sábado, 16 de septiembre de 2017

LA GRAN INJURIA (1-2)






José Santos Chocano, “El cantor de América”.
José Santos Chocano, nacido en 1875 y ejecutado en 1934, fue el más celebrado poeta peruano de su generación y un pésimo ser humano. Fue el “Cantor de América”, o así se le llamó, cantor algunas veces de los caballos y tropelías de los conquistadores, cantor de la conquista. En México sirvió al pundonoroso presidente Madero, a la revolución mexicana y al célebre Pancho Villa, del cual fue secretario. Pero en general estuvo al servicio de dictadores, tiranos y malandrines, fue un apasionado panegirista de las llamadas “dictaduras organizadoras” del continente, fue estafador, político, mujeriego, diplomático, homicida, y al final una víctima de puñaladas traperas.
Su carrera política, diplomática y de aventurero (después de un período de honorable encarcelamiento y una estadía en la selva) le permitió expandir su horizonte y su fama de poeta y viajar por Centroamérica, Colombia y España y engendrar con varias mujeres una respetable prole. En este último país, España, tuvo un tropiezo que le costó el cargo, la separación del servicio diplomático, al involucrarse en una estafa al banco de España.
El día 26 de julio del 1918, con motivo de su visita a bordo del Vapor Julia, procedente de La Habana, la ciudad de Santo Domingo se vistió de júbilo y celebró su llegada como un magno acontecimiento, casi una apoteosis. Las más brillantes lumbreras de la Ciudad Primada le hicieron un acto de reconocimiento, un homenaje, colmaron al “Cantor de América” de elogios tan merecidos como desproporcionados:
“El Casino de la Juventud galardonó y festejó al poeta que les cantó a ‘Los Caballos De Los Conquistadores’. Dicen las antañonas crónicas que todo fue con un acto solemne e imponente”.
En 1915 Santos Chocano tuvo la mala ocurrencia y mala suerte de establecerse en Guatemala. Allí se convirtió en colaborador muy cercano del prestigioso dictador, amigo de lo ajeno y matarife Manuel Estrada Cabrera…, hasta que ardió Troya.
“Estrada Cabrera estuvo en el poder desde el 8 de febrero de 1898 al 14 de abril de 1920. Tan pronto como se hizo cargo de la presidencia luego del asesinato del presidente José María Reina Barrios, no toleró ningún tipo de oposición y comenzaron a darse una serie de crímenes políticos, torturas en la Penitenciaría Central y fusilamientos de numerosos opositores. Durante su gobierno, la United Fruit Company (UFCO) se convirtió en la principal fuerza económica de Guatemala, con grandes concesiones otorgadas por el Gobierno, ya que Estrada Cabrera tenía acciones en la compañía y además estaba interesado en obtener el apoyo de Estados Unidos para evitar un posible ataque de la flota británica; por otra parte, tuvo que mantener al margen a los gobiernos de México, El Salvador y Nicaragua —opuestos a la política estadounidense—, que también pretendían influir de manera decisiva en Guatemala.“Hacia el año 1918, la sociedad guatemalteca se encontraba al borde de la explosión, lo cual vino a ser alimentado por los terremotos que azotaron la ciudad capital. La devastación causada por la naturaleza fue ignorada por el dictador, lo cual ocasionó la furia del pueblo; luego de una intensa protesta, en 1920 el presidente Estrada fue destituido del cargo y fue puesto en prisión, donde falleció cuatro años más tarde”.
José Santos Chocano, su servidor y gran amigo, que lo acompañó en las horas más difíciles, estuvo con él en la misma celda y fue o iba a ser condenado a muerte. Pero su fama lo salvó. Es decir, su fama de poeta, la de “Cantor de América”, no la de sinvergüenza y vil cortesano.
A su favor intervinieron su santidad el papa, el preclaro rey Alfonso XIII de España, presidentes de Argentina, Perú, congresos de unos doce países, escritores de América y Europa y otras voces autorizadas.En fin que, Chocano se salvó de la horca o el pelotón de fusilamiento y “retornó al Perú en diciembre de 1921, después de diecisiete años de ausencia. En Lima recibió el entusiasta aplauso de las multitudes, la prensa y la intelectualidad. Recibió el homenaje de la municipalidad limeña. Fue declarado ‘hijo predilecto de la ciudad de Lima’ y se le brindó una recepción en el Palacio de la Exposición, donde se le ciño la frente con una corona de laureles de oro, otorgándosele el título de ‘Poeta de América’”.
De acuerdo con una fuente cuya autenticidad no he podido verificar, José María Vargas Vila fue de los que abogó o se manifestó de alguna manera a favor de Santos Chocano. El entonces célebre y sicalíptico escritor Vargas Vila, era el polo opuesto de Chocano, era un periodista virulento y agitador que “se caracterizó por sus ideas liberales radicales y la consecuente crítica contra el clero, las ideas conservadoras y la política imperialista de Estados Unidos. Muchas de sus ideas son próximas al existencialismo y se fueron afirmando como libertarias, muy próximas al anarquismo, a tal punto que él mismo se declarara anarquista. Asimismo, defendió toda causa y personaje que favoreciera la libertad y la justicia de los pueblos, especialmente los latinoamericanos…”
Al igual que Mariátegui, Vargas Vila se contaba entre los mejores enemigos íntimos del cantor de los caballos de los conquistadores y a muchos sorprendió que se manifestara a favor del indulto o suspensión de sentencia que le otorgaron.Cuando un periodista le preguntó (si acaso es cierto que le preguntaron) por tan insólita muestra de solidaridad, Vargas Vila dijo (o dicen que dijo) que Santos Chocano había deshonrado la poesía y él no quería que deshonrara el patíbulo.La versión que ha trascendido es más elaborada, más elegante, más fina, más culta y se le atribuye al genio tenebroso de Borges y forma parte del último capítulo de “Historia de la eternidad”: “Arte de injuriar”.
Así lo cuenta Manuel Olea Franco:
“A este frustrado destino trágico (el de Chocano, pcs) se refiere Vargas Vila en las palabras recordadas con morosa delectación por Borges: ‘Los dioses no consintieron que Santo Chocano deshonrara el patíbulo muriendo en él. Ahí está vivo, después de haber fatigado la infamia”.
“Deshonrar el patíbulo. Fatigar la infamia. A fuerza de abstracciones ilustres, la fulminación descargada por Vargas Vila rehúsa cualquier trato con el paciente…”
Ahora bien, en opinión del mismo Manuel Olea Franco, “Deshonrar el patíbulo”. “Fatigar la infamia”, “No parecen frases originales del escritor anodino y prescindible que fue Vargas Vila, sino de un hábil prosista como Borges…”
Lo que se hace difícil determinar es cuál injuria es más fina y penetrante, si la que Borges atribuye a Vargas Vila o la que dirige Borges a Vargas Vila cuando lo encumbra, lo eleva a la más alta cima y lo deja caer de sopetón con toda su mala leche, lo celebra y lo denigra a la vez:
La de Vargas Vila -dice Borges- “es la injuria más espléndida que conozco: injuria tanto más singular si consideramos que es el único roce de su autor con la literatura”.
EL CANTOR DE AMÉRICA

