sábado, 2 de junio de 2018

Mustafá el reformador

https://acento.com.do/2018/opinion/8571739-mustafa-el-reformador/

Pedro Conde Sturla


Mustafá Kemal enseñando el alfabeto latino en un parque. Fuente externa
Los ingleses y franceses habían prometido a los árabes durante la primera guerra mundial la creación de un estado nacional a condición de levantarse en armas contra el imperio turco otomano, del cual formaban parte, y los árabes se levantaron puntualmente confiando en que ambas naciones honrarían al final de la guerra sus palabras. 

jueves, 31 de mayo de 2018

UN TURCO LLAMADO MUSTAFÁ (1-4)

 Pedro Conde Sturla 
(1)
Cada año, a las 9:05 de la mañana del día 10 de noviembre, Turquía se paraliza y sus habitantes dedican un minuto de silencio a la memoria de Mustafá Kemal Atatürk. A esa hora y en ese día murió en 1938 -cuando apenas cumplía 57 años- uno de los grandes reformadores de la historia, el fundador y padre de la patria de la República turca.

Muchas cosas en este glorioso personaje son excepcionales, incluyendo su lugar de nacimiento: Salónica, la ciudad de los espíritus, como la define Mark Mazower en su obra homónima. Una ciudad que conserva el nombre de la hija del conquistador Filipo de Macedonia, el padre de Alejandro, desde que la fundaran los griegos cuatro siglos antes de nuestra era:

martes, 29 de mayo de 2018

EL NOMBRE DE LAS COSAS

La magia o destreza de un escritor consiste muchas veces en los giros inusitados que imprime al lenguaje, esos giros en qué las palabras se vuelven una sola cosa con el sentido que fundan...
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JUAN RAMÓN JIMÉNEZ: EL NOMBRE EXACTO DE LAS COSAS

