Pedro
Conde Sturla
4 de diciembre de 2009
A
través de los tiempos la leyenda de Caín -y los fratricidios en
general- han horrorizado y fascinado a la humanidad, a pesar de ser
tan recurrentes en la lucha por el poder y la riqueza. Rómulo y
Cleopatra, por ejemplo, son parte de una larga lista de conspicuos
personajes que se convirtieron en reyes derramando la sangre de los
hermanos, a veces de todos los hermanos y demás familiares,
incluyendo padre, madre, tíos, sobrinos.
En
el fondo más horrendo del infierno de Dante, que es de hielo, se
encuentra la Caína –en (des)honor a Caín- un lugar donde se infligen
los suplicios más atroces a los que han traicionado y quitado la
vida a sus parientes. Sin embargo, y al margen de la pugna y la
discordia por el favor divino, muchos escritores han hecho de la vida
y el estigma de Caín una lectura, una interpretación, una
apreciación, quizás irreverente, que escapa del contexto bíblico y
arroja sobre el mismo otra luz y otra sombra.
Hermann
Hesse,
en su novela “Demian” (Historia de la juventud de Emil Sinclair),
pone en boca del inquietante personaje que da título al libro una
versión atrevida que ha dado mucho que hablar. La marca de Caín,
lejos de ser un estigma, es un signo de distinción, de rebeldía, de
coraje, de hombres fuera de serie a los que la gente teme
precisamente porque son fuera de serie, diferentes, gente que no
comulga, quizás, con el orden establecido o con lo que Cortazar
llamaba “la gran costumbre”. Seres a menudo solitarios,
incomprendidos e injustamente temidos o en el mejor de los casos
despreciados. Quizás científicos, revolucionarios, homosexuales,
minusvalidos, artistas, visionarios y locos. Muchas especies caben en
esta canasta.
Cualquiera
que sea la opinión del lector, el brillante diálogo entre Demian y
Emil Sinclair, no lo dejará indiferente:
“-Hoy
he asistido a vuestra clase -dijo-. Sobre la historia de Caín, el
que llevaba un estigma en la frente, ¿no? ¿Te gusta?
”No,
pocas veces me gustaba lo que tenía que estudiar. Sin embargo, no me
atrevía a decirlo, porque era como si estuviera hablando con una
persona mayor. Contesté que la historia me gustaba.
”Demian
me dio unas palmaditas en el hombro.
”-No
necesitas fingir, amigo. Pero esa historia es verdaderamente muy
rara, mucho más que la mayoría de las que se tratan en clase. El
profesor no ha dicho mucho; sólo lo habitual sobre Dios y el pecado,
y todo eso. Pero yo creo...
”Se
interrumpió sonriendo y me pregunto:
”-Oye,
¿pero esto te interesa? Pues yo creo -continuó- que la historia de
Caín se puede interpretar de manera muy distinta. La mayoría de las
cosas que nos enseñan son seguramente verdaderas, pero se pueden ver
desde otro punto de vista que el de los profesores y generalmente se
entienden entonces mucho mejor. Por ejemplo, no se puede estar
satisfecho con la explicación que se nos da de Caín y la señal que
lleva en su frente. ¿No te parece? Que uno mate a su hermano en una
pelea, puede pasar; que luego le dé miedo y se arrepienta, también
es posible; pero que precisamente por su cobardía le recompensen con
una distinción que le proteja y que inspire miedo, eso me parece muy
raro.
”-Sí,
es verdad -dije interesado. El asunto empezaba a intrigarme-. ¿Pero
cómo vas a interpretar si no la historia?
”Me
dio una palmada en el hombro.
”-¡Muy
sencillo! El estigma fue lo que existió en un principio y en él se
basó la historia. Hubo un hombre con algo en el rostro que daba
miedo a los demás. No se atrevían a tocarle; él y sus hijos les
impresionaban. Quizás, o seguramente, no se trataba de una auténtica
señal sobre la frente, de algo como un sello de correos; la vida no
suele ser tan tosca. Probablemente fuera algo apenas perceptible,
inquietante: un poco más de inteligencia y audacia en la mirada.
Aquel hombre tenía poder, aquel hombre inspiraba temor. Llevaba una
«señal». Esto podía explicarse como se quisiera; y siempre se
prefiere lo que resulta cómodo y da razón. Se temía a los hijos de
Caín, que llevaban una «señal». Esta no se explicaba como lo que
era, es decir, como una distinción, sino como todo lo contrario. La
gente dijo que aquellos tipos con la «señal» eran siniestros; y la
verdad, lo eran. Los hombres con valor y carácter siempre les han
resultado siniestros a la gente. Que anduviera suelta una raza de
hombres audaces e inquietantes resultaba incomodísimo; y les
pusieron un sobrenombre y se inventaron una leyenda para vengarse de
ellos y justificar un poco todo el miedo que les tenían.
