jueves, 18 de enero de 2018

CURSILERÍAS ROMÁNTICAS

Pedro Conde Sturla

Hoy casi nadie lo conoce ni lo recuerda, salvo los viejos de mi generación, si acaso. Murió de cáncer aquí en Santo Domingo, en 1982, y creo que pocos fueron a su entierro.
Era un discreto cubano de la diáspora, pero su fama y popularidad rivalizaban en los años cincuenta y sesenta con las de Neruda y otros clásicos de la lengua, guardando desde luego la distancia.
Se llamaba José Ángel Buesa (1910-1982) y muchas de sus poesías las conocía de memoria, igual que mi compañero de curso en la Escuela Normal de Varones Presidente Trujillo, el vilipendiado y memoriógrafo Miguel Guerrero, que no me deja mentir.
Era un poeta pos romántico quizás trivial y superficial, que René del Risco admiraba e imitaba en sus primeros versos.

Era un poeta cuya poesía muchas veces era una repetición de repeticiones, plagada de todos los lugares comunes del romanticismo, sensiblero y nostálgico y llorón, como tantos poetas románticos, y muchos lloraron con él mares de un lágrimas.


Su libro “Oasis” (1943), una especie de antología, se editó muchas veces y es posible que del mismo se vendieran más de un millón de ejemplares. Se vendía en efecto como pan caliente en Santo Domingo y el autor y sus poemas eran poco menos que venerados, era un autor de culto en una época en la que cualquier bachiller aprendía en la gramática de Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña algunos de los mejores poemas de la lengua española.
Nadie escapaba, en los corrillos literarios de una época de declamaciones solemnes en fiestecillas familiares y serenatas, de la influencia que ejercía su majestad José Ángel Buesa. No faltaban en fiestecillas familiares o serenatas al pie de un balcón, declamaciones solemnes de los poemas de Buesa (junto a los de Héctor J. Díaz por cierto). Todos los que habían sufrido o sufrirían la enfermedad incurable del amor recitaban a boca llena los memorables poemas de Buesa que, románticamente cursis, nos tocaban el alma un poco a todos.
En una escena de la extraordinaria y sentimentaloide película de Claude Lelouch, “Un hombre y una mujer” (recuerdos inolvidables de Monterrey y el México de otra época), la coprotagonista Anouk Aimée, prende el radio del automóvil deportivo que conduce el protagonista Jean Louis Trintignant y se escucha la voz de Edith Piaf. Ella se echa a reir. Él le dice que veinte años atrás hacía llorar a todo París y ella vuelve a reír.
Muchos reirán también de estas cursilerías románticas de José Ángel Buesa que publico a continuación y otros volverán a llorar o a sentir la nostalgia de una época en que la poesía cursi o no cursi circulaba entre un público de lectores que amaba la poesía y ya no existe. 
POEMA DEL RENUNCIAMIENTO
Pasarás por mi vida sin saber que pasaste. / Pasarás en silencio por mi amor, y al pasar, / fingiré una sonrisa, como un dulce contraste / del dolor de quererte … y jamás lo sabrás. / Soñaré con el nácar virginal de tu frente; / soñaré con tus ojos de esmeraldas de mar; / soñaré con tus labios desesperadamente; / soñaré con tus besos … y jamás lo sabrás. / Quizás pases con otro que te diga al oído / esas frases que nadie como yo te dirá; / y, ahogando para siempre mi amor inadvertido, / te amare más que nunca … y jamás lo sabrás. / Yo te amare en silencio, como algo inaccesible, / como un sueño que nunca lograré realizar; / y el lejano perfume de mi amor imposible / rozará tus cabellos … y jamás lo sabrás. / Y si un día una lágrima denuncia mi tormento, / – el tormento infinito que te debo ocultar – / te diré sonriente: “No es nada … ha sido el viento”. / Me enjugaré la lágrima… ¡y jamás lo sabrás!
ASÍ, VERTE DE LEJOS
Así, verte de lejos, definitivamente. / Tú vas con otro hombre, y yo con otra mujer. / Y así que como el agua que brota de una fuente / aquellos bellos días ya no pueden volver. /Así, verte de lejos y pasar sonriente, / como quien ya no siente lo que sentía ayer, / y lograr que mi rostro se quede indiferente / y que el gesto de hastío parezca de placer. / Así, verte de lejos, y no decirte nada / ni con una sonrisa, ni con una mirada, / y que nunca sospeches cuanto te quiero así. / Porque aunque nadie sabe lo que a nadie le digo, / la noche entera es corta para soñar contigo / y todo el día es poco para pensar en ti.
