lunes, 25 de febrero de 2019

LA LITERATURA

Frecuentemente mis amigos se convierten en literatura y a veces, por esa misma causa, en enemigos. Pero se supone que yo soy el narrador y no el narrado, soy yo el que debe burlarse y no el burlado, sin embargo los amigos toman vida propia como personajes y a veces me salen malcriados, respondones y taimados. La soledad acompaña al escritor y es la mejor compañera del escritor, pero escribir no es un ejercicio de soledad, es un acto regocijante muchas veces y a veces muy doloroso, y es siempre una forma de compartir con amigos o conocidos reales o imaginarios, vivos o muertos. La literatura, como la vida, sirve sobre todo para vivirse y compartirse. 

PCS

LAS PALABRAS

Las palabras son para retorcerlas, para desdoblarlas y descalabrarlas y despalabrarlas, incluso para mamarlas, para sacarles el jugo, la quintaesencia. El escritor no obedece a las palabras, las palabras obedecen al escritor o no es escritor.

PCS

ACLARACIÓN

Yo no recibo órdenes de la RAE.
Por eso escribo como me sale de los melones

PCS

sábado, 23 de febrero de 2019

Chapita (11 de 11)

Chapita (11-11)

El trato deferente que los marines dispensaban a Chapita no se correspondía con el repudio que cosechaba socialmente en El Seibo durante los años en que se dedicó, o lo dedicaron, a combatir la insurgencia en la zona. El flamante uniforme de oficial que ahora vestía no deslumbraba a la población civil ni era objeto de admiración. Inspiraba por el contrario un hondo malestar y rechazo, igual que los desmanes y ultrajes de la soldadesca.
Chapita se encontraba en El Seibo en compañía de sus conmilitones José Alfonseca, César Lora, y Adriano Valdez, que habían entrado junto con él a la Guardia Nacional y ostentaban su mismo rango. Con el segundo de ellos mantenía una relación estrecha, según se dice, y el futuro les tenía reservado un reencuentro providencial.
En el Seibo, casualmente, Chapita probaría su suerte como advenedizo en la sociedad local y la suerte le fue adversa.
El hecho es que Chapita, que seguía casado formalmente con Aminta Ledesma (aunque ya en trámite de divorcio) se encaprichó o se enamoró de una joven con la cual planeaba un ventajoso matrimonio de conveniencia con el propósito de relacionarse, mezclarse -como dice Crassweler-con distinguidas familias de la provincia.
La familia que más le interesaba era la de Servando Morel, a la cual pertenecía la agraciada, la graciosa y dichosa criatura que se había hecho dueña de su corazón, la dulcinea Bienvenida Morel.
Chapita le ofreció matrimonio, según es de suponer, al cabo de ciertos galanteos, a la  Bienvenida hija de Servando y casi al mismo tiempo solicitó la membresía en el principal club de El Seibo. En el club le dieron bola negra sin compasión, lo rechazaron en varias votaciones consecutivas. Bienvenida Morel, por su parte, declinó el dudoso honor de ser su esposa y al parecer hizo bien, tomó la decisión correcta la gentil doncella, desairó al gentil caballero que esperaba su respuesta como el Quijote de Rubèn Darío, con la adarga al brazo, toda fantasía, y la lanza en ristre, toda corazón.
El teniente Chapita no era gracioso ni caía en gracia. Recibió un doble desplante, una doble humillación que nunca olvidaría, que hirió su ego y alimentó la caldera de sus odios y resentimientos.


viernes, 22 de febrero de 2019

Apocalípticos y desintegrados

Pedro Conde Sturla

6 de octubre 2010

En el lejano año 1964 Umberto Eco dio a conocer un libro de ensayos sobre la cultura de masas que se convertiría en paradigma de las ciencias sociales y en uno de los más grandes éxitos de venta de la época, “Apocalípticos e integrados”.

