lunes, 12 de noviembre de 2018

O. Henry. Cuentos de Navidad: EL REGALO DE LOS REYES MAGOS.

Pedro Conde Sturla
21 de diciembre de 2011

O. Henry era un mago, un virtuoso de la narrativa breve, uno de los más grandes escritores de la literatura norteamericana, un “Maestro de los finales sorpresivos”, dotado de una sensibilidad fuera de serie y prolífico como pocos.
Publicó, desde 1903 hasta enero de 1906, un relato a la semana.
Presionado por el tiempo, como ocurre con todos los columnistas de periódicos, escribió en tres horas su mejor relato que presento aquí editado por razones de espacio. Hoy es Navidad y el relato de O. Henry es mi mejor oferta a los lectores de esta página.
PCS 




domingo, 11 de noviembre de 2018

BIBLIOGRAFÍA INFORMAL

Pedro Conde Sturla 


Pedro Conde Sturla (nacido en San Francisco de Macorís, República Dominicana,1945, en el apogeo de la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo Molina), es escritor y maestro, publicista a regañadientes, profesor emérito de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD, autor de textos de crítica e historia literaria y poesía a deshora, amén de narraciones del género satírico, una novela histórica, cuatro volúmenes de cuentos y relatos. 
En 1953 ingresa al Colegio de la Salle de la ciudad capital, Ciudad Trujillo, donde cursa el tercero de primaria. Al niño pueblerino no le sentará nada bien la experiencia en aquel ambiente doctrinario, autoritario, al que pagará tributo de rencor y determinará en gran parte su aversión a la religión y su radical anticlericalismo.

sábado, 10 de noviembre de 2018

SIETE AL ANOCHER (serie completa)

SIETE AL ANOCHECER (1)
Pedro Conde Sturla



Al querido Jefe siempre le decíamos que se cuidara, que no anduviera sólo, que había mucha gente mala y envidiosa en este país, se lo decíamos a cada rato una vez y otra vez  cuando venía de visita, se lo repetíamos sin cesar querido Jefe, una y otra vez querido Jefe, cuídese mucho, querido, que el país lo necesita, que nadie puede ocupar su lugar. Se lo decíamos a coro mis dos hermanas y yo, las tres que habíamos quedado bajo su manto protector por expreso deseo de nuestro padre, el deseo de un padre amoroso en lecho de muerte. En él había encontrado nuestro progenitor un amigo, un mentor, un hermano. En él sus hijas encontraron otro padre, un tutor, un benefactor, un abnegado educador, un refugio, un amante, un marido.

SIETE AL ANOCHECER (10)

Pedro Conde Sturla
12 de noviembre 2018

El Jefe se lo dió todo. 
Con su natural desprendimiento y generosidad se lo dio y se lo ofreció todo, lo colmaba de honores, se hacía acompañar de él en los grandes desfiles militares, en las conmemoraciones de nuestras gloriosas fechas patria, le hacía las más finas distinciones, le concedía toda su admiración y respeto. Pero Desiderio era un malagradecido, un envidioso, un engreído. Él hubiera querido ser el elegido. Elegido como el querido Jefe casi por voluntad popular. Él ansiaba ocupar el cargo que no se había ganado. Lo cegó su ambición, su ceguera lo condujo a la traición. Decidió obtener por la vía de las armas lo que no podía conseguir con el voto de todo un pueblo y esa fue su perdición.

Desiderio Arias

viernes, 9 de noviembre de 2018

EL ANTICRISTO EN PALACIO

(fragmento)
Pedro Conde Sturla

Su Santidad hizo a un lado el cálido edredón de plumas de ganso y se sentó al borde de la cama con un esfuerzo sobrehumano, y por segunda vez, cuando intentó decir sus oraciones, lo castigó un sabor amargo como retama en el cielo de la boca. Casi al mismo tiempo sus pies hicieron contacto con un objeto frío que no podía ser la alfombra. Atrapado en el fuego cruzado de sensaciones adversas y simultáneas, temió que se le hubiese fundido un circuito del cerebro, alguno de los cables del juicio. Incrédulo, se inclinó hacia delante para poder ver lo que creía, aunque no quisiera verlo ni creerlo. El cardenal Wizchinsky, su ayudante de cámara, secretario personal de primera clase, amigo y confidente de toda una vida, compañero por más de cinco años en las inmundas cárceles polacas, un hombre santo de toda santidad, que nunca en su vida había probado el alcohol ni las mujeres, ni cometido pecado de intención o de hecho, el mismo hombre en cuyo cuerpo se manifestaban los estigmas de Cristo durante las conmemoraciones solemnes de Semana Santa, el reverenciado y sufrido cardenal Wizchinsky dormía de bruces al pie de la cama, desnudo como un cachorro, con una copa vacía en la mano y una hermosa rosa roja colocada en el inverosímil florero de la espalda, allí donde la espalda pierde el nombre. Colocada, para decirlo así poéticamente con palabras que el inmortal Quevedo aprobaría, en el mismo trayecto del culo.

viernes, 2 de noviembre de 2018

martes, 30 de octubre de 2018

La mitología griega al alcance de todos

Pedro Conde Sturla

18 de abril 2016

La mitología era parte fundamental de la religión de los griegos y hoy en día poca gente cree en ella, aunque muchos rasgos doctrinales y rituales sobreviven.