¿Comprendes?
”-Sí,
eso quiere decir que Caín no fue malo. Entonces, ¿toda la historia
de la Biblia es mentira?
”-Sí
y no. Estas viejas historias son siempre verdad, pero no siempre han
sido recogidas y explicadas como debiera ser. Yo pienso que Caín era
un gran tipo y que le echaron toda esa historia encima sólo porque
le tenían miedo. La historia era simplemente un bulo que la gente
contaba; era verdad sólo lo referente al estigma que Caín y sus
hijos llevaban y que les hacían diferentes a la demás gente.
”Yo
estaba asombrado.
”-¿Y
crees que lo del asesinato no fue tampoco verdad? -pregunté
emocionado.
”-¡Oh,
sí! Seguramente es verdad. El más fuerte mató a uno más débil.
Que fuera su hermano, eso ya se puede dudar. Además, no importa; a
fin de cuentas, todos los hombres son hermanos. Así que un fuerte
mató a un débil. Quizá fue un acto heroico, quizá no lo fue. En
todo caso, los débiles tuvieron miedo y empezaron a lamentarse
mucho. Y cuando les preguntaban: «¿Por qué no le matáis?», ellos
no contestaban, «porque somos unos cobardes», sino que decían: «No
se puede. Tiene una señal. ¡Dios le ha marcado!» Así nació la
mentira. Bueno no te entretengo más. ¡Adiós!
”Dobló
por la Altgasse y me dejó solo, sorprendido como jamás en toda mi
vida. Nada más desaparecer, todo lo que me había dicho me pareció
increíble. ¡Caín un hombre noble y Abel un cobarde! ¡La señal
que llevaba Caín en la frente era una distinción! Era absurdo,
blasfemo e infame. Y Dios, ¿dónde se quedaba? ¿No había aceptado
el sacrificio de Abel? ¿No quería a Abel? ¡Qué tontería! Y
empecé a pensar que Demian me había tomado el pelo y quería
ponerme en ridículo. ¡Qué chico más inteligente y qué bien que
hablaba! Pero no, no podía ser.
”De
todos modos, nunca había recapacitado tanto sobre una historia,
fuera o no de la Biblia. Y hacía tiempo que no olvidaba tan por
completo a Franz Kromer, durante horas, una tarde entera. En casa leí
la historia otra vez, tal como estaba en la Biblia. Era breve y
clara. Resultaba una insensatez buscarle una interpretación especial
y misteriosa. ¡Así cualquier asesino podría declararse elegido de
Dios! No, era absurdo. Lo fascinante era la manera tan ligera y
graciosa con que Demian sabía decir las cosas, como si todo fuera
tan natural. Y además, ¡con qué mirada!
”Sin
embargo, algo había en mí mismo que no estaba en orden sino en
franco desorden. Yo había vivido en un mundo claro y limpio, había
sido una especie de Abel, y ahora me encontraba metido en el «otro»
mundo. Había caído tan bajo y, sin embargo, no tenía en el fondo
tanta culpa. ¿Qué había sucedido? En ese momento me vino un
recuerdo que casi me cortó la respiración. En aquella tarde aciaga,
que dio comienzo a mi actual desgracia, había ocurrido aquello mismo
con mi padre; durante un momento fue como si le hubiera
desenmascarado y despreciado a él, a su mundo y a su sabiduría.
”Sí,
en aquel momento yo, que era Caín y llevaba una marca en la frente,
pensé que esa marca no era una vergüenza sino una distinción y que
yo era superior a mi padre, superior a los buenos y piadosos
precisamente por mi maldad y mi desgracia.
”Entonces
no comprendí estas cosas con mente clara, pero las intuí en una
llamarada de sentimientos, de extrañas emociones, que me dolían
pero me llenaban de orgullo. ¡De qué manera tan extraña había
hablado Demian de los valientes y de los cobardes! ¡Cómo había
interpretado la señal en la frente de Caín! ¡Y cómo habían
brillado sus ojos, sus extraños ojos de hombre! Se me ocurrió que
Demian mismo era un Caín. ¿Por qué le defendía si no se sentía
semejante a él? ¿Por qué tenía aquel poder en la mirada? ¿Por
qué hablaba tan despectivamente de los «otros», los cobardes, que
son en verdad los piadosos, los elegidos de Dios?
”Con
estos pensamientos no acababa de llegar a ninguna conclusión. Una
piedra había caído en el pozo: el pozo era mi alma joven. Durante
mucho tiempo esta historia de Caín, con el homicidio y la «señal»,
fue el punto de partida de mis intentos de conocimiento, duda y
crítica.”
pcs,
viernes, 04 de diciembre de 2009
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