Pedro
Conde Sturla
En
fin, que, como iba diciendo en la entrega anterior, algunas de las películas
que vi en el ahora difunto cine Leonor me resultan particularmente inolvidables
debido a ciertos acontecimientos que ocurrieron durante la proyección, lo que
no quita que las películas sean también igualmente memorables.
La
primera de ellas, titulada “El tercer sexo”, se relaciona, aunque parezca un
absurdo, con “Las aventuras de Rin Tin Tin”, una serie de televisión que daban
en los años de 1950 y 1960.
Rin
Tin Tin era un perro, un pastor alemán (y sigue siéndolo todavía en la magia
del celuloide), pero además era un patriota, un soldado, y su amo era un niño
llamado Rusty, al cual los indios habían dejado huérfano y había sido “criado por
los soldados de un puesto de la Caballería de los Estados Unidos. Él y su perro
pastor alemán, Rin Tin Tin, ayudan a los soldados a establecer el orden del
Lejano Oeste”. [1]
Dicho
de otra manera, Rusty y Rin Tin Tin luchaban a favor de las tropas de ocupación
usamericanas que, junto a los colonos, habían arrebatado sus tierras a las naciones indias durante la
feroz conquista del oeste en la segunda mitad del siglo XIX. Rinti era
cariñoso, fiel y sobre todo disciplinado. Cuando su joven amo le decía “Ahora
Rinti” el perro saltaba sobre los malos y los reducía a la obediencia o bien
cumplía sin chistar una misión imposible.
“El
tercer sexo” no es una película sobre perros, sino sobre personas raras,
diferentes, como se explica en el título original (“Anders als Du und Ich”,
“Diferente de tu y yo”). Uno de los raros o diferentes de la historia es Klaus
Teichmann, un joven que comienza a frecuentar malas compañías, a manifestar
ciertas desviaciones que alarman a sus padres, sobre todo a su madre.
Klaus
pasa mucho tiempo con Manfred, su rubicundo y un poco amanerado compañero de
estudios de la universidad. A través de Manfred conoce a Boris Winkler, un
refinado coleccionista de mediana edad, amante de la música electrónica, el
arte moderno y los efebos. Klaus queda envuelto en una especie de telaraña que
le provoca desorientación respecto a su identidad sexual. En resumen, la música
que escucha y las relaciones peligrosas que establece pertenecen al ámbito de
la cultura gay y el joven Klaus está a punto de torcerse, se inclina
enfermizamente hacia el tercer sexo y nadie parece conocer la cura de la
enfermedad. Salvo la madre.
La
madre de Klaus, la señora Teichmann, es una persona lúcida, pragmática, y está
dispuesta a probar cualquier medicina que ponga remedio a la patología o
desorientación sexual que sufre el hijo.
La
idea es tan simple como brillante. Se pone de acuerdo con la hermosa Gerda, la
criada, para que seduzca al hijo y lo conduzca por el sendero de salvación.
La
escena de la seducción es de antología. Con un cuaderno de dibujo y crayón,
Klaus entra a la habitación de Gerda, donde se escucha música de Chopin, le
dice que quiere hacer un dibujo de su rostro y Gerda acepta, coquetea
alegremente con sus hermosas piernas y Klaus la rechaza. Gerda se sienta sobre
la cama y se va insinuando poco a poco. Gerda sugiere más que lo que muestra en
principio, pero en algún momento, un poco como al descuido, deja ver parte de su
agraciado y casi nuevo testamento y Klaus se molesta y le pide que se cierre la
bata. Gerda cambia de táctica, adopta una actitud más agresiva, se acerca a ver
el dibujo, acerca su rostro encantador al de Klaus y Klaus la rechaza, le dice
que vuelva a su lugar en la cama. Ella decide cambiarse de atuendo y se quita
la bata detrás de un biombo, pero Klaus la ve por el espejo y esta vez no
permanece indiferente, siente quizás que algo le hace cosquillas por dentro.
Ella le pide que le acerque una prenda de vestir y Klaus obedece. Con el biombo
de por medio sostienen un encendido intercambio de palabras. El cortejo
comienza finalmente a surtir efecto, despierta el morbo virginal del inexperto
Klaus y cuando Gerda advierte que el joven está casi a punto de caramelo,
vuelve a ponerse la bata y sale por la ventana al jardín, emprende una fuga
ficticia, se cae o se tira al suelo, se derrama en el suelo con la bata suelta,
mientras se supone que Klaus, convertido en fiera enardecida, la persigue como
el viento del poema de García Lorca “con una espada caliente”.