En mi artículo anterior hablaba y sigo hablando de una famosa injuria que en beneficio de José Santos Chocano -el supuesto “Cantor de América”- pronunció Vargas Vila en una ocasión que el genio tenebroso de Borges convirtió en memorable.
Lo que más llamó la atención y produjo comentarios fue el trato al parecer desconsiderado que se otorgó a Chocano.
Henrri Cuello Ramírez, por ejemplo, se hizo eco de una socorrida opinión, según la cual “a la larga, los detalles anecdóticos de la vida de un escritor de fuste importan menos que la grandeza y conjunto de su obra; más aún que su propia concepción ideológica (…) La obra es lo esencial, todo lo demás es prescindible”.
Henrri Cuello Ramírez tiene su buena parte de razón. La obra es lo esencial, desde luego, pero existe una profunda relación arte-vida que muchas veces es evidente y a veces  aparece difuminada, intangible, y esa correlación no es prescindible. Me refiero a algo sobre lo que escribí hace ya muchos años en relación al poeta kafkiano y salvadoreño llamado Roque Dalton:
“El contexto particular en que se desenvuelven la vida y obra de Roque Dalton favorece la hipótesis de que entre el hombre y el artista puede establecerse una identidad total. Esto no significa que el Quijote sea exactamente Cervantes, aunque resulta evidente que la esencia del Quijote es la esencia misma de convicciones profundas de Cervantes. No se trata, naturalmente, de plantear aquí un burdo problema de equivalencia biográfica arte-vida. Es más bien un problema de coordenadas históricas y culturales. Lo que un artista es lo dice su obra y también lo dice su vida, pero no en términos biográficos sino en términos de experiencia total, o sea, en términos de equivalencia ética y estética. Desde este punto de vista, separar la vida y la obra de un autor resulta, por lo demás, un esfuerzo inútil. El arte es siempre producto de la experiencia total de un autor. De aquí la inseparabilidad del código ético y estético.