.“¡Inteligencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
… Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas…
¡Inteligencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!.”
(Eternidades, 1918)
Comentario:
Este bello poema de Juan Ramón presenta un antiguo problema de la filosofía: la relación entre el lenguaje y la realidad. Frente al lenguaje cotidiano (mal llamado ‘natural’),  el poeta exige un (el) lenguaje que se corresponda exactamente con las cosas, ‘dame el nombre exacto de las cosas’, un lenguaje que no sea arbitrario y convencional, sino que guarde una relación natural con la realidad. Más aún, que la ‘palabra sea la cosa misma’. Este será el lenguaje digno de ser llamado verdaderamente ‘natural’, el lenguaje poético por excelencia. 
Este lenguaje ha de surgir del nivel más profundo de la conciencia: ‘que mi palabra sea …. creada por mi alma nuevamente’. Será un lenguaje de la inteligencia y universal: ‘¡Inteligencia, dame el nombre exacto, y tuyo, y suyo, y mío, de las cosas!.’, por tanto no afectado por las diferencias individuales, el espacio o el tiempo. El lenguaje convencional arbitrario no nos permite conocer directamente la realidad, es sólo un sistema sustitutivo que apunta hacia ella (en el mejor de los casos). Por el contrario, este lenguaje verdaderamente natural permitirá a todos conocer la realidad, subsanar el olvido (ignorancia) y restaurar nuestra conexión con la realidad: ‘Que por mí vayan todos los que no las conocen, a las cosas; que por mí vayan todos los que las olvidan, a las cosas; que por mí vayan todos los mismos que las aman, a las cosas’
Este tema tiene una larga historia en la filosofía, la teología y la ciencia. Se remonta ya a los orígenes de la tradición védica y su doctrina de los cuatro niveles del lenguaje, recogida luego en la escuela Vyakaran por Bhartrihari:
“Es la fuente suprema de la palabra, triple como Vaikharî, Madhyamâ Pashyantî, y que se realiza a través de varios estadios”.
(Bhartrihari: Vâkyapadîya, I, 143).
Lenguaje, nivelesEl nivel más externo es la palabra hablada (vaikharî) donde el lenguaje se expresa como un impulso físico de sonido. Más sutil e interno es el nivel del pensamiento (madhyamâ), el lenguaje mental. En estos dos niveles el lenguaje es diferente de su referente y está basado en la distinción entre sonido y significado.
En el nivel más sutil del pensamiento, el punto de unión entre la conciencia pura y sus estados excitados, el sonido y el significado están unificados de modo natural, su correspondencia no es arbitraria. Este nivel se llama pashyantî. La fuente última del lenguaje es trascendental, parâ, la conciencia pura. Aquí lenguaje y realidad coinciden plenamente. Una ley de la naturaleza es conocida como un impulso de la conciencia y es ella misma su propio lenguaje. Este lenguaje universal es el lenguaje con el cual la conciencia pura se habla a sí misma y crea sus propios impulsos de sonido y de significado. Este es el origen del sánscrito védico, el lenguaje del Veda, el lenguaje de la naturaleza.
Platón dedica todo un diálogo, el Cratylo, a examinar la relación que existe entre el lenguaje y la realidad. El Cratylo se abre presentando dos posturas contrarias sobre la relación entre las cosas y las palabras: naturalismo (para cada objeto existe sólo un nombre correcto que expresa su naturaleza) y convencionalismo (la relación es arbitraria).
