miércoles, 21 de noviembre de 2018

HAROLD Y KOLDO: VIVENCIAS Y TRIBULACIONES


Pedro Conde Sturla

14 de marzo 2006

Koldo


Harold y Koldo tienen muchas cosas en común, aparte de que son amigos y se hacen llamar uno por el nombre de pila y el otro por un apodo (no voy a decir “un alias” para evitarme problemas jurídicos, aunque también lo de “pila” se puede prestar a equívocos). Uno es más distraído, más despistado que el otro, y ambos están dotados de una personalidad fuera de serie, de humor chispeante y una retahíla de nombres que da gusto. Alguna gente no sabe que el célebre columnista vasco de El Nacional –dije vasco- se llama en realidad Juan Carlos Campos Ilurdoz y Sagaceta. El autor de la tira cómica de Diario Libre se firma ocasionalmente Harold Priego García-Godoy II. Tienen más nombres que un piloto de Iberia, nombres de aristócratas pobres, que es la cosa más triste del mundo según Borges. Otra cosa en común es que sus cabezas tienen precio, igual que mucho aprecio. De España han pedido varias veces la del colmunista –dije colmunista- y los judíos la del tiracómico. Hipólito Mejía gustosamente se las habría arrancado.

CAQUITO

Pedro Conde Sturla
31 de julio de 2009

Caquito visto por Cestero
Hoy me vino a la mente algo así como un soplo, el viento de un recuerdo y la nostalgia que siempre trae aparejada. Es el recuerdo y la nostalgia de gratas conversaciones en el Palacio de la Esquizofrenia (Restaurante Cafetería El Conde) con el poeta Ernesto Hernández, Caquito. Cariñosamente Caquito.
Corrían los años noventa, el siglo apuntaba a su fin. Caquito vivía también sus últimos años y en El Palacio de la Esquizofrenia todo era viejo y nuevo como sigue siendo ahora. Nuevo y viejo y actual.

sábado, 17 de noviembre de 2018

SIETE AL ANOCHECER (11)

Pedro Conde Sturla

Siete al anochecer (11)

