viernes, 7 de junio de 2019

OTRAS MEDITACIONES, OTROS ÁMBITOS DE COLMADÓN

Pedro Conde Sturla
 30 de octubre de 2008
Marguerite Yourcenar

El ingeniero filósofo José Ramón Bonilla Almonte comenta con gracia en un correo, con su acostumbrada agudeza y sentido del humor la entrega que le dediqué la semana pasada:

En una página sonora de El Caribe aparezco con mi sonrisa búdica al lado de mi fraterno Dinápoles, ambos encaramados en la montaña mágica de Polo, compartiendo una sesión de sanación a tales alturas orográficas, como si rememorásemos la obra homónima de Thomas Mann... Yo, escondido en mi sonrisa de camaján, y Dinápoles, llenando su sacramental espacio de consagración existencial, como si la vida se colmara en una construcción voluntaria de tedéum y de horas santas...”

Bonilla confiesa más adelante:

Toda lectura y relectura por mi parte exige grandes sacrificios, pues no puedo dejar de identificar mi vida con las tramas que pretendo deshilvanar, reconstruyendo un libro paralelo al de los autores...” 

En sus comentarios también se expone al sacrificio, al desgarramiento. Hoy Bonilla rememora “otras voces, otros ámbitos” igualmente desgarrados y desgarradores. El ámbito de Truman Capote, de Marguerite Yourcenar y de Walt Whitman.

Una cuarta pieza pertenece, en cambio, al ámbito de la ciencia y de la música puras y es una especie de material cifrado (para los profanos), en una especie de código navajo que sólo comparte con Dinápoles y otros pocos elegidos.



TRUMAN CAPOTE



La literatura norteamericana nunca ha estado exenta de las tangencialidades sexuales, demostrativas de las búsquedas frustradas de paraísos materiales, así como de los extravíos de  las sensibilidades irresueltas, todo ello dentro de un mundo machista de gangsterismos implacables. ..

  Cuando leía en Monterrey “Manhattan Transfer”, de John Dos Passos, me percaté de que en la Nueva Inglaterra de inicios del siglo XX todo estaba permitido, menos fracasar económicamente...y que el verbo amar era inconcebible de conjugar sin éxitos materiales que garantizaran la existencia cotidiana... y que la belleza de la mujer conquistada en franca indefensión económica era letal, porque el sujeto que amaba simplemente era intercambiado por la femme por un candidato cualquiera cuando flaqueaba el bolsillo, aunque el nuevo pretendiente sólo  fuera ligeramente superior a escala económica...

  A Truman Capote le tocó vivir estas tremendidades y optó por autoprotegerse de tales amenazas refugiándose en la doble protección del talento y el afeminamiento.

  De ingenio indiscutible quiso, al final de su carrera, constituirse en el Proust norteamericano.

  Inició su última saga narratológica asumiendo una descriptología de los detalles de salón, a lo Marcel Proust, despellejando a la aristocracia norteamericana que tanto disfrutaba de sus ocurrencias y de su voz amanerada y aflautada...Pero no se cuidó de mantener los anonimatos y los respetos debidos.

  Marlon Brando se sintió infamado y amenazó con matarlo...otros famosos fueron más lejos y lo hundieron en el lodo del desprecio y de la ignominia...

  Finalmente sucumbió este pobre muchacho, hijo de una norteamericana golpeada, y finalmente recogida por un cubano apellidado Capote.

  Walt Whitman y Emile Dickinson, en sus respectivos géneros de poeta y poetisa insignes, fueron más recatados y felices, aunque padecieron de la misma dolencia tangencial.

  Pero nadie podrá ignorar la grandeza de este ser desdichado, genial e ido a destiempo, casi voluntariamente, en medio de un tremedal de escapes alucinatorios de sí mismo y de su pasado.


MARGUERITE YOURCENAR 


Marguerite Yourcenar fue muy discreta en su vida amorosa. Quien quiera pergeñar en sus secretos íntimos, a través de su vasta producción literaria, dedicada mas bien a evocaciones de la antigüedad y a una que otra reseña de su infancia, de seguro que se cansará en el afán infructuoso de excogitar juegos eróticos y de otra índole.