Platón afirma que la palabra debe expresar el verdadero ser  de las cosas mediante la voz.  El lenguaje es imitación, mímesis. Un nombre enuncia correctamente un objeto si imita su Forma, su esencia estable y duradera. Se remonta entonces al lenguaje primero y original, que dio por primera vez nombres a las cosas. La inteligencia que lo creó debía necesariamente conocer el verdadero ser de las cosas, las Formas. En este primer lenguaje las Formas eran los significados de las palabras: de los nombres y de los verbos. Las palabras tenían un significado completo, universal, inmutable, perfecto.
Las palabras no sólo tienen significado, sino además sonido. En este primer lenguaje los sonidos se correspondían con las Formas e imitaban su naturaleza. Existía una relación natural entre el nombre y lo designado, entre el sonido y  el significado. Era un lenguaje natural, no arbitrario, ni convencional. Puesto que los objetos son copias de las Formas, las palabras se corresponden con las cosas, los objetos son reflejos del sonido y del significado del lenguaje primordial. Era un lenguaje perfecto, invariable y universal. A partir de aquí sólo pudo degradarse para dar lugar a los múltiples lenguajes existentes.
Esta idea de un lenguaje original, universal, perfecto y trascendental reaparece en las especulaciones de los teólogos del renacimiento bajo la forma del ‘lenguaje adámico’, el lenguaje que hablaba Adán en el paraíso, cuando puso por primera vez nombres a los seres. La historia de la torre de Babel simboliza también la idea de un lenguaje único y universal anterior a la ‘confusión de lenguas’.
En la edad moderna esta idea toma cuerpo en Böehme y su ‘lenguaje de la naturaleza’ en el que las palabras se corresponden con las ‘signaturas’ de las cosas. Continúa en Descartes (carachterística universalis) y en Leibniz como la búsqueda de un lenguaje ordenado y universal en el que pudiera estar contenido todo el conocimiento verdadero. En el siglo XX se expresa en Frege, el primer Wittgenstein y en la lógica matemática como la aspiración de construir un lenguaje lógicamente perfecto, libre de las múltiples deficiencias del lenguaje ordinario. En Husserl con su doctrina de los significados universales accesibles a la intuición desde la conciencia pura. Y de la mano de Chomsky como una gramática de los universales lingüísticos, la estructura innata común a todos los lenguajes que hace posible su aprendizaje y entendimiento.
Didáctica:
Este texto literario es adecuado para introducir un gran variedad de cuestiones sobre el lenguaje: su relación con la conciencia, el conocimiento y la realidad, la relación signo-referente, las teorías sobre el significado, etc., dentro del bloque sobre ‘Conocimiento y realidad’ en la Filosofía de 1º. Permite también un tratamiento del tema del lenguaje en numerosos autores de la Historia de la Filosofía, especialmente los defensores de la concepción trascendental del lenguaje.. En Psicología puede usarse para introducir la concepción del lenguaje de Chomsky y la relación entre lenguaje, pensamiento y aprendizaje.
Preguntas para los alumnos:
1.- Compara la postura de Juan Ramón Jiménez con el ‘lenguaje de la naturaleza’ de Böehme. ¿Qué semejanzas hay entre ambos?
2.- Compara la postura de Juan Ramón Jiménez con la de Platón expuesta en el comentario y en su diálogo Cratylo.
3.- Compara la postura de Juan Ramón Jiménez sobre la relación entre el lenguaje ‘verdadero’ y la realidad con la de Wittgenstein.
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sábado, 26 de mayo de 2018