EL ÚLTIMO CAUDILLO
(segunda parte)
Muchos consideran que la retirada o el repliegue táctico (o simplemente la huida) de Desiderio Arias a posiciones defensivas en sus tierras de Mao, a finales de abril de 1931, constituye una primera rebelión contra Trujillo. Sin embargo, lo que todo parece indicar es que el ya añejo caudillo se vio o creyó obligado a tomar el monte y las armas con el propósito elemental de ponerse a salvo del largo brazo de la bestia. 
El hecho en sí constituía, por supuesto, una especie de rebeldía o por lo menos un rechazo que Trujillo no estaba dispuesto a aceptar. Por eso mandó primero una comisión a escuchar lo que Desiderio tenía que decir y luego otra comisión seguida de otra comisión. Desiderio Arias reclamaba el fin de la represión contra miembros del Partido Liberal, el fin de los desmanes del ejército contra la población, pedía garantías para él y sus hombres y el respeto por todo lo concerniente a las libertades públicas consagradas en la constitución. Además parecía no estar dispuesto a ceder, a transigir, a negociar en otros términos, y mucho menos a abandonar su refugio ni las armas.
Trujillo y Desiderio Arias
Finalmente lo convencieron, quizás por obra del diablo, de reunirse con Trujillo. O mejor dicho al revés.
Con anterioridad al encuentro llegaron a Mao agentes de seguridad y militares con ropa de civil para prevenir y contener o neutralizar en la medida de lo posible cualquier movimiento de los partidarios del caudillo.
Trujillo llegó al lugar con una pequeña escolta y se reunió, en condiciones desventajosas, con el pundonoroso general y senador de la República. Por este hecho, y otros no menos ilustres, Trujillo haría que el congreso le concediera años después una medalla al valor: La gran cruz del valor
Trujillo no era valiente, pero era inteligente, observador, intuitivo. Conocía de lo que era capaz y no capaz su adversario y planificó sobre esta base una visita que no estaba exenta de riesgos, por supuesto, y pudo haberle costado (felizmente)  el pellejo. De hecho lo hubiera dejado en el lugar si Desiderio hubiera hecho caso al consejo o petición de sus hombres. Pero Desiderio era (lamentablemente, en este caso) hombre de honor, de principio, o quizás pensó que matar a Trujillo era un suicidio. Quizás simplemente no sabía que ya estaba muerto en la cabeza de Trujillo. 
De acuerdo a los testimonios del encuentro, Desiderio se mostró muy reservado, distante, y escuchó con desconfianza las palabras risueñas del infame brigadier. Éste no se explicaba cuáles eran las razones de su levantamiento o aislamiento, le ofreció garantías para que se reintegrara a la vida pública, le ofreció armas que le entregaría puntualmente (todas con desperfectos), casa para su esposa, cargos en el gobierno para sus seguidores. Promesas de una vida mejor en el más acá.
Los hombres de Desiderio rabiaban alrededor y ardían en deseos de hacerle justicia al indeseado visitante, se oponían tajantemente a todo tipo de arreglo. Pero al final Desiderio cedió. Dicen que él y el ofidio se abrazaron en público en el parque de Mao, que hubo aplausos, se pronunciaron discursos. Arias  emitiría luego unas declaraciones guabinosas:
“… es necesario que el pueblo sepa que no hay bases ni convenios entre el Honorable Presidente de la República y yo. Nuestra entrevista fue la de dos buenos y viejos amigos en que se tocaron diversos tópicos que no dudo redundarán en beneficio de la reconstrucción nacional, en la cual el Honorable Presidente está vivamente interesado, a tal punto que recabó de mi humilde persona mi opinión y colaboración, la cual gustoso y como ineludible muestra de patriotismo le ofrecí incondicionalmente”.
A principios de mayo Desiderio se traslada a Santiago, pero allí no se sentía a gusto ni seguro . De hecho, ya no estaría seguro en ningún sitio. Trujillo lo había convencido de abandonar su refugio con el único propósito de darle muerte a la primera oportunidad que se presentara. Una muerte discreta, como la que podía propinarle alguno de sus hombres debidamente motivado, sobornado, una muerte que pareciera fruto de envidias y rencillas personales y no un crimen de estado.
Mientras tanto, la matazón en todo el territorio nacional continuaba, la carnicería continuaba con renovados bríos. Diariamente caía un opositor en algún lugar del país. Los partidarios de Arias estaban siendo asesinados o simplemente desaparecían.
Desiderio Arias tenía miedo, estaba cansado, estaba deteriorado físicamente y no tenía ganas ni bríos para emprender nuevas aventuras bélicas, pero todo conspiraba en su contra, Trujillo conspiraba en su contra y lo empujaba poco a poco al abismo, a la perdición, a la desesperación.
Finalmente no pudo más y decidió enfrentar lo inevitable. En el mes de junio de 1931 -dos meses después de haberse reconciliado en público con la bestia-, dio a conocer un manifiesto en el que se pronunció contra los crímenes, la secuela de abusos que cometía la guardia impunemente, contra el régimen de impunidad que tenía como garante al brigadier Trujillo.
Éste sería el preludio del último y forzoso levantamiento del último caudillo dominicano. Un documento que rezuma dignidad por toda su tinta, la dignidad de un guerrero vencido que no rehuye el combate en el que va a morir 
“Es necesario ser honrados y manifestar responsablemente que el 23 de Febrero, no nos legó nada. Trujillo solo resucitó los odios y las pasiones, atrayendo las traiciones y el incremento del crimen, alentando los abusos de la autoridad y los excesos de poder. Los tantos asesinatos de los ciudadanos David Vidal Recio, Virgilio Martínez Reina y de su esposa embarazada, siguieron los del periodista Emilio Reyes, el de los generales Evangelista peralta (tío Sánchez) Ciprian Bencosme, Alberto Larancuent y Buluta Pelegrin. Además se cuentan 18 fusilamientos en San Francisco de Macorís y 116 en Puerto Plata, con más de 100 en Moca.
“Todos estos crímenes cometidos por el actual gobierno han despertado en el espíritu de los hombres libres de la Republica, sentimiento de venganza ciudadana contra los engreimientos y las acciones criminales de los que detentan el poder, desmoralizando el hogar y la sociedad, saqueando indecentemente la hacienda publica y privada.
“Por todas estas gravísimas cosas, yo me confieso culpable de esta situación, toda vez que irreflexivamente favorecí la candidatura del general Trujillo, mas yo deseo hacer constar que me engañé aquella vez por tener la creencia de que un hombre joven como él estaría enamorado de la gloria personal y del bien del pueblo y de la Patria y podía merecer todo por una obra de gobierno digna de la época y propicia del momento histórico que vivía la República; tuve fe, repito, en el orgullo que pone la juventud que no se ha corrompido y creí que el general Trujillo hubiera sido capaz de hacer del país una verdadera nación organizada en donde el derecho, la justicia, el amor, la cordialidad y el respeto a la vida y a la propiedad constituyeran el patrimonio de la sociedad y de la patria”.