Recuerdo
que casi no podía respirar en ese momento, creo que nadie en el Leonor estaba
respirando bien en ese momento. La tensión nos embargaba a todos, todos anticipábamos con delectación el desenlace previsto y cuando esperábamos que
Klaus le saltara encima a la suculenta Gerda alguien gritó “Ahora Rinti” y
Rinti saltó sobre su presa y ahí fue Troya.
El
cine se vino abajo con una brutal carcajada. Ciertos detalles no los recordaba
hasta que volví a ver la película, porque el estruendo sacó la escena de
contexto y ahogó el contenido, pero lo cierto es que Rinti saltó sobre su
presa, la devoró metafóricamente y se curó para siempre.
A
la mamá le metieron seis meses de cárcel por proxeneta, pero había descubierto al parecer
un remedio más efectivo que todas las terapias de reorientación sexual
“(también conocidas como terapias de conversión sexual, reparativa o de deshomosexualización)”.
Más efectivo quizás que las
oraciones y el consejo religioso, la terapia de aversión, el psicoanálisis, el
hipnotismo. Sin olvidar, por supuesto, el jarabe de ipecuana para inducir al
vómito cuando se tienen malos pensamientos.
Más
efectivo, en fin, que los resultados que se obtienen en los cursillos
cristianos que tratan la homosexualidad como patología a curar, la lobotomía o
los choques eléctricos en los testículos que en Rusia todavía se aplican con el
mismo fin.
Notas:
“La Freiwillige Selbstkontrolle
der Filmwirtschaft (FSK), un servicio de autocontrol de la industria del cine,
no permitió el estreno de la película, que le fue entregado con el título de
Das dritte Geschlecht (‘El tercer sexo’). La prohibición se justificó diciendo
que la sensibilidad popular condena la homosexualidad y sus peligros debían ser
destacados, mientras que una película como esta precisamente intentaba
conseguir comprensión para los homosexuales. Una película de este estilo sólo
podía ser aplaudida por los homosexuales, mientras que ‘todos los círculos
sociales que todavía tienen sentido de la decencia y de la justicia (y esto
representa la gran mayoría del pueblo) se verán ofendidos en lo más profundo de
sus sentimientos”’.
“Más tarde se estrenó una segunda versión, aprobada
por el FSK para mayores de 18 años, con escenas en parte rodadas de nuevo, en
parte son diálogos doblados de nuevo, que fue percibida en general como
homófoba. La nueva versión tenía el título Anders als du und ich. El comerciante
de arte, que en la versión original huía hacia Italia, era ahora detenido en la
estación de tren. La madre, que en la versión original era condenada a la
cárcel, ahora sólo era condenada a libertad condicional. Se eliminó la escena
en la que el comerciante de arte habla con un abogado homosexual, al igual que
una escena en la que se encuentra con amigos extranjeros, para no levantar
sospechas de que hay homosexuales en importantes puestos en la sociedad. En
Austria, la película siguió siendo vista en la versión original bajo el antiguo
título de trabajo Das dritte Geschlecht.” [2]
“En resumen, Anders als Du und Ich es una joya rara del cine
alemán de la posguerra, excitante y ridícula, pero tiene el mérito de hablar de
cosas que no hablábamos en el cine de los años 50”. [3]
Una
versión alemana con subtítulos en inglés puede verse en: https://youtu.be/q5fl2HYL2Lk
pcs, jueves14 de junio de 2018
[1] Las aventuras de Rin tin tin - Wikipedia, la enciclopedia
libre, https://es.wikipedia.org/wiki/Las_aventuras_de_Rin_tin_tin
[2] Anders als du und ich
- Wikipedia, la enciclopedia libre
[3] Sniff and Puff: Anders als du und ich (Veit Harlan, 1957)
http://sniffandpuff.blogspot.com/2008/09/anders-als-du-und-ich-veit-harlan-1957.html
http://sniffandpuff.blogspot.com/2008/09/anders-als-du-und-ich-veit-harlan-1957.html
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