La Biblia de
Jefferson
Pedro Conde Sturla
[A pesar del
fundamentalismo calvinista que gravitaba sobre la sociedad colonial norteamericana en su variante más radical (el puritanismo), la
mayoría de los líderes y figuras históricos de la revolución
independentista de 1776 eran partidarios -cuando no exponentes
destacados-, de las ideas radicales de la Ilustración, y el modelo
que tomaron para la construcción del naciente estado fue calcado
literalmente de la “utopía” que proponía Montesquieu: la
separación de poderes.
Benjamín
Franklin, Thomas Jefferson, George Washington, Ethan Allen y Thomas
Paine, entre otros, eran deístas, una especie de mala palabra en esa
época. Los deístas -como los cipreses-, creen en Dios, un dios
infinitamente relojero, creador de un universo sujeto a leyes
invariables, que no se revela, que no se manifiesta más que a través
de la naturaleza, que no interviene en los asuntos internos de su creación, un dios que se llama Dios y al que nadie conoce. Es una
creencia racional en Dios que reniega de todo tipo de evento
sobrenatural. No acepta dogmatismos, ni credos, ni libros sagrados de
ninguna religión. Dios es Dios y sólo Dios.
Thomás Jefferson,
tercer presidente norteamericano (nada en común con el comunismo
ateo y disociador que yo practico para ejercer la discordia y causar
desasosiego, como le gustaba a Saramago) fue más allá de deístas y
racionalistas y escribió un libro llamado "La vida y moralejas
de Jesús de Nazaret". Es la llamada Biblia de Jefferson, basada
en la del monarca inglés James, la Biblia King James.
Al viejo testamento lo descartó de
plano por su fantasía y crueldad mitológicas, propia del pueblo
judío. Los cuatro evangelios canónicos, aquellos que impuso
Constantino en el Concilio de Nicea en el año 326, los recortó con
tijera y fue ordenando uno por uno los acontecimientos narrados en
estricto orden cronológico y a la vez despojándolos de milagrerías
y brujerías. No hay ángel de anunciación en la “Biblia” de
Jefferson, no hay reyes magos, no hay masacre de los inocentes, no
hay Espíritu Santo, no hay Santísima Trinidad, no hay resurrección.
Jefferson separó las enseñanzas éticas de los dogmas y elementos
sobrenaturales que corrompían, a su juicio, el mensaje de Cristo.
Rescató, según sus palabras, la filosofía de Jesús y la pureza de
sus
pensamientos, despojándolos de las vestimentas artificiales
con
que habían sido distorsionados por sacerdotes que los
habían
convertido en una grotesca imitación o parodia, como instrumento de
poder y riqueza para ellos mismos.
Queda, en la
Biblia de Jefferson,
la idea de un Jesucristo que encarna el ejemplo más grande de la
humanidad: “De todos los legados de moralidad, antiguos o modernos
que he estudiado, ninguno me parece más puro que el de Jesús”
PCS].
CAPÍTULO
1.
1
Aconteció en aquellos Días que Salió un edicto de parte de César
Augusto, para levantar un censo de todo el mundo habitado.
2 Este primer censo se Realizó mientras Cirenio era
gobernador de Siria.
3 Todos iban para
inscribirse en el censo, cada uno a su ciudad.
4
Entonces José también Subió desde Galilea, de la ciudad de
Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, porque él
era de la casa y de la familia de David,
5
para inscribirse con María, su esposa, quien estaba encinta.
6 Aconteció que, mientras ellos estaban Allí, se
cumplieron los Días de su alumbramiento,
7
y dio a luz a su hijo primogénito. Le Envolvió en pañales, y le
Acostó en un pesebre, porque no Había lugar para ellos en el Mesón.
8 Cuando se cumplieron los ocho Días para
circuncidar al niño, llamaron su nombre Jesús.
9
Cuando cumplieron con todos los requisitos de la ley del
Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
10 El niño Crecía y se Fortalecía, y se llenaba de
Sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él.
En
ese tiempo, Jesús Pasó por los sembrados en Sábado. Sus Discípulos
tuvieron hambre y comenzaron a arrancar espigas y a comer.
50 Y al verlo los fariseos, le dijeron: Mira, tus
Discípulos hacen lo que no es Lícito hacer en el Sábado.
51 El les dijo: ¿No habéis Leído qué hizo David
cuando tuvo hambre él y los que estaban con él;
52 Cómo Entró en la casa de Dios y comieron los panes de la
Presencia, cosa que no les era Lícito comer ni a él ni a los que
estaban con él, sino Sólo a los sacerdotes?
