jueves, 31 de mayo de 2018

UN TURCO LLAMADO MUSTAFÁ (1-4)

 Pedro Conde Sturla 
(1)
Cada año, a las 9:05 de la mañana del día 10 de noviembre, Turquía se paraliza y sus habitantes dedican un minuto de silencio a la memoria de Mustafá Kemal Atatürk. A esa hora y en ese día murió en 1938 -cuando apenas cumplía 57 años- uno de los grandes reformadores de la historia, el fundador y padre de la patria de la República turca.

Muchas cosas en este glorioso personaje son excepcionales, incluyendo su lugar de nacimiento: Salónica, la ciudad de los espíritus, como la define Mark Mazower en su obra homónima. Una ciudad que conserva el nombre de la hija del conquistador Filipo de Macedonia, el padre de Alejandro, desde que la fundaran los griegos cuatro siglos antes de nuestra era:

martes, 29 de mayo de 2018

EL NOMBRE DE LAS COSAS

La magia o destreza de un escritor consiste muchas veces en los giros inusitados que imprime al lenguaje, esos giros en qué las palabras se vuelven una sola cosa con el sentido que fundan...
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JUAN RAMÓN JIMÉNEZ: EL NOMBRE EXACTO DE LAS COSAS

.“¡Inteligencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
… Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas…
¡Inteligencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!.”
(Eternidades, 1918)
Comentario:
Este bello poema de Juan Ramón presenta un antiguo problema de la filosofía: la relación entre el lenguaje y la realidad. Frente al lenguaje cotidiano (mal llamado ‘natural’),  el poeta exige un (el) lenguaje que se corresponda exactamente con las cosas, ‘dame el nombre exacto de las cosas’, un lenguaje que no sea arbitrario y convencional, sino que guarde una relación natural con la realidad. Más aún, que la ‘palabra sea la cosa misma’. Este será el lenguaje digno de ser llamado verdaderamente ‘natural’, el lenguaje poético por excelencia. 
Este lenguaje ha de surgir del nivel más profundo de la conciencia: ‘que mi palabra sea …. creada por mi alma nuevamente’. Será un lenguaje de la inteligencia y universal: ‘¡Inteligencia, dame el nombre exacto, y tuyo, y suyo, y mío, de las cosas!.’, por tanto no afectado por las diferencias individuales, el espacio o el tiempo. El lenguaje convencional arbitrario no nos permite conocer directamente la realidad, es sólo un sistema sustitutivo que apunta hacia ella (en el mejor de los casos). Por el contrario, este lenguaje verdaderamente natural permitirá a todos conocer la realidad, subsanar el olvido (ignorancia) y restaurar nuestra conexión con la realidad: ‘Que por mí vayan todos los que no las conocen, a las cosas; que por mí vayan todos los que las olvidan, a las cosas; que por mí vayan todos los mismos que las aman, a las cosas’
Este tema tiene una larga historia en la filosofía, la teología y la ciencia. Se remonta ya a los orígenes de la tradición védica y su doctrina de los cuatro niveles del lenguaje, recogida luego en la escuela Vyakaran por Bhartrihari:
“Es la fuente suprema de la palabra, triple como Vaikharî, Madhyamâ Pashyantî, y que se realiza a través de varios estadios”.
(Bhartrihari: Vâkyapadîya, I, 143).
Lenguaje, nivelesEl nivel más externo es la palabra hablada (vaikharî) donde el lenguaje se expresa como un impulso físico de sonido. Más sutil e interno es el nivel del pensamiento (madhyamâ), el lenguaje mental. En estos dos niveles el lenguaje es diferente de su referente y está basado en la distinción entre sonido y significado.
En el nivel más sutil del pensamiento, el punto de unión entre la conciencia pura y sus estados excitados, el sonido y el significado están unificados de modo natural, su correspondencia no es arbitraria. Este nivel se llama pashyantî. La fuente última del lenguaje es trascendental, parâ, la conciencia pura. Aquí lenguaje y realidad coinciden plenamente. Una ley de la naturaleza es conocida como un impulso de la conciencia y es ella misma su propio lenguaje. Este lenguaje universal es el lenguaje con el cual la conciencia pura se habla a sí misma y crea sus propios impulsos de sonido y de significado. Este es el origen del sánscrito védico, el lenguaje del Veda, el lenguaje de la naturaleza.
Platón dedica todo un diálogo, el Cratylo, a examinar la relación que existe entre el lenguaje y la realidad. El Cratylo se abre presentando dos posturas contrarias sobre la relación entre las cosas y las palabras: naturalismo (para cada objeto existe sólo un nombre correcto que expresa su naturaleza) y convencionalismo (la relación es arbitraria).
Platón afirma que la palabra debe expresar el verdadero ser  de las cosas mediante la voz.  El lenguaje es imitación, mímesis. Un nombre enuncia correctamente un objeto si imita su Forma, su esencia estable y duradera. Se remonta entonces al lenguaje primero y original, que dio por primera vez nombres a las cosas. La inteligencia que lo creó debía necesariamente conocer el verdadero ser de las cosas, las Formas. En este primer lenguaje las Formas eran los significados de las palabras: de los nombres y de los verbos. Las palabras tenían un significado completo, universal, inmutable, perfecto.
Las palabras no sólo tienen significado, sino además sonido. En este primer lenguaje los sonidos se correspondían con las Formas e imitaban su naturaleza. Existía una relación natural entre el nombre y lo designado, entre el sonido y  el significado. Era un lenguaje natural, no arbitrario, ni convencional. Puesto que los objetos son copias de las Formas, las palabras se corresponden con las cosas, los objetos son reflejos del sonido y del significado del lenguaje primordial. Era un lenguaje perfecto, invariable y universal. A partir de aquí sólo pudo degradarse para dar lugar a los múltiples lenguajes existentes.
Esta idea de un lenguaje original, universal, perfecto y trascendental reaparece en las especulaciones de los teólogos del renacimiento bajo la forma del ‘lenguaje adámico’, el lenguaje que hablaba Adán en el paraíso, cuando puso por primera vez nombres a los seres. La historia de la torre de Babel simboliza también la idea de un lenguaje único y universal anterior a la ‘confusión de lenguas’.
En la edad moderna esta idea toma cuerpo en Böehme y su ‘lenguaje de la naturaleza’ en el que las palabras se corresponden con las ‘signaturas’ de las cosas. Continúa en Descartes (carachterística universalis) y en Leibniz como la búsqueda de un lenguaje ordenado y universal en el que pudiera estar contenido todo el conocimiento verdadero. En el siglo XX se expresa en Frege, el primer Wittgenstein y en la lógica matemática como la aspiración de construir un lenguaje lógicamente perfecto, libre de las múltiples deficiencias del lenguaje ordinario. En Husserl con su doctrina de los significados universales accesibles a la intuición desde la conciencia pura. Y de la mano de Chomsky como una gramática de los universales lingüísticos, la estructura innata común a todos los lenguajes que hace posible su aprendizaje y entendimiento.
Didáctica:
Este texto literario es adecuado para introducir un gran variedad de cuestiones sobre el lenguaje: su relación con la conciencia, el conocimiento y la realidad, la relación signo-referente, las teorías sobre el significado, etc., dentro del bloque sobre ‘Conocimiento y realidad’ en la Filosofía de 1º. Permite también un tratamiento del tema del lenguaje en numerosos autores de la Historia de la Filosofía, especialmente los defensores de la concepción trascendental del lenguaje.. En Psicología puede usarse para introducir la concepción del lenguaje de Chomsky y la relación entre lenguaje, pensamiento y aprendizaje.
Preguntas para los alumnos:
1.- Compara la postura de Juan Ramón Jiménez con el ‘lenguaje de la naturaleza’ de Böehme. ¿Qué semejanzas hay entre ambos?
2.- Compara la postura de Juan Ramón Jiménez con la de Platón expuesta en el comentario y en su diálogo Cratylo.
3.- Compara la postura de Juan Ramón Jiménez sobre la relación entre el lenguaje ‘verdadero’ y la realidad con la de Wittgenstein.
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sábado, 26 de mayo de 2018