Ese es el título de la obra que consolidó la fama de su autor,
un filósofo, un experto en semiótica, un erudito (“el hombre que lo sabía todo”), y que también se destacaría más adelante como novelista.
Lo que más llamó la atención fue el instrumental teórico con el que Eco emprendía el análisis de “la estructura del mal gusto”, el papel de televisión y de los medios audiovisales como instrumento cultural, la canción popular y sobre todo el de los personajes del mundo de los comics, tiras cómicas, paquitos, historietas ilustradas o como se les quiera llamar.
Que un hombre de tanta formación dispusiera de un bisturí crítico tan refinado como sus vastos conocimientos le permitían para diseccionar, por ejemplo, la figura de Superman parecía por lo menos desproporcionado, algo así como aplastar una mosca con un martillo.
Superman, sin embargo, constituye un fenómeno de masas desde 1938 y su presencia o mejor dicho su omnipresencia en series de radio, incontables programas de televisión, producciones y superproducciones cinematográficas, videojuegos e historietas ilustradas periódicas que se venden y revenden por cientos de millones ejerce una enorme, decisiva influencia a través de todo tipo de medio de comunicación a nivel mundial.
Y, como explica Humberto Eco, “no es cierto que los comics sean una diversión inocua que, hechos para los niños, puedan ser disfrutados por adultos, que en la sobremesa, sentados confortablemente en un sillón, consuman así sus evasiones sin daño y sin preocupaciones. La industria de la cultura de masas fabrica los comics a escala internacional y los difunde a todos niveles”: reproduce y manipula valores y creencias, modelos de comportamiento y pensamiento político, etc.
Supermán (la criatura que inventaron “el escritor estadounidense Jerry Siegel y el artista canadiense Joe Shuster en 1933” y que vendieron en 1938) no es un simple personaje de ficción, es una imagen simbólica de muy especial interés. El mito de Supermán, como explica Humberto Eco, gravita sobre múltiples aspectos de la sociedad:
“El héroe dotado con poderes superiores a los del hombre común es una constante de la imaginación popular, desde Hércules a Sigfrido, desde Orlando a Pantagruel y a Peter Pan.
A veces las virtudes del héroe se humanizan, y sus poderes, más que sobrenaturales, constituyen la más alta realización de un poder natural, la astucia, la rapidez, la habilidad bélica, o incluso la inteligencia silogística y el simple espíritu de observación, como en el caso de Sherlock Holmes.
Pero, en una sociedad particularmente nivelada, en la que las perturbaciones psicológicas, las frustraciones y los complejos de inferioridad están a la orden de día; en una sociedad industrial en la que el hombre se convierte en un número dentro del ámbito de una organización que decide por él; en la que la fuerza individual, si no se ejerce en una actividad deportiva, queda humillada ante la fuerza de la máquina que actúa por y para el hombre, y determina incluso los movimientos de éste; en una sociedad de está clase, el héroe positivo debe encarnar, además de todos los límites imaginables, las exigencias de potencia que el ciudadano vulgar alimenta y no puede satisfacer.
“Superman es el mito típico de esta clase de lectores: Superman no es un terrícola, sino que llegó a la Tierra, siendo niño, procedente del planeta Kriptón. Kriptón estaba a punto de ser destruido por una catástrofe cósmica, y su padre, docto científico, consiguió poner a salvo a su hijo confiándolo a un vehículo espacial.
Aunque crecido en la Tierra, Superman está dotado de poderes sobrehumanos. Su fuerza es prácticamente ilimitada, puede volar por el espacio a una velocidad parecida a la de la luz, y cuando viaja a velocidades superiores a ésta traspasa la barrera del tiempo y puede transferirse a otras épocas. Con una simple presión de la mano, puede elevar la temperatura del carbono hasta convertirlo en diamante; en pocos segundos, a velocidad supersónica, puede cortar todos los árboles de un bosque, serrar tablones de sus troncos, y construir un poblado o una nave; puede perforar montañas, levantar transatlánticos, destruir o construir diques; su vista de rayos X, le permite ver a través de cualquier cuerpo, a distancias prácticamente ilimitadas, y fundir con la mirada objetos de metal; su superoído, le coloca en situación ventajosísima para poder escuchar conversaciones, cual fuere el punto donde se celebran. Es hermoso, humilde, bondadoso y servicial. Dedica su vida a la lucha contra las fuerzas del mal, y la policía tiene en él un infatigable colaborador.
“No obstante, la imagen de Superman puede ser identificada por el lector. En realidad, Superman vive entre los hombres, bajo la carne mortal del periodista Clark Kent. Y bajo tal aspecto es un tipo aparentemente medroso, tímido, de inteligencia mediocre, un poco tonto, miope, enamorado de su matriarcal y atractiva colega Lois Lañe, que le desprecia y que, en cambio, está apasionadamente enamorada de Superman. Narrativamente, a doble identidad de Superman tiene una razón de ser, ya que permite articular de modo bastante variado las aventuras del héroe, los equívocos, los efectos teatrales, con cierto suspense de novela policíaca. Pero desde el punto de vista mitopoético, el hallazgo tiene mayor valor: en realidad, Clark Kent personifica, de forma perfectamente típica, al lector medio, asaltado por los complejos y despreciado por sus propios semejantes; a lo largo de un obvio proceso de identificación, cualquier funcionario de cualquier ciudad americana alimenta secretamente la esperanza de que un día, de los despojos de su actual personalidad, florecerá un superhombre capaz de recuperar años de mediocridad”.
Una variante más adulta y actual de Superman, no tan bondadosa, respetuosa y pasiva no es ajena a la carrera  presidencial en la que compiten un super hombre y una supermujer que se dicen dispuestos a mantener o recuperar la supremacía de cierto país en el mundo.
Ante esa perspectiva, quizás por eso es más apropiado que, en vez de apocalípticos e integrados, se hable hoy de apocalípticos y posibles desintegrados.

