sábado, 26 de enero de 2019

La cárcel y el cementerio

Pedro Conde Sturla

Mucha gente piensa todavía que a Trujillo hay que agradecerle por su política de obras públicas, el sistema de educación y salud, las buenas escuelas y hospitales, el  bienestar y progreso acumulado en tres décadas de orden.
Eso sucede cuando se pierde de vista lo esencial y se presta atención a lo circunstancial o accesorio, a lo que “depende de una cosa principal o está agregado a ella”.
Lo que se debe a Trujillo es la creación de una cárcel cementerio, un cementerio carcelario, un régimen de horror e iniquidades perfectamente organizado en el cual el orden y el progreso forman parte del mecanismo de represión y la parte visible es solo una fachada, una mazmorra con fachada de relumbrón.
Eso es lo hay que agradecer o aborrecer

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