sábado, 20 de enero de 2018

Giovanni di Prieto: carta abierta a Pedro Conde

6 de marzo 2012

Carta abierta a Pedro Conde

Giovanni Di Pietro

Estimado Pedro:


Déjame decirte que encuentro geniales estos dos parrafitos que me dedicaste y que encontré en tu columna del sábado 26 de febrero de 2011 en El Caribe, gracias a un amigo que me habló de tu reseña a mi reseña de la novela de Mieses.


“Giovanni di Pietro, [sic] un crítico hegemónico, de tipo infalible, como Diógenes Céspedes, lee mal y escribe peor, como de costumbre, y basa su análisis del texto, de todos los textos que analiza, haciendo una lectura, una descripción lineal, cuenta el libro que ya contó el autor con mayor gracia y nunca precipita sus intuiciones críticas, si acaso alguna vez las ha tenido.

El talentoso Giovanni di Prieto, [sic] según se dice, aprendió a saludar con la mano derecha a los diez años de edad, toda una proeza intelectual”.

Este tipo de cosas me tiene sin cuidado. Sólo que me sorprende que venga de tu parte, pues, aunque no te lo creas, yo te he admirado como crítico desde lejos y he respaldado tus muchas saludables irreverencias para con los escritores. 

Entiendo, y lo he dicho repetidas veces, que la crítica no tiene que ser aburrida, y la tuya nunca la he encontrado aburrida. Yo, en mi modesto aporte a la literatura del país, también he tratado de que la mía tampoco lo fuera. Pero, pese a eso, en todo este tiempo no he logrado que el ambiente intelectual dominicano tome en serio lo que he tratado de hacer dentro de esa área. Sobra decir que no se puede satisfacer a todo el mundo, ni hay que intentarlo.

Pienso que te equivocas cuando cuestionas mi relación con Céspedes. Yo soy mi propia persona y siempre lo he sido. A Diógenes lo considero como un gran amigo y un maestro, pero nadie me dice qué tengo que decir y cómo tengo que decirlo. 

Yo te he admirado por esta misma razón y siempre pensé que tu voz independiente en cuestiones de crítica literaria valía mucho la pena escucharla. Si la gente te ha escuchado por años, gran suerte tienes, porque a mí nadie me ha escuchado nunca, a menos que no sea un simple puñado de personas que, contra viento y marea, se obstina en afirmar que aprecia mis opiniones.

Con relación a eso de leer mal y escribir peor, supongo que tienes razón en el segundo caso, pues nunca pretendí ser un gran estilista, como quizás lo pretendes tú, pero te equivocas por completo en el primero. Esta idea concordaría con la otra que dice que yo sólo hago resúmenes y no crítica de un libro. El que se toma la molestia de leer con cuidado lo que hago se dará cuenta que la parte que resume el libro es la base al mismo análisis que hago. 

No puedo presentar mi análisis, sin antes estar seguro de que la persona que lo lea tenga una idea clara de la lectura que hice y las cosas que enfatizo. 

A mí no me gusta generalizar sobre nada, lo que es pan nuestro de cada día entre los presuntos críticos del país, muy a menudo tú mismo incluido; lo que digo siempre lo sostengo con pruebas. Es posible que de vez en cuando se me vaya la mano con esa técnica, y seguro que me viene de mis experiencias como profesor de literatura, cuando tenía que asegurarme de que los estudiantes, que no habían leído el material, entendieran el análisis que se hacía en clase; sin embargo, no veo cuál sería el gran delito en hacer el resumen que hago, para así estar seguro de que el que lea el artículo tenga una base para entender el análisis. 

Pero, ¿qué le vamos hacer? Los que me critican se han agarrado de eso para descalificar cualquier cosa que he hecho o hago, y tú has caído en lo mismo. Muy flaca razón de decirme que lo que escribo no sirve.

Lo del saludo fascista que aprendí a los diez años será una muy buena ocurrencia, pero he ahí otra equivocación de tu parte. Yo sólo tenía un año cuando cayó el fascismo en Italia, y de fascista no tengo nada, aunque sí me tomé la molestia de estudiar esa ideología y ese período histórico por largo tiempo, pues quise entender el ambiente en que nací a raíz de un desastre nacional que no se lo deseo a ningún otro país del mundo. 

Tú puedes burlarte todo lo que quieras con respecto a esto con la esperanza de ponerme en ridículo. Sin embargo, lo que dices no es más que una burda tontería que se merece sólo una amarga sonrisa como reacción, pues se ve que no sabes de qué diablos estás hablando y no entiendes nada de las íntimas tragedias de una persona humana.

La novela de Mieses tiene muchas lecturas, y tú has hecho la tuya. De eso trata la crítica literaria, de múltiples lecturas, todas válidas cuando se hacen en buena lid. En todas mis cosas, que son bastantes, ya que, como sabes, tengo más de una docena de libros publicados, yo nunca he pretendido tener toda la razón y ni siquiera parte de la razón, sino que lo que busco es una discusión seria y a fondo de la novela en cuestión. Dime tú si esa lista de citas inconexas que haces en tu artículo, y que presentas como una crítica, representa de verdad un análisis serio de esa novela.

