jueves, 5 de julio de 2018

CUATRO VERSIONES DE CAPERUCITA


Pedro Conde Sturla
7 de octubre de 2009


Charles Perrault fue el primero que domesticó -en 1697- una de las muchas versiones del cuento popular francés de la abuela y el lobo, adaptándolo al gusto de los súbditos de Luís XIV. Le puso la caperuza a la niña, le puso el título al cuento, omitió los detalles escabrosos y conservó el final trágico. Lo convirtió, de hecho, en instrumento didáctico, con su correspondiente moraleja: Las señoritas “no deben a cualquiera oír con complacencia” pues puede ser un lobo disfrazado de oveja.

sábado, 30 de junio de 2018

Calle sin salida

Aquella suntuosa residencia en los alrededores de Puerta de Hierro tenía un encanto particular y nos sedujo al instante, sobre todo por su ubicación al final de esa arbolada y frondosa calle sin salida. Por eso no dejó de sorprendernos que el vendedor (tan aparentemente nervioso) estuviese  contento de desembarazarse de un inmueble de ese valor a  precio de vaca muerta. Se encontraba, eso sí, en un lugar retirado, prácticamente desolado, en las afueras de la ciudad, casi al lado del río Isabela, pero allí se respiraba aire puro y fresco a pleno pulmón y era un lugar apacible, extrañamente apacible en realidad.

miércoles, 27 de junio de 2018

LAS COPLAS DE JORGE MANRIQUE


         Pedro Conde Sturla
         11/7/2008

        El dolor, el desgarramiento por la pérdida de un familiar, un ser querido, ha dado origen tradicionalmente a las más grandes inspiraciones poéticas de la literatura.
Algunas de las mejores plumas de la lengua, de muchas lenguas, han dejado, en efecto, el vivo testimonio de un pesar por el precario, el fugaz, el transitorio, el huidizo sentido o sinsentido de la existencia, el testimonio de un inmenso vacío que quieren colmar y no colman las palabras, de un drama personal en el que se refleja, sin embargo -por la excelencia del decir y el bien decir-, la humanidad doliente, toda la frágil condición humana.
 
Monumento a Jorge Manrique


En el escenario trágico de España, de la historia de.  España, abundan los poetas que han cantado a la dolorosa pérdida de amigos y parientes y no es casual y no es extraño que tres de los más grandes exponentes (Manrique, Lorca, Hernández) hayan sido a las vez figuras trágicas, muertos a tiempo y a destiempo por “el odio y la ciencia de otros hombres”, como dijera el mejicano Torres Bodet.  

LLANTO A LAS CINCO EN SOMBRA DE LA TARDE


Pedro Conde Sturla
24 de julio de 2008

            A Ignacio Sánchez Mejías se le conoce como el torero de la Generación del 27, que tanta gloria dio a España y a las letras hispanas. De hecho fue más bien el padre, el fundador y el símbolo del grupo. A él se atribuye la idea o la iniciativa de  invitar, costear el viaje y alojar en su finca de Sevilla a unos amigos poetas con el propósito de honrar a Luís de Góngora y Argote (1561–1627) en ocasión del tricentenario de su muerte. Ahí comenzó todo.

 Sánchez Mejías era dueño de una sólida formación intelectual, era un exitoso dramaturgo, era poeta, novelista, actor de cine, corredor de autos, jugador de polo, talentoso mujeriego que había ganado fama por sus aventuras y desaventuras galantes, entre otras cosas, pero sobre todo como torero y  suicida potencial. Un personaje que habría hecho las delicias de Hemingway.

POR LOS ALTOS ANDAMIOS DE LAS FLORES

             Pedro Conde Sturla

Monumento a Miguel Hernández
       









El más trágico y breve de los tres grandes cantores españoles de la pérdida es Miguel Hernández, pastor de cabras, poeta, dramaturgo, militante comunista y combatiente en el bando republicano durante la guerra civil. Había nacido en Orihuela, Alicante, en 1910 y murió en las ergástulas franquistas en 1942, “entre dolores acerbos, hemorragias agudas, golpes de tos”, a los treinta y un años de edad.

martes, 26 de junio de 2018

LA CANCIÓN DE TROYA


Pedro Conde Sturla

“La Ilíada” describe poéticamente un episodio de la mitológica guerra de Troya, el de la cólera de Aquiles. “La canción de Troya”, de la escritora australiana Colleen McCullough (1937-2015), narra la historia completa, más que completa, porque se remonta a una época anterior y culmina con el saqueo e incendio de la portentosa ciudad. Además Colleen McCullough interpreta los hechos a su antojo, incorpora personajes, situaciones y numerosas variantes. Cosas que en otras fuentes son apenas sugeridas, aquí son explícitas. Ulises y Diómedes son amantes. Aquiles y Patroclo son novios. Briseida y Aquiles son njovios.
En “La Ilíada”, el narrador es el poeta omnisciente, con ayuda de los dioses o de la diosa. En “La canción de Troya” la autora se vale de un artificio y pone la narración en boca de los personajes protagónicos. En ambos casos el relato es una fantasía coral. En ningún caso es una glorificación de la guerra.

lunes, 25 de junio de 2018

LA CANCIÓN DE TROYA

Pedro Conde Sturla

“La Ilíada” describe poéticamente un episodio de la mitológica guerra de Troya, el de la cólera de Aquiles. “La canción de Troya”, de la escritora australiana Colleen McCullough (1937-2015), narra la historia completa, más que completa, porque se remonta a una época anterior y culmina con el saqueo e incendio de la portentosa ciudad. Además Colleen McCullough interpreta los hechos a su antojo, incorpora personajes, situaciones y numerosas variantes. Cosas que en otras fuentes son apenas sugeridas, aquí son explícitas. Ulises y Diómedes son amantes. Aquiles y Patroclo son novios. Briseida y Aquiles son novios.
En “La Ilíada”, el narrador es el poeta omnisciente, con ayuda de los dioses o de la diosa. En “La canción de Troya” la autora se vale de un artificio y pone la narración en boca de los personajes protagónicos. En ambos casos el relato es una fantasía coral. En ningún caso es una glorificación de la guerra.

domingo, 24 de junio de 2018

MOLIÈRE Y LOS MÉDICOS


            Pedro Conde Sturla
            16 de abril de 2010

    Jean-Baptiste Poquelin, el célebre Molière (1622 –1673), despreciaba a los médicos y se burlaba de ellos, aunque no tanto como nuestro querido presidente Leonel Fernández, que los odia a muerte y hace todo lo posible para demostrarlo. Moliere, y en menor medida  Cervantes, que era hijo de cirujano (un título inferior al de médico en su época), los repudiaba por su prepotencia ilustrada, por la docta ignorancia que disimulaban con latines de segunda mano. Quevedo, menos complaciente, los llamaba “servidores de la muerte”, “ponzoñas graduadas”. Esos juicios los compartían casi todos los escritores del siglo de oro, el siglo XVII.  

sábado, 23 de junio de 2018

DRÁCULA Y LOS AMANTES EN EL LEONOR

   https://acento.com.do/2018/opinion/8579217-dracula-los-amantes-leonor/
  Pedro Conde Sturla

De todas las películas que vi en el Leonor (y fueron muchas), no recuerdo ninguna más libidinosa y escandalosa que “Los Amantes” (1958), ni ocurrencia más graciosa que la que tuvo lugar durante su presentación. Vino al país precedida de mala fama, una suculenta mala fama que abría todos los apetitos, despertaba la curiosidad de los más indiferentes.