Pedro Conde Sturla
A Humberto Frías, a su grata memoria
[Este artículo fue publicado originalmente en el suplemento Ventana del Listín Diario -cuando era el “Listín Diario”- en el año de 1998, y se reproduce ahora porque de nuevo está de moda la renovación del espacio urbano de la Ciudad Colonial, la zona intramuros en conjunto. Lua preocupación ante el deterioro de barrios enteros y la desaparición de inmuebles y sitios de esparcimiento valiosísimos sigue siendo la misma, igual que la desconfianza en la solución que se dará al problema, si es que se lleva a cabo el proyecto. Un proyecto que arranca con una lentitud pasmosa, y que al parecer tomará años, que causa malestares a los inquilinos de las zonas intervenidas y daños a las edificaciones. Un proyecto que implica, sospechosamente, la remoción de enormes cantidades de material para el soterrado de los servicios, y su irracional sustitución por otro, amén de la eliminación de las aceras y posiblemente de la copiosa arboleda de la calle Arzobispo Portes, entre otras barbaridades quizás parecidas al infame cauchicidio de la casa de Bastida].
Los burócratas de la cultura se devanan la sesera reinventando la cultura, pero ésta se les niega porque la cultura no se inventa desde arriba: es una secreción social de los pueblos, comunidades, familias. La cultura se identifica con la vida. Incentivar la vida equivale a incentivar la cultura.
De aquí hay que partir para examinar las propuestas, e incluso las iniciativas concretas en pro de la rehabilitación física y cultural de la zona colonial, la ciudad intramuros en conjunto.