UN TURCO LLAMADO MUSTAFÁ (3 de 3)

Un turco llamado Mustafá (3-3)

Mustafá Kemal estaba en Siria cuando el imperio otomano, derrotado por “las potencias vecinas y la implosión de los nacionalismos internos”[1], capituló en forma humillante ante la llamada Triple entente, de la cual se había separado Rusia a raíz de la revolución bolchevique. Esta pérdida se había compensado con la entrada de los Estados Unidos, que sería el mayor beneficiario de la contienda.
La firma del armisticio de Mudros el 30 de octubre de 1918, una rendición incondicional, puso al imperio de rodillas, lo obligó a desprenderse de todos sus territorios, a excepción de Anatolia o Asia menor (actual Turquía).
Mustafá Kemal estaba de acuerdo con la retirada de los territorios no turcos a condición de la preservación a cualquier costo de la tierra donde habitaba la mayoría de los suyos, pero ingleses y franceses también estaban interesados en desmembrar Asía Menor, los griegos soñaban con Estambul, la capital del antiguo imperio bizantino, y también con la idea de recuperar el país que ahora ocupaban en su mayoría los turcos. 
El tratado de paz de Sevres, firmado en 1920, endurecía los términos del armisticio de Mudros y contemplaba la creación de Kurdistán y de la Gran Armenia:
“Como consecuencia de las durísimas condiciones de paz impuestas al gobierno de Estambul, el ejército fue en gran parte desmovilizado, al tiempo que las tropas de las potencias aliadas ocupaban el territorio turco desde distintos frentes. Los británicos mantuvieron el control sobre la capital y sobre el propio sultán. Las imposiciones hechas en el armisticio de Mudros fueron ratificadas en el Tratado de Sèvres, por el cual el Imperio renunció a todos sus territorios no turcos (Macedonia, Siria, Palestina, Armenia y Arabia), además de a las islas del Dodecaneso y Rodas, cedidas a Grecia, que también recibió Anatolia occidental por un período de cinco años, tras el cual se revisaría el estatuto del territorio mediante plebiscito. El ejército turco fue evacuado de los estrechos, que quedaron bajo control aliado. El Imperio quedó así reducido a una estrecha franja en torno a Estambul y a Anatolia, sin Esmirna ni los territorios orientales, para los que los vencedores establecieron la creación de una república armenia independiente. Las capitulaciones incluían asimismo una serie de acuerdos comerciales y jurídicos muy ventajosos para las potencias aliadas, además de sustanciosas indemnizaciones de guerra”.[2]
Mientras el imperio otomano se hundía, la fama de Mustafá Kemal se acrecentaba. Era el hombre del momento y cuando regresó a Estambul fue recibido como un héroe, como lo que era. Al mismo tiempo, una ola de nacionalismo y furor popular se apoderaba del país y en Anatolia había tropas que permanecían acantonadas y se negaban a desmovilizarse. Alguien tuvo entonces la feliz ocurrencia de sugerirle u ordenarle al nuevo sultán que enviase a Mustafá Kemal a poner orden en la región y el tiro salió por la culata, uno de tantos. Mustafá Kemal impuso y puso -a sangre y fuego- el orden, otro tipo de orden.
Primero puso en orden su conciencia, se desentendió de las instrucciones recibidas y se dedicó a la formación de un movimiento nacionalista contra los invasores, aglutinó a los más diferentes sectores de la población con un programa político de carácter liberal, formó un ejército y se dispuso a la toma del poder. 
En 1920 puso orden político en toda la región, estableciendo un gobierno provisional que proclamó Ankara como la nueva capital del país en la región de Anatolia central, el centro medular de país. Una jugada maestra.
En 1921 puso el orden a los griegos, que habían invadido la región de Esmirna y desatado una represión feroz contra la población. A estos los derrotó, los puso en fuga y los expulsó del país tras un par de victorias aplastantes.
Mientras tanto, el sultán o los dueños del sultán habían puesto precio a su cabeza que adquirió un valor inconmensurable en la medida en que se consolidaba el movimiento nacionalista y Kemal obtenía victoria tras victoria en la lucha por independizar a la futura Turquía del dominio extranjero y de la monarquía otomana. 
Durante el proceso de unificación y reconquista, el pragmático Mustafá Kemal se deshizo por medios radicales de los radicales de izquierda que contaminaban y ponían a su juicio en peligro la causa nacionalista, Así, “Tras eliminar al fundador del Partido Comunista, Mustafá Suphi, ordenó la desarticulación del Ejército Verde de Edhem Cerkes, constituido a imagen y semejanza del Ejército Rojo soviético, y que ya había emprendido la revolución socialista en algunas regiones de Anatolia con la confiscación de tierras”.[3]
Sin embargo, Kemal mantuvo excelentes relaciones con los soviéticos, de los cuales recibió apoyo económico y militar. Pero el apoyo no fue gratis, sino “a cambio de la sustitución de la república armenia establecida por los aliados por una Armenia soviética y la cesión a la federación soviética del Azerbaiján”.[4]
Mustafá Kemal también puso orden en el frente diplomático y logró que Francia y otros países reconocieran el régimen. A los ingleses los puso en orden hablándoles en el idioma que mejor entendían y entienden, el de la fuerza armada, la fuerza bruta, la amenaza de involucrarlos en un nuevo conflicto bélico contra un pueblo en pie de lucha.
“Finalmente, Kemal forzó las negociaciones, que se concretaron en el Tratado de Lausana de 1923, por el que las potencias aliadas reconocieron la soberanía nacional del nuevo Estado de Turquía sobre los territorios de Esmirna, Tracia oriental y Anatolia. Además, se anularon en bloque las indemnizaciones de guerra. El 29 de octubre de 1923, Kemal pudo finalmente deponer al sultán y proclamar la República de Turquía”.
El genio de Mustafá Kemal había puesto a Turquía en el siglo XX. Toda una obra de arte, una perfecta ecuación de ciencia política.
[2] Ibid
[3] Ibid
[4] Ibid



