lunes, 18 de diciembre de 2017

CELESTINA

Pedro Conde Sturla - 

Acento.com

Celestina había ejercido en una época el más antiguo y obstinado oficio del mundo. Oficio de tinieblas. Con la edad habían menguado sus encantos, si acaso alguna vez los tuvo, y se había reformado. Se había convertido en costurera, en modisto, o mejor dicho en costurera remendona. Nadie igualaba su destreza en el arte de reparar virgos y honras. Reparar virgos y la honra que llevaba aparejada.
Sempronio – uno de los criados de Calisto- la conoce bien, dice que vive al “fin de esta vecindad”, que es “una vieja barbuda”, que es una “hechicera, astuta, sagaz en cuantas maldades hay”. Sempronio entiende “que pasan de cinco mil virgos los que se han hecho y deshecho por su autoridad en esta ciudad, y que a “las duras peñas promoverá y provocará a lujuria, si quiere”.
La opinión de Pármeno -otro criado de Calisto- no difiere sustancialmente de la de Sempronio. Vieja puta le llaman, vieja puta se queda:
“¿Por qué, señor, te matas? ¿Por qué, señor, te acongojas? ¿Y tú piensas que es vituperio en las orejas de ésta el nombre que la llamé? No lo creas; que así se glorifica en le oír, como tú, cuando dicen: ¡diestro caballero es Calisto! Y demás de esto, es nombrada y por tal título conocida. Si entre cien mujeres va y alguno dice: ¡puta vieja!, sin ningún empacho luego vuelve la cabeza y responde con alegre cara. En los convites, en las fiestas, en las bodas, en las cofradías, en los mortuorios, en todos los ayuntamientos de gentes, con ella pasan tiempo. Si pasa por los perros, aquello suena su ladrido; si está cerca de las aves, otra cosa no cantan; si cerca de los ganados, balando lo pregonan; si cerca de las bestias, rebuznando dicen: ¡puta vieja! Las ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar. Si va entre los herreros, aquello dicen sus martillos. Carpinteros y armeros, herradores, caldereros, arcadores, todo oficio de instrumento forma en el aire su nombre. Cántanla los carpinteros, péinanla los peinadores, tejedores. Labradores en las huertas, en las aradas, en las viñas, en las segadas con ella pasan el afán cotidiano. Al perder en los tableros, luego suenan sus loores. Todas cosas que son, a do quiera que ella está, el tal nombre representan. ¡Oh qué comedor de huevos asados era su marido! ¿Qué quieres más, si no, si una piedra toca con otra, luego suena ¡puta vieja!?”

domingo, 17 de diciembre de 2017

EL INFIERNO APETECIDO DE JULIO GONZÁLEZ HERRERA (completo)

   Pedro Conde Sturla

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         Julio González Herrera (1902-1961) tuvo en común con Edgar Allan Poe una serie de rasgos biográficos en verdad poco comunes. Por ejemplo, el don de una inteligencia privilegiada y un talento natural para la literatura. También tuvieron en común la afición por la bebida, si se puede llamar así a una desenfrenada vocación autodestructiva que a ambos llevó por el camino de la degradación y el ridículo, e incluso a la muerte temprana en el caso de Poe. Igualmente común fue el final sin gloria y la existencia miserable, aún más miserable por tratarse de gente que destilaba tantas luces. Cierto es que derrocharon la juventud con la misma generosidad con que prodigaron el talento, y siempre resultó desproporcionado el contraste entre su entrega al arte y el abandono de sí mismos.

sábado, 16 de diciembre de 2017

Otro nombre para la esclavitud

         Pedro Conde Sturla
        
En el año 2008 Douglas A. Blackmon publicó un libro terrible que no pasó desapercibido para una parte de la opinión pública norteamericana, un libro que no ha dejado de tener actualidad y se actualiza ahora más que nunca. Le valió un premio Pulitzer, si acaso el Pulitzer vale algo, y sigue suscitando interés, haciendo opinión, alimentado a las conciencias críticas de un país en que para la mayoría de la gente y de la prensa (la presstitute, la prensa prostituta) el resto del mundo y los grandes problemas internos no existen.
   

Celestina

Celestina había ejercido en una época el más antiguo y obstinado oficio del mundo. Oficio de tinieblas. Con la edad habían menguado sus encantos, si acaso alguna vez los tuvo, y se había reformado. Se había convertido en costurera, en modisto, o mejor dicho en costurera remendona. Nadie igualaba su destreza en el arte de reparar virgos y honras. Reparar virgos y la honra que llevaba aparejada.
Sempronio – uno de los criados de Calisto- la conoce bien, dice que vive al “fin de esta vecindad”, que es “una vieja barbuda”, que es una “hechicera, astuta, sagaz en cuantas maldades hay”. Sempronio entiende “que pasan de cinco mil virgos los que se han hecho y deshecho por su autoridad en esta ciudad, y que a “las duras peñas promoverá y provocará a lujuria, si quiere”.

viernes, 15 de diciembre de 2017

LA ANTESALA DEL INFIERNO

   Pedro Conde Sturla
   13 de agosto de 2008

         En uno de los primeros capítulos de Mis 500 locos, Antonio Zaglul recuerda “el título de una obra de un famoso periodista alcohólico de nuestro país, publicada después de haber estado en el manicomio”, el “manicomio modelo” Padre Billini.

Vargas Llosa en librería Cuesta

Vargas Llosa visita librería Cuesta y compra el libro de Pedro Conde Sturla

Mario Vargas Llosa llega a la librería sin anunciarse y pide que le muestren los libros dominicanos



SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Con el asombro de lo inesperado, un hombre alto vestido de traje oscuro, sin escoltas y con la debida ceremonia de un hombre de libros, se detuvo en el tramo de las novedades y paseó la mirada por los títulos. Era Mario Vargas Llosa.

LA GUERRA SIN FIN

        Pedro Conde Sturla
23 de Agosto de 2006

Cuando las potencias coloniales injertaron a la cañona el estado de Israel en la tierra prometida –la tierra de los palestinos-, las promesas no tardaron en cumplirse y los frutos de la manzana de la discordia prosperaron de tal modo que en pocos años convirtieron a la región, a toda la región, en una fuente de conflicto permanente y en cliente permanente de la industria armamentista de esas mismas potencias y otras que se añadieron. Todo un negocio redondo, el negocio de la guerra sin fin, el negocio de la muerte y las ganancias desorbitadas.
En uno de sus famosos documentales Michael Moore cita una frase de Orwell en el sentido de que la guerra no se hizo para ganarla sino para eternizarla. La guerra produce y reproduce los valores y miserias del sistema y contribuye en general a perpetuar el estado de cosas, el estado de opresión de los pobres que libran las guerras en nombre de la patria para enriquecer aún más a los ricos. No importa quien gane o pierda, la ganancia es la guerra en sí, sobre todo si se libra fuera de los territorios de los productores de armas, de los mercaderes de la muerte.