Pedro Conde Sturla
25 junio, 2021
Aquel poema al inicio de aquel libro me produjo una emoción parecida a una conmoción, un sacudimiento visceral. Era un poema desafiante, de William Ernest Henley, al que alguien le puso un título que el autor no le había puesto: “Invictus”. Un título preciso, impecable, que se corresponde perfectamente con el sentido del poema. Ha sido traducido muchas veces al español y de alguna manera conserva su fuerza. La versión que siempre he preferido es la que aparece a manera de epígrafe en aquel libro: