sábado, 9 de septiembre de 2017

La dicha perfecta


Osho o Bhagwan Shri Rashnish.
Seis siglos antes de nuestra era, Heráclito afirmaba que “el fundamento de todo está en el cambio incesante (…), todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa”. Todo cambia. “En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos]”. Por eso “uno no se puede bañar dos veces en el mismo río”. Incluso, un extremista llamado Crátilo “proclamó que no se podía hacer ni una sola vez”.
Seis siglos antes que Heráclito, en “El libro de las mutaciones”, los chinos sostenían y sostienen que “el principio del cambio y la relación dialéctica entre los opuestos rigen el universo”. El cambio es, de hecho, “la única realidad existente”. La mutación, el cambio, es lo único permanente.
En “El libro de Zhuang Zi” aparece con frecuencia la idea de la mutación asociada con la muerte y la aceptación de la misma en términos filosóficos:
“Cuando Lao Tse murió, Chin Shih asistió al velatorio.
Lanzó tres fuertes alaridos y salió de la estancia. Uno de los discípulos le
dijo:
“-Usted no es amigo de nuestro
maestro, ¿no?
“-Desde luego —respondió.
“-¿Entonces cómo puede condolerse de ese modo?
“-Esa es mi forma de hacerlo
—contestó Chin Shih—.
“-Al principio pensaba que tú eras uno de sus discípulos, pero ahora veo que no. Cuando vine a condolerme, encontré a unos ancianos llorando por él como si fuera su propio hijo y hombres jóvenes sollozando como si fuera su madre. ¿Qué es lo que ha reunido a estas personas? Sin duda tienen palabras que decir y lágrimas que verter que nadie les ha pedido. Pero esta conducta sólo es huir de la verdadera naturaleza, dar la espalda a la realidad. Antaño esto era llamado ‘esconderse de las lecciones de la naturaleza’. El maestro vino al mundo sabiendo que era el momento. Al abandonarlo, también lo siguió. Se ha ido en su debido momento, cuando se suponía que debía irse.
Aquí no hay lugar para la alegría ni el dolor. Antaño esto era llamado ‘estar libre de ataduras’. ¡Mira! No es necesario encenderlo más. El fuego arde ahora intensamente. Ya no se extinguirá jamás”.
La misma amarga recriminación contra los plañideros figura en el capítulo titulado “La dicha perfecta”. Esta vez la mutación, la gran mutación, la muerte, afecta a la esposa de Zhuang Zi o Chuang Tse, pero el sabio se cura las heridas del alma con una buena dosis de optimismo filosófico:
“La esposa de Chuang Tse murió, y cuando Hui Tzu llegó para ofrecerle sus condolencias encontró a Chuang Tse agachado, golpeando una olla como si fuera un tambor y cantando.
“Hui Tzu dijo:
“-Has vivido con esta mujer, habéis criado a vuestros hijos y envejecido juntos. ¡No llorar su muerte ya me parece mal! Pero ¿tocar el tambor y cantar no lo encuentras excesivo?
“-No —contestó Chuang Tse—. Así es como son las cosas. Al morir ella, ¿cómo podría yo no haber sentido pesar? Pero he pensado en ello con mayor detenimiento y he comprendido que antes de que ella naciera, no tenía vida. No sólo no la tenía, sino que carecía de forma. No sólo carecía de forma, sino que ni tan sólo tenía chi. Pero en alguna parte del vasto e imperceptible mundo hubo un cambio y ella adquirió el chi, después éste cambió y ella adquirió una forma; después ésta cambió y ella obtuvo la vida.
Ahora ha habido otro cambio y ella está muerta. Es como el mutuo ciclo de las Cuatro Estaciones. Ahora mi esposa descansa silenciosamente en la Gran Cámara. Si tuviera que correr tras ella llorando sería sin duda demostrar que no comprendo lo que está predestinado. Así que he dejado de hacerlo”.
Una de las más ingeniosas y truculentas variaciones sobre el tema la protagonizan el Tío Un Solo Pie y el Tío Tullido cuando se dirigen a rendir tributo a un difunto. El uno advierte al otro que “La vida es un préstamo y los vivos somos los prestatarios”. La muerte es un amanecer. “La muerte amanecerá una vez haya transcurrido esta noche”. ¿La noche de la vida?:
“El Tío Un Solo Pie y el Tío Tullido se dirigieron al Túmulo Funerario del Oscuro Señor, situado en los agrestes parajes de Kun-lun, el lugar donde el Emperador Amarillo solía descansar. De pronto, al Tío Tullido le salió en el codo izquierdo un furúnculo del tamaño de un sauce. Movió un poco los pies y lo miró aparentemente disgustado.
“¿No lo odias cuando sale? —dijo el Tío Un Solo Pie.
“-¡En absoluto! ¿Por qué habría de odiarlo? —contestó el Tío Tullido—. La vida es un préstamo y los vivos somos los prestatarios. La vida es un montón de basura. La muerte amanecerá una vez haya transcurrido esta noche.
Tú y yo hemos venido aquí para meditar sobre el cambio.
A mí me acaba de llegar en este lugar. ¿Por qué tendría ello que disgustarme?”
Quizás nadie ha expresado la idea del cambio, la idea de lo inevitable, de manera tan poética y delicada como un pensador, un místico, un filósofo espiritual y gurú contemporáneo de la India llamado Osho o más bien Bhagwan Shri Rashnish. Lo conozco sólo de referencia y lo admiro sobre todo por su estilo literario y su casi convincente vehemencia:
Cambio
“El sufrimiento llega porque no permitimos que suceda el cambio. Nos aferramos, queremos que las cosas sean estáticas. Si amas a una mujer, la quieres también para mañana, de la misma forma en que ella es tuya hoy. Así es como surge el sufrimiento. Nadie puede estar seguro del momento siguiente, ¿Qué decir sobre mañana?
“Un hombre consciente sabe que la vida está cambiando constantemente. La vida es cambio. Sólo hay una cosa permanente y es el cambio. A excepción del cambio, todo lo demás cambia. Aceptar esta naturaleza de vida, aceptar esta existencia cambiante con todas sus estaciones y estados de ánimo, este constante fluir que nunca se detiene por un momento, es ser dichoso. Entonces nadie puede perturbar tu felicidad. Es tu anhelo de permanencia lo que crea problemas para ti. Si deseas vivir en una vida sin cambios, estás pidiendo lo imposible.
“Un hombre consciente se vuelve lo suficientemente valiente para aceptar el fenómeno del cambio. En esa misma aceptación está la dicha. Entonces nunca estás frustrado”.
Nota: Mi amigo Avelinus, un personaje alérgico al tema de la gran mutación (su majestad la muerte como la llamó Domingo Moreno Jimenes), diría que todo esto es simple filosofía, consolación por la filosofía de la que hablaba Boecio en el siglo V de nuestra era.
Sabias y bellas y tristes palabras que nos alertan de que no debemos aferrarnos a nada. Sirven de consuelo, pero no curan el espanto que menciona Rubén Darío en el poema “Lo fatal”.
La filosofía entretiene, sí, pero en realidad no cura.
La inmortalidad, diría y dice mi amigo Avelinus, es la única opción conveniente.

