Grupos empresariales y los gestores de
la corrupción contribuyen al envilecimiento de la sociedad dominicana, con el
tráfico ilegal de haitianos.
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Este país no aguanta una sociedad binacional.
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Los ciudadanos haitianos en el país tienen que definirse si son
haitianos o son dominicanos.
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los hijos de haitianos que nacieron en este país deben ser plenamente
reconocidos en igualdad de condición con cualquier otro dominicano. Nacieron aquí. Por derecho son dominicanos.
El
doctor Cassá sostiene que la migración haitiana hacia República Dominicana es
un problema mayor hoy día, porque se ha perdido el control. “Antes era una
migración, y no digo que eso fuera bueno, en función de necesidades precisas;
eso se dio hasta el gobierno de Antonio Guzmán y quizá se extendió un poco
durante el de Jorge Blanco. De ahí en adelante, entró en otra faceta. Aunque
no estoy muy seguro de ese proceso de cómo se terminaron los convenios de
braceros anuales donde todavía el Estado tenía un cierto control sobre la
frontera”.
“Hoy día, la corrupción lo ha permeado
todo”. El destacado historiador dominicano sostiene que no hay convenios y el
gobierno haitiano es irresponsable en términos de cualquier tipo de
compromiso; “no lo quieren asumir, pero además, no pueden”.
Lo que sí ha asumido el Estado
haitiano es la jefatura de la campaña internacional, junto a otros sectores
como intelectuales, organizaciones no gubernamentales, así como grupos de
presión en los Estados Unidos y en otros países. “Hay una campaña
internacional que cuestiona casi a priori cualquier decisión
que tome el Estado dominicano para regular la situación”, insiste Cassá.
“En los haitianos hay un problema
emocional sumamente grave de igualar la percepción de todos los dominicanos
como racistas, como explotadores; es decir, todos los dominicanos somos casi
nazistas sin distinción. Eso es el sentir de muchos publicistas haitianos que
proyectan imágenes en el resto del mundo”.
El historiador destaca que “los
trabajadores haitianos son el sector más pobre y explotado de la sociedad
dominicana, pero, al mismo tiempo, la situación de ellos en las últimas
décadas ha ido experimentando mejorías. No reconocer eso”, dice, “como hacen
los publicistas haitianos, es una mezquindad y una irresponsabilidad moral. Y
yo no digo que se haya llegado ni mucho menos a lo deseable, pero la
situación no es la de hace 30 años; eso es categórico. Yo he tratado con
ellos y tengo conocimiento de cómo viven los trabajadores haitianos; no es
que me lo cuentan”.
Sobre la política migratoria
“El Estado dominicano -al margen de
presiones- tiene que establecer su propia política migratoria, de acuerdo a
conceptos de la equidad, de la justicia y de la defensa de los intereses del
país. Esto incluye, a mi modo de ver: detener la migración desordenada,
reducir la migración a su mínima expresión”, dice.
Cassá enfatiza: “en un país, donde hay
un desempleo, aproximadamente de 25%, tasa aproximada que tiene la sociedad
dominicana, lo cual es algo terrible; en los jóvenes llega a casi 50%, no hay
derecho de que los grupos empresariales y los gestores de la corrupción,
porque es la corrupción lo que pauta todo este problema del tráfico de
haitiano y la forma en que lo dejan entrar; no hay derecho a que estos
señores que se enriquecen a costa del trabajo de los haitianos contribuyan al
empobrecimiento de los trabajadores dominicanos y de la población dominicana
en general, sobre la base de que cogen comisiones, hacen una serie de
negocios de truculencias y someten a los haitianos a abusos, lo cual es
indiscutible. Es una situación desgraciada, que no debe seguir porque está
contribuyendo al envilecimiento de la sociedad dominicana, lo cual debe ser
una demanda de la misma sociedad”.
“Hay que vencer intereses. Nosotros
nos encontramos con hechos de que todos los que venden helados en las calles
en triciclos son haitianos, todos los que venden cocos, todos los que venden
frutas, en unos triciclos que están en las esquinas son haitianos. Hay que
preguntarse por qué no hay un dominicano en esos grupos de personas,
evidentemente les pagan mucho menos. Yo no sé quiénes son los dueños de esas
cadenas, pero hay hoteles extranjeros en el Este donde no hay un solo
dominicano. No, eso no se puede permitir. Esta comunidad tiene que proteger ante
todo a los dominicanos, no en desmedro de los haitianos pero sí favorecer los
nacidos aquí, incluyendo los hijos de haitianos, sostiene Cassá.
Sobre la sentencia del Tribunal
Constitucional (TC/0123/13)
“Yo discrepo de todas las
interpretaciones que hay a partir del dictamen del Tribunal Constitucional:
nacieron aquí y esta sociedad tiene que asumir las consecuencias de esto,
aunque fueran producto de un desorden, de una explotación social, y de todo
lo que sabemos, pero nacieron aquí, y esta sociedad está obligada a
protegerlos e integrarlos en igualdad de condiciones con todos los restantes
dominicanos”, acentúa el doctor Cassá.
