miércoles, 4 de octubre de 2017

Manuel del Cabral y Domingo Moreno Jimenes

El poeta, por supuesto, no siempre habla o escribe de sí mismo, aunque este es uno de sus temas favoritos. En rigor, su poesía también contiene multitudes, igual que la de Whitman, y hay generosidad y desprendimiento en los juicios que emite acerca de sus coetáneos (al menos respecto de aquellos que los merecen). Manuel del Cabral, junto a los integrantes del grupo Los Nuevos, fue de los primeros en reconocer la grandeza de Domingo Moreno Jimenes, que entonces tenía pocos seguidores y muchos detractores. En prosa y en verso, Del Cabral habló de su ilustre colega en términos que no solamente ponían de manifiesto el temple de su poesía, sino también, y sobre todo, su dimensión humana. Valoraba cien por ciento su apostolado incorruptible, su dedicación, su entrega, el sentido misionero con el que sobrellevaba “su tenaz destino de poeta”.
De hecho, nadie ha igualado, en prosa, la brillantez de una página que en honor de Moreno escribiera. Es una página que, por su fuerza descriptiva, parece compuesta en alto relieve y contiene, por cierto, la mejor aproximación al hombre y al artista:
 
“En síntesis Moreno Jimenes  es un nombre que lleva un pan en la mano derecha, y en la izquierda una rosa. Para que el pan no lo arrastre, junta pétalos con trigo. Pero para que la rosa le creciera tuvo que cultivarla con los ojos, con el agua caída de sus parpados.”
Nadie ha igualado, en versos, la fina percepción de “Carta a Moreno”. Nadie más, desde entonces, se ha acercado a Moreno con tanta sutil inteligencia, ni se ha elevado con é1 a tanta dignidad poética. Nadie, por cierto, ha calado tan hondo en sus ideales estéticos. La composición traduce no solo nobleza de sentimiento sino que además revela agudeza: penetra el bisturí crítico en lo esencial de la obra de Moreno al tiempo que deja parado, bien parado, un retrato vivo del personaje. Las imágenes insólitas, felicísimas, contribuyen desde luego a la mejor realización del poema, que es un dúo a una sola voz.
Alado y canoro, el verbo de Cabral sale al encuentro de Moreno, y mientras habla deja escuchar la voz del otro, la voz grave y terrestre que es un pájaro trunco, “porque cantar no puede”. Su fuerza esta en el pecho, no en el trino, en el “equipaje ronco de Dios que hay en su pecho”, en el “temblor metafísico”.
El huracán Cabral y el “franciscano del canto” Se hermanan en sus diferencias, que es casi lo único que tienen en común, y de esta manera se produce la empatía, la comunión de dos auténticos poetas y se produce, sobre todo, uno de los momentos mas altos y emocionantes de la literatura dominicana:
 
Hay algo más que canta sin cantar en el canto. / Es algo más que es tuyo, pero tan transparente / que se mancha si a veces se acerca mucho al hombre.
…………..
Sueles decir sin canto, Porque cantar no puedes, / algo que se te va de la palabra... / Un poco de tus cosas, viajero sin horario, / sin estación, sin guardia, sin boleto, /equipado tan sólo con el viento del alba. / Tú, viajero sin ropa, / pero con la maleta siempre llena / del equipaje ronco de Dios que hay en tu pecho. / Por tu flecha hacia ti. Por el tres que eres tú, / por ser tú la mochila, el camino y el viaje, / desnuda como el agua esta carta te escribe / mi ventana que ahora se me llena de pájaros.

No hay comentarios.: