba,

y la letra de la rumba

—impregnada de indecencia—

pone una vaga inconsciencia

de rubores

en aquellas mozas-flores,

que al destilar en aromas

sonrisas de amanecer,

en talle y senos le asoma

el alba de la mujer.


Esta es la Antilla africana,

de Luá Candelo y Changó,

la que vibra en la jarana

con los güiros y el bongó,

la de brujos redivivos

a la sombra del bambú,

que sacrifica sus chivos

en la misa del "vodú".


Esta es la Antilla salvaje,

la del étnico viraje,

de dril blanco y panamá,

que grita en el mulataje

su mensaje,

y mata con su "guanguá".


*


Sangre ardiente. Hembra y ron

(detrás, ¡La Superstición!)

Las razas se dan las manos

en el son.

Negro y blanco son hermanos

del otro lado del son,

con el ron

sin el ron

con el son

sin el son.


Salto y mueca corporal:

es el son... afroantillano,

que, al bailarlo tú, Sonsón,

¡¡te ries de la Moral

y te vuelves un gusano

que anduviera vertical!!

(1937)



CUATRO POEMAS Y UNA

SOLA INTENCION


I Estrofas de pueblo para

muchacha de campo


¡Qué traje el que yo te traje

del pueblo aquella mañana;

luciéndolo siete días

se endominga una semana!


Martes en el calendario,

pero domingo en tu traje.

Agua limpia, brisa y sol,

iqué fácil tu maquillaje!


Muchacha de la sabana,

retina para verdores,

en tu voz hallaron jaulas

alondras y ruiseñores.


¡Cómo me rio del río!,

que, ambicionando agua clara,

en tus pupilas mil veces

lo vi lavarse la cara.


Ruborizado y arisco,

cuando desnuda tú asomas,

cambia su azul en verdores

el camaleón de las lomas.


¡Y al baño, muchacha, al baño!,

sin dueños del caserío;

bebiendo sus transparencias

le quitas la sed al río.


¡¡Cuidado con quien te toque

la epidermis quinceañera;

caricia para tus carnes:

el agua de la chorrera!!


II Estrofas de campo para

muchacha de campo


Causa juite e mi condena,

degrasia de mi esiti;

con saboi a yeiba güena,

con oloi a pachuli,

te saborié bueita pena

i en ei recueido te olí.


Si aifilei jue tu mirá,

mi pecho jue prendedoi;

si jue grande la pincha

jue ma grande mi doloi.


Ei fogón tando apagao

i etando trite ei bojío,

señai e de enamorao

que no jue correpondío.



¡Ai si aguaitara ei conuco!:

dende ei dia e tu depresio

loj matojo y loj bojuco

pusién puei suelo, su presio.


Cogí en ei chaico un lucero

pa alunbrai elamoi tuyo,

lo encondí dentre ei sonbrero...

i en ei ta bueito cucuyo.


Mi aima ta condená

a sufrí de mai de amoi;

tan mala e mi enfeimedá

que ni an la sana ei dotoi.


Poi ti siento yo un calanbre

que me ará beti moitaja.

¡¡Ei pan no mata mi janbre

ni mi se tiene tinaja!!



III Estrofas de campo para

muchacha de pueblo


Ei día que yo la bide

no se lo que jue de mi...

ai cosa quei cueipo pide

no debiéndola pedí.


Eya bino con la freca

dei lao en que sale ei soi,

era antonse tienpo e seca

i en seca nasió mi amoi.


Mi amoi jue planta maidita

que no debió de nasei,

ni la mema agua bendita

la bia jecho floresei.


La peché por ei trillito...

ai desile mi pasión,

bide yo aqueyo sojito

i me faitó desisión.


Bailé con eya una noche...

noche que jue como ei día.

La cabesa me se moche

si no e cosa e brujería:

ei merengue desa noche

lo toy oyendo tuavía.


Tre mese pasó en la finca

sin podeilo yo ebitai,

tre mese un amoi que jinca

no e pa podeise aguantai.


