VAGAMENTE recuerdo haberte amado. Ahora que te escurres furtiva en la memoria recuerdo vagamente haberte amado, la espiral de tus trenzas amarillas, la sonrisa distante y caprichosa, el negro de tus ojos, la chispa que ahora enciende la hoguera de nostalgia. La hoguera que esculpe, que dibuja, al decir de un poeta, el humo de tu rostro.
domingo, 4 de marzo de 2018
En el palacio
Un relato del libro Ritos ancestrales
Pedro Conde Sturla
Salir. ¿Pero adónde?
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Siempre hay un lugar o unos pocos lugares que te
atrapan en una ciudad, no importa que sea
una gran ciu-
dad. En Monterrey, muchas veces, era la
Nevería Roma y
otras veces la Plaza Zaragoza. Ocasionalmente
la Plaza de
la Purísima con muchachas que circulaban
en un senti-
do y los muchachos que circulaban a la inversa
para verse
las caras.
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TOTÁGORAS DE SANTÁGUNOS Y LA PARTÍCULA FANTASMA (fragmento)
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En la inmensa biblioteca de
la abadía de Montecassino (hoy convertida en Monumento Nacional
después de su destrucción y milagrosa reconstrucción), saciaría parcialmente Totágaras
de Santágunus sus inquietudes, se nutriría de toda la sabiduría de su tiempo y
marcharía luego a temprana edad, anticipadamente, tras los presentidos pasos de
Humbold hacia el
continente americano para repetir su andar, calcar las huellas y ejercer su curiosidad, aplacar su hambre de conocimientos casi dos siglos antes que Humbold.
continente americano para repetir su andar, calcar las huellas y ejercer su curiosidad, aplacar su hambre de conocimientos casi dos siglos antes que Humbold.
FÁBULA DEL FABULADOR (fragmento)
Un relato del libro Los cuentos negros
De venta en:
Pedro Conde Sturla
Lo de marquesa es otra historia. Ahora Dato está
en París de Francia. El relato de cómo la sedujo y la
llevó al orgasmo por teléfono es una suerte de filigrana.
El Dato se acomoda, dirige las antenas del recuerdo
en dirección a la memoria feliz de aquel encguentro,
se prepara para darle largas a un relato y
relata. Era la primera vez que cometía adulterio por
teléfono...
LOS CUENTOS NEGROS
EL IMPERATIVO gardeliano frustró mis aspiraciones: yo iba para cantante, quiero decir cantante de verdad, no un simple merenguero, ni siquiera baladista. Quiero decir cantante de abolengo, cantante de mucha vaselina y mucho pelo, con clase, con estilo, con escuela, con misterio. Quiero decir cantante de voz aceitunada, melosa, perfumada: un decidor de tangos, por ejemplo.
FÁBULA DEL FABULADOR (1)
Relato del libro Los cuentos negros
De venta en:
http://www.amazon.com/-/e/B01E60S6Z0 Pedro Conde Sturla
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[Donde
se describen las peripecias de nuestro héroe en los llanos venezolanos y la
aventura galante con una marquesa telefónicamente infiel durante su luminosa
estadía en París].
Uno se lo imagina todavía, a Dato Pagán Perdomo,
rodeado de serpientes en los llanos venezolanos. Ahora está sentado a una de
las mesas del Palacio de la
Esquizofrenia -la Cafetería Restaurante
El Conde-, compartiendo con sus cofrades. Minutos antes viajaba en el autobús
que había embestido contra aquel objeto que parecía moverse y se movía. La
anaconda del grueso de una palmera había salido de la nada y el autobús repleto
de pasajeros le pasó por encima y estuvo a punto de dar un vuelco. Fue un tumbo
fantástico, de casi dos metros, por lo menos. El autobús se elevó en la pista,
cayó con un ruido enorme –gritos despavoridos de los pasajeros- y anduvo un
trecho en dos ruedas, hasta que recobró la estabilidad.
FÁBULA DEL FABULADOR (2)
Pedro Conde Sturla
[Donde se detallan los pormenores de un riesgoso episodio que vivió
nuestro esforzado personaje en la clandestinidad, y algunos encuentros tan
extravagantes como indeseables con personajes famosos de la cultura Light].