sábado, 2 de septiembre de 2017

El peligro de ser útil


        EL PELIGRO DE SER ÚTIL 
Pedro Conde Sturla
 
Dice Zhuangzi que “la inteligencia del mono y la habilidad del perro para cazar ratones les granjean sus cadenas”. Se pregunta “¿Por qué, entonces, va a ser perjudicial y malo no servir para nada?” De hecho, Zhuangzi parece advertir sobre el peligro de ser útil, aunque quizás no en sentido general, quizás se refiere al peligro de ser útil en determinadas circunstancias. La belleza de una mujer puede acarrear su perdición, la fortaleza física de un siervo lo convierte en candidato ideal para el reclutamiento militar. En uno de los más celebrados cuentos mágicos chinos, la fama de un pintor paisajista lo conduce al palacio real y pierde su libertad, hasta que finalmente escapa, adentrándose en uno de los paisajes que pintaba por un sendero infinito.
Cuando alguien le dice a Chuangzi que sus palabras son “nudosas e inútiles!”, que “¡No sirven a nadie!”, éste se echa a reír. Es evidente que “Todo el mundo sabe lo útil que es ser útil; pero nadie parece saber lo útil que es ser inútil”. Nadie como él explica el peligro de ser útil y la utilidad de “una virtud inútil”:
“El distrito Chingshih del estado de Sung constituye un
hábitat perfecto para las catalpas, los cipreses y las moreras.
Pero cuando sus troncos alcanzan un palmo o dos de
perímetro, los lugareños los cortan para hacer perchas para
los monos. Cuando llegan a los tres o cuatro palmos, los
talan para elaborar bellas parhileras. Los supervivientes
que llegan a los siete u ocho palmos, son abatidos para
fabricar los plafones de los ataúdes de la nobleza y la gente
rica. Por consiguiente, nunca viven todos los días y años
destinados, sino que perecen prematuramente bajo el
hacha. Ésa es la desgracia que sufren por su valor material.
Los bueyes con manchas blancas, los cerdos con el
hocico respingón y los hombres con hemorroides no son
ofrecidos en el Río de los Sacrificios. Todos los sacerdotes
lo saben y las consideran ‘criaturas desafortunadas’. Sin
embargo, el Verdadero Espíritu las llama ‘las grandes afortunadas’.
“El hombre llamado Árbol Inútil tiene el mentón en el
ombligo, los hombros encorvados por encima de la cabeza
y el hueso del pescuezo apuntando al cielo. Los cinco órganos
principales en la parte alta y los fémures contra las costillas.
Cose y lava ropa para ganarse la vida, y al aventar de
nuevo la barcia saca suficientes cereales para alimentar a
diez personas. En la época de alistarse a filas, puede pasear
su lisiado cuerpo ociosamente, y cuando la comunidad se
reúne para trabajar en el campo, como está incluido entre
los enfermos crónicos, nunca tiene que participar. Cuando
se distribuye el grano que el estado regala, recibe tres medidas
llenas y diez haces de leña. Su forma es inútil, por cierto,
pero basta para sus necesidades. Sin duda vivirá todos
los años de su vida. Si es así para él, ¡cuánto más lo será
para quienes poseen una virtud inútil!”
         Muchas cosas quizás sólo pretenden ser inútiles como el árbol no maderable, por ejemplo, pero no por eso dejan en secreto de ser útiles. A la sombra de sus ramas gigantescas se congregan los hombres como en un templo:
“-Si se esfuerza tanto por ser inútil, ¿por qué se ha convertido   en un templo?
“-Es un secreto (…) Sólo está fingiendo, así lo protege también la gente que no aprecia lo inútil. Si no representara un templo, quizá
lo habrían abatido y partido. De ese modo es distinto de los demás árboles”. 
Así es el árbol inútil del relato de Chuangzi:
“Un carpintero llamado Piedra viajó a Ch’i. Al llegar a
Ch’u-yuan, vio un gran castaño que la aldea usaba como
templo. Era tan enorme que su sombra podía cobijar a
miles de bueyes, su tronco medía cien palmos de ancho, era
alto como una montaña y sus ramas más bajas estaban a
unos veinticinco metros del suelo. Más de una docena de