A juicio del historiador luego de
“detenido el tráfico ilegal, lograda la minimización de los trabajadores
haitianos, entonces, se debe proceder a un reconocimiento de derechos
morales. Los haitianos que tengan un tiempo deben ser reconocido aquí en una
residencia estable en plena legalidad con sus relaciones contractuales con
los patronos o con quien sea. Plena legalidad y pleno reconocimiento de
igualdad de condiciones respecto a la población dominicana”.
“El imperativo moral que tiene esta
sociedad es acabar con esa situación ignominiosa de gente que son objeto de
abusos. No es el infierno que cuentan, porque también hay un mito sobre esto,
pero indudablemente eso no es moralmente aceptable. Y, desde luego, los hijos
de haitianos que nacieron en este país deben ser plenamente reconocidos en
igualdad de condición con cualquier otro dominicano. Nacieron aquí. Por
derecho son dominicanos”, expone Cassá.
Guetto
“Sería ignominioso para esta sociedad
pretender establecer un “guetto” sobre la base del principio del jus
sanguinis que crearía entonces una porción inferior de personas
nacidas en el país sin derechos ciudadanos. Eso sería horrible, eso no es lo
justo. Lo justo es integrarlos, hacerlos partícipes de los problemas de la
nación dominicana y que ellos mismos definan su estatus legal y nacional: si
prefieren ser haitianos pueden ser residentes haitianos aquí, ese es su
problema”, explica el historiador, a la vez que advierte que a partir de esa
decisión el gobierno haitiano tiene que asumir también sus consecuencias.
¿Dominicanos o haitianos?
“El gobierno haitiano tiene un
discurso esquizofrénico. Ellos reclaman que este país tiene que reconocer la
ciudadanía dominicana a los hijos de haitianos, pero los protegen desde su
discurso como si fueran haitianos. Entonces, defínanse, son haitianos o son
dominicanos. Entonces si son dominicanos, ese es un problema que no atañe al
gobierno de Haití, sería un problema exclusivo de la comunidad dominicana”.
Cassá plantea que esta discusión hay
que sacarla del entorno internacional y asumirla la sociedad dominicana. “Es
algo que nosotros los dominicanos estamos obligados a solucionar: cómo
integrar a esa población producto del desorden de la explotación, de la
corrupción que se ha formado con vistas a editar, a crear, a mi juicio y esto
es fundamental, la creación binacional”.
“Este país no aguanta una sociedad
binacional. No la aguanta por razones históricas, a mi juicio, pero en
segundo lugar porque tenemos un Estado enemigo que usaría la condición
nacional de una minoría haitiana para hacer daño a la comunidad dominicana”,
argumenta.
Los ciudadanos haitianos en el país
tienen que definirse si son haitianos o son dominicanos. “Si son dominicanos
si se registran como dominicanos, sean que nacieron aquí, o que se les otorga
la nacionalidad tienen que tener fidelidad a la nación dominicana. Eso es una
discusión que hay que llevar en el interior de nuestro país. Si eso no se
acepta, tenemos un nuevo reto; un nuevo problema: una comunidad nacional
interna hostil al resto de la comunidad dominicana”, expresa.
Roberto Cassá expone que “si los
haitianos en el país se constituyen en una minoría nacional hostil al resto
de los dominicanos, hay que enfrentarlo y buscarle soluciones democráticas.
En ningún caso, a mi juicio, la solución estribaría en el reconocimiento de constitucional
de derechos específicos de una minoría nacional. Yo me opongo. Al igual que
subrayo que hay que darle los derechos de todo ciudadanos en igualdad de
condiciones absolutas y proceder a integrarlos, mediante los mecanismos de
acceso a la educación, servicios sociales… todo lo que deba hacerse de una
manera ordenada, humana, social, democrática”.
“Ahora, si vamos a tener una minoría
nacional organizada con apoyo externo hostil entonces estamos en vísperas de
una balcanización, de un problema muy grave, al grado de que hoy día ya hay
publicistas haitianos que están planteando crear un tercer país que agrupe a
las supuestas mayorías haitianas en las provincias fronterizas. Eso ya se
está escribiendo en Haití. Este país no puede aceptar eso, porque sería el
inicio de su desmembración”, recalca.
“El mérito del Tribunal Constitucional
es haber abierto el problema, a pesar de que la respuesta no fue la adecuada,
y el gobierno, yo tengo que reconocer, está tratando de dar pasos adecuados
por lo menos en la formulación, aunque los resultados, vemos son muy
limitados”, dicho esto, el historiador considera que no hay que derrotarse,
sino trabajar en que haya una “agenda política” para detener la migración.
En la entrevista concedida a Retina,
el doctor Cassá manifestó que “el gobierno está tratando de dar pasos, y eso
es auspicioso, pero esto ya no es un problema de gobierno, es un problema de
comunidad nacional”.
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