Pedro Conde Sturla
20 de junio de 2007.
20 de junio de 2007.
Políticos y politi castros |
Una
buena parte de la opinión pública más sensible de la isla de la
fantasía se ha mostrado ingenuamente alarmada, más bien
consternada, por el hecho de que Melesio Morrobel es candidato al
poder, candidato a la presidencia de la República por un partido de
Morrobeles.
Morrobel
es uno de los muchos personajes que interpreta Freddy Beras Goyco,
quizás su obra maestra. Morrobel representa a un político corrupto,
si acaso no lo son todos, un político que no esconde su desvergüenza
ni disimula sus ambiciones, no enmascara con palabras su idea del
estado como botín: al poder se va a robar, a “resolver”.
Morrobel no finge virtudes que no tiene, como aconseja Maquiavelo al
Príncipe, Morrobel hace y dice lo que otros sólo hacen, no maneja
un doble discurso, no tiene una doble moral. Morrobel es exactamente
lo que dice ser, la encarnación pura y desnuda de la falta de
principios, de ética y moral, la honesta encarnación de un
corrupto. Lo único que lo distingue de sus secuaces, lo único que
lo distingue de la mayoría de integrantes de esas asociaciones de
malhechores llamadas partidos políticos es la descarnada sinceridad
o mejor dicho el cinismo, simplemente el cinismo. La participación
de Morrobel en la política vernácula sólo podría llamar a
escándalo si la realidad no lo superara. El vulgarísimo Morrobel,
como dice Pablo McKinney, “ha sido vulgarmente superado por la
realidad política nacional”.
Morrobel
no es una opción de poder, Morrobel está en el poder desde hace
años. Es la expresión de un poder gangsteril que desde lo regional
trasciende a lo nacional y se proyecta al plano internacional.
Morrobel es un políticastro, exactamente un politicastro, vinculado
a los viajes ilegales, al tráfico de drogas, a la mafia de los
pasaportes, a los fraudes electorales de la era gloriosa de Balaguer,
a la monumental estafa de la Hidro-Quebec, al Peme, al Plan Renove,
al escándalo de la decoración del edifico de la Suprema Corte, a
las colosales quiebras bancarias, a Don Quirino Ernesto Paulino
Castillo. En resumen, a la depredación del patrimonio público, a lo
imaginable e inimaginable.
Los
Morrobeles pululan en el poder político y dominan el escenario desde
siempre, nada tienen de novedosos. A varios Morrobeles les han
quitado incluso la visa del imperio, que es como quitarles la patria,
y la mayoría exhiben de forma indecorosa el plumaje de la fortuna
ganada con el sudor de la frente de sus semejantes.
Si
alguno de ellos causa malestar entre sus congéneres es porque se va
de boca y confiesa sus malas artes, si el modo en que dispensa lo que
no es suyo causa alarma, si el índice de rechazo es tan alto incluso
entre sus compañeros de fechorías es porque se reconocen en él y
se dan asco.
pcs,
miércoles, 20 de junio de 2007.
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