Los dioses griegos bebían, se emborrachaban, mentían, engañaban, intrigaban, se enamoraban, traicionaban, sentían celos unos de otros y a veces de los comunes mortales, eran viciosos, libertinos, promiscuos, “maquinaban odiosas acciones”,  mataban, cometían adulterio, faltaban a casi todos los mandamientos y además conspiraban, sostenían cruentas luchas por el poder y todo lo que usted pueda imaginar. Tenían además una especie de humor negro muy negro, tal y como lo describe el romano Apolodoro en su “Biblioteca mitológica”.
Así, durante la primera gran conspiración celestial, el primer golpe de estado celestial, la rebelión contra Urano incluye el uso de una guadaña para cercenar su equipo colgante, lo castran al pobre Urano sin misericordia, ¡al padre de los dioses! Toda una crueldad y una falta de respeto.
Más adelante, durante la segunda conspiración (esta vez contra Crono, el que devoraba a sus hijos, el mismo que empuñó la guadaña contra Urano,), los conjurados emplean un purgante:
Castración -Urano

EL PRÍNCIPE DE MAQUIAVELO

Pedro Conde Sturla
3 de septiembre de 2012
 

[Tres pequeños grandes libros sacudieron las ideas y la moral del Renacimiento. La “Utopía” de Tomás Moro, el “Elogio de la locura” de Erasmo de Rotterdam y la obra póstuma de Nicolás Maquiavelo, “El príncipe”, famosa entre todas las famosas y la más digna –o indigna-  de antología  por el valor en sí de la pieza.
Todas gravitan sobre el pensamiento universal, aunque muy pocos las conocen más que de nombre, salvo los políticos ilustrados, y generalmente malvados, que de ella se nutren.
Todavía se discute si Maquiavelo fue un cínico que propuso una tesis para gobernar al margen de la moral y la ética, o si quiso denunciar una práctica aberrante, o quiso dejar un manual para el mejor de todos los gobiernos.
De hecho lo que hizo fue fundar la ciencia política. Teorizar, trasponer desde el terreno de la práctica al terreno de las ideas, como decía mi profesor de historia del arte moderno: Julio Carlo Argán.

domingo, 28 de octubre de 2018

COSMOGONÍAS Y TEOGONÍAS: EGIPTO (1-2)

Pedro Conde Sturla
 21 de marzo / 28 de marzo 2016

Cosmogonías y teogonías: Egipto (1)

La producción espiritual de la existencia reproduce de muchas maneras las condiciones de la producción material de la existencia y en Egipto solo era posible gracias al Nilo, fuente de irrigación, de alimentación y de transporte, fuente de inspiración, río manso, educado, el más largo del mundo y el de mejor temperamento.

En el principio era el agua, generalmente el agua, el agua “primordial”. Agua y dioses acuáticos en Mesopotamia, agua y dioses acuáticos en el fértil valle del río indo, agua y dioses acuáticos en la cuenca del río amarillo de China, agua y dioses acuáticos en la inmensa  laguna de Tenochtitlan.
De una u otra forma, está presente el agua. A veces como “Una enorme masa líquida y amorfa en la que residían las fuerzas de la creación y de la destrucción, apoteósicamente enfrentadas en los comienzos del proceso creativo, o lo que es lo mismo, en el paso del caos al cosmos”.[1]
La producción espiritual de la existencia reproduce de muchas maneras las condiciones de la producción material de la existencia y en Egipto solo era posible gracias al Nilo, fuente de irrigación, de alimentación y de transporte, fuente de inspiración, río manso, educado, el más largo del mundo y el de mejor temperamento. No sorprende, pues, que en la más conocida de las cosmogonías de Egipto, la que surgió en Heliólopis (con más de cinco mil años de antigüedad), se hable de “un océano primordial llamado Num, del cual brotó un primer terruño en el que pudo posarse la primera deidad autocreada, denominada Atum-Ra” A continuación remontó vuelo “sobre esa primera colina con forma de pirámide y dio inicio a la primera generación de dioses”.[2] Sus descendientes, Osiris, Isis, Seth y Neftis parejas de gemelos  divinos de segunda generación, serían, junto a Horus,  los más importantes y venerados a través de cuarenta siglos de una de las más brillantes civilizaciones. 
Según explica Francisco López, “La historia de Isis y Osiris es  la leyenda más importante de toda la mitología egipcia, por lo  que ha estado abierta siempre a diferentes interpretaciones. 
No existe una reconstrucción exacta de toda la leyenda, salvo 
el ‘Tratado de Isis y Osiris’ de Plutarco, relato helenizado de 
la tradición popular. Son textos sueltos e inscripciones que 
permiten reconstruir la leyenda casi por completo. No 
obstante existen grandes diferencias entre la versión de los 
Textos de las Pirámides, que podríamos considerar como la 
más egipcia, y la obra de Plutarco, posiblemente debido a que 
 Plutarco trató de dar una visión más helenizada del mito, y 
como el mismo dice ‘eliminando de él todo lo que pudiese 
haber de inútil y superfluo’ por resultar absurdos o 
incomprensibles en el mundo griego”.[3] 


