Pedro Conde
Sturla.
DEMOCRACIA: DOS LOBOS Y UNA OVEJA DISCUTEN QUÉ VAN A CENAR |
En un marco teórico y abstracto –solamente
teórico y abstracto- el estado delincuente es, sobre todo, una inmensa
paradoja. El modelo teórico de estado dictatorial, en cambio, es coherente. En
la dictadura, de acuerdo con una brillante definición, todo lo que no está
prohibido es obligatorio. En la cleptocracia representativa, lo que está
prohibido es mandatorio.
En muchos países tercermundistas al sur
del Río Grande -de los cuales nos diferenciamos radicalmente-, la policía
nacional es, paradójicamente antinacional, y se dedica entre otras cosas a la formación
de bandas de criminales que representan la mayor amenaza a la seguridad
nacional. Las fuerzas armadas responden a intereses foráneos y son dueñas del
comercio de indocumentados, los organismos de inteligencia y de control de
drogas controlan el tráfico nacional de drogas, y la marina de guerra, que casi
nunca ha estado en guerra, organiza y tutela los viajes de ilegales a través
del estrecho de Gibraltar, por ejemplo, entre África y España.
En muchos países podridos,
excepcionalmente podridos, medularmente podridos, los partidos del sistema, y
sobre todo los dirigentes de los partidos del sistema constituyen,
paradójicamente, asociaciones de malhechores, y sus miembros en las cámaras de
representantes –la cámara alta y la cámara baja, la más baja- sólo se
representan a ellos mismos, legislan para ellos mismos y sin el menor recato,
sin mantener siquiera las apariencias, se forran de privilegios y amasan
fortunas incalculables.
En el estado delincuente los jueces se
venden como putas, aunque las putas no se venden como jueces porque venden
solamente lo que es suyo. La justicia, paradójicamente, aplica sólo para los
pobres y preferiblemente para los pobres de color, nunca para los banqueros que
han llevado a la ruina países enteros, como ocurrió en el cono sur. Otro
ejemplo.
En el estado delincuente de un país
tercermundista y subdesarrollado por definición –sometido en parte a la
delincuencia y al subdesarrollo por estados de países desarrollados supuestamente
no delincuentes- la privatización toma la forma superior o extrema de la corrupción
y arropa todas las instancias. El estado y las empresas del estado están en
manos privadas de nacionales y extranjeros, la libertad de prensa tiene dueño, el
mercado libre tiene dueño, las ganancias son privadas y solo las pérdidas son
sociales. La Santa Madre Iglesia, una multinacional que no monopoliza la
religión, monopoliza sus relaciones con el estado delincuente legalmente
aconfesional y laico. La oligarquía y la burguesía en general -dueñas de la
libertad de prensa y del libre mercado y del estado-, le hacen el juego,
financian y ceden el paso a la claque política delincuente y auspician,
paradójicamente, un proceso de desnacionalización, con el que afilan cuchillos
para su garganta.
En las más variadas instancias del poder,
secretarios de estado, gobernadores de provincia, secretarios de la Liga Municipal,
síndicos, ministros con cartera y sin cartera, ministros con cultura y sin
cultura, ministerios de la juventud y la mujer y sobre todo directivos del
Banco de Reserva y del Banco Central manejan los dineros del presupuesto como
si proviniera de un grifo, una llave abierta, inagotable. En un marco teórico y
abstracto, necesariamente teórico y abstracto, el primer ejecutivo de la nación
de un estado delincuente sería el primer delincuente de la nación. Hay ejemplo
de doce años, hay ejemplo de diez años, hay ejemplo de cuatro años y hay
ejemplo de cuarenta días…
pcs 2008
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