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EL ÚLTIMO CAUDILLO
(segunda parte)

Muchos consideran que la retirada o el repliegue táctico (o simplemente la huida) de Desiderio Arias a posiciones defensivas en sus tierras de Mao, a finales de abril de 1931, constituye una primera rebelión contra Trujillo. Sin embargo, lo que todo parece indicar es que el ya añejo caudillo se vio o creyó obligado a tomar el monte y las armas con el propósito elemental de ponerse a salvo del largo brazo de la bestia. 

martes, 13 de noviembre de 2018

A quién pueda interesar

Pedro Conde Sturla

Algo que no entienden, no parecen entender los nazionalistas es que un progrom o progromo, una escalada de la violencia a nivel nacional puede facilitar el pretexto para una intervención “humanitaria”, la creación de un enclave o enclaves haitianos (en la provincia de La Altagracia, por ejemplo), la compartimentación o federalizacion del territorio, y finalmente el libre acceso a las cuantiosas y codiciadas riquezas minerales de la cordillera central y la ruina definitiva del país.


En los  Balcanes, con la complicidad de la ONU, se inventaron una limpieza étnica en Kosovo para atacar a Serbia y acabar de destruir lo que quedaba de Yugoeslavia, luego "independizaron" a Kosovo y allí tiene el imperio usamericano la base militar más grande del mundo y la más grande puerta de entrada y salida de la heroína que producen en Afganistán. Un negocio redondo.

Cualquier parecido no es pura coincidencia.

PCS

lunes, 12 de noviembre de 2018

O. Henry. Cuentos de Navidad: EL REGALO DE LOS REYES MAGOS.

Pedro Conde Sturla
21 de diciembre de 2011

O. Henry era un mago, un virtuoso de la narrativa breve, uno de los más grandes escritores de la literatura norteamericana, un “Maestro de los finales sorpresivos”, dotado de una sensibilidad fuera de serie y prolífico como pocos.
Publicó, desde 1903 hasta enero de 1906, un relato a la semana.
Presionado por el tiempo, como ocurre con todos los columnistas de periódicos, escribió en tres horas su mejor relato que presento aquí editado por razones de espacio. Hoy es Navidad y el relato de O. Henry es mi mejor oferta a los lectores de esta página.
PCS 




domingo, 11 de noviembre de 2018

BIBLIOGRAFÍA INFORMAL

Pedro Conde Sturla 


Pedro Conde Sturla (nacido en San Francisco de Macorís, República Dominicana,1945, en el apogeo de la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo Molina), es escritor y maestro, publicista a regañadientes, profesor emérito de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD, autor de textos de crítica e historia literaria y poesía a deshora, amén de narraciones del género satírico, una novela histórica, cuatro volúmenes de cuentos y relatos. 
En 1953 ingresa al Colegio de la Salle de la ciudad capital, Ciudad Trujillo, donde cursa el tercero de primaria. Al niño pueblerino no le sentará nada bien la experiencia en aquel ambiente doctrinario, autoritario, al que pagará tributo de rencor y determinará en gran parte su aversión a la religión y su radical anticlericalismo.

