sábado, 20 de octubre de 2018

LA BIBLIA Y OTROS ENGENDROS

(A propósito de la enseñanza obligatoria de la Biblia en las escuelas)

Casi la mitad de los siete mil millones de bípedos parlantes del planeta creen en la fábula o en una de las variantes de la fábula, de la mitología que elaboraron los judíos a partir de las mitologias egipcias, mesopotámicas, griegas... Eso que se llama Biblia. 

El hecho es que “Casi todas las culturas han desarrollado su mito de creación propio, y la historia del Génesis es simplemente la que fue adoptada por una tribu particular de pastores del Medio Oriente”. 
(Richard Dawkins).

El cristianismo -afirma Wolfgang Beutin- se inició con un robo grave, cardinal: ¿Porque cómo pasó el Antiguo Testamento a manos de los cristianos? La verdad es que lo fue arrebatado a los judíos y "se utilizó como arma arrojadiza contra ellos: un proceder increíblemente mendaz denominado interpretatio Christiana; un suceso singular y sin igual en toda la historia de la religión y casi el único rasco original de la historia  cristiana de fe".  
Pero la obra literaria, el Antiguo Testamento, transmite una idea de Dios, cuya esencia bárbara no tiene igual. "¡Y este Dios, arrogante y poseído de absolutidad como ningún otro engendro en la historia de la religión antes, y de una crueldad no superable con posterioridad, se halla detrás de toda la historia del cristianismo! (...) Un  dios que con nada disfruta tanto como con la venganza y la ruindad. Un dios que arde en delirios homicidas".
(Karlheinz Deschner:La Historia criminal del cristianismo)

El Dios del Antiguo Testamento es, sin duda el personaje más desagradable en toda ficción: celoso y orgulloso de ello, un mezquino, injusto, un controlador implacable, un vengativo limpiador étnico sediento de sangre, un misógino, homófobo, racista, infanticida, genocida, filicida, pestilente, megalómano, sadomasoquista, matón caprichosamente malévolo. 
(Richard Hawkins).

La Biblia enseña a “Abrasar en nombre del Señor, incendiar en nombre del Señor, asesinar y entregar al diablo, siempre en nombre del Señor.”  
(Georg Christoph Lichtenberg ).

Enseñar a un niño o una niña, a una criatura inocente. a creer en el diablo y el infierno es una crueldad y un abuso.

(Richard Dawkins).

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