domingo, 12 de noviembre de 2017

sábado, 11 de noviembre de 2017

EL INFIERNO Y OTROS INCENDIOS

Pedro Conde Sturla



El receloso Borges se sentía como pez en el agua cuando se sumergía en las páginas de la sombría “comedia” de Dante, que leyó y releyó en múltiples versiones durante casi toda su vida. Algún placer parecido le proporcionaban “El llano en llamas” y en particular “Pedro Páramo”, la obra cumbre de Juan Rulfo, si acaso no lo son ambas.
     A Borges le fascinaban las descripciones del infierno dantesco, en el que no creía. El infierno de un dios que castigó a toda la humanidad porque alguien se comió una manzana, como decía más o menos Juan Goytisolo.

viernes, 10 de noviembre de 2017

CUENTE LOS AUSTIN


Pedro Conde Sturla

El presidente de la República asistió a misa de cuerpo presente y rindió honores de estado a un golpista y de paso a un golpismo que puso fin al régimen democrático del profesor Juan Bosch. Rindió honores de estado el presidente al ex gobernante de facto, al hombre fuerte de un Triunvirato represivo y corrupto, a la memoria de un personaje tan cegado por la sed de poder y la ambición, que pretendió legitimarse en unas elecciones fraudulentas, quizás el mayor protagonista de los desmanes que provocaron el estallido de la guerra de abril de 1965, la segunda intervención armada del imperio, el baño de sangre, los doce años de oprobio de Joaquín Amparo Balaguer Ricardo, alias (D)Elito, el retroceso histórico, la continuación del baño de sangre.

Paradójicamente, el golpista había sido miembro del Consejo de Estado que administró el proceso de transición posterior al descabezamiento de la tiranía y organizó las elecciones que llevaron al triunfo al profesor Juan Bosch…, por siete meses.  En Israel ocupaba un puesto diplomático, cuando fue llamado a la dirección del Triunvirato para cubrir la vacante que se produjo por la renuncia de su primer presidente, a raíz de la matanza de Manolo Tavárez Justo y sus compañeros de lucha, alzados en armas contra los usurpadores.

HASTA LA VICTORIA SIEMPRE

Pedro Conde Sturla.
23 de junio de 2006

Policías y estudiantes danzan lúgubremente en una escena de la película “El topo”, de Jodorowski. Policías antimotines con máscaras antigás y estudiantes revoltosos se trenzan en lúbrico abrazo, danzan pegados y lentos y sinuosos: cuerpo con cuerpo, cara con cara (o mejor cara con máscara). Las caras de los estudiantes universitarios revoltosos buscan el contacto de las máscaras policiales. Las bocas de los estudiantes buscan las orejas de las máscaras, posiblemente susurran, suspiran, secretean o hacen cosas peores con la lengua.




jueves, 9 de noviembre de 2017

LA PORTA DELL'INFERNO

DANTE ALIGHIERI

La porta dell’inferno

Per me si va ne la città dolente,
per me si va ne l'etterno dolore,
per me si va tra la perduta gente.
Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate.

         
La puerta del infierno

Por mi se va a la ciudad doliente
Se va por mi al eternal dolor
Por mi se va tras la perdida gente
Dejad -los que aquí entráis- toda esperanza


LA SOCIEDAD IMPOTENTE


Pedro Conde Sturla


miércoles, 8 de noviembre de 2017

El ESTADO DELINCUENTE Y LA CLEPTOCRACIA REPRESENTATIVA.

Pedro Conde Sturla.
DEMOCRACIA: DOS LOBOS Y UNA OVEJA  DISCUTEN QUÉ VAN A CENAR
La democracia representativa, tal como la conocemos en muchos países, es un estado de ficción en el cual todo lo que debería estar derecho está torcido, todo lo que debería funcionar en un sentido, funciona al revés, todo lo que debería estar sano está podrido. Esa cosa que llamamos democracia representativa responde más bien a la naturaleza de lo que deberíamos llamar cleptocracia representativa. Cada cuatro años, cada dos años, una masa de ovejas llamada pueblo acude a las urnas para elegir, en perjuicio propio, una nueva camarilla de depredadores al frente de un estado delincuente.

AFRENTOSOS



Hay gente afrentosa, como decimos los cibaeños. Se encuentran con uno después de muchos años y en lugar de identificarse exigen que se las reconozca por nombres y apellidos.

Jacinto Peynado, respondo.

O quizás Jacobo Majluta.
O cualquier otro nombre que se me 
ocurra...

Napoleón Bonaparte, por ejemplo...

pcs

martes, 7 de noviembre de 2017

LA DICTADURA REPRESENTATIVA

Pedro Conde Sturla

Alguien dijo que la dictadura es aquel sistema de gobierno en el cual todo lo que no está prohibido es obligatorio. Esta definición impecable, al parecer, traza una línea perfectamente divisoria entre un régimen de intolerancia y la democracia representativa, inspirada vagamente, etimológicamente en los griegos y basada sobre todo en las ideas de Montesquieu y Rousseau: Separación de poderes del estado, soberanía popular, sufragio universal, etc.

