sábado, 2 de diciembre de 2017

EL BUFÓN DEL REY

Pedro Conde Sturla
7 de febrero de 2007
 En muchas de las antiguas cortes de la realeza europea medraba un personaje que por mandato real y por mandato divino -casi la misma cosa en esos tiempos- se movía entre el soberano y los cortesanos haciendo burlas y bromas y chistes pesados. A veces bromas y chistes pesados por encargo que les costaban a los cortesanos el cargo o la cabeza. Todas las cabezas. Era el bufón del rey.
 Otros no eran bufones sino especies de mascotas que hacían reír por su deformidad, creyéndose graciosas, como en el deslumbrante relato de Oscar Wilde:
La mascota favorita de la princesa era feliz riendo y haciendo reír, hasta que un día, deambulando por un pasillo palaciego, vio una criatura monstruosa que avanzaba hacia ella amenazante. Cada paso que daba la acercaba, inexplicablemente al monstruo, y cuando al final del pasillo vio que el monstruo replicaba sus movimientos, sin saber que estaba de pie frente a un objeto llamado espejo, se reconoció de alguna manera y se le paró el corazón. La princesa del cuento prohibió que en lo adelante sus mascotas tuvieran corazón y así se hizo.
En la instancia suprema de la corte de la monarquía presidencialista del estado delincuente, bufones y mascotas moralmente deformes no hacen reír ni se ríen de los cortesanos sino del pueblo. Están supuestos a aplicar la ley y la aplican sin misericordia si uno es prieto y pobre y si el imperio ordena una extradición. Si los acusados pertenecen a la corte de saqueadores del estado y están involucrados, por ejemplo, en el plan Rerrobe, y aunque estén agarrados por el Peme, involucrados en el asunto de los Tucanos, Odebrecht o la Puta Catalina, entonces la ley se aplica delicadamente. O mejor dicho no se aplica.
Bufones y mascotas se verán quizás un día en el espejo de su deformidad, pero no hay peligro de que mueran de infarto. En su condición de bufones o mascotas moralmente deformes no tienen corazón, como ordenó la princesa, y ni el menor asomo de conciencia o dignidad.

pcs, miércoles 7 de febrero de 2007

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