UN TURCO LLAMADO MUSTAFÁ (3 de 3)

Un turco llamado Mustafá (3-3)

Mustafá Kemal estaba en Siria cuando el imperio otomano, derrotado por “las potencias vecinas y la implosión de los nacionalismos internos”[1], capituló en forma humillante ante la llamada Triple entente, de la cual se había separado Rusia a raíz de la revolución bolchevique. Esta pérdida se había compensado con la entrada de los Estados Unidos, que sería el mayor beneficiario de la contienda.
La firma del armisticio de Mudros el 30 de octubre de 1918, una rendición incondicional, puso al imperio de rodillas, lo obligó a desprenderse de todos sus territorios, a excepción de Anatolia o Asia menor (actual Turquía).
Mustafá Kemal estaba de acuerdo con la retirada de los territorios no turcos a condición de la preservación a cualquier costo de la tierra donde habitaba la mayoría de los suyos, pero ingleses y franceses también estaban interesados en desmembrar Asía Menor, los griegos soñaban con Estambul, la capital del antiguo imperio bizantino, y también con la idea de recuperar el país que ahora ocupaban en su mayoría los turcos. 
El tratado de paz de Sevres, firmado en 1920, endurecía los términos del armisticio de Mudros y contemplaba la creación de Kurdistán y de la Gran Armenia:
“Como consecuencia de las durísimas condiciones de paz impuestas al gobierno de Estambul, el ejército fue en gran parte desmovilizado, al tiempo que las tropas de las potencias aliadas ocupaban el territorio turco desde distintos frentes. Los británicos mantuvieron el control sobre la capital y sobre el propio sultán. Las imposiciones hechas en el armisticio de Mudros fueron ratificadas en el Tratado de Sèvres, por el cual el Imperio renunció a todos sus territorios no turcos (Macedonia, Siria, Palestina, Armenia y Arabia), además de a las islas del Dodecaneso y Rodas, cedidas a Grecia, que también recibió Anatolia occidental por un período de cinco años, tras el cual se revisaría el estatuto del territorio mediante plebiscito. El ejército turco fue evacuado de los estrechos, que quedaron bajo control aliado. El Imperio quedó así reducido a una estrecha franja en torno a Estambul y a Anatolia, sin Esmirna ni los territorios orientales, para los que los vencedores establecieron la creación de una república armenia independiente. Las capitulaciones incluían asimismo una serie de acuerdos comerciales y jurídicos muy ventajosos para las potencias aliadas, además de sustanciosas indemnizaciones de guerra”.[2]
Mientras el imperio otomano se hundía, la fama de Mustafá Kemal se acrecentaba. Era el hombre del momento y cuando regresó a Estambul fue recibido como un héroe, como lo que era. Al mismo tiempo, una ola de nacionalismo y furor popular se apoderaba del país y en Anatolia había tropas que permanecían acantonadas y se negaban a desmovilizarse. Alguien tuvo entonces la feliz ocurrencia de sugerirle u ordenarle al nuevo sultán que enviase a Mustafá Kemal a poner orden en la región y el tiro salió por la culata, uno de tantos. Mustafá Kemal impuso y puso -a sangre y fuego- el orden, otro tipo de orden.
Primero puso en orden su conciencia, se desentendió de las instrucciones recibidas y se dedicó a la formación de un movimiento nacionalista contra los invasores, aglutinó a los más diferentes sectores de la población con un programa político de carácter liberal, formó un ejército y se dispuso a la toma del poder. 
En 1920 puso orden político en toda la región, estableciendo un gobierno provisional que proclamó Ankara como la nueva capital del país en la región de Anatolia central, el centro medular de país. Una jugada maestra.
En 1921 puso el orden a los griegos, que habían invadido la región de Esmirna y desatado una represión feroz contra la población. A estos los derrotó, los puso en fuga y los expulsó del país tras un par de victorias aplastantes.
Mientras tanto, el sultán o los dueños del sultán habían puesto precio a su cabeza que adquirió un valor inconmensurable en la medida en que se consolidaba el movimiento nacionalista y Kemal obtenía victoria tras victoria en la lucha por independizar a la futura Turquía del dominio extranjero y de la monarquía otomana. 
Durante el proceso de unificación y reconquista, el pragmático Mustafá Kemal se deshizo por medios radicales de los radicales de izquierda que contaminaban y ponían a su juicio en peligro la causa nacionalista, Así, “Tras eliminar al fundador del Partido Comunista, Mustafá Suphi, ordenó la desarticulación del Ejército Verde de Edhem Cerkes, constituido a imagen y semejanza del Ejército Rojo soviético, y que ya había emprendido la revolución socialista en algunas regiones de Anatolia con la confiscación de tierras”.[3]
Sin embargo, Kemal mantuvo excelentes relaciones con los soviéticos, de los cuales recibió apoyo económico y militar. Pero el apoyo no fue gratis, sino “a cambio de la sustitución de la república armenia establecida por los aliados por una Armenia soviética y la cesión a la federación soviética del Azerbaiján”.[4]
Mustafá Kemal también puso orden en el frente diplomático y logró que Francia y otros países reconocieran el régimen. A los ingleses los puso en orden hablándoles en el idioma que mejor entendían y entienden, el de la fuerza armada, la fuerza bruta, la amenaza de involucrarlos en un nuevo conflicto bélico contra un pueblo en pie de lucha.
“Finalmente, Kemal forzó las negociaciones, que se concretaron en el Tratado de Lausana de 1923, por el que las potencias aliadas reconocieron la soberanía nacional del nuevo Estado de Turquía sobre los territorios de Esmirna, Tracia oriental y Anatolia. Además, se anularon en bloque las indemnizaciones de guerra. El 29 de octubre de 1923, Kemal pudo finalmente deponer al sultán y proclamar la República de Turquía”.
El genio de Mustafá Kemal había puesto a Turquía en el siglo XX. Toda una obra de arte, una perfecta ecuación de ciencia política.
[2] Ibid
[3] Ibid
[4] Ibid