sábado, 27 de octubre de 2018

Siete al anochecer (8)

Pedro Conde Sturla
27 octubre 2018

Virgilio Martínez Reyna. 



La más bella revolución de América
(segunda parte)
La caravana de insurrectos del movimiento cívico y militar se encontraba en ese momento en la llamada curva de la U, una fatídica curva que serpenteaba en una cumbre de la carretera de Santiago a Santo Domingo, una curva cerrada y peligrosa como su nombre indica, de la cual se habían desbarrancado incontables conductores imprudentes.
Unos días antes, los insurrectos habían recibido, por fina gentileza del brigadier Trujillo, un cargamento de armas procedente de la capital. Después tomaron heroicamente por asalto la fortaleza de San Luis con esporádicos disparos al aire que los custodios del recinto respondieron, por órdenes o sugerencias del mismo brigadier Trujillo, con esporádicos disparos al aire.  
Las victoriosas tropas, en un número indeterminado de varios cientos o unos pocos miles de hombres mediocremente armados, se pusieron lentamente en marcha hacia la capital. Toda una revolución  casi triunfante.  
Cuando el brigadier Trujillo recibió de su presidente las concisas órdenes de mandar tropas a detener el avance de los rebeldes, hizo lo que de él podía esperarse: las incumplió puntualmente al pie de la letra. Los dejó pasar, simplemente pasar.
El 26 de febrero entraron a Santo Domingo a tiro limpio, tiros también al aire y al desgaire. Nadie o casi nadie ofreció resistencia, por supuesto, a excepción de Trujillo.Trujillo se atrincheró en la fortaleza Ozama para que no cayera en manos enemigas y en ningún momento dejó de manifestar su lealtad, su irrestricto apoyo al gobierno. Lo siguió apoyando desde la fortaleza hasta que Horacio se asiló y el gobierno finalmente dejó de existir. Trujillo, obligado por la fuerza de las circunstancias, aceptó el fait accompli, el hecho consumado. La más bella revolución de América había triunfado, parcialmente triunfado.
Horacio Vásquez y Estrella Ureña se reunieron en la sede de la Legación de los Estados Unidos, que era la verdadera sede de gobierno, y llegaron a un acuerdo. Estrella sería nombrado Secretario de Estado de Interior, Horacio renunciaría, Estrella asumiría la presidencia provisional y la asumió, en efecto, el día 2 de marzo de 1930. Tenía el encargo de organizar unas elecciones en las ni él ni
Trujillo podían ser candidatos.
Como medida profiláctica para evitar desórdenes y derramamiento de sangre, Trujillo le aconsejó y llevó a cabo el desarme de los expedicionarios de Santiago. Estrella acaba de ser nombrado presidente, pero ya no presidía. Trujillo era el hombre fuerte. El hombre al mando. El tutor y el garante de la nación.
Estrella se convirtió como quien dice en un preso de confianza. A los pocos días de su juramentación, los presidentes de las cámaras de diputados y senadores fueron desconsiderados por la guardia durante una visita que le hicieron. El 18 de marzo, dieciséis días después de haber asumido el cargo, Estrella se quejó ante la legación norteamericana de que Trujillo lo estaba degradando y pidió que el Departamento de Estado emitiera una declaración reiterando su oposición a una candidatura o un gobierno de Trujillo. El Departamento de Estado no accedió.
Horacio Vásquez se enteró muy tarde de que había sido traicionado por Trujillo, pero aún más tarde se enteraron los demás.
Gustavo Estrella, hermano del presidente, se lo diría en la mansión presidencial y en su cara, que lo habían engañado como a un niño, que su única alternativa era matar a Trujillo o darse a la fuga. Dos cosas muy difíciles de lograr. Trujillo ya era el jefe, o más bien el dueño de la guardia. 
Pronto comprendería Estrella y los demás integrantes del movimiento cívico militar que el brigadier no sólo los había engañado a todos, sino que de su terrible, demoníaca naturaleza solo conocían una parte. La bestia, eso lo sabrían pronto, no estaba dispuesta a compartir ni siquiera superficialmente el poder con quienes habían sido, voluntaria o involuntariamente, sus cómplices o aliados.