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Pedro Conde Sturla
26 mayo, 2018


Mustafá Kemal estaba en Siria cuando el imperio otomano, derrotado por “las potencias vecinas y la implosión de los nacionalismos internos”[1], capituló en forma humillante ante la llamada Triple entente, de la cual se había separado Rusia a raíz de la revolución bolchevique. Esta pérdida se había compensado con la entrada de los Estados Unidos, que sería el mayor beneficiario de la contienda.

martes, 22 de mayo de 2018

LA ESCUELA DEL ODIO

Estos niños no son palestinos y los entrenan en la escuela para odiar.

Los judíos enseñan a los palestinos a odiar a los judíos.
Son los mejores maestros y el sistema de enseñanza es el terror.

DEL LIBRO DE ZHUANGZI Y OTRAS SABIDURÍAS (1-4)

El libro de Zhuangzi

El maestro Zhuang o Chuang evidentemente no confiaba en las apariencias ni en las certidumbres propias de ignorantes y fanáticos.

Zhuangzi soñó una vez que era una mariposa que a su vez podía estar soñando que era Zhuangzi. Este famoso sueño que durante siglos ha deleitado y perturbado la mente de infinitos lectores, forma parte de un maravilloso conjunto de historias y anécdotas, de alegorías, parábolas y fábulas que se conoce como “Libro de Zhuangzi” o “Zhuangzi”  (también llamado Chuang Tzu, Chuang Tse, Zhuang Zhou y Chuang Chou para complicar las cosas). Algo que significa Maestro Zhuang, literalmente
El autor vivió alrededor del siglo IV a.C. y es poco lo que se sabe de su vida, pero “sea cual fuere su inescrutable origen”, lo cierto es que la importancia de su legado es imponderable. “El académico de Asia Oriental y traductor del “Zhuangzi”, Burton Watson, ha notado que ‘Quien quiera que haya sido Zhuang Zhou, los escritos atribuidos a él portan la estampa de una mente brillante y original”.

lunes, 21 de mayo de 2018

EL EMPERADOR SHIH HUANG TI (1-4)

El primer emperador

Shih Huang Ti, llamado también Qin Shi Huang para complicar las cosas, transformó a China de una manera radical

En el año 247 a .C, Shih Huang Ti se proclamó primer emperador de China y lo sería hasta el 210. En esa época, el siglo tercero, del otro lado del mundo se libraban entre Roma y Cartago las guerras púnicas que culminarían con la destrucción de esta última, la eterna Grecia vivía el período helenístico, la difusión de la cultura griega por el cercano y Medio Oriente, en Egipto reinaban felizmente los Tolomeo y Alejandría era probablemente la ciudad  más bella, la más esplendorosa del mundo.




Shih Huang Ti
Shih Huang Ti


sábado, 19 de mayo de 2018

¿Quién recuerda la masacre de los armenios?


Pedro Conde Sturla
6 de agosto 2011


La masacre de más de un millón de armenios por parte  de los turcos casi no existe en los medios de prensa y casi ni en la historia, como no existe el despojo de las tierras de los palestinos por parte de los judíos, que los tildan de terroristas mientras ejercen el terrorismo que acompaña al saqueo, como no existe casi en los medios de prensa el hecho que los judíos mantienen prisioneros en la franja de Gaza a dos millones de palestinos a los que no permiten el acceso elemental de comida y medicina. Así tampoco existen muros  de cemento que rodean las aldeas palestinas de Cisjordania con exclusión de las tierras labrantías que en un sesenta por .ciento están en mano de un seis por ciento de “colonos” judíos que les niegan hasta el agua y cometen todo tipo de abusos. De hecho Israel es el único país del mundo que mantiene en prisión a todo un pueblo y la prensa libre dice poco o nada, salvo que son terroristas las víctimas de los judíos.

Un turco llamado Mustafá (2)

            Pedro Conde Sturla

Un turco llamado Mustafá (2)