sábado, 16 de febrero de 2019

EL MERCADER DE MUJERES

Pedro Conde Sturla
25/06/2009

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Juan José Arreola es uno de mis autores favoritos, uno de esos que se leen y releen a través de los años sin que disminuya la capacidad de asombro ante la forma en que el genial escritor da rienda suelta a su imaginación con tanta facilidad y felicidad de expresión. En general, esa es la manera en que maneja y formula –en todos sus libros— los más extraños conceptos, frases ingeniosísimas y sorprendentes. Así, del maravilloso sapo dice en “Bestiario”: “Salta de vez en cuándo, sólo para comprobar su radical estático. El salto tiene algo de latido; viéndolo bien, el sapo es todo corazón”.
De los dulces y apacibles osos afirma que “por más adultos y atléticos que sean, conservan algo de bebé: ninguna mujer se negaría a dar a luz un osito”.

Chapita (10)



Grupo guerrillero de Vicente Evangelista

Una mujer en la guerrilla, con revolver al cinto

La carta de solicitud de Chapita a la Guardia Nacional fue acogida favorablemente en pocos días, casi como si la hubieran estado esperando. Ciertas influencias, como las de Teódulo Pina Chevalier, del capitán James J. MacLean y posiblemente del capitán Fred Merkle no fueron insignificantes. Teódulo era su tío materno, el hermano de Plinio, y mantenía las mejores relaciones con las tropas del imperio y era sobre todo amigo de MacLean, mientras que Merkle, el fatídico Merkle, era amante o cliente asiduo de Nieves Luisa. Por esto último decía Ramón Alberto Ferreras que Trujillo se enganchó a la guardia gracias a las nalgas de su hermana. (Nieves Luisa en su mejor época). De cualquier manera, no cabe duda que Chapita era el tipo de hombre que los marines estaban buscando. Un tipo de moral plegadiza o simplemente inmoral, carente de escrúpulos, de empatía, dispuesto a jurar y a matar por la bandera de sus amos.

Chapita recibió su nombramiento como segundo teniente a  
fines de diciembre de 1918 y se juramentó en enero del 
siguiente año. En un registro de la Guardia Nacional aparece 
junto a un total de dieciséis segundo tenientes con el número 
quince. En el examen médico de rutina se hizo constar que su 
 estado de salud era satisfactorio, tenía cinco pies y siete 
pulgadas de altura y pesaba ciento veinteseis libras. Estos 
datos, en caso de ser ciertos, pondrían en evidencia que  
estaba bastante flaco.

