martes, 2 de febrero de 2016

Andrés L. Mateo a la reja y a la hoguera

Pedro Conde Sturla
24-02-2016 00:09

Para ser un polemista tan veterano, tan fogueado y curtido en su oficio, Andrés L. Mateo tiene una epidermis demasiado sensible y la mala costumbre de difamar  a truhanes, malandrines, pelafustanes, a prestigiosas figuras de la cleptocracia representativa,  cortesanos como los de la Alianza Cultural,  intelectuales plegadizos y otros personajes del género reptante.

Para peor, en su fiebre justiciera Mateo  reacciona a veces de manera intemperante contra sus molinos de viento, sin medir sus palabras ( La Palabra ), sin reparar en el daño, en el trauma que puedan causar. Al pontífice Miguelín lo puso de vuelta y media, a un distinguido comentarista y diplomático a la carrera le dedicó una página de antología que lo puso en ridículo, dejó a los dos mal parados, cojeando de la sesera. Pero no son las únicas víctimas de sus palabras engendradoras de discordia.

Alegremente ha castigado, ha mancillado, ha denostado sin piedad la honra de figuras proceras como las del gato feliz y su leonino mentor, trapeó con ellas literalmente el  piso.

Recientemente le volvió a tocar el turno, la ira de sus destemplanzas, al tiburón podrido que nos gobierna, uno de los blancos favoritos del desenfadado calumniador.

Para los cortesanos enroscados en la Alianza Cultural , el tiburón podrido huele a perfume de París de Francia y no tiene dientes ni cola que le puedan pisar. Y no hay derecho. No hay derecho. El tiburón podrido merece respeto. Hay que pararle el coche al intemperante.

De hecho, la reacción contra el difamador no se ha hecho esperar. Uno de los cortesanos más diligentes, con rostro y barba de ballenero, ha advertido seriamente en plan de penalista “que el señor Mateo viola la ley, en lo que se refiere al tratamiento público que se le debe” al tiburón podrido y lo amenaza con una posible condena “de tres (3) meses a un (1) año de prisión, y multa”…

Más adelante crítica al mismo “señor Mateo” por “la acritud de émulo de Savonarola” con que se dirige irrespetuosamente al poder, al tiburónico mandatario.

Savonarola, dicho sea de paso, fue un fundamentalista católico que comparó a la iglesia papal de los Borgia con la corrupta Babilonia y Babilonia no se lo perdonó. Fue quemado vivo en la hoguera en 1498 en Florencia.

Al proponer que Mateo es “émulo de Savonarola”, el cortesano lo propone, desde luego, como candidato a la hoguera, pero también propone, sugiere sin darse cuenta, que el tiburón podrido es, de muchas formas y maneras, émulo  de Babilonia.

¡Ay, Chacumbele!