La Ciudad de Salónica, que había sido conquistada por los turcos en 1430, volvió a manos de los griegos en 1912 a raíz de la primera guerra balcánica. Allí, paradójicamente, habían nacido Mustafá Kemal y el movimiento de los Jóvenes turcos, financiado en parte por la población mayoritariamente judía de la ciudad. 
Salónica, la ciudad de los espíritus, era la única en su época donde los judíos constituían una mayoría, unos ochenta mil de un total de ciento veinte mil habitantes. Por eso también le llamaban entonces la Jerusalén de los Balcanes, y su destino sería trágico a manos de los nazis durante la segunda guerra mundial, aunque no tanto como el de la verdadera Jerusalén a manos de los cristianos de las cruzadas en 1099, cuando la liberaron de los musulmanes.Los cruzados pasaron a cuchillo o por la hoguera a toda la población, incluyendo hombres, mujeres y niños. Derramaron -como dice Henry Pirenne en su “Historia de Europa”- “torrentes de sangre en nombre del Dios del amor y de la paz, del cual se estaba conquistando la tumba”.
Imperio otómano
El imperio otomano o imperio turco, como se le quiera llamar, había surgido oficialmente en el año 1299 y debía su nombre a la dinastía fundada por Osman I. En el período de mayor expansión se extendía por tres continentes: la costa norte de África, el medio oriente y los Balcanes y otros territorios del sureste de Europa, y ocupaba un área de más de cinco millones de kilómetros cuadrados, tenía veinte y nueve provincias (un poco menos que la República Dominicana) y un montón de estados vasallos, incluyendo a Crimea. Era un estado multiétnico y multi confesional que respetó y protegió en lo esencial a las minorías y muy en especial a los judíos que los reyes católicos expulsaron de España, los sefarditas.
En la época de Mustafá Kemal el imperio se había reducido considerablemente a causa de las guerras con Rusia y el “estallido del nacionalismo balcánico, concretado en guerras de liberación” nacional y una inmensa ola de descontento popular. La violencia estatal contra ese descontento popular se materializó en la rebelión de los Jóvenes Turcos (con el llamado Enver Bey o Enver Pasha a la cabeza), los cuales presionaron al sultán para que aceptara una constitución y luego, en 1909, lo derrocaron y pusieron a su hermano.
De hecho, lo suplantaron, conservando las apariencias y desde entonces hasta 1818 el poder estuvo en sus manos como se describe a continuación:
“En julio de 1908, siendo (Mustafá Kemal) jefe de estado mayor de Sawqat, participó en el levantamiento del ejército de Macedonia que a punto estuvo de derrocar al sultán. La revuelta militar obligó a Abdül-Hamid II a poner en vigor la Constitución de 1876, lo que significaba de hecho la caída del régimen absolutista. El sultán siguió siendo líder religioso del Imperio, en cuanto que califa, pero el sultanato sólo conservó su apariencia nominal. Desde entonces hasta el fin de la Primera Guerra Mundial, los Jóvenes Turcos -liderados por dos oficiales, Cemal Bey y Enver Bey, y un funcionario, Talaat Bey- dirigieron el destino de Turquía. En 1909, al intentar un retroceso a la situación anterior, Abdül-Hamid fue depuesto y sustituido por su hermano, Mehmet V”.   [i]   
Mustafá Kemal simpatizaba hasta un cierto punto con el movimiento, aunque tenía también profundas diferencias y tomó distancia del poder político, se mantuvo en un segundo plano y se consagró astutamente a su carrera militar. Al parecer, en esos años se daba cuenta de que la vastedad y diversidad étnica y cultural del imperio otomano eran ya inmanejables y estaba interesado mayormente en mantener el territorio donde predominaba la población turca, específicamente la de Anatolia o Asia menor. Además, a su juicio la monarquía y el islamismo constituían una retranca histórica de la que había que deshacerse.
Entre los Jóvenes Turcos prevalecía en cambio la idea “de preservar la estructura imperialista otomana al tiempo que intentaban reformar sus estructuras políticas”. [ii] En consecuencia, no vacilaron en perpetrar la terrible represión contra los armenios, el llamado genocidio armenio, el primero del siglo XX, que costó la vida a más de un millón de personas.
Kemal no parece haber estado involucrado en el sangriento episodio, aunque algunas fuentes afirman lo contrario, pero evidentemente no veía con buenos ojos la causa separatista de los armenios en la frontera con su archienemigo ruso.
La alianza del desgastado imperio otomano con el imperio alemán y austrohúngaro contra Inglaterra, Francia y Rusia en la primera guerra mundial terminó siendo un desastre, pero era en el fondo una alianza natural. Hacía tiempo que estás naciones estaban, de hecho, en guerra no declarada contra el imperio otomano. Lo hostigaban continuamente, fomentaban los movimientos separatistas, ambicionaban el territorio en todo o en parte. En Egipto, que se había independizado en 1805, los ingleses se habían hecho dueños del canal de Suez, lo compraron compulsivamente con un jugoso préstamo proporcionado por los superbanqueros judíos de la casa Rothschild.
Durante la guerra, los Jóvenes Turcos sufrieron derrota tras derrota al tiempo que Mustafá Kemal acumulaba victoria tras victoria. Con anterioridad había librado una brillante campaña contra los invasores italianos en el territorio de lo que entonces recibía el nombre de Tripolitania y luego Libia. La Libia que el imperio usamericano y sus aliados convirtieron en confeti en años recientes. Luego se impuso a los británicos y franceses en Gallípoli, se cubrió literalmente de gloria al derrotarlos e impedirles el paso hacia el estrecho de los Dardanelos, salvar a Constantinopla y obligarlos a retirarse. En el frente oriental paró en seco a las tropas del ejército ruso, y en Siria y Palestina volvió a combatir y enseñarles un poco de humildad a los británicos. 




