Pedro Conde Sturla
21 diciembre 2115
Es un film emblemático si consideramos las implicaciones profundas de la sicología de los protagonistas, así como la admirable estructura narrativa.
21 diciembre 2115
Es un film emblemático si consideramos las implicaciones profundas de la sicología de los protagonistas, así como la admirable estructura narrativa.
La obra maestra del siquiatra y director de cine Dino Risi comienza “En una Roma desierta de un Ferragosto cualquiera…”. Comienza con un Vittorio Gassman a bordo de una Lancia Aurelia B24 Spider, de la que más adelante hará sentir la bocina o mejor dicho el claxon, para decirlo pedantemente. Una bocina o claxon musical que no dejará de sonar a lo largo y a lo ancho de toda la película.
Ferragosto es una tradicional fiesta italiana que se festeja el 15 de agosto, pero por extensión se llama así a la primera quincena del mes, y para muchos constituye una experiencia ingrata de la que es mejor no acordarse. Coincide con las vacaciones colectivas y el abandono de la ciudad es masivo, los medios de transporte público -trenes y autobuses-, revientan de pasajeros, la mayoría de los establecimientos comerciales cierran (o cerraban) y si no se han tomado o comprado provisiones, los que quedan atrapados en las grandes urbes pueden pasarla muy mal, incluso pasar hambre.
Lancia Aurelia B24 spider en CINECITTA
En fin, que por ahí va el imponente Vittorio Gassman (seis pies y tres pulgadas y media) en el papel de Bruno Cortona, moviéndose velozmente en su flamante auto deportivo por las calles desiertas de la periferia romana, buscando desesperadamente donde comprar cigarrillos y hacer una llamada telefónica. El último negocio abierto se lo cierran en las narices y Gassman-Bruno o Bruno-Gassman prosigue su búsqueda insaciable, se detiene a beber agua en una fuente, junto a un terreno baldío, y desde allí descubre la silueta o contrafigura de Jean-Louis Trintignan (todavía no formaba parte del elenco), que lo espía desde las alturas de su luminoso y poco modesto apartamento de estudiante de derecho. “El perfecto” Jean-Louis Trintignan, en el papel de Roberto Mariano, entabla conversación con el “magnifico”, perverso, “mefistofélico” y mefistofálico Bruno-Gassman, lo deja subir a llamar por teléfono y Bruno se adueña de inmediato de la situación, lo convence de salir a comer algo y la salida se convierte en un viaje, un viaje de descubrimiento interior. A partir del momento en que Roberto-Trintignant conoce a Bruno-Gassman su plácida y monótona existencia de estudiante de derecho empieza a torcerse.
El film se conoce como “La escapada” en español, “Le fanfaron” en gabacho, “The easy life” en la lengua de los amos del mundo (casi como quien dice “La dolce vita”), pero los amantes del cine prefieren el título original, “Il sorpasso” (1962), salvo en España donde son “geniales” inventando títulos estrambóticos.
“Sorpassare”, en italiano, significa, entre otras cosas, rebasar, adelantar un vehículo a otro, y en “Il sorpasso”, por cierto, hay más de uno. Infiniti sorpassi.
“Il sorpasso” es lo que llaman un road film, una película de carretera y es también un gran comercial (“soporte visual o auditivo en que se transmite un mensaje publicitario”, como los de Forcadell y Conde, por ejemplo). Tan comercial como “Un hombre y una mujer” de Lelouch (“el comercial más bello del mundo”), tan comercial como el “Easy rider” de Dennis Hopper, que se inspiró en “Il sorpasso”. La escena final describe, precisamente, un intenso duelo entre la Lancia Aurelia B24 Spider de Bruno-Gassman y una Alfa Romeo Giulietta Spider. Un duelo que era posible en la época en que había en Italia unos dos millones de autos. Actualmente hay más de cuarenta y los infinitos tapones de Ferragosto y otras fiestas hacen imposible cualquier duelo automovilístico.
“Hay que ver cuanto ha cambiado el mundo desde 1962 -dice un comentarista-. La gente fumaba a todas horas y en todas partes y además conducían sin cinturón de seguridad por carreteras de doble dirección en las cuales no había rayas discontinuas que separaran los carriles”.
“Il sorpasso” es la historia de una escapada, de un viaje o doble viaje, al exterior y al interior, un viaje de iniciación, introspectivo, en el que uno de los protagonistas se va convirtiendo en el otro:
“Il sorpasso’ –dice un agudo crítico- es el viaje cinematográfico de Dino Risi a través de la Italia del boom economico y del espejismo del bienestar, la Italia del claxon y los autos de lujo como símbolo de bienestar, la Italia de los Bruno Cortona e de los Roberto Mariano. ‘Il sorpasso’ es uno de los films más fascinantes dentro del panorama italiano de los años sesenta, pero no sólo italiano y no sólo en lo que respecta a los años sesenta. Es un film emblemático si consideramos las implicaciones profundas de la sicología de los protagonistas, así como la admirable estructura narrativa. Bruno Cortona, cuarentón indigno de confianza y mefistofélico, encuentra a Roberto Mariano, tímido e introvertido estudiante de jurisprudencia, en un día de Ferragosto en Roma y lo arrastra consigo en un viaje (interior) a través del cual Roberto sufrirá una profunda mutación que tendrá extremas consecuencias”.
Nota:Para los dominicanos que en la década de los sesenta estudiábamos en Monterrey y adorábamos, rendíamos culto al cine italiano, “Il sorpasso” es inolvidable, tan inolvidable como el difunto cine Rex donde la vimos y siempre daban películas europeas e incluso japonesas como “La mujer de arena”, la impresionante, imborrable mujer de arena.
Uno de esos estudiantes dominicanos, el ingeniero Gil Mejía, recuerda y recrea todavía aquellas memorables palabras de Bruno-Gassman cuando le preguntaron si quería conocer unas tumbas etruscas:
-A las tumbas etruscas –dijo el personaje- yo me las cuelgo de…”
Luego le mencionaron a Sofia Loren y respondió, no sé por qué:
-A la Loren yo me la cuelgo de donde mismo me cuelgo a las ruinas etruscas.
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