Mejor te va en la primera parte del artículo, aunque admito que encuentro esa discusión un tanto nebulosa, tan nebulosa como lo es gran parte de la obra del novelista, en caso no te fijaste.

Las palomas de la guerra es una novela que trata el tema de la Guerra de Abril. Eso nadie puede negarlo, ni siquiera el mismo Mieses que, en efecto, ha tratado de hacerlo, por cuál razón, simplemente no lo entiendo. 

Este novelista dice cosas duras acerca de la Guerra de Abril. Por eso, el derechista, el que levanta el brazo y hace el saludo fascista, es él en su novela; yo sólo saqué a relucir esa verdad, algo que a lo mejor no se esperaba o quizás ni siquiera sospecha. Un novelista escribe y publica una novela. Cuando la publica, ya no es suya; le pertenece al público en general, el cual puede hacer con ella lo que le venga en gana. 

Muchas veces ese público logra ver en la obra más de lo que el novelista entendió o quiso decir. Ve hasta lo que ese novelista a lo mejor trató de ocultar. Yo hice mi lectura de la novela. De esa lectura sale una interpretación que no me inventé, sino que logro probar con lujo de detalles. Que eso significa decir que la novela ve ese evento histórico desde las derechas, y no las izquierdas, es asunto del mismo Mieses y no mío. Yo no soy responsable de que las cosas le salieran de esa manera. 

Si piensa que no tenían que salirle así, ¿para qué demonios publicó la novela? Y ya que la publicó, ¿por qué no le puso una nota diciendo que no había que leerla desde ese ángulo? Además, ¿acaso es un novelista quien decide cómo se va a leer su novela? Yo hice mi inversión de tiempo y dinero, entonces: ¿Por qué no tengo derecho a opinar como quiero y a raíz de las pruebas que tengo a mano?

Pero ésta es una vieja historia, y una que llevo a cuestas desde que me dio con dedicarme, quizás imprudentemente, a leer novelas dominicanas y comentarlas. Tú no eres, pues, el primero que me mira de arriba abajo como si fuera un inmundo insecto por hacer lo que hago. Otros, e inclusive mejores que tú, han trillado ese mismo camino.

Pero por lo menos con ellos no había de por medio ningún respeto hacia su persona. En tu caso, todo cambia, pues tenía entendido que, por el tipo de crítico que siempre te imaginé, alguna consideración de tu parte a mi trabajo tenía que haberla. ¡Lástima que descubriera todo lo contrario en esta ocasión!

Yo simplemente no entiendo, estimado Pedro, qué gusto encuentra cierta gente en denigrar todo lo que yo hago con relación a la literatura dominicana. Si lo que escribo no sirve, ¿para qué ponerle atención? A las cosas mediocres se las ignora, y punto. Pero siempre ha habido un aguerrido grupito, al cual tal parece ahora te has sumado tú también, que no hace otra cosa que estar pendiente de lo que escribo y no escamotear la más mínima oportunidad de echar pestes al respecto. 

¡Cuánta pérdida de tiempo! En vez de pasársela calumniando a un simple don nadie como yo, ¿por qué no se dedica más bien a enaltecer a su país y su literatura, realizando obras que merezcan respeto en todos los sentidos? Pero supongo que es más cómodo darle una paliza verbal a ese ignorante de Di Pietro, a ese italianito que no sabe nada y todo lo que hace lo hace mal.

A ése que todos los novelistas, siempre grandes, siempre meritorios de un premio Nobel, odian a muerte. Si esos novelistas son tan buenos como pretenden, ¿para qué preocuparse de las opiniones desquiciadas de un desquiciado como yo? Ilumíname tú, si puedes.

Me parece haber dicho ya lo mío. Hubiera preferido no hacer nada de esto y quedarme en el más absoluto silencio, acostumbrado como lo estoy a recibir pedradas de todos los lados por la crítica que hago. Sin embargo, por el respeto que te mereces como crítico que, repito, siempre he admirado, pensé que valía la pena contestar tus censuras, no vaya a ser que termines acusándome también de cobarde por no responderte.

Porque, estimado Pedro, todo lo que dices en ese artículo de El Caribe poco tiene que ver con la novela de Mieses; más bien, es tu manera de irte a lo personal, y eso con una persona que no conoces ni nunca has tratado, ni de cerca ni de lejos. Por qué lo hiciste, no me lo explico. Seguro que tendrás tus razones, como yo he tenido las mías para defenderme. 

Sólo espero que en el futuro podamos tener un intercambio de ideas serio y profundo acerca del quehacer literario del país, en vez de gastar energía en ridículas polémicas como ésta.

Recuerdos,
Giovanni

Pedro Conde Sturla es escritor

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