53
¿Tampoco habéis Leído en la ley que en los Sábados los sacerdotes
en el templo profanan el Sábado y quedan sin culpa?
Partió
de Allí y fue a la sinagoga de ellos.
55 Y
he Aquí Había un hombre que Tenía la mano paralizada; y para
acusar a Jesús, le preguntaron diciendo: ¿Es Lícito sanar en
Sábado?
56 Pero él les dijo: ¿Qué hombre
hay entre vosotros que tenga una oveja, que si ésta cae en un pozo
en Sábado, no le Echará mano y la Sacará?
57
Pues, ¡Cuánto Más vale un hombre que una oveja! De manera que es
Lícito hacer bien en Sábado.
58 También
les dijo: El Sábado fue hecho para el hombre, y no el hombre para el
Sábado.
CAPÍTULO 17.
Los que pasaban le insultaban, meneando
sus cabezas,
37 y diciendo: Tú que derribas
el templo y en tres Días lo edificas, ¡Sálvate a ti mismo, si eres
Hijo de Dios, y desciende de la cruz!
38 De igual manera, aun los
principales sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se
burlaban de él, y Decían:
39 A otros Salvó; a Sí mismo no
se puede salvar. ¿Es rey de Israel? ¡Que descienda ahora de la
cruz, y creeremos en él!
40 Ha confiado en Dios. Que lo
libre ahora si le quiere, porque dijo: Soy Hijo de Dios.
41 Uno de los malhechores que
estaban colgados le injuriaba diciendo: ¿No eres Tú el Cristo?
¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!
42 Respondiendo el otro, le
Reprendió diciendo: ¿Ni siquiera temes Tú a Dios, estando en la
misma Condenación?
43 Nosotros, a la verdad,
padecemos con Razón, porque estamos recibiendo lo que merecieron
nuestros hechos; pero éste no hizo Ningún mal.
44 Y Jesús Decía: Padre,
Perdónalos, porque no saben lo que hacen.
Junto a la cruz de Jesús estaban su
madre, la hermana de su madre, María esposa de Cleofas y María
Magdalena.
46 Cuando Jesús vio a su madre y
al Discípulo a quien amaba, de pie junto a ella, dijo a su madre:
Mujer, he Ahí tu hijo.
47 Después dijo al Discípulo:
He Ahí tu madre. Y desde aquella hora el Discípulo la Recibió en
su casa.
Como a la hora novena Jesús Exclamó a
gran voz diciendo: ¡Elí, Elí! ¿Lama sabactani? que significa:
Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has desamparado?
49 Cuando algunos de los que
estaban Allí le oyeron, Decían: Este hombre llama a Elías.
50 Y de inmediato uno de ellos
Corrió, Tomó una esponja, la Llenó de vinagre, y poniéndola en
una caña, le daba de beber.
51 Pero otros Decían: Deja,
veamos si viene Elías a salvarlo.
52 Pero Jesús Clamó otra vez a
gran voz y Entregó el Espíritu.
53 Estaban Allí muchas mujeres
mirando desde lejos. Ellas Habían seguido a Jesús desde Galilea,
sirviéndole.
54 Entre ellas se encontraban
María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de
los hijos de Zebedeo.
55 Entonces los Judíos, por
cuanto era el Día de la Preparación, y para que los cuerpos no
quedasen en la cruz en el Sábado (pues era el Gran Sábado), rogaron
a Pilato que se les quebrasen las piernas y fuesen quitados.
56 Luego los soldados fueron y
quebraron las piernas al primero, y después al otro que Había sido
crucificado con él.
57 Pero cuando llegaron a Jesús,
como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas;
58 pero uno de los soldados le
Abrió el costado con una lanza, y Salió al instante sangre y agua.
59 Después de esto, José de
Arimatea, que era Discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a
los Judíos, Pidió a Pilato que le permitiese quitar el cuerpo de
Jesús. Pilato se lo Permitió. Por tanto, él fue y Llevó su
cuerpo.
60 También Nicodemo, que al
principio Había venido a Jesús de noche, fue llevando un compuesto
de mirra y áloes, como cien libras.
61 Tomaron, pues, el cuerpo de
Jesús y lo envolvieron en lienzos con las especias, de acuerdo con
la costumbre Judía de sepultar.
62 En el lugar donde Había sido
crucificado Había un huerto, y en el huerto Había un sepulcro
nuevo, en el cual Todavía no se Había puesto a nadie.
63 Allí pusieron a Jesús,
64 y luego hizo rodar una gran
piedra a la entrada del sepulcro, y se fue.
pcs, viernes 16 de julio de
2010