ellas eran tan grandes que podían haberse vaciado para
construir botes. Los visitantes se apiñaban a su alrededor
como si fuera la plaza del mercado. Piedra, el carpintero,
apenas lo miró y continuó su camino sin dignarse siquiera a
volver la cabeza. Pero sus aprendices no pudieron evitar
quedar boquiabiertos ante él y tuvieron después que correr
para alcanzar a su maestro. Uno de ellos le dijo:
“-Desde que cogimos las hachas para seguirte, maestro,
nunca hemos visto una madera tan hermosa. ¡Pero tú
ni siquiera te has detenido a mirarla! Has seguido tu camino.
¿Cómo puede ser?
“-¡Ya basta! —gritó Piedra—. No quiero oír hablar de
ella. Esa madera es basura. Si construís un bote con ella, se
hundirá. Si hacéis ataúdes, se pudrirán antes de tiempo.
Para fabricar utensilios, es demasiado quebradiza. Para
hacer una verja o una puerta, exuda demasiada savia.
Haced un pilar con ella, y atraerá a los gusanos. Su madera
no sirve para nada. No puede usarse. Por eso el árbol es tan
viejo. Cuando el carpintero regresó a su casa, el fabuloso
árbol se le apareció en sueños diciendo:
“-¿Me has comparado con árboles cultivados, con el
espino, el peral, el naranjo, con todos los arbustos y árboles
que dan fruto? Cuando los frutos están maduros se los
roban, descortezan el tronco y, en general, los maltratan
rompiendo las grandes ramas mientras que por las pequeñas
gotea la savia a causa de las heridas. Tienen una maravillosa
habilidad para transformar su utilidad en una miserable
existencia. Y cuando el hilo de sus días y años se agota,
son talados y arrancados por pobres diablos. Así ocurre con
todas las cosas del mundo. Por eso me esfuerzo en aprender
el arte de la inutilidad. Aunque por poco haya acabado
conmigo, ahora ya lo domino y me resulta muy útil. Si
hubiera sido de alguna utilidad, ¿crees que habría tenido
alguna oportunidad de haber crecido tanto? Tanto tú como
yo somos objetos. ¿A qué viene enjuiciarme? Tú también
eres un hombre destinado a morir. Pero ¿eso te convierte
en pura basura? ¿Por qué me has llamado basura?”
Chuangzi dice y repite: 
“Siéntate al pie del árbol y domina el arte del no hacer. Vaga libre y tranquilamente bajo él por el mundo de los sueños. Olvídate del hacha, nada puede dañarlo porque para nada sirve. ¿Dónde está el problema?”
Parecería que Chuangzi o Chuang Tse está escribiendo una “oda a la vagancia”, a la “descansada vida” que celebraría Fray Luis de León tantos siglos más tarde.
A juicio de Irving Yucheng Lo “El mensaje de libertad e inconformismo de Chuang Tse libera la mente china y proporciona un saludable antídoto contra la ética y los valores sociales de los
seguidores de Confucio (…)  Chuang Tse se inspiraba en un vasto tesoro de mitos, leyendas c historia sin registrar de la antigua China,
y también en un conocimiento enciclopédico de lo que
podría considerarse la ‘historia natural innatural’ para
tejer, en forma de parábolas y debates anecdóticos, la visión
de un escéptico y místico, en un mundo lleno de constantes
y peligrosas elecciones morales”.
Confucio "encarna el orden" y Chuangzi "la fantasía", cuando no la anarquía. Por eso las palabras contra Confucio, el gran maestro de maestros chino, son duras, abundantes, reiterativas y repercuten a través de los siglos con la rara virtud de la clarividencia:
“¡Oh, deja, deja de atraer a la gente con el poder de tu virtud! Señalar el Camino en el polvo es peligroso, tan peligroso como dirigir a la gente. ¡La luz es falsa! Mi forma de actuar no atrae daño alguno. Mis senderos son sinuosos, pero no lastiman mis pies. El árbol de la montaña es su propio enemigo, su madera aviva su propio fuego. El árbol de la canela al ser comestible es derribado.
El árbol de la laca al ser rentable es mutilado. Todo el mundo
sabe lo útil que es ser útil; pero nadie parece saber lo
útil que es ser inútil”.
            
