Pedro Conde Sturla
14 de noviembre de 2007

El
monarca constitucional de la
República tiene tanta visión de futuro que no ve el presente.
Mientras el país se cae a pedazos construye, sin presupuesto, una línea, sólo
una línea, de un metro de valor incalculable, anuncia un plan de austeridad y
coge préstamos a intereses prohibitivos en violación a leyes que debiera ser el
primero en respetar, se queja del alza del petróleo e invierte millones en
vehículos de alto consumo para garantizar la lealtad y el confort de sus
funcionarios, abandona la educación, el agro, hace un desastre del sistema de
seguridad social y salud pública y se pinta muy orondo como gobernante
posmodernista de una nación que ha echado a andar, bajo su mando, por los rieles
de la historia. El monarca, evidentemente, no sufre sus contradicciones.