Arturo Torres Ríoseco
‘“Yo llegué a la revolución por vía de la poesía’, dirá Roque Dalton en una de las brillantes páginas de “Taberna y otros lugares”… ¿No cabe decir?: Y viceversa”.
El problema -según Cuello Ramírez- “se presenta cuando el crítico, armado con su ideología, de derecha o de Izquierda, empieza a descalificar al artista en nombre de su todopoderosa ideología, lo que no deja de ser miopía, en todos los sentidos…Si a Cervantes vamos, no hubo escritor más obsecuente que Cervantes con la Monarquía de la época. …no así Don Quijote (…) Se podría afirmar que Don Quijote es, de alguna manera, la negación de Cervantes”.
Cervantes fue, ciertamente, un infeliz que tuvo que plegar la cerviz, pero no hay en su obra nada plegadizo, en ella deposita toda su gigantesca humanidad y la crítica más corrosiva. El Quijote es la encarnación del código-ético-estético de Cervantes
El código ético-estético de Camus destila humanidad por todos los poros de sus libros.
El código ético-estético de Celine destila desprecio por la humanidad, destila fascismo y es fascista.
El código ético-estético es inseparable de la obra. Trate alguien de separar el código ético-estético de la obra de José Martí.
Independientemente de la “todopoderosa ideología” del crítico, la poesía de Chocano obedece a un código ético-estético servil, su obra es muchas veces un canto a la conquista, aunque no por eso deje de ser buen poeta, buen poeta servil, grandilocuentemente servil.
Los poetas y artistas engreídos pretenden ser seres especiales cuya condición los sitúa, los reviste de un manto de impunidad por encima de la moral, de la ética y las leyes, incluyendo las de la física. Chocano era uno de ellos.
Su papel en la historia de la literatura no hace más que disminuir y pocos son los que hoy día lo celebran. Incluso un crítico tan equilibrado y sereno, tan libre de sospechas como Arturo Torres Ríoseco, lo somete al más severo juicio histórico literario, y el veredicto dista mucho de ser halagüeño:

JOSÉ SANTOS CHOCANO (1875-1934)
Arturo Torres Ríoseco 

Ahora que ha muerto el poeta laureado del Perú es un deber dedicarle el estudio que siempre le negamos a causa de que su vida fue la negación del ideal que nos hemos formado de la misión del poeta. ideal demasiado alto tal vez para los que se dedican al trato con las Musas en América.  Vida violenta fue la suya. más de lo que conviene a un cultivador de la belleza. Nació, según él, al rumor de la trompetería, y los años de su infancia fueron de lucha y de fragor: 
Cuando nací, la guerra / llegaba hasta la sierra / más alta de mi tierra; / y al poner de repente mi pie dentro de un charco de sangre, el charco  hirviente / con una de sus gotas me salpicó la frente. 
Entre luchas. cárceles y amores pasó su juventud, y ya hombre rodó diez y siete años por tierras de América y de Europa. Conquistó mujeres, se batió en duelos, fue juglar elegante en ateneos, teatros y salones. En la mitad de su camino se detuvo y cantó:
Hace ya diez años / que recorro  el mundo. / ¡He vivido poco! / ¡Me he cansado mucho! / Quien vive de prisa no vive de veras, / quien no echa raíces no puede dar frutos. 
Aduló a los tiranos de nuestro continente y se hizo pagar bien su adulación. En Venezuela cultivó relaciones con Juan Vicente Gómez; en México siguió a Pancho Villa y fue su consejero; en Guatemala fue hombre de confianza de Estrada Cabrera, y después de la caída del tirano, el poeta fue condenado a muerte. Su prestigio lírico le salvó. Vuelto a su tierra natal, logró ganarse la protección del dictador Leguía y fue coronado poeta oficial del Perú, en medio de escenas operáticas y estruendosos discursos. 
Convertido en el más ruidoso defensor de lo que él llamaba la dictadura organizadora y en el cantor de las glorias peruanas, Chocano fue el impugnador de las ideas liberales con que José Vasconcelos conquistaba a la juventud universitaria de América. Terció en la discusión el brillante pensador limeño Edwin Elmore, discípulo de Vasconcelos, y después de serios altercados, Chocano asesinó a Elmore, al ser agredido por este. Se le condenó a tres años de  prisión, pero fué indultado una vez más, gracias a las súplicas de los escritores amigos y al poder omnipotente del déspota. Vientos contrarios le llevaron a Chile, país por el cual Chocano nunca sintió gran simpatía y que ahora le recibió con su tradicional hospitalidad. Allí vivió estos últimos años. Alguna vez trató de atraerse la buena voluntad del nuevo caudillo de su patria, Coronel Sánchez Cerro, pero sin resultados. 
Desilusionado tal vez de su teoría de las dictaduras organizadoras se dedicó a preparar nuevas ediciones de sus poemas y a la búsqueda de tesoros ocultos. Durante mi estada en Santiago en 1932, oí decir con cierta sorna que Chocano andaba buscando oro a orillas del río Mapocho. Alguna verdad debió de haber en esto porque el mismo Chocano me habló con seriedad del asunto y porque ahora el poeta acaba de caer asesinado por uno de sus propios compañeros que le acusaba de no haberle entregado su parte del tesoro. La muerte de Chocano parece un episodio sacado de las página de “Treasure island” de Robert Louis Stevenson. 
Chocano vino al mundo de las letras hispano-americanas demasiado tarde, cuando ya nuestros intelectuales conocían la aristocracia lírica de Mallarmè y la vaga melancolía de Verlaine, aquel que le cortó el cuello a la elocuencia. Bien pudo algún crítico equivocarse al augurar el futuro de nuestra poesía tomando como base de sus juicios el romanticismo matizado de Gutiérrez Nájera, el objetivismo inquietante de Silva o la rara perfección técnica de Rubén Darío. Se presentía a fines de siglo una época de lirismo finamente sensual, de misticismo y de novedades y rarezas de expresión. Parecía que ya la grandílocuencia huguesca, el delirio poético, el frenesí pasional, eran cosas del pasado, cuando de repente aparecen esos últimos románticos de América, nerviosos y desorbitados, cuyos Pegasos van dando saltos, entre riscos y cumbres. Pedro Antonio González, Salvador Díaz Mirón, José Santos Chocano. La obra de estos poetas significa un retroceso de más de medio siglo hacia las fórmulas gastadas de los poetas revolucionarios y libertarios de los cantores de la independencia y de los enemigos de la tiranía, José Mármol, José Joaquín de Olmedo, José María Heredia. Verdad es que no se había interrumpido esta tradición de poetas grandiosos y que en  la república Argentina, país tan alejado del Trópico, tuvo representantes tan destacados corno Olegario Andrade y Almafuerte. Pero de todos estos poetas, discípulos del Divino Herrera, del Divino Quintana o del Divino Espronceda, ninguno tan fogoso, tan altisonante, tan olímpico como José Santos Chocano. (Arturo Torres Ríoseco, “José Santos Chocano”) (http://www.jstor.org/stable/30200691?seq=1#page_scan_tab_contentso).