pcs, jueves, 31 de agosto de 2017
  

sábado, 26 de agosto de 2017

La utilidad de lo inutil


        LA UTILIDAD DE LO INÚTIL
        Pedro Conde Sturla
 
Borges decía que “toda novedad no es sino olvido”. Otra manera de decir lo mismo es que “no hay nada nuevo bajo el sol”. Parece, en definitiva, que todo ha sido escrito y olvidado, aunque también parece que a Borges se le olvidaban aposta ciertas cosas. El mundo de las ideas es en gran parte una repetición de repeticiones como se puede comprobar al leer los clásicos y, sobre todo, los clásicos chinos anteriores a nuestra era.
Durante más de dos mil años en China prevalecieron dos grandes corrientes filosóficas, confucionismo y taoísmo. Confucio y Mencio, por un lado, Lao Tse y Zhuangzi por otro. Es algo que luce muy ajeno a nuestra realidad, cosa con la que no tenemos en apariencia nada en común. Sin embargo, basta leer un breve resumen de las ideas de estos pensadores para ejercitar nuestra capacidad de asombro y de gozo ante la frescura y modernidad que traducen sus escritos:
“Zigong preguntó: “¿hay alguna frase que pueda servirme hasta el fin de la vida?’. Confucio dijo: ‘El perdón de los demás. Lo que no quieras que te hagan a ti no se lo hagas tú a los otros.”’
Abundan los temas recurrentes en una y otra doctrina, las mismas preocupaciones existenciales que hoy día nos agobian.
El objetivo último de las obras confucionistas es la mejora moral y política. La sabiduría que predican no es una sabiduría especulativa que se pierda en disputas metafísicas o teológicas, sino que es una sabiduría ético-práctica. El hombre vulgar busca una felicidad inmediata y material en el placer, el poder, el lujo… el hombre que se tenga por superior no debe rechazar los placeres al modo de un anacoreta, pero sí postergarlos por actividades que le permitan adquirir una felicidad diferente a la que busca cualquier patán o los animales irracionales”. (http://www. lasangredelleonverde.com/el- confucianismo-en-las- analectas-y-el-libro-de- mencio/).
Confucio era un conservador, tenía en general una opinión inmejorable sobre los gobernantes, a los que había sin embargo que educar o reeducar en el arte del buen gobierno. Creía en el poder de la virtud, en la fuerza del ejemplo:
“El hombre que posee las virtudes humanitarias en su más alto grado, al querer afirmarse él mismo, afirma a los demás y, al querer ensancharse él mismo, ensancha a los demás.”
Para Mencio los ciudadanos eran más importantes que los gobernantes, era un ultraizquierdista que propuso una teoría de socialismo agrario primitivo, sostenía la necesidad de deponer e incluso borrar del mapa a los tiranos y que no existía guerra justa:
“Mencio dijo: “Hay hombres que dicen: “Soy magnífico en la disposición de las tropas, soy excelente en la batalla”. Estos son grandes criminales. Un soberano que ama la benevolencia no tiene enemigos bajo el cielo.”
Una diferencia y afinidad parecida existe entre Lao Tse y Zhuangzi, también llamado Chuang Tse o Chuang Tzu. Zhuangzi era “un sabio modesto y burlón”, coetáneo de Mencio, seguidor de Lao Tse hasta un cierto punto y crítico de Confucio y su escuela. Contra ambos “dirigió los más agudos ataques (…) en un estilo lleno de donaire, de irrisión y de irresistible sarcasmo, pero, al mismo tiempo, de una extremada belleza expresiva”.
La moral de Chuang Tse es una moral idealista, evasiva. Recomienda la flexibilidad, el abandono, la confianza total en la naturaleza. Confucio explica la duración del Imperio; Chuang Tse explica la poesía y el humor chino. Uno ha salvado al Estado; el otro ha hecho perdurar la lozanía. Uno encarna el orden; el otro la fantasía”.
“Chuang Tse deseaba sencillamente hacerse olvidar y desconocer; fundirse en la naturaleza y en lo que le rodea, como esos insectos que se vuelven semejantes a la rama muerta o a la hoja verde en la que se refugian”. (http://www. concienciasinfronteras.com/ PAGINAS/CONCIENCIA/ chuangtsemariposa.html).
Lao Tse (si acaso existió) es el autor o supuesto autor de un libro titulado “Tao Te Ching, tratado sobre la Virtud del Tao”. A Zhuang Zi o Chuang Tse se le atribuye en parte una obra que lleva su nombre:
Si bien esta última es bastante más voluminosa que la de su padre doctrinario, quizás no es sino debido al desarrollo literario del que carece el epigramático 'Tao Te Ching'. No obstante, abundan en Chuang Tse los mismos temas recurrentes sobre los cuales machacó tres siglos antes que él Lao Tse: la preservación de la vida siguiendo al Tao; la simplicidad y la quietud; la fuerza de la debilidad; la no-violencia; la sabiduría de parecer tonto". La utilidad de lo inútil.(http://www. concienciasinfronteras.com/ PAGINAS/CONCIENCIA/ chuangtsemariposa.html).
Para los pragmáticos, el valor de una cosa lo determina su utilidad práctica en términos de beneficios preferiblemente económicos (algo que deja muy malparada a la poesía, a la filosofía, a la novela y casi todas las disciplinas humanistas). El maestro Zhuang, en cambio, se rebela desde la remota antigüedad contra ese criterio. Explica de manera muy convincente la utilidad de ciertas cosas inútiles:
Acerca de la “inutilidad” de la sabiduría, Chuang Tse dijo: “Hay un gran árbol; su tronco es tan grueso que sería muy difícil cortarlo. Ahí sigue al borde del camino. Los carpinteros que pasan por allí ni se dignan mirarle, pero muchos viajeros se cobijan bajo su enorme sombra. Así es el Sabio: de tan grande deviene en inútil, pero muchos se cobijan bajo sus palabras. ¿Por qué, entonces, va a ser perjudicial y malo no servir para nada?”
 