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Pedro Conde Sturla
26 mayo, 2018


Mustafá Kemal estaba en Siria cuando el imperio otomano, derrotado por “las potencias vecinas y la implosión de los nacionalismos internos”[1], capituló en forma humillante ante la llamada Triple entente, de la cual se había separado Rusia a raíz de la revolución bolchevique. Esta pérdida se había compensado con la entrada de los Estados Unidos, que sería el mayor beneficiario de la contienda.

martes, 22 de mayo de 2018

LA ESCUELA DEL ODIO

Estos niños no son palestinos y los entrenan en la escuela para odiar.

Los judíos enseñan a los palestinos a odiar a los judíos.
Son los mejores maestros y el sistema de enseñanza es el terror.

DEL LIBRO DE ZHUANGZI Y OTRAS SABIDURÍAS (1-4)

El libro de Zhuangzi

El maestro Zhuang o Chuang evidentemente no confiaba en las apariencias ni en las certidumbres propias de ignorantes y fanáticos.

Zhuangzi soñó una vez que era una mariposa que a su vez podía estar soñando que era Zhuangzi. Este famoso sueño que durante siglos ha deleitado y perturbado la mente de infinitos lectores, forma parte de un maravilloso conjunto de historias y anécdotas, de alegorías, parábolas y fábulas que se conoce como “Libro de Zhuangzi” o “Zhuangzi”  (también llamado Chuang Tzu, Chuang Tse, Zhuang Zhou y Chuang Chou para complicar las cosas). Algo que significa Maestro Zhuang, literalmente
El autor vivió alrededor del siglo IV a.C. y es poco lo que se sabe de su vida, pero “sea cual fuere su inescrutable origen”, lo cierto es que la importancia de su legado es imponderable. “El académico de Asia Oriental y traductor del “Zhuangzi”, Burton Watson, ha notado que ‘Quien quiera que haya sido Zhuang Zhou, los escritos atribuidos a él portan la estampa de una mente brillante y original”.

lunes, 21 de mayo de 2018

EL EMPERADOR SHIH HUANG TI (1-4)

El primer emperador

Shih Huang Ti, llamado también Qin Shi Huang para complicar las cosas, transformó a China de una manera radical

En el año 247 a .C, Shih Huang Ti se proclamó primer emperador de China y lo sería hasta el 210. En esa época, el siglo tercero, del otro lado del mundo se libraban entre Roma y Cartago las guerras púnicas que culminarían con la destrucción de esta última, la eterna Grecia vivía el período helenístico, la difusión de la cultura griega por el cercano y Medio Oriente, en Egipto reinaban felizmente los Tolomeo y Alejandría era probablemente la ciudad  más bella, la más esplendorosa del mundo.




Shih Huang Ti
Shih Huang Ti


sábado, 19 de mayo de 2018

¿Quién recuerda la masacre de los armenios?


Pedro Conde Sturla
6 de agosto 2011


La masacre de más de un millón de armenios por parte  de los turcos casi no existe en los medios de prensa y casi ni en la historia, como no existe el despojo de las tierras de los palestinos por parte de los judíos, que los tildan de terroristas mientras ejercen el terrorismo que acompaña al saqueo, como no existe casi en los medios de prensa el hecho que los judíos mantienen prisioneros en la franja de Gaza a dos millones de palestinos a los que no permiten el acceso elemental de comida y medicina. Así tampoco existen muros  de cemento que rodean las aldeas palestinas de Cisjordania con exclusión de las tierras labrantías que en un sesenta por .ciento están en mano de un seis por ciento de “colonos” judíos que les niegan hasta el agua y cometen todo tipo de abusos. De hecho Israel es el único país del mundo que mantiene en prisión a todo un pueblo y la prensa libre dice poco o nada, salvo que son terroristas las víctimas de los judíos.