Coitante sin sei cuchiyo,

mujei de la poblasión,

¡¡tu amoi jue como un cadiyo

pegao en ei corasón!!


III Estrofas de pueblo para

muchacha de pueblo


¿Amor?

¿Este amor de la ciudad.

que ve antes que a la novia

los caudales del papá?



Labios cargados de "rouge"

para un beso artificial,

enseñado en el cinema

por el último galán.

(La Vergüenza está "knock-out"

y en camillas La Moral).


Muchachas -—flores de "flirt"—

marchitada castidad:

la cabeza en Cinelandia,

los pies en tierra natal.


Amor: sed de gasolina

Amor a velocidad,

que habla en libretas de bancos

para poderse expresar.


¿Amor?

¿Este amor de la ciudad,

que encuentra en el "Beauty Parlor"

una fórmula industrial

—maravillas del cosmético—

para detener la edad?



Amor a base de Química

—Max Factor dictatorial—.

Amor que quiso con "dollars"

poseer la Felicidad;

que sabe más de finanzas

que de cosas del hogar...


Amor?

¿Este amor de la ciudad?

que cubre sus desnudeces

con trajes de celofán!

(1940)





VOZ PARA PERDERSE

EN LA MONTAÑA


Rompe el paisaje la siesta.

El sol juega en el abismo.

Una lección de alpinismo

dicta un chivo en plena cuesta.


Cruje el viento entre el yerbal,

y el cielo, que azul se muestra,

nos da su obra maestra

en la tarde tropical.


Un árbol florece trinos.

Borra a veces los caminos

la corpulenta maraña.


De repente... un vocerío:

¡parece, al pasar

el río,

que se orina la montaña!

(1940)



ALBA ESCRITA EN LA TARDE


Hablaré más allá de mis palabras.

Llegaré más allá de tus oídos.

Si pudiera penetrar en tu alma

a través de tus ojos,

le hubiera ya dicho

que tu imagen fatigó mi fatiga.


Y ahora,

cuando tu presencia no es carne

y puedo decir en voces

que tu recuerdo

—que es espíritu—

es una tentativa de felicidad;

cuando más me siento

esclavo de tu cariño ignorado,

ignorado de tu cariño, esclavo,

empiezo a darme cuenta

de que este amor naciente,

nutrido con miradas,

dormido con pensamientos albos,

puede edificar destinos

y adelantar futuros.


No le temo al gris-tristeza de esta tarde;

tu boca trae el rojo-alegre de los levantes mozos,

tu gesto, la gallardía de las razas caribes.


Elegida:

tú puedes eternizar los amaneceres

y hacer sonreír al Dolor;

por eso voy a ti,

tan impalpablemente como tu silencio.


Caminante ayer,

¡hoy me siento camino

para recibir la caricia de tu planta!

(1941)



SONETO DE YODO Y SAL


El mar quiere ser cielo... forma nubes de espuma;

su epidermis friolenta se da baños de sol;

hace poco quitóse sus frazadas de bruma

y en pijamas azules lo ha visto un caracol.


"Roservoir" de idealismos. Disolvente de penas.

Los ojos, los anhelos... mirarlo es navegar.

Las olas se suicidan cumpliendo las condenas

que ante los arrecifes les dicta el mismo mar.


Un barco fuma pipa quemando el horizonte.

Siento que mi Alegría se eleva como un monte

(dudo del alpinismo de mi antiguo Dolor).


Las palmeras de playa son gigantes sombrillas.

El viento riza el agua que cortaron las      quillas,

¡mientras dos garzas blancas enrojecen de amor!

(1942)



PALABRAS DE NIEBLA

EN PRESENTE DE OLVIDO


—1—


Borrada de lejanía.

Ausente de mis horas y de mi tiempo.


No eres una cicatriz

porque el pasado no fue una herida.


Divorciada de mi realidad:

muerta

como los días de un calendario antiguo.