Como toda definición, sin embargo, es muy bonita para ser cierta y en la supuesta línea perfectamente divisoria de uno y otro sistema conviven elementos comunes, en especial la intolerancia y el ejercicio de la fuerza bruta o inteligente para hacernos pagar los platos rotos. Hay muchas cosas que no están prohibidas en nuestra llamada democracia representativa y no son obligatorias, pero estamos obligados o condenados a un régimen impositivo para financiar a organizaciones de malhechores llamados partidos políticos y la mitad del presupuesto nacional corresponde a una deuda eterna, préstamos infinitos que los banqueros del primer mundo han otorgado a esas pandillas para que los pandilleros los distraigan graciosamente, poniendo como garantía la más preciosa prenda: el pueblo y el país de los dominicanos.
El negocio es redondo para ambos bandos de pandilleros. El dinero robado por las pandillas políticas locales regresa casi de inmediato a las arcas de las pandillas de banqueros internacionales y el pago de los intereses se realiza exprimiendo a la población,  obligando onerosamente a la mayoría a honrar una deuda que nunca ha contraído, mediante un sistema de ajuste tras ajuste que impone un policía internacional llamado, eufemísticamente, FMI.
Todo dominicano, todo latinoamericano, como dice Eduardo Galeano, por pobre que sea nace con una deuda millonaria que deberá pagar durante generaciones. La línea de demarcación entre dictadura y democracia, y sobre todo entre democracia y cleptocracia -gobierno de ladrones-, no es, pues, tan perfecta.          
Alguien tiene que pagar los millones de dólares de lo de la Hidro Québec durante el gobierno de Balaguer, lo de los mil millones de bonos soberanos durante el gobierno de Hipólito Dauhajre y lo de los ciento sesenta millones de la Sun Land durante el gobierno de Leonel, alguien tiene que pagar por los sueldos de lujos y las jeepetas de los funcionarios, alguien tiene que pagar por la generosidad del despacho de la primera dama, alguien tiene que pagar el inmenso derroche durante la campaña reelectoral. Ese alguien somos nosotros, la mayoría que vive al margen del poder. Los otros son los beneficiaros. “El infierno –como decía Sartre- son los otros”. Todos los que viven en el paraíso robado.

pcs, martes, 27 de mayo de 2008




lunes, 6 de noviembre de 2017

UN MENSAJE A RODRÍGUEZ


Pedro Conde Sturla

     Durante la guerra de Estados Unidos contra España en Cuba, que tuvo como pretexto inicial la voladura del Maine junto a la tripulación negra en la Habana, un soldado norteamericano recibió la orden de llevar a la isla un mensaje a García. El soldado no se inmutó, no pestañó, no inquirió, no se turbó frente al  hecho de que en Cuba los García debían ser abundantes y la tarea improba. Simplemente se cuadró y obedeció y fue a Cuba y de alguna manera entregó el mensaje a García. Un mensaje a García (“La carta-milagro de Elbert Hubbard para forjar en el compromiso responsable”) es un texto fundamental de la ideología norteamericana y castrense. Representa la obediencia a ciegas. La del soldado que no  pregunta ni cuestiona, cumple con la misión y entrega el mensaje o simplemente bombardea, con napalm, las aldeas y diques de arrozales en Viet Nam por órdenes de Kissinger, Premio Nóbel de la Paz y criminal de guerra al mismo tiempo.
     Mi admirado Stefan Zweig, el judío austriaco que se suicidó en Brasil junto a su esposa  (lecturas de infancia y de mi edad madura), escribió sobre la falacia de la obediencia ciega en Momentos estelares de la humanidad. Napoleón derrota al ejército prusiano, que se repliega hacia Bruselas donde lo espera Wellington, y manda al Mariscal Grouchy en seguimiento de las tropas “vencidas pero no aniquiladas” para que no se juntaran con las de Wellington, como en efecto se juntaron. Grouchy persigue sin éxito a los prusianos, que se repliegan a marcha forzada. El estado mayor de Grouchy se rebela. Le dicen que hay que dejar la inútil persecución y acudir en defensa del Emperador en Waterloo, donde ya se escuchan los cañones. Pero Grouchy impone su autoridad. Dice que recibió órdenes del Emperador de perseguir a los prusianos y no tiene contraórdenes e insiste. De modo que los prusianos llegaron primero a Waterloo y Napoleón perdió la batalla, su última batalla, gracias a la obediencia servil y a la falta de iniciativa personal de Grouchy. El Mariscal obediente a ciegas perdió a su Emperador.
     En un libro de mi mayor devoción, La condición humana, de Andrés Malraux, un personaje dice: “Solamente un bellaco mata o se deja matar por obediencia”.

     Durante la intentona golpista contra Hugo Chávez Frías, dos veces presidente electo de Venezuela, ocurrió un hecho extraordinario que conmocionaría al mundo. El Capitán Rodríguez, desobedeciendo órdenes superiores,  le preguntó en secreto al mandatario cautivo si era cierto que había renunciado a su cargo, y como la respuesta fuera negativa, el capitán Rodríguez tuvo los cojones de cuadrarse y decirle que él seguía siendo leal a su Presidente y Comandante en Jefe, y le pidió dejar un mensaje que envió  a media humanidad y cambió el curso de los acontecimientos. El capitán desobediente, incumplidor de órdenes superiores, salvó a su presidente y a la democracia venezolana, y de paso a la dignidad latinoamericana. Por eso Chávez volvió a ser Presidente de Venezuela. Un guardia que no cumplió órdenes arbitrarias es el responsable del regreso de Chávez. Quizás todavía no sabe lo que hizo, el alcance de su hazaña. Por los siglos venideros se hablará del capitán Rodríguez que no cumplió órdenes fatídicas, y desobedeciendo a sus superiores fue leal a una causa justa. A él lo saludo y lo celebro con las palabras que Whitman dedicó a Lincoln en un poema memorable: “Oh capitán, mi capitán...”