Cosmogonías y teogonías: Egipto (1)
La producción espiritual de la existencia reproduce de muchas maneras las condiciones de la producción material de la existencia y en Egipto solo era posible gracias al Nilo, fuente de irrigación, de alimentación y de transporte, fuente de inspiración, río manso, educado, el más largo del mundo y el de mejor temperamento.
En el principio era el agua, generalmente el agua, el agua “primordial”. Agua y dioses acuáticos en Mesopotamia, agua y dioses acuáticos en el fértil valle del río indo, agua y dioses acuáticos en la cuenca del río amarillo de China, agua y dioses acuáticos en la inmensa laguna de Tenochtitlan.
De una u otra forma, está presente el agua. A veces como “Una enorme masa líquida y amorfa en la que residían las fuerzas de la creación y de la destrucción, apoteósicamente enfrentadas en los comienzos del proceso creativo, o lo que es lo mismo, en el paso del caos al cosmos”.[1]
La producción espiritual de la existencia reproduce de muchas maneras las condiciones de la producción material de la existencia y en Egipto solo era posible gracias al Nilo, fuente de irrigación, de alimentación y de transporte, fuente de inspiración, río manso, educado, el más largo del mundo y el de mejor temperamento. No sorprende, pues, que en la más conocida de las cosmogonías de Egipto, la que surgió en Heliólopis (con más de cinco mil años de antigüedad), se hable de “un océano primordial llamado Num, del cual brotó un primer terruño en el que pudo posarse la primera deidad autocreada, denominada Atum-Ra” A continuación remontó vuelo “sobre esa primera colina con forma de pirámide y dio inicio a la primera generación de dioses”.[2] Sus descendientes, Osiris, Isis, Seth y Neftis parejas de gemelos divinos de segunda generación, serían, junto a Horus, los más importantes y venerados a través de cuarenta siglos de una de las más brillantes civilizaciones.
Según explica Francisco López, “La historia de Isis y Osiris es la leyenda más importante de toda la mitología egipcia, por lo que ha estado abierta siempre a diferentes interpretaciones.
No existe una reconstrucción exacta de toda la leyenda, salvo
el ‘Tratado de Isis y Osiris’ de Plutarco, relato helenizado de
la tradición popular. Son textos sueltos e inscripciones que
permiten reconstruir la leyenda casi por completo. No
obstante existen grandes diferencias entre la versión de los
Textos de las Pirámides, que podríamos considerar como la
más egipcia, y la obra de Plutarco, posiblemente debido a que
Plutarco trató de dar una visión más helenizada del mito, y
como el mismo dice ‘eliminando de él todo lo que pudiese
haber de inútil y superfluo’ por resultar absurdos o
incomprensibles en el mundo griego”.[3]