Pedro conde Sturla
A Zaglul lo
recuerdo a veces, muchas veces, asociado a la cátedra universitaria, a
numerosas charlas y sobre todo a un cinefórum, allá por los años sesenta.
El
cinefórum tuvo lugar en la flamante sala del Rialto con motivo del estreno de Pasiones secretas, una película sobre la
vida de Sigmund Freud que tenía por protagonista a un personaje freudiano:
Montgomery Clift.
La
organización del evento, que transcurrió por cierto a casa llena, estuvo a
cargo de Armando Almánzar, el futuro dinosaurio, y contó con la participación
entusiasta de Zaglul. Me refiero inequívocamente a Antonio Zaglul,
cariñosamente Toñito, el siquiatra y el humanista. Recuerdo que dio una
conferencia muy amena sobre la vida y obra del fundador del sicoanálisis.
Esa noche
se asistía, en rigor, a un doble estreno: Zaglul estrenaba una esposa jovencita
que, por razones de galanura, llamaba la
atención (y la envidia) de todos, casi todos.