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         La Ciudad de Salónica, que había sido conquistada por los turcos en 1430, volvió a manos de los griegos en 1912 a raíz de la primera guerra balcánica. Allí, paradójicamente, habían nacido Mustafá Kemal y el movimiento de los Jóvenes turcos, financiado en parte por la población mayoritariamente judía de la ciudad. Salónica, la ciudad de los espíritus, era la única en su época donde los judíos constituían una mayoría, unos ochenta mil de un total de ciento veinte mil habitantes. Por eso también le llamaban entonces la Jerusalén de los Balcanes, y su destino sería trágico a manos de los nazis durante la segunda guerra mundial, aunque no tanto como el de la verdadera Jerusalén a manos de los cristianos de las cruzadas en 1099, cuando la liberaron de los musulmanes. Los cruzados pasaron a cuchillo o por la hoguera a toda la población, incluyendo hombres, mujeres y niños. Derramaron -como dice Henry Pirenne en su “Historia de Europa”- “torrentes de sangre en nombre del Dios del amor y de la paz, del cual se estaba conquistando la tumba".
         El imperio otomano o imperio turco, como se le quiera llamar, había surgido oficialmente en el año 1299 y debía su nombre a la dinastía fundada por Osman I. En el período de mayor expansión se extendía por tres continentes: la costa norte de África, el medio oriente y los Balcanes y otros territorios del sureste de Europa, y ocupaba un área de más de cinco millones de kilómetros cuadrados, tenía veinte y nueve provincias (un poco menos que la República Dominicana) y un montón de estados vasallos, incluyendo a Crimea. Era un estado multiétnico y multi confesional que respetó y protegió en lo esencial a las minorías y muy en especial a los judíos que los reyes católicos expulsaron de España, los sefarditas.
         En la época de Mustafá Kemal el imperio se había reducido considerablemente a causa de las guerras con Rusia y el “estallido del nacionalismo balcánico, concretado en guerras de liberación” nacional y una inmensa ola de descontento popular. La violencia estatal contra ese descontento popular se materializó en la rebelión de los Jóvenes Turcos (con el llamado Enver Bey o Enver Pasha a la cabeza), los cuales presionaron al sultán para que aceptara una constitución y luego, en 1909, lo derrocaron y pusieron a su hermano.
De hecho, lo suplantaron, conservando las apariencias y desde entonces hasta 1818 el poder estuvo en sus manos como se describe a continuación:
“En julio de 1908, siendo (Mustafá Kemal) jefe de estado mayor de Sawqat, participó en el levantamiento del ejército de Macedonia que a punto estuvo de derrocar al sultán. La revuelta militar obligó a Abdül-Hamid II a poner en vigor la Constitución de 1876, lo que significaba de hecho la caída del régimen absolutista. El sultán siguió siendo líder religioso del Imperio, en cuanto que califa, pero el sultanato sólo conservó su apariencia nominal. Desde entonces hasta el fin de la Primera Guerra Mundial, los Jóvenes Turcos -liderados por dos oficiales, Cemal Bey y Enver Bey, y un funcionario, Talaat Bey- dirigieron el destino de Turquía. En 1909, al intentar un retroceso a la situación anterior, Abdül-Hamid fue depuesto y sustituido por su hermano, Mehmet V”.   [i]   
Mustafá Kemal simpatizaba hasta un cierto punto con el movimiento, aunque tenía también profundas diferencias y tomó distancia del poder político, se mantuvo en un segundo plano y se consagró astutamente a su carrera militar. Al parecer, en esos años se daba cuenta de que la vastedad y diversidad étnica y cultural del imperio otomano eran ya inmanejables y estaba interesado mayormente en mantener el territorio donde predominaba la población turca, específicamente la de Anatolia o Asia menor. Además, a su juicio la monarquía y el islamismo constituían una retranca histórica de la que había que deshacerse.
Entre los Jóvenes Turcos prevalecía en cambio la idea “de preservar la estructura imperialista otomana al tiempo que intentaban reformar sus estructuras políticas”. [ii]En consecuencia, no vacilaron en perpetrar la terrible represión contra los armenios, el llamado genocidio armenio, el primero del siglo XX, que costó la vida a más de un millón de personas.
Kemal no parece haber estado involucrado en el sangriento episodio, aunque algunas fuentes afirman lo contrario, pero evidentemente no veía con buenos ojos la causa separatista de los armenios en la frontera con su archienemigo ruso.
La alianza del desgastado imperio otomano con el imperio alemán y austrohúngaro contra Inglaterra, Francia y Rusia en la primera guerra mundial terminó siendo un desastre, pero era en el fondo una alianza natural. Hacía tiempo que estás naciones estaban, de hecho, en guerra no declarada contra el imperio otomano. Lo hostigaban continuamente, fomentaban los movimientos separatistas, ambicionaban el territorio en todo o en parte. En Egipto, que se había independizado en 1805, los ingleses se habían hecho dueños del canal de Suez, lo compraron compulsivamente con un jugoso préstamo proporcionado por los superbanqueros judíos de la casa Rothschild.
Durante la guerra, los Jóvenes Turcos sufrieron derrota tras derrota al tiempo que Mustafá Kemal acumulaba victoria tras victoria. Con anterioridad había librado una brillante campaña contra los invasores italianos en el territorio de lo que entonces recibía el nombre de Tripolitania y luego Libia. La Libia que el imperio usamericano y sus aliados convirtieron en confeti en años recientes. Luego se impuso a los británicos y franceses en Gallípoli, se cubrió literalmente de gloria al derrotarlos e impedirles el paso hacia el estrecho de los Dardanelos, salvar a Constantinopla y obligarlos a retirarse. En el frente oriental paró en seco a las tropas del ejército ruso, y en Siria y Palestina volvió a combatir y enseñarles un poco de humildad a los británicos.
pcs, viernes 18 de mayo de 2018