sábado, 9 de septiembre de 2017

La dicha perfecta


Osho o Bhagwan Shri Rashnish.
Seis siglos antes de nuestra era, Heráclito afirmaba que “el fundamento de todo está en el cambio incesante (…), todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa”. Todo cambia. “En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos]”. Por eso “uno no se puede bañar dos veces en el mismo río”. Incluso, un extremista llamado Crátilo “proclamó que no se podía hacer ni una sola vez”.
Seis siglos antes que Heráclito, en “El libro de las mutaciones”, los chinos sostenían y sostienen que “el principio del cambio y la relación dialéctica entre los opuestos rigen el universo”. El cambio es, de hecho, “la única realidad existente”. La mutación, el cambio, es lo único permanente.
En “El libro de Zhuang Zi” aparece con frecuencia la idea de la mutación asociada con la muerte y la aceptación de la misma en términos filosóficos:
“Cuando Lao Tse murió, Chin Shih asistió al velatorio.
Lanzó tres fuertes alaridos y salió de la estancia. Uno de los discípulos le
dijo:
“-Usted no es amigo de nuestro
maestro, ¿no?
“-Desde luego —respondió.
“-¿Entonces cómo puede condolerse de ese modo?
“-Esa es mi forma de hacerlo
—contestó Chin Shih—.
“-Al principio pensaba que tú eras uno de sus discípulos, pero ahora veo que no. Cuando vine a condolerme, encontré a unos ancianos llorando por él como si fuera su propio hijo y hombres jóvenes sollozando como si fuera su madre. ¿Qué es lo que ha reunido a estas personas? Sin duda tienen palabras que decir y lágrimas que verter que nadie les ha pedido. Pero esta conducta sólo es huir de la verdadera naturaleza, dar la espalda a la realidad. Antaño esto era llamado ‘esconderse de las lecciones de la naturaleza’. El maestro vino al mundo sabiendo que era el momento. Al abandonarlo, también lo siguió. Se ha ido en su debido momento, cuando se suponía que debía irse.
Aquí no hay lugar para la alegría ni el dolor. Antaño esto era llamado ‘estar libre de ataduras’. ¡Mira! No es necesario encenderlo más. El fuego arde ahora intensamente. Ya no se extinguirá jamás”.
La misma amarga recriminación contra los plañideros figura en el capítulo titulado “La dicha perfecta”. Esta vez la mutación, la gran mutación, la muerte, afecta a la esposa de Zhuang Zi o Chuang Tse, pero el sabio se cura las heridas del alma con una buena dosis de optimismo filosófico:
“La esposa de Chuang Tse murió, y cuando Hui Tzu llegó para ofrecerle sus condolencias encontró a Chuang Tse agachado, golpeando una olla como si fuera un tambor y cantando.
“Hui Tzu dijo:
“-Has vivido con esta mujer, habéis criado a vuestros hijos y envejecido juntos. ¡No llorar su muerte ya me parece mal! Pero ¿tocar el tambor y cantar no lo encuentras excesivo?
“-No —contestó Chuang Tse—. Así es como son las cosas. Al morir ella, ¿cómo podría yo no haber sentido pesar? Pero he pensado en ello con mayor detenimiento y he comprendido que antes de que ella naciera, no tenía vida. No sólo no la tenía, sino que carecía de forma. No sólo carecía de forma, sino que ni tan sólo tenía chi. Pero en alguna parte del vasto e imperceptible mundo hubo un cambio y ella adquirió el chi, después éste cambió y ella adquirió una forma; después ésta cambió y ella obtuvo la vida.
Ahora ha habido otro cambio y ella está muerta. Es como el mutuo ciclo de las Cuatro Estaciones. Ahora mi esposa descansa silenciosamente en la Gran Cámara. Si tuviera que correr tras ella llorando sería sin duda demostrar que no comprendo lo que está predestinado. Así que he dejado de hacerlo”.
Una de las más ingeniosas y truculentas variaciones sobre el tema la protagonizan el Tío Un Solo Pie y el Tío Tullido cuando se dirigen a rendir tributo a un difunto. El uno advierte al otro que “La vida es un préstamo y los vivos somos los prestatarios”. La muerte es un amanecer. “La muerte amanecerá una vez haya transcurrido esta noche”. ¿La noche de la vida?:
“El Tío Un Solo Pie y el Tío Tullido se dirigieron al Túmulo Funerario del Oscuro Señor, situado en los agrestes parajes de Kun-lun, el lugar donde el Emperador Amarillo solía descansar. De pronto, al Tío Tullido le salió en el codo izquierdo un furúnculo del tamaño de un sauce. Movió un poco los pies y lo miró aparentemente disgustado.
“¿No lo odias cuando sale? —dijo el Tío Un Solo Pie.
“-¡En absoluto! ¿Por qué habría de odiarlo? —contestó el Tío Tullido—. La vida es un préstamo y los vivos somos los prestatarios. La vida es un montón de basura. La muerte amanecerá una vez haya transcurrido esta noche.
Tú y yo hemos venido aquí para meditar sobre el cambio.
A mí me acaba de llegar en este lugar. ¿Por qué tendría ello que disgustarme?”
Quizás nadie ha expresado la idea del cambio, la idea de lo inevitable, de manera tan poética y delicada como un pensador, un místico, un filósofo espiritual y gurú contemporáneo de la India llamado Osho o más bien Bhagwan Shri Rashnish. Lo conozco sólo de referencia y lo admiro sobre todo por su estilo literario y su casi convincente vehemencia:
Cambio
“El sufrimiento llega porque no permitimos que suceda el cambio. Nos aferramos, queremos que las cosas sean estáticas. Si amas a una mujer, la quieres también para mañana, de la misma forma en que ella es tuya hoy. Así es como surge el sufrimiento. Nadie puede estar seguro del momento siguiente, ¿Qué decir sobre mañana?
“Un hombre consciente sabe que la vida está cambiando constantemente. La vida es cambio. Sólo hay una cosa permanente y es el cambio. A excepción del cambio, todo lo demás cambia. Aceptar esta naturaleza de vida, aceptar esta existencia cambiante con todas sus estaciones y estados de ánimo, este constante fluir que nunca se detiene por un momento, es ser dichoso. Entonces nadie puede perturbar tu felicidad. Es tu anhelo de permanencia lo que crea problemas para ti. Si deseas vivir en una vida sin cambios, estás pidiendo lo imposible.
“Un hombre consciente se vuelve lo suficientemente valiente para aceptar el fenómeno del cambio. En esa misma aceptación está la dicha. Entonces nunca estás frustrado”.
Nota: Mi amigo Avelinus, un personaje alérgico al tema de la gran mutación (su majestad la muerte como la llamó Domingo Moreno Jimenes), diría que todo esto es simple filosofía, consolación por la filosofía de la que hablaba Boecio en el siglo V de nuestra era.
Sabias y bellas y tristes palabras que nos alertan de que no debemos aferrarnos a nada. Sirven de consuelo, pero no curan el espanto que menciona Rubén Darío en el poema “Lo fatal”.
La filosofía entretiene, sí, pero en realidad no cura.
La inmortalidad, diría y dice mi amigo Avelinus, es la única opción conveniente.