¡Olvidada!

verso que no se recuerda;

canto que no se canta;

palabra que no se repite.


—2—


Mes y medio

mirando a aquel mar de litografía;

mes y medio

sonriéndole a una sonrisa que no era la tuya;

mes y medio

perdido en unos ojos-faros

que no eran tus ojos.


-3-


No olvido que olvidaste

que mi verso se compra con verso;

que ritmo es más que cifra;

que arte es más que moneda.


4

Perdida.

Lejanamente perdida.

Pañuelo de niebla

que no se agitó para la despedida.

Pañuelo de niebla

que no secó lágrimas.


-5-


El corazón es el mismo:

¡simplicidad de asta que cambió de bandera!

(1943)




DESCUBRIMIENTO


Ni triste ni contento,

vengo de las exequias de Caín...


De pie,

sobre una tierra

que nadie nombró antes;

ignorada de la Geografia;

abierta al sueño

y cerrada a la palabra;

donde por magia de su transparencia

el Hombre va enseñando el pensamiento,

y a manera de filtro

de la herencia,

sólo el bien

brota de su corazón.


Ahora te veo

a través de dormidos sentimientos,

más alma que carne. Tu voz

—la voz del sexo—

me llega débil...

(Oigo con la intención).


En estas latitudes,

en que un silencio visible supera las frases,

no puedo volver sobre mis pasos...


Huésped de las penumbras

y de las penitenciarías del más allá,

no se si avanzo o retrocedo

y en un solo sitio del alma

siento que al mismo tiempo

sigo los cuatro puntos cardinales.

Inexplicablemente,

hoy canta y

vibra

el verso introspectivo

que nació en el invierno de la ausencia.



Cuando tu vida late en los recuerdos,

cada recuerdo es muerte detenida.


Atado a la pureza de tu imagen,

aún te aguardo,

de pié,

sobre una tierra esperanzada

¡dónde están detenidos los tres tiempos,

y que ve en tu presencia fertilizante

la liberación de las especies y de los mundos!

(Panamá, 1951)



COMPUEBLANA

A Emma


Naciste con la luz de aquel paisaje,

del diálogo de trino y de pinares

que te dieron su ritmo.


Se me vienen encima los cuarenta

y el tiempo lo perdí en mirarte

y en decirte un poema intrascendente.

El tiempo se detuvo para verte

y rejuvenecía tras tus huellas.


Era...

cuando las amapolas se sonrojan

y el valle se le entrega a las floristas...


Yo contaba la edad con los encuentros

y adivinaba siglos en tu ausencia.


Aunque el verso dejó de ser juguete,

la imagen atrevida lo persigue:

desde la infancia

tus trenzas me enlazaron como a potro;

libro de cuatro páginas —tus ojos—

me enseñaron

luz de bien, de armonía y de belleza,

la luz de aquel paisaje.


Todavía,

adolescente te recuerdo,

y,

¡se me llena de verso el pensamiento

y me habla en esperanto... tu sonrisa!

(1955)


PAISAJE CERRADO


Tal vez el verso logre

lo que el alma no puede:

abrir las alas

y romper el límite

como si fuese una crisálida.

Tal vez...


Mente embotada.

Corazones anclados

en vidas circulares.

Y otra vez la rutina

dictando sus lecciones

inacabables

en los cerrados horizontes.


De adaptado a la angustia,

el hombre no se mueve

ni gime

y olvidó la fecha

del último grito

que lanzó a los aires.


Heráclito ha muerto

definitivamente;

lo cubren las cenizas de los siglos.


Nadie canta.

La sonrisa se ha petrificado

y la palabra

se congeló junto a la lágrima materna.


El verso. Tal vez el verso...

y la esperanza cambia de colores.

El hombre ha roto los espejos

como si quisiese destruir su imagen.


El vacío y la soledad

que modelan a los nuevos espíritus...

y una sola voz perdida

en la distancia,

inútil

para destruir

el tiempo

y amansar las realidades:

¡nunca!