La Guardia Nacional Dominicana tenía, entre otras cosas, la 

misión de colaborar con las tropas interventoras que 
perseguían en la región Este a los llamados gavilleros 
dominicanos que defendían su territorio con las armas en la 
mano. De modo que, persiguiendo patriotas y gente que 
luchaba por no morirse de hambre se ganó Chapita la  
confianza del imperio norteamericano.

Desde el principio, según los reportes oficiales, llamó la 

atención por “la corrección y limpieza de su uniforme y su 
persona, su bien templada disciplina”, por ser 
“extremadamente cuidadoso y correcto”. El mayor Watson, 
Thomas E. Watson, dijo que lo consideraba como “uno de los 
mejores oficiales en servicio. Casi todos los reportes hablaban
 de su eficiencia, eficiencia y obediencia al servicio de sus 
amos.

Entre 1920 y 1921, mientras Chapita estaba de servicio en el 
Seibo, tuvo lugar la intensificación de la lucha contra los gavilleros. A esa época -dice Crassweler- pertenece una serie de leyendas que se crearon para glorificar su figura egregia. El solo o con un grupo de valientes habría capturado toda una banda de rebeldes, habría penetrado en la jungla, en la oscuridad, enfrentado la muerte a cada paso mientras avanzaba. Finalmente arrestó y esposó o encadenó a todos los supuestos criminales. A nadie mató, a nadie hizo mal este hombre de tanto valor.
Crassweler considera que esos relatos no son, por supuesto, más que fantasías. Asegura que Chapita, en ese tiempo, era un oscuro segundo teniente y nunca ejerció el mando en ninguna actividad contra los gavilleros y que su rol en la campaña fue mínima.
Participó, eso sí, en cierta especie de operación militar por la que recibió felicitaciones del mayor Watson. Una de tantas operaciones consistentes en la destrucción o quema de bohíos (con los marines al mando) para infundir terror entre los campesinos que apoyaban o se creía que apoyaban a los gavilleros. Ese tipo de iniciativa terrorista era algo rutinario que se hacía por lo menos semanalmente y que tenía efectos contraproducentes porque motivaba a mayor número de hombres y también mujeres a sumarse a la guerrilla.
Las tropelías que tenían lugar iban más allá de lo que podría suponerse. El aislamiento de la zona y el difícil acceso a la misma impedía o dificultaba en grado extremo las labores de contrainsurgencia y al mismo tiempo permitía cometer con impunidad todo tipo de horrores. Lo que se estableció en el este del país fue -como dice Crassweller-, un reino de terror que recrudeció en los años de 1920 y 1921. Los marines del imperio, ahora auxiliados por la Guardia Nacional, se especializaban en abusos y crueldades, torturas de las clases más brutales, y hay razones de peso para suponer que Chapita no se mantuvo ni le iban a permitir mantenerse al margen.
Cientos de personas fueron vejadas, apresadas, asesinadas, martirizadas con hierros al rojo vivo, obligadas a beber agua hasta reventar, arrastradas por caballos desbocados, incluso descuartizadas, todo un baño de sangre en gran estilo. El historiador Roberto Cassá afirma que en muchas ocasiones los infantes de marina quemaron bohíos pertenecientes a gavilleros o a familiares de gavilleros con todo y gente adentro.
El hecho es que las noticias de las barbaries que se cometían se esparcieron por el país a través de radio bemba, el rumor público, y llegaron a conocimiento del congreso norteamericano y fueron también confirmadas por investigadores del congreso norteamericano.
La dotación militar, o parte de ella, fue objeto de una aspaventosa purga, una purga más o menos real o supuesta, y la persona que fue señalada como principal responsable, es decir, el principal chivo expiatorio, fue el capitán Fred Merkle, el ya mencionado amante o cliente asiduo de la mencionada Nieves Luisa. Merkle fue removido de su cargo, encerrado en la cárcel de Nigua y sometido a corte marcial en 1922.
Era tan evidentemente culpable y había cometido tantas atrocidades que sus compañeros decidieron ahorrarle el sufrimiento y evitar de paso un mayor escándalo, ventilando en un juicio sus incontables fechorías, y le proporcionaron un arma en su celda: una invitación a que se suicidara volándose los sesos. En una palabra, lo sacrificaron en aras del bien común, lavaron con su sangre la mancha en el supuesto honor de los marines. Alguien asegura que fue el primer suicida de la cárcel de Nigua, el primero de muchos que se suicidarían o serían suicidados en la oprobiosa cárcel de Nigua.
Mientras tanto, en las provincias de San Pedro de Macorís y el Seibo continuaron las expediciones punitivas de los marines y la Guardia Nacional contra los insurrectos y los pobladores locales, que sufrían los efectos colaterales. Muchos gavilleros (y un incierto número de marines), fueron muertos en combate o pasados por las armas, pero no fueron las armas las que determinaron el cese de la lucha (que había durado ya cinco o más años), sino las negociaciones y concesiones. Al final, en 1922, el gobierno de ocupación ofreció una amnistía general que formaba parte del Plan Hughes-Peynado, con el que se instauró un gobierno provisional y se puso fin a la primera (o segunda) intervención militar yanqui.
El legado de miedo y odio y un resentimiento visceral permanecieron iguales o intactos por mucho tiempo en la zona, hasta que la desmemoria y el olvido fueron haciendo su trabajo, borrando poco a poco el pasado.
Bibliografía:
Luis D. Santamaría, “Los ‘Gavilleros
del Este’, ejemplo de patriotismo”.
https://elnuevodiario.com.do/
los-gavilleros-del-este-ejemplo-de-patriotismo/
Robert D. Crassweller, “The life and times of a caribbean dictato.