[i] Atatürk, Mustafá Kemal (1881-1938) » MCNBiografias.com

www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=ataturk-mustafa-kema

[ii] Ibid

viernes, 18 de mayo de 2018

Lamentos de la gran campana

pedro Conde Sturla
Literatura y oralitura constituyen uno de mis temas favoritos, sobre todo en lo que se refiere a China, a su civilización cinco veces milenaria a la que rindo culto, la única que existe y persiste, junto a la de la India, sin solución de continuidad desde la más negra noche de los tiempos.
Los chinos lo inventaron todo, casi todo, incluyendo los cuentos chinos y uno de los sistemas de escritura más enrevesados del mundo. Se expresan en una lengua retórica (más bien familia de lenguas) en la que, según tengo entendido, no se dice “Buenas noches”, sino “Que tenga usted sueños perfumados” o algo parecido. Una lengua tonal (como la de los indígenas de Chiapas) en la que el significado de las palabras varía de acuerdo con la entonación, con la música que se le imprime:
“mā, en primer tono, significa ‘madre’ en chino, entre otras cosas.
“má, en segundo tono, puede significar ‘sésamo’. 
“mǎ, en tercer tono, puede significar ‘caballo’.
“mà, en cuarto tono, ‘regañar’.
“ma, sin tono, es una partícula interrogativa”.