miércoles, 8 de noviembre de 2017

El ESTADO DELINCUENTE Y LA CLEPTOCRACIA REPRESENTATIVA.

Pedro Conde Sturla.
DEMOCRACIA: DOS LOBOS Y UNA OVEJA  DISCUTEN QUÉ VAN A CENAR
La democracia representativa, tal como la conocemos en muchos países, es un estado de ficción en el cual todo lo que debería estar derecho está torcido, todo lo que debería funcionar en un sentido, funciona al revés, todo lo que debería estar sano está podrido. Esa cosa que llamamos democracia representativa responde más bien a la naturaleza de lo que deberíamos llamar cleptocracia representativa. Cada cuatro años, cada dos años, una masa de ovejas llamada pueblo acude a las urnas para elegir, en perjuicio propio, una nueva camarilla de depredadores al frente de un estado delincuente.
En un marco teórico y abstracto –solamente teórico y abstracto- el estado delincuente es, sobre todo, una inmensa paradoja. El modelo teórico de estado dictatorial, en cambio, es coherente. En la dictadura, de acuerdo con una brillante definición, todo lo que no está prohibido es obligatorio. En la cleptocracia representativa, lo que está prohibido es mandatorio.
En muchos países tercermundistas al sur del Río Grande -de los cuales nos diferenciamos radicalmente-, la policía nacional es, paradójicamente antinacional, y se dedica entre otras cosas a la formación de bandas de criminales que representan la mayor amenaza a la seguridad nacional. Las fuerzas armadas responden a intereses foráneos y son dueñas del comercio de indocumentados, los organismos de inteligencia y de control de drogas controlan el tráfico nacional de drogas, y la marina de guerra, que casi nunca ha estado en guerra, organiza y tutela los viajes de ilegales a través del estrecho de Gibraltar, por ejemplo, entre África y España.
En muchos países podridos, excepcionalmente podridos, medularmente podridos, los partidos del sistema, y sobre todo los dirigentes de los partidos del sistema constituyen, paradójicamente, asociaciones de malhechores, y sus miembros en las cámaras de representantes –la cámara alta y la cámara baja, la más baja- sólo se representan a ellos mismos, legislan para ellos mismos y sin el menor recato, sin mantener siquiera las apariencias, se forran de privilegios y amasan fortunas incalculables.
En el estado delincuente los jueces se venden como putas, aunque las putas no se venden como jueces porque venden solamente lo que es suyo. La justicia, paradójicamente, aplica sólo para los pobres y preferiblemente para los pobres de color, nunca para los banqueros que han llevado a la ruina países enteros, como ocurrió en el cono sur. Otro ejemplo.

En el estado delincuente de un país tercermundista y subdesarrollado por definición –sometido en parte a la delincuencia y al subdesarrollo por estados de países desarrollados supuestamente no delincuentes- la privatización toma la forma superior o extrema de la corrupción y arropa todas las instancias. El estado y las empresas del estado están en manos privadas de nacionales y extranjeros, la libertad de prensa tiene dueño, el mercado libre tiene dueño, las ganancias son privadas y solo las pérdidas son sociales. La Santa Madre Iglesia, una multinacional que no monopoliza la religión, monopoliza sus relaciones con el estado delincuente legalmente aconfesional y laico. La oligarquía y la burguesía en general -dueñas de la libertad de prensa y del libre mercado y del estado-, le hacen el juego, financian y ceden el paso a la claque política delincuente y auspician, paradójicamente, un proceso de desnacionalización, con el que afilan cuchillos para su garganta.
En las más variadas instancias del poder, secretarios de estado, gobernadores de provincia, secretarios de la Liga Municipal, síndicos, ministros con cartera y sin cartera, ministros con cultura y sin cultura, ministerios de la juventud y la mujer y sobre todo directivos del Banco de Reserva y del Banco Central manejan los dineros del presupuesto como si proviniera de un grifo, una llave abierta, inagotable. En un marco teórico y abstracto, necesariamente teórico y abstracto, el primer ejecutivo de la nación de un estado delincuente sería el primer delincuente de la nación. Hay ejemplo de doce años, hay ejemplo de diez años, hay ejemplo de cuatro años y hay ejemplo de cuarenta días…

pcs 2008

No hay comentarios.: