miércoles, 16 de mayo de 2018

LUTERO CONTRA LOS CAMPESINOS, JUDÍOS Y MUJERES

Pedro Conde Sturla 
 23 de septiembre de 2012

Contra las bandas rapaces y asesinas de los campesinos 

En 1517, el fraile católico agustino Martín Lutero (1483-1566), nacido en la actual Alemania, publicó en las puertas de la catedral de Wittenberg, según la versión más socorrida, sus famosas 95 tesis contra la iglesia de Roma y la corrupción del papado en general.
El documento circuló  por toda Europa con rapidez asombrosa y fue objeto de debates que abrirían el camino a la reforma protestante, al surgimiento de nuevas iglesias cristianas y a un siglo y medio de guerras religiosas y seudoreligiosas.
El hombre se salva por la fe y no por las obras, decía Lutero. Otro reformador más radical, Calvino, diría más adelante que ni por la una ni por las otras. Sólo por la predestinación. Es decir, se nace predestinado a salvarse o condenarse por voluntad divina.
Lutero recibió desde el principio el apoyo de los príncipes alemanes, que al convertirse a la reforma protestante  se apoderaban de paso de las riquezas cuantiosas de la iglesia católica.
Los depauperados campesinos alemanes creyeron que en la reforma había también para ellos una oportunidad de mejoría social y entre 1524 y 1525 se organizaron en varias ligas que los príncipes llamaron bandas a las que enfrentaron en desigual combate, dando origen a la sangrienta guerra de los campesinos alemanes.
La revuelta popular, que los campesinos llamaron  “revolución del hombre común”, fue el más grande movimiento de masas que tuvo lugar en Europa hasta la revolución francesa. En su mejor momento  los campesinos  negociaron un pliego de reivindicaciones que se conoce con el nombre de los “12 artículos”, y unificó ideológicamente el movimiento en base a un programa económico y religioso,  pero fueron a la postre derrotados y brutalmente reprimidos y  denigrados.
Contra ellos escribió Lutero uno de los documentos más aberrantes de la historia, un panfleto en el que llama, en nombre de dios, al total exterminio de seres a los que no les reconoce ni condición humana.
Llaman sobre todo la atención sus palabras, porque se suponen que son palabras de un cristiano, de un servidor de Cristo y no de un demonio como aparentan ser, de un fundamentalista que retuerce todos los principios del cristianismo y pide a los príncipes ganar la gloria degollando campesinos.
Mi capacidad de asombro, mi capacidad de horror no disminuye aún. He aquí, a renglón seguido,  los gloriosos fragmentos finales del famoso documento:


Contra las bandas rapaces y asesinas de los campesinos


Martín Lutero – año 1525
 
Un príncipe y señor ha de pensar en que es ministro y servidor de Dios y de su ira (Epístola a los Romanos, 13, 4), y que la espada le ha sido confiada contra tales bribones. Si ésta no castiga y no pone remedio, no cumpliendo así con su oficio, peca contra Dios en forma igualmente grave que quien mata sin que le haya sido dada talpotestad.
Donde puede y no castiga,  o por derramamiento de sangre, se hace culpable de todos los homicidios y de los males perpetrados por tales bribones, porque, descuidando voluntariamente el mandato de Dios, permite que esos bribones realicen sus maldades, siendo así que podría y debería impedirlo. 
Por ello no es éste el momento de dormir ni de emplear paciencia o misericordia: es ya el tiempo de la ira y de la espada, y no el de la gracia.
Proceda, pues, ahora, la autoridad con confianza y golpee con buena conciencia mientras pueda mover un músculo; tiene ésta en su favor que los campesinos tienen mala conciencia y persiguen una causa injusta, y cualquier campesino que, a consecuencia de esto, resulte muerto está perdido en cuerpo y alma y pertenece al
diablo para siempre.
La autoridad, en cambio, tiene una buena conciencia y un buen derecho de su parte y puede decirle a Dios con absoluta tranquilidad de corazón:  Ve, Dios mío, Tú me has puesto como príncipe o señor, de esto no puedo dudar; Tú me has confiado la espada contra los malhechores (Epístola a los Romanos, 13, 4).
Tal es Tu palabra y debe observarse; por ello he de cumplir este oficio, so pena de perder Tu gracia. Además es evidente que estos campesinos han merecido ante Ti y ante el mundo varias veces la muerte, y que a mí corresponde castigarlos.
Ahora, si Tú quieres dejar que éstos me maten y que me sea quitada la autoridad y que yo perezca, hágase Tu
voluntad, de modo que yo muera y perezca según Tu divina voluntad y palabra y sea considerado obediente a Tu mandato y a mi oficio. 
Por esto quiero golpear y castigar mientras pueda mover un músculo. Así es como, juzgarás y obrarás rectamente.
Puede, pues, ocurrir que cualquiera que del lado de la autoridad sea muerto se convierta en un verdadero mártir de Dios, si ha combatido con la conciencia que hemos dicho, porque procede según la palabra y la obediencia de Dios.
Por el contrario, todos los que perezcan del lado de los campesinos, estarán destinados al fuego eterno, porque
empuñan la espada contra la palabra y la obediencia de Dios y son criaturas del demonio.
Si los campesinos prevalecieran (Dios no lo permita), porque para Dios todo es posible y no sabemos si tal vez antes del juicio final, que no debe estar lejos, Él no quiera destruir por medio del diablo todo orden y autoridad reduciendo el mundo a un montón de ruinas, con todo, morirían seguros y perecerían en paz los que resultaren muertos en el  ejercicio de su oficio de la espada, y dejarían el reino terrenal al demonio, para recibir, en cambio, el reino eterno.
Los tiempos actuales son tan extraordinarios que un príncipe que derrama sangre puede ganar mejor el cielo que otro con oraciones.
Finalmente, hay una cosa todavía que ha de mover justamente a la autoridad; los campesinos no  se conforman con pertenecer ellos mismos al demonio, sino que constriñen y obligan a mucha gente piadosa, que lo hace de mala gana, a ingresar en sus bandas diabólicas, haciéndoles partícipes, de este modo, de toda su iniquidad y condenación.
En efecto, quien no resiste al terror de los campesinos se asocia con el diablo y es culpable de todas las fechorías que ellos cometen; sin embargo, se ven obligados a ello por la debilidad de su fe, que no les confiere fuerza para oponérseles.
Un cristiano piadoso deberá sufrir cien muertes antes que aprobar, ni aun en lo más mínimo, la causa de los campesinos.
¡Cuántos mártires podría haber hoy por mano de los sanguinarios campesinos y de los profetas de la muerte! Ahora bien, la autoridad debería apiadarse de dichos prisioneros de los campesinos; y si no hubiera ninguna otra razón para apuñar tranquilamente la espada contra los campesinos, poniendo en tal empresa cuerpo y alma, ésta seria una razón harto suficiente, quiero decir la de salvar y ayudar a las almas constreñidas por los campesinos a una alianza tan diabólica e inducidas contra su voluntad, a pecar tan gravemente junto con ellos y a ser condenados; tales almas, en efecto, están ya en el purgatorio, o incluso encadenadas al infierno y al demonio.
Por esta razón, estimados señores, salvad, ayudad y tened misericordia de la pobre gente; pero herid, degollad y estrangulad cuanto podáis; y si haciéndolo así sobreviene la muerte, mejor para vosotros, que no podreís encontrar nunca muerte más bienaventurada, porque moriréis en obediencia a la palabra y al mandato de Dios (Epístola a los Romanos, 13, 5) y en servicio de la caridad, para salvar a vuestro prójimo  de las cadenas del infierno y del demonio.
Os ruego, pues, que el que pueda huya de los campesinos, como del demonio en persona. Yo ruego que Dios quiera iluminar y convertir a cuantos no huyen. Aquellos, en cambio, que no se dejen convertir, suplico a Dios que no tengan ni felicidad ni suerte. 
Que todo cristiano piadoso diga amén porque la oración es buena, justa y grata a Dios, esto lo sé bien. Si alguien piensa que todo esto es demasiado duro, que piense también que la sedición es cosa insoportable y que en todo momento hay que esperar la destrucción del mundo. (Martín Lutero – año 1525).