sábado, 2 de septiembre de 2017

El peligro de ser útil


        EL PELIGRO DE SER ÚTIL 
Pedro Conde Sturla
 
Dice Zhuangzi que “la inteligencia del mono y la habilidad del perro para cazar ratones les granjean sus cadenas”. Se pregunta “¿Por qué, entonces, va a ser perjudicial y malo no servir para nada?” De hecho, Zhuangzi parece advertir sobre el peligro de ser útil, aunque quizás no en sentido general, quizás se refiere al peligro de ser útil en determinadas circunstancias. La belleza de una mujer puede acarrear su perdición, la fortaleza física de un siervo lo convierte en candidato ideal para el reclutamiento militar. En uno de los más celebrados cuentos mágicos chinos, la fama de un pintor paisajista lo conduce al palacio real y pierde su libertad, hasta que finalmente escapa, adentrándose en uno de los paisajes que pintaba por un sendero infinito.
Cuando alguien le dice a Chuangzi que sus palabras son “nudosas e inútiles!”, que “¡No sirven a nadie!”, éste se echa a reír. Es evidente que “Todo el mundo sabe lo útil que es ser útil; pero nadie parece saber lo útil que es ser inútil”. Nadie como él explica el peligro de ser útil y la utilidad de “una virtud inútil”:
“El distrito Chingshih del estado de Sung constituye un
hábitat perfecto para las catalpas, los cipreses y las moreras.
Pero cuando sus troncos alcanzan un palmo o dos de
perímetro, los lugareños los cortan para hacer perchas para
los monos. Cuando llegan a los tres o cuatro palmos, los
talan para elaborar bellas parhileras. Los supervivientes
que llegan a los siete u ocho palmos, son abatidos para
fabricar los plafones de los ataúdes de la nobleza y la gente
rica. Por consiguiente, nunca viven todos los días y años
destinados, sino que perecen prematuramente bajo el
hacha. Ésa es la desgracia que sufren por su valor material.
Los bueyes con manchas blancas, los cerdos con el
hocico respingón y los hombres con hemorroides no son
ofrecidos en el Río de los Sacrificios. Todos los sacerdotes
lo saben y las consideran ‘criaturas desafortunadas’. Sin
embargo, el Verdadero Espíritu las llama ‘las grandes afortunadas’.
“El hombre llamado Árbol Inútil tiene el mentón en el
ombligo, los hombros encorvados por encima de la cabeza
y el hueso del pescuezo apuntando al cielo. Los cinco órganos
principales en la parte alta y los fémures contra las costillas.
Cose y lava ropa para ganarse la vida, y al aventar de
nuevo la barcia saca suficientes cereales para alimentar a
diez personas. En la época de alistarse a filas, puede pasear
su lisiado cuerpo ociosamente, y cuando la comunidad se
reúne para trabajar en el campo, como está incluido entre
los enfermos crónicos, nunca tiene que participar. Cuando
se distribuye el grano que el estado regala, recibe tres medidas
llenas y diez haces de leña. Su forma es inútil, por cierto,
pero basta para sus necesidades. Sin duda vivirá todos
los años de su vida. Si es así para él, ¡cuánto más lo será
para quienes poseen una virtud inútil!”
         Muchas cosas quizás sólo pretenden ser inútiles como el árbol no maderable, por ejemplo, pero no por eso dejan en secreto de ser útiles. A la sombra de sus ramas gigantescas se congregan los hombres como en un templo:
“-Si se esfuerza tanto por ser inútil, ¿por qué se ha convertido   en un templo?
“-Es un secreto (…) Sólo está fingiendo, así lo protege también la gente que no aprecia lo inútil. Si no representara un templo, quizá
lo habrían abatido y partido. De ese modo es distinto de los demás árboles”. 
Así es el árbol inútil del relato de Chuangzi:
“Un carpintero llamado Piedra viajó a Ch’i. Al llegar a
Ch’u-yuan, vio un gran castaño que la aldea usaba como
templo. Era tan enorme que su sombra podía cobijar a
miles de bueyes, su tronco medía cien palmos de ancho, era
alto como una montaña y sus ramas más bajas estaban a
unos veinticinco metros del suelo. Más de una docena de