pcs viernes 25 de agosto de 20017

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viernes, 25 de agosto de 2017

La lectura es una inmortalidad hacia atrás




En cierta ocasión, Umberto Eco dijo: “El que no lee, a los 70 años habrá vivido solo una vida. Quien lee habrá vivido 5.000 años. La lectura es una inmortalidad hacia atrás”.


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«Uno es los libros que ha leído, la pintura que ha visto, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas. Uno es su niñez, su familia, unos cuantos amigos, algunos amores, bastantes fastidios. Uno es una suma mermada por infinitas restas.»
Sergio Pitol


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El autor alemán Goethe dijo en una ocasión que ‘el que no sabe llevar su contabilidad por espacio de tres mil años se queda como un ignorante en la oscuridad y sólo vive al día’. No quiero que tú te encuentres entre ellos. Estoy haciendo lo posible para que te des cuenta de tus raí­ces históricas. Solamente así serás un ser humano. Solamente así serás más que un mono desnudo. Solamente así evitarás flotar en el vacío.
‘Solamente así serás un ser humano. Solamente así serás algo más que un mono desnudo...
Jostein Gaarder
El mundo de Sofía

martes, 22 de agosto de 2017

EL MARAVILLOSO MUNDO DE SOFÍA

 Pedro Conde Sturla

El mundo de Sofía (pdf)

         En un principio, cristianos ortodoxos y judíos creían que Dios no era hombre ni mujer, era ambas cosas, y la parte femenina se llamaba en griego Sofía, que significa sabiduría, de ahí su infinita comprensión y tolerancia.
        Esta idea de Dios, de un dios genérico, no patentado, no un dios oficial sino un principio universal del bien, sin nombre ni apellidos, le permitió al escritor y profesor noruego Jostein Gaarder escribir una extrañísima novela “para jóvenes que buscan el sentido de la vida” y terminó convirtiéndose en “un libro de culto para adultos” que pasa revista, sin prejuicios, a las principales ideas mágico-religiosas y filosóficas de la civilización, haciendo gala de una objetividad, un equilibrio propios de un libre pensador respetuoso de las diferentes creencias. 

lunes, 21 de agosto de 2017

El país cultural

No se debe escribir nada sobre algo que el que escribe no aprecie. Excelente axioma.

Me abstengo, pues, de escribir, sobre la inmensa cantidad de basura que se escribe en las páginas de País Cultural.

Debo abstenerme de comentar la inmensa desproporción entre la extraordinaria calidad gráfica del medio y lo que allí se publica.

Pero no soy abstemio.

Tengo talento para la bebida y para la discordia.

Cada vez que tengo en mis manos el País Cultural, pongo a prueba mi capacidad de asombro.

https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=353706195064458&id=100012752416720

sábado, 19 de agosto de 2017

CAPERUCITA ROJA

(versión popular)
Un relato del libro Monedas en la fuente
http://www.amazon.com/-/e/B01E60S6Z0

Pedro Conde Sturla

Caperucita Roja llega a casa de la abuela y se encuentra al lobo feroz vestido de abuela y le pregunta, abuelita, y esos ojos tan grandes, y el lobo responde, para mirarte mejor. Después le pregunta, abuelita, y esa boca tan grande, y el lobo le responde, para besarte mejor. Finalmente le pregunta abuelita, y ese rabo tan grande, y el lobo feroz se sonríe torcidamente y le dice, je, je, ese no es el rabo.