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miércoles, 13 de febrero de 2019

BORGES Y EL ELOGIO DE LA SENCILLEZ

Pedro Conde Sturla
26 de febrero 209

Siempre he admirado en Borges el culto de la sencillez, el amor por la palabra limpia que encaja a la perfección en el contexto, la precisión y liviandad de la prosa, la fuerza o autoridad del decir, la erudición que abre camino al andar, sin apabullar al lector, la ingeniería verbal tan aparentemente simple y tan difícil de lograr, la escritura sin ripios ni desperdicios, escrituralmente esencial.Imagen relacionada
La literatura, en manos de Borges, es una cosa viva que se actualiza permanentemente. De los más antiguos y olvidados textos hace brotar las novedades que encierran, la modernidad del pensamiento o de la técnica que anticipan desde la noche de los tiempos. Recuérdese que, para Borges, “Toda novedad no es sino olvido”.

martes, 12 de febrero de 2019

Vance Packard: Los persuasores ocultos

Pedro Conde Sturla
9 de  febrero 2014

En el idioma del imperio, terroristas se les llama a las víctimas del terrorismo.

En el lejano año de 1957, un periodista e incisivo crítico social llamado Vance Packard (1914–1996) estremeció a la opinión pública norteamericana con un libro titulado “The Hidden Persuaders”, “Los persuasores ocultos”, que en Argentina fue traducido como “Las formas ocultas de la propaganda” y que a pesar del tiempo transcurrido y la campaña de descrédito a que ha sido sometido, tiene todavía vigencia y causa urticaria entre los estrategas del consumismo y el conformismo. Es decir, los medios de comunicación de masas y los publicistas.
“Este libro -dice Vance Packard- intenta explorar un campo nuevo, extraño y más bien exótico de la vida norteamericana. Trata de los esfuerzos que, en gran escala y a menudo con éxito impresionante, se realizan para canalizar nuestras decisiones en tanto que compradores, así como nuestros procesos mentales, mediante el uso de conocimientos extraídos de la psiquiatría y de las ciencias sociales. Los esfuerzos suelen aplicarse en un plano que escapa a nuestra conciencia, de modo tal que las incitaciones son frecuentemente y en cierto sentido ‘ocultas’, con lo que resulta que a muchos de nosotros se nos influye y se nos manipula en mayor medida de lo que nos damos cuenta, en lo que se refiere a las pautas de nuestra vida diaria.
Algunas manipulaciones ensayadas son sencillamente divertidas; otras, turbadoras, en especial si se las considera como anticipadoras de lo que se nos depara en escala más intensa y efectiva, pues equipos de hombres de ciencia han  
suministrado ya instrumentos pavorosos.”
(La manipulación por vía sexual es una de las técnicas más burdas y socorridas del reclamo publicitario. Nótese que en el metamensaje del anuncio de Burger King se alude desde la gráfica y desde el texto a la fellatio o felación).
Packard denuncia a un grupo de especialistas en comportamiento humano (sociólogos, analistas de tono de voz, segmentadores psicográficos psicolingüistas, neurofisiólogos, comunicadores subliminales, psicobiólogos, hipnotécnicos, acondicionadores operantes, especialistas psicométricos, especialistas en comprensión de mensajes) entre los que sentaron la base del “análisis motivacional del consumidor” y otras técnicas más sofisticadas “para manipular la expectación e inducir al deseo de compra” de productos innecesarios que obedece a lo que llama “ocho necesidades compulsivas que la publicidad promete realizar… El libro también explora técnicas de manipulación para promover políticos…y cuestiona su moralidad.” (http://en.wikipedia.org/wiki/Vance_Packard).