ellas eran tan grandes que podían haberse vaciado para
construir botes. Los visitantes se apiñaban a su alrededor
como si fuera la plaza del mercado. Piedra, el carpintero,
apenas lo miró y continuó su camino sin dignarse siquiera a
volver la cabeza. Pero sus aprendices no pudieron evitar
quedar boquiabiertos ante él y tuvieron después que correr
para alcanzar a su maestro. Uno de ellos le dijo:
“-Desde que cogimos las hachas para seguirte, maestro,
nunca hemos visto una madera tan hermosa. ¡Pero tú
ni siquiera te has detenido a mirarla! Has seguido tu camino.
¿Cómo puede ser?
“-¡Ya basta! —gritó Piedra—. No quiero oír hablar de
ella. Esa madera es basura. Si construís un bote con ella, se
hundirá. Si hacéis ataúdes, se pudrirán antes de tiempo.
Para fabricar utensilios, es demasiado quebradiza. Para
hacer una verja o una puerta, exuda demasiada savia.
Haced un pilar con ella, y atraerá a los gusanos. Su madera
no sirve para nada. No puede usarse. Por eso el árbol es tan
viejo. Cuando el carpintero regresó a su casa, el fabuloso
árbol se le apareció en sueños diciendo:
“-¿Me has comparado con árboles cultivados, con el
espino, el peral, el naranjo, con todos los arbustos y árboles
que dan fruto? Cuando los frutos están maduros se los
roban, descortezan el tronco y, en general, los maltratan
rompiendo las grandes ramas mientras que por las pequeñas
gotea la savia a causa de las heridas. Tienen una maravillosa
habilidad para transformar su utilidad en una miserable
existencia. Y cuando el hilo de sus días y años se agota,
son talados y arrancados por pobres diablos. Así ocurre con
todas las cosas del mundo. Por eso me esfuerzo en aprender
el arte de la inutilidad. Aunque por poco haya acabado
conmigo, ahora ya lo domino y me resulta muy útil. Si
hubiera sido de alguna utilidad, ¿crees que habría tenido
alguna oportunidad de haber crecido tanto? Tanto tú como
yo somos objetos. ¿A qué viene enjuiciarme? Tú también
eres un hombre destinado a morir. Pero ¿eso te convierte
en pura basura? ¿Por qué me has llamado basura?”
Chuangzi dice y repite: 
“Siéntate al pie del árbol y domina el arte del no hacer. Vaga libre y tranquilamente bajo él por el mundo de los sueños. Olvídate del hacha, nada puede dañarlo porque para nada sirve. ¿Dónde está el problema?”
Parecería que Chuangzi o Chuang Tse está escribiendo una “oda a la vagancia”, a la “descansada vida” que celebraría Fray Luis de León tantos siglos más tarde.
A juicio de Irving Yucheng Lo “El mensaje de libertad e inconformismo de Chuang Tse libera la mente china y proporciona un saludable antídoto contra la ética y los valores sociales de los
seguidores de Confucio (…)  Chuang Tse se inspiraba en un vasto tesoro de mitos, leyendas c historia sin registrar de la antigua China,
y también en un conocimiento enciclopédico de lo que
podría considerarse la ‘historia natural innatural’ para
tejer, en forma de parábolas y debates anecdóticos, la visión
de un escéptico y místico, en un mundo lleno de constantes
y peligrosas elecciones morales”.
Confucio "encarna el orden" y Chuangzi "la fantasía", cuando no la anarquía. Por eso las palabras contra Confucio, el gran maestro de maestros chino, son duras, abundantes, reiterativas y repercuten a través de los siglos con la rara virtud de la clarividencia:
“¡Oh, deja, deja de atraer a la gente con el poder de tu virtud! Señalar el Camino en el polvo es peligroso, tan peligroso como dirigir a la gente. ¡La luz es falsa! Mi forma de actuar no atrae daño alguno. Mis senderos son sinuosos, pero no lastiman mis pies. El árbol de la montaña es su propio enemigo, su madera aviva su propio fuego. El árbol de la canela al ser comestible es derribado.
El árbol de la laca al ser rentable es mutilado. Todo el mundo
sabe lo útil que es ser útil; pero nadie parece saber lo
útil que es ser inútil”.
            