1957)


MENSAJE


Esta

palabra verde,

silenciosa,

la planté junto al árbol

costero;

se elevó por su tronco,

caminó en cada rama

y se multiplicó en sus hojas...


Con las flores y el fruto,

con las cátedras

del trino,

maduró su cantar...


Después,

entre sus garras,

las fieras de los vientos

se llevaron el árbol...

¡Y quedó mi palabra

vengadora,

siempre verde,

siempre libre,

siempre nueva,

extrayéndole

sus músicas

al viento,

para dar

su canción!!



FLUVIAL


Cuando el río, sediento de descanso,

anestesia las aguas turbulentas,

en una idealidad de calmas lentas

acuatiza una nube en el remanso.


Camina hacia la fronda un viento manso

de ternura y caricias somnolientas...

Bajo un cielo de nubes cenicientas,

la tarde me bosteza un "yo me canso!".


Me pregunto: ¿si así será la muerte,

una tarde, un silencio y una nube

que envuelven con su gris el alma entera?


Y responde, con burla hacia lo inerte,

¡el pájaro que vuela mientras sube

la cólera del agua en la chorrera!

(1959)



HOMENAJE A

JUAN RAMON JIMENEZ


Se me cayó un pensamiento,

lo recogió mi palabra.

La primavera en mi adentro:

¡la música me brotaba!


El canto estaba en la sangre

como el trino está en el alba;

canción del viento en pinares:

ise posa el ritmo en la rama!


Se me callaron los versos

primero que las palabras;

enmudecieron los pájaros

después que hicieron mañana.


Silencio que se hizo música

en el pinar de mi alma;

¡el verso enciende sus luces

después que quema la entraña!


Se me cayó un pensamiento...

¡lo recogió mi palabra!

(1960)



POEMA DE BUSQUEDA

A Ada Balcácer


¿Resignación?

conformidad...

Esta fue la palabra

que no encontró mi torpeza,

cuando vacilaba

en el tambalear del idioma

y, negativa como una madrastra,

escapaba de la red de los diccionarios;

la que busqué por los siglos

en la nebulosa de los protozoos,

la palabra muerta,

sin voz ni acepciones.


Fallido brote mental.

Amarga esterilidad del pensamiento

que marchaba a tientas

en los túneles del tiempo.

Estrategia para esquivar el destino

y amansar la muerte.


Las estrellas formaron palabras

las palabras formaron poemas

con sangre estelar.


Ahora

para mí,

se murieron los números

encerrados en la celda del cálculo.

Ya no peso

ni mido,

simplemente yo floto en el tiempo

fugado de los calendarios;

simplemente yo vibro en el canto espacial.


Cuando tiraba piedras a la eternidad,

cayó como tenía que caer:

con los ojos repletos de cielo.

Acumuló luces diurnas

para la noche sin término.


Después del inri de la esperanza,

el refugio de la conformidad...

solamente.

(1973)



ALBA POÉTICA


Ya puede enmudecer

el poema

verbalista

de ayer

y de hoy,

limitado en las lenguas;

apagarse

sus fosforecencias seculares...

y nada se ha perdido.

Ya vendrá el de la nueva poesía,

la del cambio futuro,

virginal,

sustantiva y mesiánica,

la del alba espacial,

universal sin traductores.

(1976)



ORACION PANTEISTA

Al Lic. José A. Paniagua y esposa


Para que las palabras

si ya estoy muerto de silencio,

de este silencio que hicieron las palabras

y que dictó el cansancio.


Vine aquí a la montaña

con mi carga de nada en las alforjas

y ahora lo tengo todo:

el viento, el cielo y la arboleda.


Dueño soy del paisaje del ojo

y del otro del alma.

Para qué las palabras:

si el viento silba en los pinares;

el cielo habla con luces

en el día

y es alfabeto morse

en las noches de estrellas;

y a lo lejos,

canta el árbol con sus frutos de trino.


