domingo, 10 de junio de 2018

ÁNGELA PEÑA: LOS CUENTOS NEGROS DE CONDE

Menos mal que son cuentos, puros Cuentos Negros, aunque el autor dice que “Todos los personajes de este libro son reales. Solamente el autor es imaginario”. Porque si esas narraciones fueran ciertas, el lector que repase líneas tan escandalosas terminaría ateo, como mínimo, o si permaneciera creyendo en la Santa Madre Iglesia, borraría de su devoción al alto clero.
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Desde hace días está circulando Los cuentos negros, de Pedro Conde Sturla, y pese a que contiene una variedad de amenos relatos de colores más tenues, el público se dirige a degustar, morboso, tres historietas: Al maestro con cariño, El anticristo en Palacio y Profundo Púrpura, aunque disfruta sobremanera lo que se dice de El Nazionalista, intentando adivinar al protagonista cierto de entre tantos haitianófobos que pueblan la República.
Hay quienes consideran un atrevimiento del autor haber publicado supuestas intimidades y debilidades de eminencias reverendísimas, obispos, monseñores y otros piadosos príncipes católicos de los que refiere inclinaciones sexuales desbordadas o desviadas, ambiciones desmedidas de dinero y poder, experiencias en el arte de la simulación, el oportunismo político, inquisidores fundamentalistas que debajo de la sotana, según Conde, esconden un historial de “dolce vita”, opulencia, banquetes y aventuras galantes que espanta. ¡Jesús, qué irreverente es este Conde! Con esta indelicadeza se habrá ganado la condena de consumirse en el fuego eterno, cuando muera, y la excomunión de por vida.
Al maestro con cariño se lo censuraron desde que intentó publicarlo en 1988. Ni siquiera le dieron acogida en Hablan los comunistas, el periódico del Partido Comunista Dominicano, ni “el líbelo cultural Vetas”, porque presentaba a un fallecido líder que no identifica, como profesor autoritario, imponente, infalible, incontestable e indeleble que instruye a sus discípulos como borregos sumisos, sin iniciativa ni discernimiento propios, a los que el escritor describe como “las copias”.
Quienes conocieron al profesor Dato Pagán Perdomo botarán un poco el golpe de la crisis con Fábula del fabulador, que comienza narrando la difícil situación del insigne historiador, espeleólogo, político y luchador antitrujillista rodeado de serpientes en los llanos venezolanos, seduciendo a una marquesa en París, camuflajeado, desdibujado, confundido con el paisaje urbano en la clandestinidad o desatraído mirando libros frente al escaparate de una librería de Saint Germain en aquella ocasión memorable muy conocida cuando Jean Paul Sartre lo reconoció llamándolo: “¡Dató, Dató!”.
Casi todos los cuentos están relacionados con el Palacio de la Esquizofrenia, como llaman algunos intelectuales a una cafetería de la Zona Colonial donde ellos se reúnen a comentar sus últimas producciones o a acabar con el género humano mientras dan a estómago y garganta un rico baño etílico.
El libro no ha sido prohibido y, hasta donde es sabido, Pedro Conde aun está vivo y según sus amigos no ha sido víctima de acoso o intimidación pese a la ubicación de ese Palacio de la calle Del Conde, a pesar del éxito electoral de las denominadas “copias”.

Ángela Peña, 14/07/2006

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