De venta en

sábado, 12 de agosto de 2017

El ejercito invencible

         EL EJÉRCITO INVENCIBLE
Pedro Conde Sturla
 
El primer emperador de China, llamado Shih Huang Ti o Qin Shi Huang, era un hombre despiadado. Despreciaba la vida de sus semejantes, pero se amaba a si mismo por sobre todas las cosas. Y era además calculador, previsor, precavido. Mientras buscaba por todos sus medios el elixir de la vida, la vida eterna, mandó a construir un mausoleo, una morada celestial, un reino en miniatura para continuar la francachela en el otro mundo si no podía hacerlo en éste. 
       Sima Qian, el más renombrado o más bien reverenciado historiador chino de la antigüedad, describe en sus “Memorias históricas” el monumento funerario de Shih Huang Ti en términos que no dejan de causar asombro. Tenía –según Sima Qian– un enorme palacio, una cúpula en la que estaba representado el universo, la cúpula celeste, y bajo la cúpula un paisaje subterráneo, un modelo a escala de la tierra conocida, de los ríos y mares conocidos. Ríos y mares de mercurio y un inmenso séquito de servidores compuesto de esculturas femeninas, artistas, acróbatas, animales, caballos, carros, armas y unas ocho mil estatuas de temibles soldados en pie de guerra.
Shih Huang Ti –como han dicho los entendidos- quería gobernar sobre la vida, sobre la muerte y también sobre el universo y estuvo a punto de conseguirlo. No cabe duda.
Durante dos mil años, la prueba de la existencia del mausoleo de Shih Huang Ti se sustentó precariamente en la aparentemente fantasiosa descripción de Sima Qian. Nadie tenía noticia del lugar en que había sido edificado y menos aún podía imaginar que se hubiera librado de alguna manera del saqueo. Nadie, hasta comienzos de 1974 sospechaba que el mausoleo del primer emperador chino estaba casi intacto, preservado de la mejor manera posible al cabo de dos milenios. El poderoso ejército de soldados de terracota había cumplido hasta entonces su cometido.
La cúpula celeste, los ríos y el mar de mercurio nunca aparecieron, por supuesto, eran parte de un relato fantástico con base histórica, el mito que se superpone como de costumbre a los hechos.
Las estatuas de terracota son de tamaño real, incluso un poco más grandes y originalmente estaban pintadas al natural. Una pintura que resistió la prueba del tiempo mientras estuvo bajo tierra, pero no resistió la intemperie y se desvaneció a las pocas horas.
     Anteriormente, en China era costumbre enterrar junto a los gobernantes muertos a los esclavos, sirvientes y concubinas, pero en el mausoleo de Shih Huang Ti enterraron, salvo excepciones, estatuas de terracota, tierra cocida, una especie de cerámica. Enterraron unos ocho mil soldados, entre los cuales no hay dos caras iguales, con sus vistosos uniformes, armas y armaduras. Enterraron “un ejército en formación de ataque con seis mil figuras de caballos y soldados, una compañía de doscientos cuatro soldados de infantería armados con ballestas y arcos, treinta líneas de carros alternados con más infantes a la vanguardia, en los flancos dos líneas de soldados mirando hacia fuera”. Todos dispuestos a defender al primer emperador de China por los siglos de los siglos.
Es uno de los más grandiosos descubrimientos arqueológicos de la historia.
 
EL EJÉRCITO DE SOLDADOS DE TERRACOTA EN CHINA 
 
Durante más de 2.000 años un poderoso ejército de soldados de barro ha protegido la tumba secreta de Qin Shi Huangdi, el primer emperador de China. Hasta comienzos de 1974 nadie sabía de su existencia, pero hasta la fecha los arqueólogos chinos continúan tratando de descifrar su misterio. Qin Shi Huangdi ascendió al trono del estado septentrional de Chin en 247 a .C., a los 13 años de edad, y 26 años después ya había conquistado toda China y fundado la dinastía Chin; trató de unificar el país y también emprendió la construcción de la Gran Muralla para proteger sus extensos dominios.
 
En abril de 1974, al abrir un pozo unos campesinos de la aldea de Hsien-yang, en la provincia de Shensi, tropezaron con las cabezas, manos y otras partes de unas esculturas de terracota de tamaño natural, muchas de ellas con armaduras de bronce, espadas en la mano y puñales. Hasta entonces se había supuesto que la pirámide sepulcral del emperador Shi-huang-ti estaba más que saqueada. Inmediatamente se hicieron eco todos los periódicos de «.uno de los mayores hallazgos funerarios del mundo».
 