Un turco llamado Mustafá (2)

            Pedro Conde Sturla

Un turco llamado Mustafá (2)

La Ciudad de Salónica, que había sido conquistada por los turcos en 1430, volvió a manos de los griegos en 1912 a raíz de la primera guerra balcánica. Allí, paradójicamente, habían nacido Mustafá Kemal y el movimiento de los Jóvenes turcos, financiado en parte por la población mayoritariamente judía de la ciudad. 
Salónica, la ciudad de los espíritus, era la única en su época donde los judíos constituían una mayoría, unos ochenta mil de un total de ciento veinte mil habitantes. Por eso también le llamaban entonces la Jerusalén de los Balcanes, y su destino sería trágico a manos de los nazis durante la segunda guerra mundial, aunque no tanto como el de la verdadera Jerusalén a manos de los cristianos de las cruzadas en 1099, cuando la liberaron de los musulmanes.Los cruzados pasaron a cuchillo o por la hoguera a toda la población, incluyendo hombres, mujeres y niños. Derramaron -como dice Henry Pirenne en su “Historia de Europa”- “torrentes de sangre en nombre del Dios del amor y de la paz, del cual se estaba conquistando la tumba”.
Imperio otómano
El imperio otomano o imperio turco, como se le quiera llamar, había surgido oficialmente en el año 1299 y debía su nombre a la dinastía fundada por Osman I. En el período de mayor expansión se extendía por tres continentes: la costa norte de África, el medio oriente y los Balcanes y otros territorios del sureste de Europa, y ocupaba un área de más de cinco millones de kilómetros cuadrados, tenía veinte y nueve provincias (un poco menos que la República Dominicana) y un montón de estados vasallos, incluyendo a Crimea. Era un estado multiétnico y multi confesional que respetó y protegió en lo esencial a las minorías y muy en especial a los judíos que los reyes católicos expulsaron de España, los sefarditas.
En la época de Mustafá Kemal el imperio se había reducido considerablemente a causa de las guerras con Rusia y el “estallido del nacionalismo balcánico, concretado en guerras de liberación” nacional y una inmensa ola de descontento popular. La violencia estatal contra ese descontento popular se materializó en la rebelión de los Jóvenes Turcos (con el llamado Enver Bey o Enver Pasha a la cabeza), los cuales presionaron al sultán para que aceptara una constitución y luego, en 1909, lo derrocaron y pusieron a su hermano.
De hecho, lo suplantaron, conservando las apariencias y desde entonces hasta 1818 el poder estuvo en sus manos como se describe a continuación:
“En julio de 1908, siendo (Mustafá Kemal) jefe de estado mayor de Sawqat, participó en el levantamiento del ejército de Macedonia que a punto estuvo de derrocar al sultán. La revuelta militar obligó a Abdül-Hamid II a poner en vigor la Constitución de 1876, lo que significaba de hecho la caída del régimen absolutista. El sultán siguió siendo líder religioso del Imperio, en cuanto que califa, pero el sultanato sólo conservó su apariencia nominal. Desde entonces hasta el fin de la Primera Guerra Mundial, los Jóvenes Turcos -liderados por dos oficiales, Cemal Bey y Enver Bey, y un funcionario, Talaat Bey- dirigieron el destino de Turquía. En 1909, al intentar un retroceso a la situación anterior, Abdül-Hamid fue depuesto y sustituido por su hermano, Mehmet V”.   [i]   
Mustafá Kemal simpatizaba hasta un cierto punto con el movimiento, aunque tenía también profundas diferencias y tomó distancia del poder político, se mantuvo en un segundo plano y se consagró astutamente a su carrera militar. Al parecer, en esos años se daba cuenta de que la vastedad y diversidad étnica y cultural del imperio otomano eran ya inmanejables y estaba interesado mayormente en mantener el territorio donde predominaba la población turca, específicamente la de Anatolia o Asia menor. Además, a su juicio la monarquía y el islamismo constituían una retranca histórica de la que había que deshacerse.
Entre los Jóvenes Turcos prevalecía en cambio la idea “de preservar la estructura imperialista otomana al tiempo que intentaban reformar sus estructuras políticas”. [ii] En consecuencia, no vacilaron en perpetrar la terrible represión contra los armenios, el llamado genocidio armenio, el primero del siglo XX, que costó la vida a más de un millón de personas.
Kemal no parece haber estado involucrado en el sangriento episodio, aunque algunas fuentes afirman lo contrario, pero evidentemente no veía con buenos ojos la causa separatista de los armenios en la frontera con su archienemigo ruso.
La alianza del desgastado imperio otomano con el imperio alemán y austrohúngaro contra Inglaterra, Francia y Rusia en la primera guerra mundial terminó siendo un desastre, pero era en el fondo una alianza natural. Hacía tiempo que estás naciones estaban, de hecho, en guerra no declarada contra el imperio otomano. Lo hostigaban continuamente, fomentaban los movimientos separatistas, ambicionaban el territorio en todo o en parte. En Egipto, que se había independizado en 1805, los ingleses se habían hecho dueños del canal de Suez, lo compraron compulsivamente con un jugoso préstamo proporcionado por los superbanqueros judíos de la casa Rothschild.
Durante la guerra, los Jóvenes Turcos sufrieron derrota tras derrota al tiempo que Mustafá Kemal acumulaba victoria tras victoria. Con anterioridad había librado una brillante campaña contra los invasores italianos en el territorio de lo que entonces recibía el nombre de Tripolitania y luego Libia. La Libia que el imperio usamericano y sus aliados convirtieron en confeti en años recientes. Luego se impuso a los británicos y franceses en Gallípoli, se cubrió literalmente de gloria al derrotarlos e impedirles el paso hacia el estrecho de los Dardanelos, salvar a Constantinopla y obligarlos a retirarse. En el frente oriental paró en seco a las tropas del ejército ruso, y en Siria y Palestina volvió a combatir y enseñarles un poco de humildad a los británicos. 