BALADA DEL MAR AMOR
Qué lástima muchacha, / que no te pueda amar. / Yo soy un árbol seco que sólo espera el hacha, / y tú un arroyo alegre que sueña con el mar. / Yo eché mi red al río…/ Se me rompió la red… / No unas tu vaso lleno con mi vaso vacío, / pues si bebo en tu vaso voy a sentir más sed. / Se besa por el beso, / por amar el amor… / Ese es tu amor de ahora, pero el amor no es eso, / pues sólo nace el fruto cuando muere la flor./ Amar es tan sencillo, / tan sin saber por qué… / Pero así como pierde la moneda su brillo, / el alma, poco a poco, va perdiendo su fe. /¡Qué lástima muchacha, / que no te pueda amar! / Hay velas que se rompen a la primera racha, / ¡y hay tantas velas rotas en el fondo del mar! / Pero aunque toda herida / deja una cicatriz, / no importa la hoja seca de una rama florida, / si el dolor de esa hoja no llega a la raíz. / La vida, llama o nieve, / es un molino que / va moliendo en sus aspas el viento que lo mueve, /triturando el recuerdo de lo que ya se fue… /Ya lo mío fue mío, / y ahora voy al azar… /Si una rosa es más bella mojada de rocío, / el golpe de la lluvia la puede deshojar…Tuve un amor cobarde. / Lo tuve y lo perdí… / Para tu amor temprano ya es demasiado tarde, /porque en mi alma anochece lo que amanece en ti. / El viento hincha la vela, pero la deshilacha, / y el agua de los ríos se hace amarga en el mar… / ¡Qué lástima muchacha, / que no te pueda amar!
POEMA DE LA ESPERA
Yo sé que tú eres de otro y a pesar de eso espero. / Y espero sonriente porque yo sé que un día / como en amor, el último vale más que el primero / tú tendrás que ser mía. / Yo sé que tú eres de otro pero eso no me importa. / Porque nada es de nadie si hay alguien que lo ansía. / Y mi amor es tan largo y la vida es tan corta /que tendrás que ser mía. / Yo sé que tú eres de otro. / Pero la sed se sacia solamente en el fondo de la copa vacía. / Y como la paciencia puede más que la audacia / tú tendrás que ser mía. /Por eso en lo profundo de mis sueños despiertos / yo seguiré esperando porque sé que algún día / buscarás el refugio de mis brazos abiertos / y tendrás que ser mía.
EL CLAVEL SECO
Como el clavel del patio estaba seco, / yo, entristecido por sus / tristes males, / baje al jardín para cavar un hueco, / en buena sombra entre dos rosales. / Y eran rosales cerca, gajo a gajo / en una cercanía indiferente / pero al cavar un poco, vi allá abajo / sus raíces trenzadas locamente. / Así, esta tarde, descubrí el secreto / de un cariño verdadero, hondo y discreto, / trasplantando un clavel que se secó. / Y, en nuestra indiferente cercanía, / qué loco ensueño se descubriría / si alguien cavara un hueco entre tu y yo.
POEMA DEL DOMINGO TRISTE
Este domingo triste pienso en ti dulcemente / y mi vieja mentira de olvido ya no miente. / La soledad a veces es el peor castigo, / ah, ¡pero qué alegre todo si estuvieras conmigo! / Entonces no querría mirar las nubes grises / formando extraños mapas de imposibles países / y el monótono ruido del agua no sería / el motivo secreto de mi melancolía. / Este domingo triste nace de algo que es mío, / que quizás es tu ausencia y quizás es mi hastío, / mientras corren las aguas por la calle en declive / y el corazón se muere de un ensueño que vive. / La tarde pide un poco de sol, como un mendigo, / y acaso hubiera sol si estuvieras conmigo, / y tendría la tarde, fragantemente muda, / el ingenuo impudor de una niña desnuda. / Si estuvieras conmigo, amor que no volviste. /  ¡Qué alegre me sería este domingo triste! 

3 comentarios:

maria sturla dijo...

Gracias Primo Pedro por darnos esos hermosos recuerdos de la juventud!

Unknown dijo...

Gracias por reconocer el valor de la poesía, en un mundo donde ya nadie recita ni la valora. Que donde esté José Angel Buesa sepa que sus versos no se los llevó el viento ni los enterró el paso del tiempo!!!

Unknown dijo...

Gracias por reconocer el valor de la poesía, en un mundo donde ya nadie recita ni la valora. Que donde esté José Angel Buesa sepa que sus versos no se los llevó el viento ni los enterró el paso del tiempo!!!Nina Miolán