“Publicidad, propaganda, ingeniería social, se llame como se llame esta actividad no solo modificó nuestros hábitos de consumo sino también nuestros valores y mentalidad política…. El individuo se convertirá así en consumidor no solo de productos y servicios sino también de partidos y líderes políticos. Así el discurso ideológico queda desposeído de racionalidad y se transformará en eslogan.”
(http://www.meneame.net/story/formas-ocultas propaganda-the-hidden-persuaders-vance-packard)
Los persuasores ocultos, como se verá a continuación, inventaron la trampa del supermercado al cabo de años de investigación con cámaras disimuladas, entrevistas “inocentes” realizadas por sicólogos con los clientes y estudios de reacción ante colores y marcas y hasta la forma de pestañar de los consumidores.  Después de leer el siguiente capítulo del libro de Vance Packard, muchos quedarán asombrados, anonadados, por haber aprendido algo que no saben ni siquiera los dueños de supermercados nacionales, aunque, desde luego, inconscientemente lo ponen en práctica.
Hipnosis en el supermercado
Los investigadores de DuPont han descubierto que la compradora de mediados de este siglo no se molesta en hacer una lista o por lo menos en hacer una lista completa lo que necesita comprar. En efecto, menos de una compradora de cada cinco lleva una lista, pero de todas maneras las amas de casa siempre se las arreglan para llenar sus carritos hasta el tope, exclamando a menudo: “¡Por cierto, nunca me imaginé que compraría tanto!” ¿Por qué no necesita el ama de casa una lista? DuPónt da esta tajante respuesta: “¡Porque siete de cada diez compras se deciden dentro del negocio, en donde los clientes actúan según sus impulsos!”
(…)
James Vicary quiso averiguar la razón de tal incremento en las compras impulsivas. Sospechó que algo especial pasaba en la psicología de las mujeres que entraban al supermercado. Columbró que quizás sufrieran un aumento de la tensión al enfrentarse con tantas posibilidades, de modo que se veían obligadas a realizar las compras de prisa. La mejor manera de descubrir lo que pasaba dentro de la compradora sería utilizar un galvanómetro o detector de mentiras, lo cual era evidentemente poco práctico. Otro procedimiento casi tan ventajoso era usar una cámara cinematográfica oculta para registrar el promedio del parpadeo de las clientes mientras compraban. La rapidez del parpadeo es un índice bastante preciso de la tensión interna. Según el señor Vicary, la persona corriente parpadea normalmente alrededor de treinta y dos veces por minuto. Si se siente tensa parpadea con más frecuencia; bajo tensiones extremas llega a hacerlo hasta cincuenta o sesenta veces por minuto. En cambio, si su estado es de completa placidez, su parpadeo puede reducirse a veinte veces o menos aun.
