viernes, 15 de diciembre de 2017

Vargas Llosa en librería Cuesta

Vargas Llosa visita librería Cuesta y compra el libro de Pedro Conde Sturla

Mario Vargas Llosa llega a la librería sin anunciarse y pide que le muestren los libros dominicanos



SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Con el asombro de lo inesperado, un hombre alto vestido de traje oscuro, sin escoltas y con la debida ceremonia de un hombre de libros, se detuvo en el tramo de las novedades y paseó la mirada por los títulos. Era Mario Vargas Llosa.

LA GUERRA SIN FIN

        Pedro Conde Sturla
23 de Agosto de 2006

Cuando las potencias coloniales injertaron a la cañona el estado de Israel en la tierra prometida –la tierra de los palestinos-, las promesas no tardaron en cumplirse y los frutos de la manzana de la discordia prosperaron de tal modo que en pocos años convirtieron a la región, a toda la región, en una fuente de conflicto permanente y en cliente permanente de la industria armamentista de esas mismas potencias y otras que se añadieron. Todo un negocio redondo, el negocio de la guerra sin fin, el negocio de la muerte y las ganancias desorbitadas.
En uno de sus famosos documentales Michael Moore cita una frase de Orwell en el sentido de que la guerra no se hizo para ganarla sino para eternizarla. La guerra produce y reproduce los valores y miserias del sistema y contribuye en general a perpetuar el estado de cosas, el estado de opresión de los pobres que libran las guerras en nombre de la patria para enriquecer aún más a los ricos. No importa quien gane o pierda, la ganancia es la guerra en sí, sobre todo si se libra fuera de los territorios de los productores de armas, de los mercaderes de la muerte.

jueves, 14 de diciembre de 2017

OLVIDOTECA


En el hotel Conde Duque de Olivares de la ciudad de Madrid hay una curiosa olvidoteca. Es algo modesta, apenas un estante que se ha ido llenando con los libros que los huéspedes han olvidado o abandonado.

EL TREMENTINISMO HISTÓRICO

         Pedro Conde Sturla

El antihaitianismo grosero, o mejor la haitianofobia, está presente en términos explícitos desde la primera aproximación al tema en Trementina, clerén y bongó. Papá Oguis, definido como “el más notable de los haitianos del manicomio” (p. 50) sugiere más a una bestia que a un hombre:

“Alto, de ojos fulgurantes y boca de labios extraordinarios, era una figura siniestra y horripilante: un cáncer, según todas las apariencias, le había destruido la nariz, dejando en su lugar un hoyo por el cual podía verse fácilmente la garganta.  El cáncer –y esto era un misterio- al parecer había curado- dejando sólo ese horrible hueco con los bordes como si hubieran sido cauterizados” (p. 50).

miércoles, 13 de diciembre de 2017

EL ZIONISMO ORDINARIO

         Pedro Conde Sturla
         16 de Agosto de 2006

         El pueblo hebreo –un pueblo excepcional que ha dado a la humanidad algunos de sus genios más ilustres-, ha cultivado a través de su historia el arte peculiar de hacerse odiar. Donde quiera que asienta sus reales, precedido de la leyenda negra –la entrega de Cristo al suplicio- se organiza en núcleos exclusivos y excluyentes, crea una sociedad dentro de la sociedad que lo recibe, crea un estado dentro del estado cuando no intenta apropiarse o se apropia del estado, incluso de un imperio por vía del lobbysmo: los grupos de presión que dictan su política a parlamentarios y mandatarios.

     

LA TREMENTINA COMO MEDICINA

            Pedro Conde Sturla
        
         Trementina, clerén y bongó sugiere diferentes niveles de interpretación o lectura, y a pesar de que el pensamiento de Julio González Herrera está plagado realmente de malicia y prejuicios raciales, no hay autor dominicano que haya calado tan profundamente en el agujero negro de la demencia y de las instituciones totales que la hacen posible. Por ejemplo, el manicomio.


martes, 12 de diciembre de 2017

TREMENTINA, CLERÉN Y BONGÓ

    Pedro Conde Sturla

         Trementina, clerén y bongó es la novela que recoge el fruto de las vivencias de Julio González Herrera en el “manicomio modelo” Padre Billini, aunque no en términos estrictamente autobiográficos como podría pensarse. Fue su primera novela y a la vez su obra capital, la obra de un hombre que nunca estuvo perfectamente loco ni, quizás, lo contrario en esa fase de su vida, y que más bien se mantuvo bordeando la locura, buscándola o por lo menos desafiándola.

        

lunes, 11 de diciembre de 2017

HUMO EN TUS OJOS



Humo entus ojos
Como en la noche insomne
En que el amor derriba 
Sus últimas paredes




EL INFIERNO APETECIDO DE JULIO GONZÁLEZ HERRERA

   Pedro Conde Sturla

         Julio González Herrera (1902-1961) tuvo en común con Edgar Allan Poe una serie de rasgos biográficos en verdad poco comunes. Por ejemplo, el don de una inteligencia privilegiada y un talento natural para la literatura. También tuvieron en común la afición por la bebida, si se puede llamar así a una desenfrenada vocación autodestructiva que a ambos llevó por el camino de la degradación y el ridículo, e incluso a la muerte temprana en el caso de Poe. Igualmente común fue el final sin gloria y la existencia miserable, aún más miserable por tratarse de gente que destilaba tantas luces. Cierto es que derrocharon la juventud con la misma generosidad con que prodigaron el talento, y siempre resultó desproporcionado el contraste entre su entrega al arte y el abandono de sí mismos.

         Salvando las distancias, y el tiempo, estas vidas paralelas constituyen modelo de lo que Goethe solía llamar “afinidades electivas”, y son representativas de una cultura y una época. Poe, desde luego, fue un “genio universal”. Julio González Herrera fue un muchacho prodigio en su medio, bien dotado para la prosa pero limitado por las circunstancias.
         Es fama que la universidad le retuvo el título de abogado hasta que alcanzó la edad reglamentaria, que era de veintiún años, y en el interín se desempeñó como diplomático en Argentina. Ocupó otros cargos de cierta importancia en el gobierno de Horacio Vázquez y fue juez del Tribunal de Tierras al inicio de la era de Trujillo. Casó, tuvo un hijo y viajó por países de América representando a la República o dictando conferencias. Para entonces brillaba como periodista, jurista, escritor, poeta, ensayista.

EL HUMOR DEL MONARCA

         Pedro Conde Sturla
         lunes, 09 de julio de 2007

       El monarca constitucional de la isla de la fantasía tiene un extraño sentido del humor. En su discurso de toma de posesión, fustigó ante unas cámaras compuestas mayormente de corruptos el flagelo de la corrupción, el derroche de los recursos del estado, y se pronunció enérgicamente a favor de una política de austeridad que sacaría al país del caos, limitando la ilimitada compra de jeepetas y gastos superfluos. Castigó verbalmente la ineficiencia, las prácticas dolosas de funcionarios del saliente gobierno y sugirió de paso que no los perseguiría, pero tampoco obstruiría el curso de la justicia.


         Parecía que en aquella ocasión el monarca hablaba en serio, pero en realidad hablaba en broma, les gastaba una broma pesada a los miembros de la oposición -o mejor dicho de la competencia-, los ponía por un momento a sudar frío, muy frío.