Durante los días siguientes, Dato se
mantuvo a la expectativa. Sólo salía a la calle cuando era menester y siempre
armado –armado de valor y prudencia, con todos sus sentidos alerta, cuidándose
las espaldas. Fogueado desde joven en la lucha antitrujillista, rápidamente
adoptó y se adaptó a otro estilo de vida que conocía al dedillo: la clandestinidad. En la clandestinidad había que moverse con la fluidez de una
sombra, vestir como una sombra -la capa negra, el rostro embozado, la gorra negra
calada hasta las orejas. En la clandestinidad debía desdibujarse, camuflarse,
confundirse con el paisaje urbano, caminar –por ejemplo- del lado interior de
la acera, pegado a los edificios para proteger un flanco, el izquierdo (como le
habían enseñado en Cuba durante el último entrenamiento) y sobre todo hacerse
el disimulado y permanecer vigilante, observándolo todo con el rabillo del ojo,
la visión periférica. Dato recelaba, por
supuesto de una cornada a traición, una puñalada trapera. Cuando advertía el
menor asomo de peligro buscaba refugio
en los más discretos bistrós del Barrio Latino, donde pasaba horas muertas
sorbiendo café y leyendo, fingiendo leer, más bien, detrás de un periódico que
le servía de observatorio. A toda costa trataba de preservar el incógnito y pasar desapercibido. Cosa en
verdad difícil para un hombre como él en una ciudad como esa.
FÁBULA DEL FABULADOR (3)
Un relato del libro Ritos ancestrales
De venta en:
http://www.elcaribe.com.do/autores/pedro-conde-sturla
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Pedro Conde
Sturla
[En donde se relata y
dan noticias del idilio platónico de nuestro protagonista con una italiana en
Italia, y de la tempestuosa y ardiente relación con una rusa en Rusia]
De la mano de
Nadia Guandalini, Dato vivió algunos de los días más gratos de su vida. De la
mano de Nadia Guandalini llegó a su habitación de hotel de lujo en Parioli,
donde dormían en camas separadas. De la mano de Nadia Guandalini, Dato bajaba
temprano hacia el fastuoso Lungotevere, el paseo encantado sobre las márgenes
del mitológico río Tiber, que en nada envidia a los bulevares de París. De la
mano de Nadia Guandalini, bajo el soleado invierno de la ciudad que alguna vez
fue capital del mundo, emprendía
caminatas infinitas que a ningún lado conducían, sino a Roma. De la mano
de Nadia conoció el Mausoleo de Adriano, el Vaticano, la Capilla Sixtina , la Fuente de Trevi, los Foros
Imperiales, Plaza Navona y todos los lugares comunes de las guías turísticas,
incluyendo la misteriosa Via delle Botteghe
Oscure, donde convivían en contubernio las sedes
del Partido Comunista Italiano y del Partido
Demócrata Cristiano.
FÁBULA DEL FABULADOR (4)
Un relato del libro Los cuentos negros
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Pedro Conde Sturla
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Pedro Conde Sturla
[De lo que aconteció a nuestro infatigable aventurero en el transcurso
de una misión imposible, precedida por la inolvidable experiencia del beso
casto del adiós]
Liudmila lo acompañaría después en un viaje
maravilloso a las Repúblicas Soviéticas del Báltico donde las ciudades parecían
de fantasía y después al Mar Negro. Allí se alojarían en alguna de las fastuosas residencias reservadas a las más
altas nomenclaturas del partido, copulando como conejos, vodka y caviar a
saciedad. Luego viajarían a Bakú y
después asistirían al festival de cine de Tasken. Y en Tasken, por cierto, los
sorprendió un terremoto que dejó a la ciudad destruida y puso fin a la gira. En
fin, vacaciones prepagadas, si acaso había algo por pagar, aparte del
prendedor.
FÁBULA DEL FABULADOR (5)
Un relato del libro Los cuentos negros
De venta en:
Pedro Conde Sturla
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Pedro Conde Sturla
[Donde se
recrean las míticas hazañas de un mítico personaje y las desventuras
carcelarias que vivió el profesor Pagán en España, así como una tétrica
experiencia en las mazmorras de Trujillo en la grata compañía del poeta
Villegas].
Por sus servicios a la patria, el títere Balaguer,
impuesto, por las tropas de intervención norteamericanas, despojó al Gallego de la nacionalidad
dominicana y lo arrojó al exilio, un doble exilio, el de su patria nativa y el de su patria adoptiva.
En Cuba y en Corea del Norte completó
profesionalmente su formación militar. Meses de privaciones, sacrificios,
dedicación y estudios, durante el más
duro de los entrenamientos, en situaciones y condiciones límites, templaron el
acero de su ya de por sí recio carácter. Célebre, al poco tiempo, como
instructor en guerra de guerrillas, el propio Che Guevara solicitó sus
servicios para sustituirlo en el Congo, poco antes de partir a su destino final
en Bolivia. Por sus manos pasaron, en todos los campos de entrenamiento (Cuba,
Corea del Norte, Argelia, Libia), Tupamaros de Uruguay, Montoneros argentinos,
Sandinistas de Nicaragua, miembros del Frente Farabundo Martí de El Salvador,
sin mencionar a un selecto grupo de vietnamitas y camboyanos.
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