Los excavadores no salían de su asombro cuando hallaron, mientras excavaban una tumba, las primeras once galenas recubiertas con ladrillos que guardaban en su interior estatuas de terracota dispuestas en formación de combate sobre treinta y ocho hileras. Hallaron más de ocho mil, de tamaño natural, y todas perfectamente conservadas. Un hecho excepcional en la historia de la arqueología.
 
Como ya había pasado la época en que los esclavos y los cortesanos eran sepultados vivos con el monarca muerto, tamaño real, el emperador ordenó que se hiciera un ejército de más de 7.000 soldados de barro de tamaño natural para que lo cuidaran en la otra vida.
 
Cuando murió, su tumba lucía tan suntuosa como los sarcófagos llenos de reliquias de los faraones egipcios. El sitio de la sepultura mide unos 5 Km . de ancho, y para construirlo se necesitaron 700.000 hombres.
 
De todos los confines de China fueron llamados los mejores artesanos, que esculpieron un magnífico palacio para el emperador debajo del monte Li, en la provincia de Shansi, en la región central del país. Muchas de las maravillas de la tumba fueron descritas por el historiador chino Sima Qian menos de un siglo después de la muerte de Shi Huangdi, pero nunca mencionó al ejército de terracota, descubierto en 1974. Lo valioso de las figuras halladas es su realismo: no fueron vaciadas en moldes sino modeladas en forma individual, y tienen un nivel de perfección que ha desconcertado a los expertos.
 
El cuerpo de cada figura consta de piernas macizas y torso hueco; la cabeza y las manos fueron cocidas por separado y después se unieron al cuerpo mediante delgadas tiras de barro. Los toques finales se hicieron con un barro más fino, y los soldados fueron pintados así: pantalones de color azul marino, zapatos negros con agujetas rojas, y túnicas verdes con botones dorados y cordones púrpura. Incluso los remaches, las hebillas de los cinturones y la suela de los zapatos de los soldados arrodillados fueron esculpidos con asombroso detalle.
 
Cada rostro de cada guerrero es diferente a los demás. No salen del mismo molde. Fueron moldeados a partir de la máscara mortuoria de los soldados caídos en la batalla… Si los miramos con detenimiento comprobaremos que cada estatua tiene su propia personalidad, su propio rostro, como si presenciáramos la reencarnación de un ejército diezmado. Héroes inmortalizados, algunos junto a sus caballos, conservando en terracota su deseo de vivir más allá de la muerte. Emocionante descubrimiento que a nadie dejará insensible. Es éste un tesoro «viviente» único en el mundo.
 
Armas robadas: Los soldados estaban armados originalmente con espadas, lanzas y arcos y flechas de bronce, pero poco después del funeral se desató una revolución en China y los rebeldes saquearon la tumba y se llevaron las armas. Todos los guerreros tenían pedestales que descansaban sobre el suelo embaldosado, y fueron colocados en formación de batalla con 600 caballos. Cada figura de terracota es única, y quizá sea el retrato de algún miembro del ejército del emperador.
 
Las figuras son asombrosamente realistas: tienen cabello, bigote y barba, y los pliegues de la ropa parecen hechos de tela. Hay 100 carros de combate de tamaño natural hechos de madera. Los arqueólogos han sido muy cuidadosos al realizar su labor.
 
La tumba principal que contiene los restos del emperador aún no ha sido abierta y se espera encontrarla intacta; se dice que se usó cobre fundido para revestirla. La tumba puede corroborar algunas leyendas macabras que se cuentan en torno a ella: que las concubinas del emperador que eran estériles fueron ejecutadas y enterradas con él, y que los artesanos que decoraron la tumba fueron emparedados vivos en su interior para que no revelaran sus secretos. Quienes logren entrar a la tumba tendrán que ser muy cautelosos: Shi Huangdi ordenó poner algunas ballestas que se dispararían en forma automática si alguien profanaba su última morada. (https://historiaybiografias.com/terracota/)