Sin embargo, de manera casi accidental me he encontrado con insinuaciones cuasi-inocentes, que revelan la sensibilidad
extraordinaria de esta mujer grandiosa, que vivió gran parte de su vida en Maine, acompañada de una amiga inseparable, que murió antes que ella, y que la sumió en una profunda depresión, sólo comparable a la soledad desértica de Flaubert (“Me parece que atravieso una soledad sin fin para ir a no sé dónde...Yo soy a un mismo tiempo el desierto, el viajero y el camello...”).
Voy a relatar un acontecimiento casi fútil, tomado del libro
“¿Qué? La Eternidad”, que describe un encuentro casi trivial de la niña Marguerite Yourcenar con una joven de su edad llamada Yolande.

Nos acostamos las dos juntas...y un instinto, una premonición de los deseos intermitentes experimentados y
satisfechos más tarde en el curso de mi vida, me hizo encontrar la posición y los movimientos necesarios de dos mujeres que se
aman...

Mis deseos no nacerían de verdad hasta años más
tarde, y alternativamente, durante años también,
desaparecerían hasta el punto de ser olvidados. Aquella Yolande, un poco dura, me amonestó gentilmente:

- Me han dicho que está mal hacer esas cosas.

-¿De verdad?- dije yo.

Y apartándome sin protestar, me dormí en seguida en el borde de la cama.”

La anciana solitaria quiso escribir su autobiografía, y apenas
nos dejo tres libros que sólo abarcaron parte de su niñez.

Acabo de leer “La llama doble” de Octavio Paz. El gran
ensayista y poeta sólo menciona una vez a Marguerite Yourcenar, a propósito de un poema de Teócrito, el primer poema de amor, escrito en el siglo III a.C., un largo monólogo de Simetha, inicio de los enconos de la mujer y sus misterios, donde se dan cita el amor, el odio, el despecho y el deseo.

La Yourcenar prefirió el amor-servicio en lugar del amor-pasión...Ella se identifico con el amor algo contemplativo y ascendente que predicó Diotima en “El Banquete” de Platón”.

Me cansé.


LOS VENCIDOS DE WHITMAN.



Acabo de conocer una curiosa hipótesis, nada violenta, de un norteamericano llamado Van Wyck Brooks, nacido en 1886.

Brooks dedica un estudio progresivo a Emerson, Henry James y Mark Twain, olvidando a Whitman, sosteniendo la tesis de la incompatibilidad de estos personajes con su vencedora madre patria.

En Emerson, Brooks estudia a un artista en desacuerdo con América; en James, el de un artista que escapa de América; y en Twain, el de un artista y periodista frustrado por América.

Como Whitman es silenciado, entonces él habla por si mismo, dando un salto de canguro al verso 18 de “Song of myself “.

I play not a march for victors only... / I play great

marches for conquered and slain persons…”



No toco una marcha tan sólo para los vencedores.../ toco grandes marchas por los vencidos y los asesinados. / Hago sonar tambores triunfales por los muertos.../ lanzo por mis boquillas la música más fuerte y divertida / en su honor, / lanzo vivas por los vencidos, por aquellos cuyos barcos de guerra / se hundieron en el mar, / y por todos los generales que perdieron batallas, / por todos

los heroes vencidos y por los numerosos héroes desconocidos, / que son iguales a los más grandes héroes conocidos.

Whitman era así: un héroe de aquellos que no tenían voces en los diarios.

Me voy.



DINÁPOLES


Sólo un Físico como tú puede racionalizar la música, incluyendo el efecto de la trompetista que la imita vocalmente.

  Toda la música es un trasunto de mezclar adecuadamente ondas acústicas provenientes de diferentes instrumentos musicales, a sabiendas de que una nota cualquiera, de 440 hertzios, por ejemplo,  suena “distinto” en cada instrumento por la sencilla razón de que la cavidad sonora de un violín es diferente a la de una flauta o la  de  un oboe.

  Pero si desarrollamos en Series de Fourier estas ondas sonoras en apariencia distintas veríamos y oiríamos la onda fundamental idéntica...La Natural.

  El físico más versado en estas correlaciones fue Helmholz (1821-1894), pero otros anteriores, como Euler y Bernoulli, también se dedicaron a correlacionar la música con la física clásica y la acústica.

A mí me tocó la suerte de estudiar vibraciones mecánicas con Beckley, en el TEC, y me familiaricé bastante con las mediciones electrodinámicas,  que son básicas para acometer la parte de la física clásica llamada acústica, la cual desgraciadamente ya no está en el currículo de física.

  Yo disfruto muchísimo relacionando la música con los estados de ánimo: Cuando estoy alegre pero no demasiado, que es mi estado  normal digo: Allegro ma non troppo.

Cuando me invade la melancolía suave digo: Poco allegro ma non lamentoso.



 pcs, jueves, 30 de octubre de 2008

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