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         La Ciudad de Salónica, que había sido conquistada por los turcos en 1430, volvió a manos de los griegos en 1912 a raíz de la primera guerra balcánica. Allí, paradójicamente, habían nacido Mustafá Kemal y el movimiento de los Jóvenes turcos, financiado en parte por la población mayoritariamente judía de la ciudad. Salónica, la ciudad de los espíritus, era la única en su época donde los judíos constituían una mayoría, unos ochenta mil de un total de ciento veinte mil habitantes. Por eso también le llamaban entonces la Jerusalén de los Balcanes, y su destino sería trágico a manos de los nazis durante la segunda guerra mundial, aunque no tanto como el de la verdadera Jerusalén a manos de los cristianos de las cruzadas en 1099, cuando la liberaron de los musulmanes. Los cruzados pasaron a cuchillo o por la hoguera a toda la población, incluyendo hombres, mujeres y niños. Derramaron -como dice Henry Pirenne en su “Historia de Europa”- “torrentes de sangre en nombre del Dios del amor y de la paz, del cual se estaba conquistando la tumba".
         El imperio otomano o imperio turco, como se le quiera llamar, había surgido oficialmente en el año 1299 y debía su nombre a la dinastía fundada por Osman I. En el período de mayor expansión se extendía por tres continentes: la costa norte de África, el medio oriente y los Balcanes y otros territorios del sureste de Europa, y ocupaba un área de más de cinco millones de kilómetros cuadrados, tenía veinte y nueve provincias (un poco menos que la República Dominicana) y un montón de estados vasallos, incluyendo a Crimea. Era un estado multiétnico y multi confesional que respetó y protegió en lo esencial a las minorías y muy en especial a los judíos que los reyes católicos expulsaron de España, los sefarditas.
         En la época de Mustafá Kemal el imperio se había reducido considerablemente a causa de las guerras con Rusia y el “estallido del nacionalismo balcánico, concretado en guerras de liberación” nacional y una inmensa ola de descontento popular. La violencia estatal contra ese descontento popular se materializó en la rebelión de los Jóvenes Turcos (con el llamado Enver Bey o Enver Pasha a la cabeza), los cuales presionaron al sultán para que aceptara una constitución y luego, en 1909, lo derrocaron y pusieron a su hermano.
De hecho, lo suplantaron, conservando las apariencias y desde entonces hasta 1818 el poder estuvo en sus manos como se describe a continuación:
“En julio de 1908, siendo (Mustafá Kemal) jefe de estado mayor de Sawqat, participó en el levantamiento del ejército de Macedonia que a punto estuvo de derrocar al sultán. La revuelta militar obligó a Abdül-Hamid II a poner en vigor la Constitución de 1876, lo que significaba de hecho la caída del régimen absolutista. El sultán siguió siendo líder religioso del Imperio, en cuanto que califa, pero el sultanato sólo conservó su apariencia nominal. Desde entonces hasta el fin de la Primera Guerra Mundial, los Jóvenes Turcos -liderados por dos oficiales, Cemal Bey y Enver Bey, y un funcionario, Talaat Bey- dirigieron el destino de Turquía. En 1909, al intentar un retroceso a la situación anterior, Abdül-Hamid fue depuesto y sustituido por su hermano, Mehmet V”.   [i]   
Mustafá Kemal simpatizaba hasta un cierto punto con el movimiento, aunque tenía también profundas diferencias y tomó distancia del poder político, se mantuvo en un segundo plano y se consagró astutamente a su carrera militar. Al parecer, en esos años se daba cuenta de que la vastedad y diversidad étnica y cultural del imperio otomano eran ya inmanejables y estaba interesado mayormente en mantener el territorio donde predominaba la población turca, específicamente la de Anatolia o Asia menor. Además, a su juicio la monarquía y el islamismo constituían una retranca histórica de la que había que deshacerse.
Entre los Jóvenes Turcos prevalecía en cambio la idea “de preservar la estructura imperialista otomana al tiempo que intentaban reformar sus estructuras políticas”. [ii]En consecuencia, no vacilaron en perpetrar la terrible represión contra los armenios, el llamado genocidio armenio, el primero del siglo XX, que costó la vida a más de un millón de personas.
Kemal no parece haber estado involucrado en el sangriento episodio, aunque algunas fuentes afirman lo contrario, pero evidentemente no veía con buenos ojos la causa separatista de los armenios en la frontera con su archienemigo ruso.
La alianza del desgastado imperio otomano con el imperio alemán y austrohúngaro contra Inglaterra, Francia y Rusia en la primera guerra mundial terminó siendo un desastre, pero era en el fondo una alianza natural. Hacía tiempo que estás naciones estaban, de hecho, en guerra no declarada contra el imperio otomano. Lo hostigaban continuamente, fomentaban los movimientos separatistas, ambicionaban el territorio en todo o en parte. En Egipto, que se había independizado en 1805, los ingleses se habían hecho dueños del canal de Suez, lo compraron compulsivamente con un jugoso préstamo proporcionado por los superbanqueros judíos de la casa Rothschild.
Durante la guerra, los Jóvenes Turcos sufrieron derrota tras derrota al tiempo que Mustafá Kemal acumulaba victoria tras victoria. Con anterioridad había librado una brillante campaña contra los invasores italianos en el territorio de lo que entonces recibía el nombre de Tripolitania y luego Libia. La Libia que el imperio usamericano y sus aliados convirtieron en confeti en años recientes. Luego se impuso a los británicos y franceses en Gallípoli, se cubrió literalmente de gloria al derrotarlos e impedirles el paso hacia el estrecho de los Dardanelos, salvar a Constantinopla y obligarlos a retirarse. En el frente oriental paró en seco a las tropas del ejército ruso, y en Siria y Palestina volvió a combatir y enseñarles un poco de humildad a los británicos.
pcs, viernes 18 de mayo de 2018