pcs, jueves, 20 de septiembre de 2012


Lutero, “Sobre los judíos y sus mentiras”, amén de las mujeres


Según leo en un blog de José Alfredo Elías Marcos (“El Racismo, la falaz ideología del determinismo biológico”) el venerable Martín Lutero, el mismo que “mojó su pluma en sangre” para pedir el degüello de los campesinos alemanes insurrectos, escribió el que es “considerado el primer tratado moderno antisemita, ‘Sobre los judíos y sus mentiras” (1543), para los que pide poco menos que el exterminio. Eso, aparte de otras cosuchas sobre las mujeres, a las que  estimaba como simples bestias para parir y amamantar. “Entre los protestantes Lutero es hoy celebrado por su supuesto respeto al matrimonio y a las mujeres. Más allá de su apoyo para las cacerías de brujas, su opinión negativa hacia las mujeres se pone de manifiesto en su prédica a las embarazadas”. A este tema dedicó un famoso escrito, “Sobre la Vida Matrimonial” (1522). 
El nazismo alemán durante la segunda guerra mundial realizó en parte sus sueños de cristiano fundamentalista (“firme creyente en un Dios totalitario”) que  es casi la misma cosa que el nazismo. Nada tiene de cristiano el holocausto, pero sí mucho de luteranismo.
El abusado pueblo judío respondió,  como suele suceder, entablando una relación de empatía con sus verdugos y convirtiéndose en abusador.
Hoy Alemania es gran aliada de los judíos, prohíbe por ley negar el holocausto so pena de cárcel y les proporciona armas de destrucción masiva (submarinos nucleares) a precio de vaca muerta.
Los judíos se cobraron el holocausto con la tierra y la sangre y la humillación permanente y sistemática de los palestinos, se cogieron el ochenta por ciento de sus tierras, mandaron a miles al exilio, encerraron una parte en la franja de Gaza, donde no llegaban ni las medicinas, y actualmente llevan a cabo el despojo de lo que les queda en Cisjordania: un cinco por ciento de “colonos” judíos se ha hecho dueño del sesenta y cinco por ciento de las mejores tierras labrantías, mientras los pueblos y aldeas palestinas han sido rodeadas por murallas de donde solo se puede salir con un salvoconducto. Israel se permite mantener en prisión a todo el pueblo palestino, bajo un régimen de terror, y esta noticia no sale casi nunca en las noticias. 
Para peor, los terroristas llaman terroristas a las víctimas del terrorismo y se preparan para desatar una guerra atómica contra Irán. Las víctimas de Lutero son los luteranos de hoy. 

“Sobre los judíos y sus mentiras” (fragmentos y comentarios)
Sobre los judíos y sus mentiras