Un río que dialoga con las piedras

y moja de cielo sus aguas

bautismales.


Para qué las palabras:

si los cerros

tiñen de azul los pensamientos

y la sabana

pinta de verde las ideas.


¡Oh! montaña,

no me niegues

tu oración de silencio.

¡Oh! viento,

dame tú el mensaje de tus voces juveniles.


¡Oh! gramática de los cielos,

paleta de los atardeceres,

gramática sin palabras,

de trueno o de relámpago,

enséñame el lenguaje de las nubes:

¡alto,

puro,

transparente,

ecuménico!

(1976)



CARTA EN PENUMBRA

A MELBA MUNNÉ


Tú exaltabas al hombre

desnudo ante el paisaje,

optimista, frutal,

y había en tus palabras

un incontenido mensaje

de trinos vagabundos,

de esencias liberales.


Anillo de soledad,

sacerdotisa del poema alado,

espiritualizabas la arcilla pasajera,

almabas la carne

cuando la alimentabas

con luces estelares

aterrizadas en tus versos.


Ahora ves tu muerte

como una gran ofrenda,

como el apocalipsis de la carne

como un telón que cae...

y la obra resplandece.


Ya sé que no hay tumba

para quien prolongó su vida en cada libro,

jugaba con los astros,

y amanecía en los crepúsculos;

más que mujer-llama

fuiste mujer-faro,

en la noche vibrante de los trópicos,

en esta hora dura de fracasos,

cuando marcho inseguro en esta tierra

que desorienta el Norte,

y en que ya no me atrevo

a anteponerle el posesivo a la palabra patria.


Crucificada de la lira,

náufraga del ambiente,

yo te vi agonizar

en la estrechez del medio circundante,

pero nutrida de horizontes

renacías,

te agigantabas en tus estrofas,

bajo el oxígeno del viaje.

¡Oh señora de pluma,

de hélices

y quillas!


Insularmente

sola

Rebeldemente

única.

Te llevaste el secreto

de que escribir es desangrarse,

y de que el poema se hace

con pedazos de uno

y puñados de tierra,

mientras Eva sideral

descubría en su aislamiento

la amarga verdad de los poetas místicos:

¡solo matando el sexo

se acerca el hombre a Dios!

(1968)



ÍNDICE

Rubén Suro, o la poesía con una sola intención

Breve antología crítica.

1

Al negro antillano, constructor de carreteras (1935)

Letanía del cañaveral (1939).

Romance del tren sin rumbo (1939)

Romance de los bateyes (1939)

Proletario (1939)

Machepografía antillana (1952).

Salutación a Gregorio Urbano Gilbert y a Cayo Báez (1964)


2

Rabiaca del haitiano que espanta mosquitos (1934)

Monólogo del negro con novia (1935)

Sonsón, bailarín mulato (1937)


3

Cuatro poemas y una sola intención


I. Estrofas de pueblo para muchacha de campo (1940) 

II. Estrofas de campo para muchacha de campo (1940) 

III. Estrofas de campo para muchacha de pueblo (1940) 

IV. Estrofas de pueblo para muchacha de pueblo (1940) 


4

Voz para perderse en la montaña (1940)

Alba escrita en la tarde (1941)

Soneto de yodo y sal (1942)

Palabras de niebla en presente de olvido (1943)

Descubrimiento (1951)

Compueblana (1955)..

Paisaje cerrado (1957)

Mensaje (1959)

Fluvial (1959)..

Homenaje a Juan Ramón Jiménez (1960)

Poema de búsqueda (1976)

Alba poética 1976)

Oración panteísta (1976)

Carta en penumbra a Melba Munné (1968)




COLOFON

Esta primera edición de "Poemas de una Sola Intención", de

Rubén Suro, recopilada y anotada por Pedro Conde, se terminó 

de imprimir en Editora Taller, en marzo de 1978. Consta de

1,000 ejemplares.