martes, 22 de agosto de 2017

EL MARAVILLOSO MUNDO DE SOFÍA

 Pedro Conde Sturla

El mundo de Sofía (pdf)

         En un principio, cristianos ortodoxos y judíos creían que Dios no era hombre ni mujer, era ambas cosas, y la parte femenina se llamaba en griego Sofía, que significa sabiduría, de ahí su infinita comprensión y tolerancia.
        Esta idea de Dios, de un dios genérico, no patentado, no un dios oficial sino un principio universal del bien, sin nombre ni apellidos, le permitió al escritor y profesor noruego Jostein Gaarder escribir una extrañísima novela “para jóvenes que buscan el sentido de la vida” y terminó convirtiéndose en “un libro de culto para adultos” que pasa revista, sin prejuicios, a las principales ideas mágico-religiosas y filosóficas de la civilización, haciendo gala de una objetividad, un equilibrio propios de un libre pensador respetuoso de las diferentes creencias. 

      “El mundo de Sofía”, novela sobre la historia de la filosofía”, es uno de esos libros extraordinarios cuya lectura enriquece y cambia la percepción de la vida, aportando, nutriendo nuestras biografías con infinitas experiencias existenciales, un libro para ser leído y comentado muchas veces, indispensable para la educación de los sentimientos y la formación humanista.
        Ahora bien, “El mundo de Sofía” no es un tratado, es un texto de divulgación filosófica, un texto de iniciación que, como tal, empieza por el principio, preguntándose por el sentido de la vida y la filosofía. 
“¿Dije ya que lo único que necesitamos para ser buenos filósofos es la capacidad de asombro? Si no lo dije lo digo ahora: LO ÚNICO QUE NECESITAMOS PARA SER BUENOS FILÓSOFOS ES LA CAPACIDAD DE ASOMBRO.
Lo triste es que no sólo nos habituamos a la ley de la gravedad conforme vamos haciéndonos mayores. Al mismo tiempo, nos habituamos al mundo tal como y como es.
        Es como si durante el crecimiento perdiéramos la capacidad de dejarnos sorprender por el mundo. En este caso, perdemos algo esencial, algo que los filósofos intentan volver a despertar en nosotros. Porque hay algo dentro de nosotros mismo que nos dice que la vida en sí es un gran enigma. Es algo que hemos sentido incluso mucho antes de aprender a pensarlo.
Puntualizo: aunque las cuestiones filosóficas concier­nen a todo el mundo, no todo el mundo se convierte en filó­sofo. Por diversas razones, la mayoría se aferra tanto a lo cotidiano que el propio asombro por la vida la vida queda relegado a un segundo plano. (Se adentran en la piel del conejo, se acomodan y se quedan allí para el resto de su vida.)
Para los niños, el mundo -y todo lo que hay en él- ­es algo nuevo, algo que provoca su asombro. No es así pa­ra todos los adultos. La mayor parte de los adultos ve el mundo como algo muy normal.
Precisamente en este punto los filósofos constituyen una honrosa excepción. Un filósofo jamás ha sabido habi­tuarse del todo al mundo. Para él o ella, el mundo sigue siendo algo desmesurado, incluso algo enigmático y misterioso. Por lo tanto, los filósofos y los niños pequeños tienen en común esa importante capacidad. Se podría decir que un filósofo sigue siendo tan susceptible como un niño pe­queño durante toda la vida.
De modo que puedes elegir, querida Sofía. ¿Eres una niña pequeña que aún no ha llegado a ser la perfecta cono­cedora del mundo? ¿O eres una filósofa que puede jurar que jamás lo llegará a conocer?
Si simplemente niegas con la cabeza y no te recono­ces ni en el   niño ni en el filósofo es porque tú también te has habituado tanto al mundo que te ha dejado de asom­brar. En ese caso corres peligro. Por esa razón recibes este curso de filosofía, es decir, para aseguramos. No quiero que tú justamente estés entre los indolentes e indiferentes. Quiero que vivas una vida despierta.”
El sentido de la filosofía, para Jostin Gaarder, y de la cultura y el conocimiento en general, no es algo abstracto, inaprensible, tiene una finalidad práctica que se identifica con la existencia misma y marca la diferencia entre vivir y vivir intensamente:
“El autor alemán Goethe dijo en una ocasión que ‘el que no sabe llevar su contabilidad por espacio de tres mil años se queda como un ignorante en la oscuridad y sólo vive al día’. No quiero que tú te encuentres entre ellos. Estoy haciendo lo posible para que te des cuenta de tus raí­ces históricas. Solamente así serás un ser humano. Solamente así serás más que un mono desnudo. Solamente así evitarás flotar en el vacío. 
‘Solamente así serás un ser humano. Solamente así serás algo más que un mono desnudo...’
Sofía se quedó sentada un rato mirando el jardín a través de los huecos del seto. Había empezado a comprender lo im­portante que era conocer sus raíces históricas. Al menos, siem­pre había sido importante para el pueblo de Israel. 
Ella no era más que una persona casual. No obstante, si conocía sus raíces históricas, se volvía un poco menos casual. 
Ella sólo viviría algunos años en este planeta. Pero si la Historia de la humanidad era su propia historia, entonces ella tenía, en cierto modo, muchos miles de años. 
Sofía recogió todas las hojas y salió del Callejón. Dando pequeños alegres saltos cruzó el jardín subió corriendo a su cuarto.”
“El mundo de Sofía”, del cual se brinda aquí sólo un bocado para abrir el apetito, es el inicio de un viaje por el mundo de las ideas al que todos están invitados.


pcs, 26/06/2008

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