El acuerdo al que se había llegado en la sede de la legación norteamericana le cerraba en apariencia el paso a la candidatura deTrujillo y del mismo Estrella, pero no preveía que la situación del país pudiera alcanzar un grado tal de descomposición que hiciera necesario la adopción de medidas extremas. EntoncesTrujillo tomó medidas para descomponer el país.
Bandas de matones incontrolables, militares con traje de civil y uniformados se desperdigaron por los principales pueblos y ciudades, cometieron todo tipo de crímenes y tropelías, fomentaron el desorden, organizaron el terror, sumergieron el país en el caos. El tres de abril fueron ametrallados los vehículos de unos dirigentes políticos que regresaban de Montecristi. En La Romana se produjo un escandaloso hecho de sangre en el que tomó parte Pedro o Pedrito Trujillo, el menos agresivo de los hermanos de la bestia en opinión de Robert D. Crassweler.
 A finales de abril, la legación norteamericana reportó que la ley había dejado de existir y se declaró incompetente para reportar los cientos de episodios que involucraban la violación de derechos humanos. El clima del terror de la República Dominicana había vuelto a ser, como dice Crassveller, peor que en la época de Ulises Hilarión Heureaux Lebert, alias Lilis.
En semejante situación, la aparente reticencia de la legación norteamericana en relación a la candidatura de Trujillo se resblandeció. Ahora parecía prudente apoyar la candidatura de un hombre fuerte como Trujillo para restablecer el orden aunque ese mismo Trujillo fuese el causante del desorden. De hecho eso fue lo que sucedió.
Dos partidos políticos, la Confederación y la Alianza, proclamaron por un lado a Trujillo y Estrella Ureña, y por otro lado a Federico Velázquez y Ángel Morales como candidatos a la presidencia y vicepresidencia de la nación.
Las elecciones, que tuvieron lugar el día 16 de mayo, fueron ejemplares en un sentido retorcido de la palabra. Desde que se anunció la candidatura del brigadier Trujillo y el general Estrella Ureña, con el beneplácito y el apoyo disimuladamente implícito del Departamento de Estado de los Estados Unidos, recrudeció la presión, aceleró la marcha la maquinaria del fraude, la intimación, la represión, el terror. Trujillo ganaría a las buenas o por las malas, preferiblemente por las malas. Eso ya se sabía.
El día 7 de mayo, la Junta Central Electoral renunció en pleno. Una nueva junta encabezada por Roberto Despradel y otros incondicionales de Trujillo fue creada por el presidente Jacinto Peynado, otro incondicional que sustituía en ese momento a Estrella Ureña en la presidencia por encontrarse éste en licencia.
El 15 de mayo, apenas un día antes de las elecciones, la oposición y todos los opositores renunciaron y denunciaron inútilmente la farsa electoral.
Para Trujillo y Estrella Ureña el torneo del 16 de mayo fue todo un éxito, ganaron sin oposición por aplastante mayoría, con un número superior de votos que de votantes.
Se acudió entonces a un tribunal, una corte, a la institución judicial correspondiente para que se pronunciara en torno a la validez del proceso, pero una banda de matones portando ametralladoras penetró a la sala donde los jueces deliberaban y se produjo, como dice Crasweller, la capitulación del poder judicial.
Quedaba en pie todavía el poder legislativo, el congreso, un congreso obsequioso que el día treinta de mayo, precisamente el 30 de mayo reconoció al gobierno emanado de las urnas. De esas urnas funerarias surgió la bestia chorreando lodo y sangre.
Apenas era presidente electo, pero ya estaba en el poder, lo había estado desde antes. Tan seguro se sentía de sus propias fuerzas y del apoyo incondicional que le brindaban sus amos del norte, que no vaciló en desatar una oleada represiva para acallar las voces de protesta contra el fraude que se extendían por todo el país.
Su .primer acto no oficial como presidente electo, apenas un día después de su confirmación fue el vulgar y terrorífico asesinato de Virgilio Martínez Reyna y Altagracia Almanzar, la esposa embarazada que esperaba su primer hijo.
Bibliografía:
Robert D. Crassweller, Trujillo: the life and times of a caribbean dictator.



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