Pero fue el alemán Lutero quien en 1543 escribirá el que es considerado el primer tratado moderno antisemita “Sobre los judíos y sus mentiras”. Lutero decía que debían quemarse todas las sinagogas judías, destruir sus libros de oración, prohibir predicar a los rabinos, “aplastar y destruir” sus casas, incautarse de sus propiedades, confiscar su dinero y obligar a esos “gusanos venenosos” a realizar trabajos forzados o expulsarlos “para siempre”.
“Primero, sus sinagogas o iglesias deben quemarse… En segundo, sus casas deben asimismo ser derribadas y destruidas… En tercer lugar, deben ser privados de sus libros de oraciones y talmudes en los que enseñan tanta idolatría, mentiras, maldiciones y blasfemias. En cuarto lugar, sus rabinos deben tener prohibido, bajo pena de muerte, enseñar jamás… La furia de Dios contra ellos es tan grande que están cada vez peor… Para resumirlo, estimados príncipes y nobles que tenéis judíos entre vuestras posesiones, si mi consejo no os es suficiente, buscad otro mejor para que vosotros, y todos nosotros seamos libres de esta insoportable carga diabólica”. 
“¿Quién le impide a los judíos volver a Judea? Nadie… Les proveeremos todas las provisiones para el viaje, para vernos por fin libres de ese repulsivo gusano. Para nosotros, ellos son una grave carga, la calamidad de nuestra existencia. Son una peste enclavada en nuestras tierras”. 
“Yo les arrancaría la lengua de la garganta. Los judíos, en una palabra, no deben ser tolerados”. 
“Si no fueran tan ciegos, su despreciable vida externa los convencería de la verdadera naturaleza de su penitencia. Ya que abunda en brujería, signos de magia, figuras y el tetragrama del nombre, eso es, con idolatría, envidia y vanidad. Además, no son más que ladrones y asaltantes que diariamente no prueban bocado y visten ropa que nos han robado y hurtado por medio de su maldita usura. De este modo viven día a día, junto con esposa e hijo, de robo y hurto, como archiladrones y asaltantes, en total impenitente seguridad. Para un usurero es un archiladrón y asaltante que debería ser colgado en la horca siete veces más alto que otros ladrones. En efecto, Dios debería profesar desde el cielo sobre tal hermosa penitencia y mérito a través de su santo ángel y volverse flagrante, mentiroso blasfemo por el bien de la sangre noble y los santos circuncisos que se jactan de ser santificados por los mandamientos de Dios, a pesar de que los pisotean a todos y no conservan ni a uno de ellos”.
Lutero se casará con la monja Katherina von Bora con quien tendrá varios hijos. No obstante, tendrá una opinión muy peyorativa respecto a las mujeres. En una predicación sobre las embarazadas decía:
“Déjennos tener su hijo y hagan lo que puedan; si mueren: benditas sean porque seguramente morirán en la noble labor y de acuerdo a la voluntad de Dios… Han visto qué débiles y enfermizas son las mujeres infértiles; aquellas bendecidas con muchos hijos son más sanas, más limpias y más felices. Pero si eventualmente se desgastan por tener hijos y se cansan y se mueren, eso no importa. Dejen que mueran pariendo, para eso están aquí”.
Durante el juicio de Nuremberg a los nazis alemanes por sus crímenes de guerra, estos justificaron el asesinato de 6 millones de judíos usando el libro de Lutero “Sobre los judíos y sus mentiras”. En el Tribunal alegaron en su defensa que no habían hecho otra cosa más que ejecutar lo que Martín Lutero había ordenado cuatro centurias antes.
Después de todo, entre los viles ataques de Lutero contra los judíos se encuentran expresiones como:
“Sus alientos apestan por el oro y la plata de los infieles; porque no hay gente sobre la tierra que sea, que haya sido o será, más avara que ellos, como pueden ser vistos en su maldita usura. Entonces sepan, mis queridos cristianos, que después del diablo, no hay nada más agrio, más ponzoñoso, más vehemente y enemigo que un verdadero judío que realmente desea ser judío. ¿Acaso no su Talmud y sus rabinos escriben que no es pecado si un judío mata a un infiel, pero que sí es pecado si mata a un hermano en Israel? No es pecado si no mantiene su juramento a un infiel. Entonces, el robar y asaltar -como lo hacen con sus préstamos- a un infiel, es un servicio divino… ¿Qué debemos de hacer con este rechazado y condenado, pueblo judío?… 
Así quejándose de cómo “los cristianos habían sido torturados y perseguidos por los judíos en todo el mundo”, Lutero ofrece su “sincero consejo”.
“Préndale fuego a sus sinagogas o escuelas y entierren y cubran con tierra todo aquello que no se pueda quemar… Yo aconsejo que sus casas sean arrasadas y destruidas… Yo aconsejo que todos sus libros de rezos … en los cuales tales idolatrías, mentiras, maldiciones, y blasfemias se enseñan, quítenselos, …y que a sus rabinos se les prohíba enseñar de allí en más, bajo pena de pérdida de vida o miembros… que los salvoconductos en los caminos sean abolidos completamente para los judíos… y que todos sus tesoros de plata y oro les sean quitados…
Pero si las autoridades se rehúsan a usar la fuerza para restringir al diabólico atropello de los judíos, entonces los judíos, como hemos dicho, deben de ser expulsados de sus países y ordenados a volver… a Jerusalén, a donde puedan mentir, maldecir, blasfemar, difamar, asesinar, robar, asaltar, practicar la usura, burlarse y regodearse en todas esas infames abominaciones que ellos practican entre nosotros y que se vayan… nuestro Señor el Mesías, nuestra fe y nuestra iglesia incorrompida y descontaminada de su diabólica tiranía y maldad”. (Lutero, "Sobre el Judío y sus Mentiras", 1543).




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