[i] Atatürk, Mustafá Kemal (1881-1938) » MCNBiografias.com

www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=ataturk-mustafa-kema

[ii] Ibid

viernes, 18 de mayo de 2018

Lamentos de la gran campana

pedro Conde Sturla
Literatura y oralitura constituyen uno de mis temas favoritos, sobre todo en lo que se refiere a China, a su civilización cinco veces milenaria a la que rindo culto, la única que existe y persiste, junto a la de la India, sin solución de continuidad desde la más negra noche de los tiempos.
Los chinos lo inventaron todo, casi todo, incluyendo los cuentos chinos y uno de los sistemas de escritura más enrevesados del mundo. Se expresan en una lengua retórica (más bien familia de lenguas) en la que, según tengo entendido, no se dice “Buenas noches”, sino “Que tenga usted sueños perfumados” o algo parecido. Una lengua tonal (como la de los indígenas de Chiapas) en la que el significado de las palabras varía de acuerdo con la entonación, con la música que se le imprime:
“mā, en primer tono, significa ‘madre’ en chino, entre otras cosas.
“má, en segundo tono, puede significar ‘sésamo’. 
“mǎ, en tercer tono, puede significar ‘caballo’.
“mà, en cuarto tono, ‘regañar’.
“ma, sin tono, es una partícula interrogativa”.

miércoles, 16 de mayo de 2018

LUTERO CONTRA LOS CAMPESINOS, JUDÍOS Y MUJERES

Pedro Conde Sturla 
 23 de septiembre de 2012

Contra las bandas rapaces y asesinas de los campesinos 

En 1517, el fraile católico agustino Martín Lutero (1483-1566), nacido en la actual Alemania, publicó en las puertas de la catedral de Wittenberg, según la versión más socorrida, sus famosas 95 tesis contra la iglesia de Roma y la corrupción del papado en general.
El documento circuló  por toda Europa con rapidez asombrosa y fue objeto de debates que abrirían el camino a la reforma protestante, al surgimiento de nuevas iglesias cristianas y a un siglo y medio de guerras religiosas y seudoreligiosas.
El hombre se salva por la fe y no por las obras, decía Lutero. Otro reformador más radical, Calvino, diría más adelante que ni por la una ni por las otras. Sólo por la predestinación. Es decir, se nace predestinado a salvarse o condenarse por voluntad divina.
Lutero recibió desde el principio el apoyo de los príncipes alemanes, que al convertirse a la reforma protestante  se apoderaban de paso de las riquezas cuantiosas de la iglesia católica.
Los depauperados campesinos alemanes creyeron que en la reforma había también para ellos una oportunidad de mejoría social y entre 1524 y 1525 se organizaron en varias ligas que los príncipes llamaron bandas a las que enfrentaron en desigual combate, dando origen a la sangrienta guerra de los campesinos alemanes.
La revuelta popular, que los campesinos llamaron  “revolución del hombre común”, fue el más grande movimiento de masas que tuvo lugar en Europa hasta la revolución francesa. En su mejor momento  los campesinos  negociaron un pliego de reivindicaciones que se conoce con el nombre de los “12 artículos”, y unificó ideológicamente el movimiento en base a un programa económico y religioso,  pero fueron a la postre derrotados y brutalmente reprimidos y  denigrados.
Contra ellos escribió Lutero uno de los documentos más aberrantes de la historia, un panfleto en el que llama, en nombre de dios, al total exterminio de seres a los que no les reconoce ni condición humana.
Llaman sobre todo la atención sus palabras, porque se suponen que son palabras de un cristiano, de un servidor de Cristo y no de un demonio como aparentan ser, de un fundamentalista que retuerce todos los principios del cristianismo y pide a los príncipes ganar la gloria degollando campesinos.
Mi capacidad de asombro, mi capacidad de horror no disminuye aún. He aquí, a renglón seguido,  los gloriosos fragmentos finales del famoso documento:


Contra las bandas rapaces y asesinas de los campesinos


Martín Lutero – año 1525
 
Un príncipe y señor ha de pensar en que es ministro y servidor de Dios y de su ira (Epístola a los Romanos, 13, 4), y que la espada le ha sido confiada contra tales bribones. Si ésta no castiga y no pone remedio, no cumpliendo así con su oficio, peca contra Dios en forma igualmente grave que quien mata sin que le haya sido dada talpotestad.
Donde puede y no castiga,  o por derramamiento de sangre, se hace culpable de todos los homicidios y de los males perpetrados por tales bribones, porque, descuidando voluntariamente el mandato de Dios, permite que esos bribones realicen sus maldades, siendo así que podría y debería impedirlo. 
Por ello no es éste el momento de dormir ni de emplear paciencia o misericordia: es ya el tiempo de la ira y de la espada, y no el de la gracia.
Proceda, pues, ahora, la autoridad con confianza y golpee con buena conciencia mientras pueda mover un músculo; tiene ésta en su favor que los campesinos tienen mala conciencia y persiguen una causa injusta, y cualquier campesino que, a consecuencia de esto, resulte muerto está perdido en cuerpo y alma y pertenece al
diablo para siempre.
La autoridad, en cambio, tiene una buena conciencia y un buen derecho de su parte y puede decirle a Dios con absoluta tranquilidad de corazón:  Ve, Dios mío, Tú me has puesto como príncipe o señor, de esto no puedo dudar; Tú me has confiado la espada contra los malhechores (Epístola a los Romanos, 13, 4).
Tal es Tu palabra y debe observarse; por ello he de cumplir este oficio, so pena de perder Tu gracia. Además es evidente que estos campesinos han merecido ante Ti y ante el mundo varias veces la muerte, y que a mí corresponde castigarlos.
Ahora, si Tú quieres dejar que éstos me maten y que me sea quitada la autoridad y que yo perezca, hágase Tu
voluntad, de modo que yo muera y perezca según Tu divina voluntad y palabra y sea considerado obediente a Tu mandato y a mi oficio. 
Por esto quiero golpear y castigar mientras pueda mover un músculo. Así es como, juzgarás y obrarás rectamente.
Puede, pues, ocurrir que cualquiera que del lado de la autoridad sea muerto se convierta en un verdadero mártir de Dios, si ha combatido con la conciencia que hemos dicho, porque procede según la palabra y la obediencia de Dios.
Por el contrario, todos los que perezcan del lado de los campesinos, estarán destinados al fuego eterno, porque
empuñan la espada contra la palabra y la obediencia de Dios y son criaturas del demonio.
Si los campesinos prevalecieran (Dios no lo permita), porque para Dios todo es posible y no sabemos si tal vez antes del juicio final, que no debe estar lejos, Él no quiera destruir por medio del diablo todo orden y autoridad reduciendo el mundo a un montón de ruinas, con todo, morirían seguros y perecerían en paz los que resultaren muertos en el  ejercicio de su oficio de la espada, y dejarían el reino terrenal al demonio, para recibir, en cambio, el reino eterno.
Los tiempos actuales son tan extraordinarios que un príncipe que derrama sangre puede ganar mejor el cielo que otro con oraciones.
Finalmente, hay una cosa todavía que ha de mover justamente a la autoridad; los campesinos no  se conforman con pertenecer ellos mismos al demonio, sino que constriñen y obligan a mucha gente piadosa, que lo hace de mala gana, a ingresar en sus bandas diabólicas, haciéndoles partícipes, de este modo, de toda su iniquidad y condenación.
En efecto, quien no resiste al terror de los campesinos se asocia con el diablo y es culpable de todas las fechorías que ellos cometen; sin embargo, se ven obligados a ello por la debilidad de su fe, que no les confiere fuerza para oponérseles.
Un cristiano piadoso deberá sufrir cien muertes antes que aprobar, ni aun en lo más mínimo, la causa de los campesinos.
¡Cuántos mártires podría haber hoy por mano de los sanguinarios campesinos y de los profetas de la muerte! Ahora bien, la autoridad debería apiadarse de dichos prisioneros de los campesinos; y si no hubiera ninguna otra razón para apuñar tranquilamente la espada contra los campesinos, poniendo en tal empresa cuerpo y alma, ésta seria una razón harto suficiente, quiero decir la de salvar y ayudar a las almas constreñidas por los campesinos a una alianza tan diabólica e inducidas contra su voluntad, a pecar tan gravemente junto con ellos y a ser condenados; tales almas, en efecto, están ya en el purgatorio, o incluso encadenadas al infierno y al demonio.
Por esta razón, estimados señores, salvad, ayudad y tened misericordia de la pobre gente; pero herid, degollad y estrangulad cuanto podáis; y si haciéndolo así sobreviene la muerte, mejor para vosotros, que no podreís encontrar nunca muerte más bienaventurada, porque moriréis en obediencia a la palabra y al mandato de Dios (Epístola a los Romanos, 13, 5) y en servicio de la caridad, para salvar a vuestro prójimo  de las cadenas del infierno y del demonio.
Os ruego, pues, que el que pueda huya de los campesinos, como del demonio en persona. Yo ruego que Dios quiera iluminar y convertir a cuantos no huyen. Aquellos, en cambio, que no se dejen convertir, suplico a Dios que no tengan ni felicidad ni suerte. 
Que todo cristiano piadoso diga amén porque la oración es buena, justa y grata a Dios, esto lo sé bien. Si alguien piensa que todo esto es demasiado duro, que piense también que la sedición es cosa insoportable y que en todo momento hay que esperar la destrucción del mundo. (Martín Lutero – año 1525).

pcs, jueves, 20 de septiembre de 2012


Lutero, “Sobre los judíos y sus mentiras”, amén de las mujeres


Según leo en un blog de José Alfredo Elías Marcos (“El Racismo, la falaz ideología del determinismo biológico”) el venerable Martín Lutero, el mismo que “mojó su pluma en sangre” para pedir el degüello de los campesinos alemanes insurrectos, escribió el que es “considerado el primer tratado moderno antisemita, ‘Sobre los judíos y sus mentiras” (1543), para los que pide poco menos que el exterminio. Eso, aparte de otras cosuchas sobre las mujeres, a las que  estimaba como simples bestias para parir y amamantar. “Entre los protestantes Lutero es hoy celebrado por su supuesto respeto al matrimonio y a las mujeres. Más allá de su apoyo para las cacerías de brujas, su opinión negativa hacia las mujeres se pone de manifiesto en su prédica a las embarazadas”. A este tema dedicó un famoso escrito, “Sobre la Vida Matrimonial” (1522). 
El nazismo alemán durante la segunda guerra mundial realizó en parte sus sueños de cristiano fundamentalista (“firme creyente en un Dios totalitario”) que  es casi la misma cosa que el nazismo. Nada tiene de cristiano el holocausto, pero sí mucho de luteranismo.
El abusado pueblo judío respondió,  como suele suceder, entablando una relación de empatía con sus verdugos y convirtiéndose en abusador.
Hoy Alemania es gran aliada de los judíos, prohíbe por ley negar el holocausto so pena de cárcel y les proporciona armas de destrucción masiva (submarinos nucleares) a precio de vaca muerta.
Los judíos se cobraron el holocausto con la tierra y la sangre y la humillación permanente y sistemática de los palestinos, se cogieron el ochenta por ciento de sus tierras, mandaron a miles al exilio, encerraron una parte en la franja de Gaza, donde no llegaban ni las medicinas, y actualmente llevan a cabo el despojo de lo que les queda en Cisjordania: un cinco por ciento de “colonos” judíos se ha hecho dueño del sesenta y cinco por ciento de las mejores tierras labrantías, mientras los pueblos y aldeas palestinas han sido rodeadas por murallas de donde solo se puede salir con un salvoconducto. Israel se permite mantener en prisión a todo el pueblo palestino, bajo un régimen de terror, y esta noticia no sale casi nunca en las noticias. 
Para peor, los terroristas llaman terroristas a las víctimas del terrorismo y se preparan para desatar una guerra atómica contra Irán. Las víctimas de Lutero son los luteranos de hoy. 