sábado, 10 de noviembre de 2018

SIETE AL ANOCHER (serie completa)

SIETE AL ANOCHECER (1)
Pedro Conde Sturla



Al querido Jefe siempre le decíamos que se cuidara, que no anduviera sólo, que había mucha gente mala y envidiosa en este país, se lo decíamos a cada rato una vez y otra vez  cuando venía de visita, se lo repetíamos sin cesar querido Jefe, una y otra vez querido Jefe, cuídese mucho, querido, que el país lo necesita, que nadie puede ocupar su lugar. Se lo decíamos a coro mis dos hermanas y yo, las tres que habíamos quedado bajo su manto protector por expreso deseo de nuestro padre, el deseo de un padre amoroso en lecho de muerte. En él había encontrado nuestro progenitor un amigo, un mentor, un hermano. En él sus hijas encontraron otro padre, un tutor, un benefactor, un abnegado educador, un refugio, un amante, un marido.

SIETE AL ANOCHECER (10)

Pedro Conde Sturla
12 de noviembre 2018

El Jefe se lo dió todo. 
Con su natural desprendimiento y generosidad se lo dio y se lo ofreció todo, lo colmaba de honores, se hacía acompañar de él en los grandes desfiles militares, en las conmemoraciones de nuestras gloriosas fechas patria, le hacía las más finas distinciones, le concedía toda su admiración y respeto. Pero Desiderio era un malagradecido, un envidioso, un engreído. Él hubiera querido ser el elegido. Elegido como el querido Jefe casi por voluntad popular. Él ansiaba ocupar el cargo que no se había ganado. Lo cegó su ambición, su ceguera lo condujo a la traición. Decidió obtener por la vía de las armas lo que no podía conseguir con el voto de todo un pueblo y esa fue su perdición.

Desiderio Arias

viernes, 9 de noviembre de 2018

EL ANTICRISTO EN PALACIO

(fragmento)
Pedro Conde Sturla

Su Santidad hizo a un lado el cálido edredón de plumas de ganso y se sentó al borde de la cama con un esfuerzo sobrehumano, y por segunda vez, cuando intentó decir sus oraciones, lo castigó un sabor amargo como retama en el cielo de la boca. Casi al mismo tiempo sus pies hicieron contacto con un objeto frío que no podía ser la alfombra. Atrapado en el fuego cruzado de sensaciones adversas y simultáneas, temió que se le hubiese fundido un circuito del cerebro, alguno de los cables del juicio. Incrédulo, se inclinó hacia delante para poder ver lo que creía, aunque no quisiera verlo ni creerlo. El cardenal Wizchinsky, su ayudante de cámara, secretario personal de primera clase, amigo y confidente de toda una vida, compañero por más de cinco años en las inmundas cárceles polacas, un hombre santo de toda santidad, que nunca en su vida había probado el alcohol ni las mujeres, ni cometido pecado de intención o de hecho, el mismo hombre en cuyo cuerpo se manifestaban los estigmas de Cristo durante las conmemoraciones solemnes de Semana Santa, el reverenciado y sufrido cardenal Wizchinsky dormía de bruces al pie de la cama, desnudo como un cachorro, con una copa vacía en la mano y una hermosa rosa roja colocada en el inverosímil florero de la espalda, allí donde la espalda pierde el nombre. Colocada, para decirlo así poéticamente con palabras que el inmortal Quevedo aprobaría, en el mismo trayecto del culo.

viernes, 2 de noviembre de 2018