pcs, jueves, 31 de agosto de 2017
  

sábado, 26 de agosto de 2017

La utilidad de lo inutil


        LA UTILIDAD DE LO INÚTIL
        Pedro Conde Sturla
 
Borges decía que “toda novedad no es sino olvido”. Otra manera de decir lo mismo es que “no hay nada nuevo bajo el sol”. Parece, en definitiva, que todo ha sido escrito y olvidado, aunque también parece que a Borges se le olvidaban aposta ciertas cosas. El mundo de las ideas es en gran parte una repetición de repeticiones como se puede comprobar al leer los clásicos y, sobre todo, los clásicos chinos anteriores a nuestra era.
Durante más de dos mil años en China prevalecieron dos grandes corrientes filosóficas, confucionismo y taoísmo. Confucio y Mencio, por un lado, Lao Tse y Zhuangzi por otro. Es algo que luce muy ajeno a nuestra realidad, cosa con la que no tenemos en apariencia nada en común. Sin embargo, basta leer un breve resumen de las ideas de estos pensadores para ejercitar nuestra capacidad de asombro y de gozo ante la frescura y modernidad que traducen sus escritos:
“Zigong preguntó: “¿hay alguna frase que pueda servirme hasta el fin de la vida?’. Confucio dijo: ‘El perdón de los demás. Lo que no quieras que te hagan a ti no se lo hagas tú a los otros.”’
Abundan los temas recurrentes en una y otra doctrina, las mismas preocupaciones existenciales que hoy día nos agobian.
El objetivo último de las obras confucionistas es la mejora moral y política. La sabiduría que predican no es una sabiduría especulativa que se pierda en disputas metafísicas o teológicas, sino que es una sabiduría ético-práctica. El hombre vulgar busca una felicidad inmediata y material en el placer, el poder, el lujo… el hombre que se tenga por superior no debe rechazar los placeres al modo de un anacoreta, pero sí postergarlos por actividades que le permitan adquirir una felicidad diferente a la que busca cualquier patán o los animales irracionales”. (http://www. lasangredelleonverde.com/el- confucianismo-en-las- analectas-y-el-libro-de- mencio/).
Confucio era un conservador, tenía en general una opinión inmejorable sobre los gobernantes, a los que había sin embargo que educar o reeducar en el arte del buen gobierno. Creía en el poder de la virtud, en la fuerza del ejemplo:
“El hombre que posee las virtudes humanitarias en su más alto grado, al querer afirmarse él mismo, afirma a los demás y, al querer ensancharse él mismo, ensancha a los demás.”
Para Mencio los ciudadanos eran más importantes que los gobernantes, era un ultraizquierdista que propuso una teoría de socialismo agrario primitivo, sostenía la necesidad de deponer e incluso borrar del mapa a los tiranos y que no existía guerra justa:
“Mencio dijo: “Hay hombres que dicen: “Soy magnífico en la disposición de las tropas, soy excelente en la batalla”. Estos son grandes criminales. Un soberano que ama la benevolencia no tiene enemigos bajo el cielo.”
Una diferencia y afinidad parecida existe entre Lao Tse y Zhuangzi, también llamado Chuang Tse o Chuang Tzu. Zhuangzi era “un sabio modesto y burlón”, coetáneo de Mencio, seguidor de Lao Tse hasta un cierto punto y crítico de Confucio y su escuela. Contra ambos “dirigió los más agudos ataques (…) en un estilo lleno de donaire, de irrisión y de irresistible sarcasmo, pero, al mismo tiempo, de una extremada belleza expresiva”.
La moral de Chuang Tse es una moral idealista, evasiva. Recomienda la flexibilidad, el abandono, la confianza total en la naturaleza. Confucio explica la duración del Imperio; Chuang Tse explica la poesía y el humor chino. Uno ha salvado al Estado; el otro ha hecho perdurar la lozanía. Uno encarna el orden; el otro la fantasía”.
“Chuang Tse deseaba sencillamente hacerse olvidar y desconocer; fundirse en la naturaleza y en lo que le rodea, como esos insectos que se vuelven semejantes a la rama muerta o a la hoja verde en la que se refugian”. (http://www. concienciasinfronteras.com/ PAGINAS/CONCIENCIA/ chuangtsemariposa.html).
Lao Tse (si acaso existió) es el autor o supuesto autor de un libro titulado “Tao Te Ching, tratado sobre la Virtud del Tao”. A Zhuang Zi o Chuang Tse se le atribuye en parte una obra que lleva su nombre:
Si bien esta última es bastante más voluminosa que la de su padre doctrinario, quizás no es sino debido al desarrollo literario del que carece el epigramático 'Tao Te Ching'. No obstante, abundan en Chuang Tse los mismos temas recurrentes sobre los cuales machacó tres siglos antes que él Lao Tse: la preservación de la vida siguiendo al Tao; la simplicidad y la quietud; la fuerza de la debilidad; la no-violencia; la sabiduría de parecer tonto". La utilidad de lo inútil.(http://www. concienciasinfronteras.com/ PAGINAS/CONCIENCIA/ chuangtsemariposa.html).
Para los pragmáticos, el valor de una cosa lo determina su utilidad práctica en términos de beneficios preferiblemente económicos (algo que deja muy malparada a la poesía, a la filosofía, a la novela y casi todas las disciplinas humanistas). El maestro Zhuang, en cambio, se rebela desde la remota antigüedad contra ese criterio. Explica de manera muy convincente la utilidad de ciertas cosas inútiles:
Acerca de la “inutilidad” de la sabiduría, Chuang Tse dijo: “Hay un gran árbol; su tronco es tan grueso que sería muy difícil cortarlo. Ahí sigue al borde del camino. Los carpinteros que pasan por allí ni se dignan mirarle, pero muchos viajeros se cobijan bajo su enorme sombra. Así es el Sabio: de tan grande deviene en inútil, pero muchos se cobijan bajo sus palabras. ¿Por qué, entonces, va a ser perjudicial y malo no servir para nada?”
 