Vicary instaló sus cámaras cinematográficas y comenzó a seguir a las damas a medida que entraban en las grandes tiendas. Los resultados lo dejaron perplejo, incluso a él. El parpadeo de las compradoras, en lugar de aumentar e indicar una tensión creciente, bajaba más y más, hasta llegar a un promedio anormal de catorce veces por minuto. Las damas habían caído en lo que Vicary llama un trance hipnagógico, es decir, habían llegado a la primera etapa de la hipnosis. Vicary dedujo que la principal razón de este trance era que en el supermercado, país de maravillas, están al alcance de la mano productos que en años anteriores sólo los reyes y reinas se daban el lujo de adquirir. La teoría de Vicary es la siguiente: ‘Justamente en esta generación, cualquiera puede ser rey o reina y pasearse por estos almacenes en donde los productos claman a gritos ‘cómprame, cómprame.”
Es interesante saber que muchas de dichas clientas estaban tan hipnotizadas que pasaban al lado de vecinas y viejas amistades sin notarlas o saludarlas. Algunas tenían la mirada un poco vidriosa. Estaban tan ensimismadas mientras recorrían el almacén recogiendo al azar artículos de los estantes que hasta tropezaban con cajas sin verlas y ni siquiera reparaban en la cámara que las filmaba, aunque en algunos casos su cara pasara a un pie y medio del lugar en donde estaba funcionando el murmurante motor. Cuando las amas de casa llenaban sus carritos se dirigían hacia la caja, el parpadeo comenzaba a aumentar hasta unas veinticinco veces por minuto. Luego, al oír el sonido de la caja registradora y la voz del cajero pidiendo el dinero, el parpadeo subía sobre lo normal, a unas cuarenta y cinco veces por minuto. En muchos casos sucedió que las mujeres no tenían suficiente dinero para pagar todas las lindas cosas que habían adquirido. Teniendo en cuenta esta fuente de impulsos adquisitivos que es el supermercado, los psicólogos se han asociado con los peritos en comercialización para convencer al ama de casa que compre productos que no necesita o que incluso puede no desear hasta que los ve, invitadores, en los estantes. Los sesenta millones de mujeres norteamericanas que hacen sus compras en los grandes almacenes todas las semanas reciben la “ayuda” para realizarlas de psicólogos y psiquíatras contratados por los comerciantes en productos alimenticios. El 18 de mayo de 1956, The New York Times publicó una notable entrevista con un joven llamado Gerald Stahl, vicepresidente ejecutivo de Package Designers Council, en la que éste afirmó: “Los psiquíatras dicen que la variedad de la provisión es tan grande que la gente necesita ayuda, para elegir, es decir, quieren dar con el paquete que los hipnotice y se les meta entre las manos.” Instó por lo tanto a los envasadores de alimentos a que hicieran más hipnotizantes los diseños de sus envases, de modo que el ama de casa alargue su mano y los elija entre sus muchos rivales. (Vance Packard, Las formas ocultas de la propaganda capítulo diez de la traducción de Martha Mercader de Sánchez-Albornoz para la editorial Sudamericana).
A Sergio y Alfonso, persuasores no ocultos.



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sábado, 9 de febrero de 2019

Chapita (10)


Acorazado de la Marina de Guerra de Estados Unidos en aguas territoriales de la República Dominicana, el 3 de mayo de 1916, día de desembarco de las tropas norteamericanas.

sábado, 2 de febrero de 2019

Chapita (8)

Chapita tenía dieciséis años en1907, apenas dieciséis años cumplidos. Es una fecha que marca un antes y un después en su vida. Fue entonces que decidió como quien dice sentar cabeza y dar por terminadas o suspendidas sus correrías juveniles en compañía de Virgilio Álvarez Pina.Sólo mucho tiempo después se convertiría en jefe de la sagrada familia, el jefe de la manada de la que se ha hablado tanto hasta aquí.