“Sobre los judíos y sus mentiras” (fragmentos y comentarios)
Sobre los judíos y sus mentiras

Pero fue el alemán Lutero quien en 1543 escribirá el que es considerado el primer tratado moderno antisemita “Sobre los judíos y sus mentiras”. Lutero decía que debían quemarse todas las sinagogas judías, destruir sus libros de oración, prohibir predicar a los rabinos, “aplastar y destruir” sus casas, incautarse de sus propiedades, confiscar su dinero y obligar a esos “gusanos venenosos” a realizar trabajos forzados o expulsarlos “para siempre”.
“Primero, sus sinagogas o iglesias deben quemarse… En segundo, sus casas deben asimismo ser derribadas y destruidas… En tercer lugar, deben ser privados de sus libros de oraciones y talmudes en los que enseñan tanta idolatría, mentiras, maldiciones y blasfemias. En cuarto lugar, sus rabinos deben tener prohibido, bajo pena de muerte, enseñar jamás… La furia de Dios contra ellos es tan grande que están cada vez peor… Para resumirlo, estimados príncipes y nobles que tenéis judíos entre vuestras posesiones, si mi consejo no os es suficiente, buscad otro mejor para que vosotros, y todos nosotros seamos libres de esta insoportable carga diabólica”. 
“¿Quién le impide a los judíos volver a Judea? Nadie… Les proveeremos todas las provisiones para el viaje, para vernos por fin libres de ese repulsivo gusano. Para nosotros, ellos son una grave carga, la calamidad de nuestra existencia. Son una peste enclavada en nuestras tierras”. 
“Yo les arrancaría la lengua de la garganta. Los judíos, en una palabra, no deben ser tolerados”. 
“Si no fueran tan ciegos, su despreciable vida externa los convencería de la verdadera naturaleza de su penitencia. Ya que abunda en brujería, signos de magia, figuras y el tetragrama del nombre, eso es, con idolatría, envidia y vanidad. Además, no son más que ladrones y asaltantes que diariamente no prueban bocado y visten ropa que nos han robado y hurtado por medio de su maldita usura. De este modo viven día a día, junto con esposa e hijo, de robo y hurto, como archiladrones y asaltantes, en total impenitente seguridad. Para un usurero es un archiladrón y asaltante que debería ser colgado en la horca siete veces más alto que otros ladrones. En efecto, Dios debería profesar desde el cielo sobre tal hermosa penitencia y mérito a través de su santo ángel y volverse flagrante, mentiroso blasfemo por el bien de la sangre noble y los santos circuncisos que se jactan de ser santificados por los mandamientos de Dios, a pesar de que los pisotean a todos y no conservan ni a uno de ellos”.
Lutero se casará con la monja Katherina von Bora con quien tendrá varios hijos. No obstante, tendrá una opinión muy peyorativa respecto a las mujeres. En una predicación sobre las embarazadas decía:
“Déjennos tener su hijo y hagan lo que puedan; si mueren: benditas sean porque seguramente morirán en la noble labor y de acuerdo a la voluntad de Dios… Han visto qué débiles y enfermizas son las mujeres infértiles; aquellas bendecidas con muchos hijos son más sanas, más limpias y más felices. Pero si eventualmente se desgastan por tener hijos y se cansan y se mueren, eso no importa. Dejen que mueran pariendo, para eso están aquí”.
Durante el juicio de Nuremberg a los nazis alemanes por sus crímenes de guerra, estos justificaron el asesinato de 6 millones de judíos usando el libro de Lutero “Sobre los judíos y sus mentiras”. En el Tribunal alegaron en su defensa que no habían hecho otra cosa más que ejecutar lo que Martín Lutero había ordenado cuatro centurias antes.
Después de todo, entre los viles ataques de Lutero contra los judíos se encuentran expresiones como:
“Sus alientos apestan por el oro y la plata de los infieles; porque no hay gente sobre la tierra que sea, que haya sido o será, más avara que ellos, como pueden ser vistos en su maldita usura. Entonces sepan, mis queridos cristianos, que después del diablo, no hay nada más agrio, más ponzoñoso, más vehemente y enemigo que un verdadero judío que realmente desea ser judío. ¿Acaso no su Talmud y sus rabinos escriben que no es pecado si un judío mata a un infiel, pero que sí es pecado si mata a un hermano en Israel? No es pecado si no mantiene su juramento a un infiel. Entonces, el robar y asaltar -como lo hacen con sus préstamos- a un infiel, es un servicio divino… ¿Qué debemos de hacer con este rechazado y condenado, pueblo judío?… 
Así quejándose de cómo “los cristianos habían sido torturados y perseguidos por los judíos en todo el mundo”, Lutero ofrece su “sincero consejo”.
“Préndale fuego a sus sinagogas o escuelas y entierren y cubran con tierra todo aquello que no se pueda quemar… Yo aconsejo que sus casas sean arrasadas y destruidas… Yo aconsejo que todos sus libros de rezos … en los cuales tales idolatrías, mentiras, maldiciones, y blasfemias se enseñan, quítenselos, …y que a sus rabinos se les prohíba enseñar de allí en más, bajo pena de pérdida de vida o miembros… que los salvoconductos en los caminos sean abolidos completamente para los judíos… y que todos sus tesoros de plata y oro les sean quitados…
Pero si las autoridades se rehúsan a usar la fuerza para restringir al diabólico atropello de los judíos, entonces los judíos, como hemos dicho, deben de ser expulsados de sus países y ordenados a volver… a Jerusalén, a donde puedan mentir, maldecir, blasfemar, difamar, asesinar, robar, asaltar, practicar la usura, burlarse y regodearse en todas esas infames abominaciones que ellos practican entre nosotros y que se vayan… nuestro Señor el Mesías, nuestra fe y nuestra iglesia incorrompida y descontaminada de su diabólica tiranía y maldad”. (Lutero, "Sobre el Judío y sus Mentiras", 1543).