pcs viernes 25 de agosto de 20017

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viernes, 25 de agosto de 2017

La lectura es una inmortalidad hacia atrás




En cierta ocasión, Umberto Eco dijo: “El que no lee, a los 70 años habrá vivido solo una vida. Quien lee habrá vivido 5.000 años. La lectura es una inmortalidad hacia atrás”.


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«Uno es los libros que ha leído, la pintura que ha visto, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas. Uno es su niñez, su familia, unos cuantos amigos, algunos amores, bastantes fastidios. Uno es una suma mermada por infinitas restas.»
Sergio Pitol


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El autor alemán Goethe dijo en una ocasión que ‘el que no sabe llevar su contabilidad por espacio de tres mil años se queda como un ignorante en la oscuridad y sólo vive al día’. No quiero que tú te encuentres entre ellos. Estoy haciendo lo posible para que te des cuenta de tus raí­ces históricas. Solamente así serás un ser humano. Solamente así serás más que un mono desnudo. Solamente así evitarás flotar en el vacío.
‘Solamente así serás un ser humano. Solamente así serás algo más que un mono desnudo...
Jostein Gaarder
El mundo de Sofía

martes, 22 de agosto de 2017

EL MARAVILLOSO MUNDO DE SOFÍA

 Pedro Conde Sturla

El mundo de Sofía (pdf)

         En un principio, cristianos ortodoxos y judíos creían que Dios no era hombre ni mujer, era ambas cosas, y la parte femenina se llamaba en griego Sofía, que significa sabiduría, de ahí su infinita comprensión y tolerancia.
        Esta idea de Dios, de un dios genérico, no patentado, no un dios oficial sino un principio universal del bien, sin nombre ni apellidos, le permitió al escritor y profesor noruego Jostein Gaarder escribir una extrañísima novela “para jóvenes que buscan el sentido de la vida” y terminó convirtiéndose en “un libro de culto para adultos” que pasa revista, sin prejuicios, a las principales ideas mágico-religiosas y filosóficas de la civilización, haciendo gala de una objetividad, un equilibrio propios de un libre pensador respetuoso de las diferentes creencias. 

lunes, 21 de agosto de 2017

El país cultural

No se debe escribir nada sobre algo que el que escribe no aprecie. Excelente axioma.

Me abstengo, pues, de escribir, sobre la inmensa cantidad de basura que se escribe en las páginas de País Cultural.

Debo abstenerme de comentar la inmensa desproporción entre la extraordinaria calidad gráfica del medio y lo que allí se publica.

Pero no soy abstemio.

Tengo talento para la bebida y para la discordia.

Cada vez que tengo en mis manos el País Cultural, pongo a prueba mi capacidad de asombro.

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